Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7 Acercándonos

Gracias a que Nick y yo solucionamos nuestras diferencias, finalmente pude acercarme a hablar con el resto de los chicos. Trent, algo incómodo, se rascó la nuca antes de romper el silencio:

—Perdón por haberte tratado de forma tan fría todo el día, pero estábamos algo molestos, especialmente por cómo Nick se lo tomó. Pensamos que estaría enojado por más tiempo, y, bueno... por obvias razones, si las cosas hubieran salido mal, nosotros habríamos apoyado a Nick por encima de ti. No te sientas mal por eso...

Aunque sus palabras me sorprendieron al principio, lo que dijo tenía todo el sentido del mundo. No podía reprocharles nada por estar preocupados por su amigo de años, Asentí, buscando tranquilizarlos.

—Lo entiendo perfectamente, Trent. Es algo comprensible. Lo bueno es que Nick y yo lo hemos superado, y creo que ambos hemos dado un paso adelante. Me prometí a mí mismo dejar de ser tan idiota —dije con una sonrisa, aunque algo de preocupación me cruzó la mente—. Honestamente, creo que estuve pidiendo a gritos que Fang me atacara. La verdad es que tuve suerte de que solo fuera un golpe con el bajo... Pero también tengo mis límites, ¿sabes? Soy humano, después de todo —agregué, intentando quitarle peso a la situación.

Lo último que dije provocó una risa general entre los chicos, relajando el ambiente. Parecía que, a pesar de lo que había pasado, las cosas empezaban a volver a la normalidad. Aunque algo había cambiado. Habíamos pasado por una prueba, y sentía que ahora éramos más unidos que nunca.

Los días pasaron y una semana después del incidente parecía que todo estaba mejor. Pero, como suele suceder, la calma solo era aparente. Las cosas, en realidad, habían empeorado.

Leo... no había dejado pasar lo ocurrido. Parecía que se lo había tomado de manera personal. Comenzó a rondar los lugares que frecuentaba, observándome desde la distancia, como si estuviera buscando el momento perfecto para enfrentarse a mí o, quizás, para hacer algo peor. Cada vez que cruzaba una esquina o entraba a un salón, sentía su mirada pesada sobre mí. La tensión estaba a punto de romperse.

Afortunadamente, no estaba solo. Mis amigos, ahora más alerta que nunca, se dieron cuenta del peligro que representaba Leo, y sin necesidad de decirlo, todos comenzaron a vigilarme de cerca. No solo Nick, Trent, Curtis o Rosa, Sage, Stella, Naser y Naomi también se habían unido al grupo, como si ese evento los hubiera acercado a nosotros. Nos movíamos como un equipo, atentos, sabiendo que cualquier paso en falso podría ser la oportunidad que Leo estaba esperando.

Cada día en la escuela era una batalla silenciosa, pero estábamos preparados para enfrentar lo que viniera.

Un día, Naser llegó visiblemente afectado junto con Naomi y pidió unirse a nosotros durante el almuerzo en nuestro territorio los jardines, Rosa, como siempre amable, le hizo espacio en la mesa. Naser parecía llevar una carga pesada en su rostro, pero tras unos segundos de silencio, decidió hablar con una mezcla de dolor y alivio:

—He decidido rendirme con Fang. Lo que me dijo el otro día me hizo darme cuenta de que ya no vale la pena —dijo, bajando la mirada—. Lo intenté hasta el final, y no me arrepiento. Jamás lo haré, porque es mi hermana y la quise... pero, cuando pongo las cosas en una balanza, simplemente ya no pesa nada. Estuve descuidando mis estudios, mi carrera deportiva... —hizo una pausa, luego tomó la mano de Naomi con un gesto de cariño— incluso a la mujer que amo, todo por ser un buen hermano. Pero Fang... ya no puedo hacer nada, está perdida. No vale la pena seguir luchando por ella. —Su voz se quebró un poco y se tapó la cara, sintiendo la tristeza de su decisión.

Naomi no tardó en abrazarlo con ternura, acariciando su espalda en un intento de consuelo:

—Sé que es duro para ti, cariño. Todos lo sabemos, hemos visto lo que has hecho por ella. Pero ahora solo queda seguir adelante, y créeme, es lo mejor para ti —le dijo con un tono firme pero compasivo.

Luego nos miró, con una seriedad que no habíamos visto antes en ella:

—He decidido tomar medidas también. Hablé con Ripley, el padre de Naser —su voz adquirió un tono frío y calculador—. Lo amenacé con denunciarlo si se atrevía a ponerle un solo dedo encima a Naser otra vez. Ese hombre ha golpeado y amenazado a su propio hijo durante años, para evitar que Fang hiciera algo peor de lo que suele hacer. Y eso lo llevó a tener que ser aún más protector con Fang, algunas veces a la fuerza. Ahora Naser está viviendo conmigo y mi familia, y probablemente sea algo permanente, porque Ripley no acepta mis términos. —Naomi soltó un suspiro tenso—. Puede que sea el sheriff, pero mi padre tiene más influencia que él en esta ciudad, y las amenazas de ese malnacido me importan un carajo.

Todos nos quedamos en silencio, sorprendidos por la furia contenida en Naomi verla así era algo nuevo, para la calmada y sonriente presidenta que todos veíamos en ella, pero ver esa faceta tan protectora y decidida fue impactante. Cada uno de nosotros la apoyó, mostrando nuestra admiración hacia su valentía por haber confrontado a Ripley de manera tan directa.

Naomi había demostrado, una vez más, lo lejos que estaba dispuesta a llegar por proteger a Naser, y en ese momento, supimos que nuestro grupo era más fuerte y unido que nunca.

El ambiente cambió. No era solo el hecho de que Naomi hubiera puesto a Ripley en su lugar, sino la sensación de que algo profundo había cambiado entre nosotros. La tormenta de problemas aún no había pasado del todo, pero, al menos por ahora, estábamos más juntos que nunca, listos para enfrentar lo que viniera.

Con el paso de los días... Nick se volvió más afectuoso... no me quejo renuncie a mi heterosexualidad con aquel abrazo... si, me gusta Nick... ya no puedo negarlo, pero es mi bro, y sé que las cosas no pasaran de eso y es mi única excepción no hetero.

Sin embargo, con el pasar de los días no pude evitar... ver que Nick estaba empeorando, cada día se veía peor... esto lo estaba afectando más a él que a mi.

Llego un martes... en todo el mes pasado el no fue a hacer su ritual de fumar en el tejado, por protegerme de Leo, me di cuenta algo tarde, El se veía al borde del colapso... hable con Curtis y Trent, ambos aceptaron cubrirnos, me lleve a Nick al tejado, para que fumara sus cigarrillos.

Llegamos a estar cerca de la salida al tejado de la escuela, y el aire fresco que venia de la puerta abierta que veía al frente me dio una pequeña tregua al peso que llevaba en el pecho. Ayudé a Nick a subir con cuidado, manteniendo mi mano en su cintura, y pude sentir lo tenso que estaba, como si todo el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Él estaba al borde, y eso me aterraba. No podía soportar verlo así.

—Ya te dije que no es necesario y es peligroso... ellos... Leo y los otros... —dijo, pero su voz no tenía la fuerza de siempre. Estaba rota, llena de angustia.

Me adelanté un poco, y lo miré directo a los ojos —Nick, tu vida es tan importante para mí como la mía lo es para ti. Trent y Curtis nos están cubriendo, no tienes que preocuparte. Solo... hazlo, lo necesitas. No sé qué es lo que llevas dentro, pero puedo ver que te está destrozando... y eso me está destrozando a mí también.

Nick se quedó en silencio, mirando hacia abajo, como si las palabras estuvieran atascadas en su garganta. Parecía estar luchando contra algo que no podía decirme, algo que lo mantenía prisionero. Finalmente, susurró con la voz quebrada —Desearía poder decirte lo que tengo, pero no tengo el valor...

Mis peores miedos comenzaron a aflorar. El simple hecho de imaginar que Nick pudiera estar sufriendo algo tan grave como una enfermedad terminal, o alguna discapacidad futura, me partía el corazón. Pensar en él viviendo con ese dolor, cargando con algo tan insoportable y sin poder compartirlo... casi me destruía.

—No tienes que decirme nada todavía... pero no te guardes todo, Nick, no lo cargues solo... —le dije, sin poder evitar que mi voz se quebrara un poco al final.

Pasamos por la salida al tejado y Nick suspiro mientras sentimos el aire unos momentos.

—¿Dónde te dejo? — Le pregunte suavemente

Nick me señaló la pared a unos pasos de la puerta, la cual cerré, Lo ayudé a acomodarse, apoyando su espalda contra la pared, mientras soltaba un suspiro profundo. Sacó un cigarro de un tono rosa pálido del bolsillo de su pantalón, lo colocó entre sus labios y lo encendió. Observé en silencio cómo, tras la primera calada, su rostro recuperaba algo de color, como si ese simple gesto aliviara la tensión que llevaba acumulada.

Me senté a su derecha, dejando unos centímetros de espacio entre nosotros, sin decir nada mientras él exhalaba lentamente el humo. Pensé que era tabaco lo que fumaba, pero no me atreví a preguntar que era, ya que no sentí que fuera un cigarrillo normal. El aire alrededor de nosotros se llenó de esa mezcla de silencio y humo que, de alguna manera, parecía calmarlo.

Nick suspiró, rompiendo el silencio. —No me voy a morir, Anon —dijo, su voz baja pero firme—. Vi tu cara allá abajo, todo angustiado... perdón por preocuparte.

Sacudí la cabeza varias veces, como intentando despejar los pensamientos oscuros que se me habían pasado por la mente. Pero antes de que pudiera decir algo, él continuó, llevando una mano al abdomen, cerca de sus partes bajas. —No tengo el valor de contártelo todo aún, pero... te daré una pista. Me duele aquí, en la parte baja del vientre, por dentro.

Lo miré con el ceño fruncido, sin saber qué pensar. Me rasqué la cabeza, claramente confundido, lo que provocó una pequeña risa de su parte.

—Una vez a la semana, me duele bastante. Pero una vez al mes... Dios, es el infierno en la tierra —añadió, soltando un suspiro que parecía llevarse algo de su carga emocional—. No es ninguna enfermedad ni nada parecido.

—¿Entonces qué es? —pregunté, aunque apenas logré murmurar las palabras.

—Es algo llamado pubertad tardía —contestó, su tono serio, aunque relajado—. A algunos dinos nos toca esa lotería. En mi caso, la pubertad decidió golpearme de golpe hace un año, y con ella, todos los problemas hormonales. Ya sabes, todo el caos físico y mental que trae consigo... —Se detuvo un momento, dando una calada más profunda a su cigarro, como si el humo le diera el valor para continuar—. Es como si estuviera pasando por una metamorfosis, y... no es fácil.

Nick me miró de reojo, viendo cómo mi mente procesaba lo que acababa de decirme. Su expresión se suavizó, y con otro largo suspiro, agregó—. Pero no te preocupes, no me voy a morir, Anon. No te pienso dejar solo en este mundo. Te lo prometí, tanto a ti como a mí mismo. —

Me quedé en silencio, sintiendo que mi cara se encendía. Todo el nerviosismo que había estado tratando de reprimir se disparó en un segundo, poniéndome rojo como un tomate. Nick, al notar mi reacción, estalló en carcajadas, sacudiendo la cabeza mientras se burlaba de mí.

—¡Te ves ridículo! —dijo entre risas, lo que hizo que yo también me echara a reír, aunque mis mejillas seguían ardiendo.

—Oye Anon, ¿puedo pedirte otro favor? —dijo Nick, mirándome fijamente a los ojos, su tono suave pero serio.

Asentí sin dudar. Él rara vez pedía algo, y cuando lo hacía, no podía negárselo.

Nick se acercó lentamente, apoyando su cabeza en mi hombro, su respiración algo errática, pero buscando calma. Sin decir nada más, tomó mi mano y la colocó sobre su vientre, justo encima de su camisa. —¿Podrías dejar tu mano ahí? —susurró con un tono vulnerable, casi como si estuviera pidiendo mucho más que solo un gesto.

—Sí... si eso te ayuda... —dije, sintiendo cómo mi rostro se calentaba de inmediato por la vergüenza. Nunca lo había visto así de cerca, tan... frágil. Y el contacto, aunque a través de la tela, me hacía sentir que estaba invadiendo algo muy íntimo.

Nick suspiró profundamente, su respiración se estabilizó poco a poco. Mientras atrapaba mi mano con sus dos garras casi abrazabola, murmuró con una leve sonrisa —Mi mamá tenía razón...—. Quedé perplejo, pero antes de poder preguntar qué quería decir, su cuerpo comenzó a relajarse aún más, hasta que escuché su respiración suave y rítmica. Se había quedado dormido en mi hombro, soltando el cigarro que casi se consumía por completo.

Lo observé, sintiendo un nudo en el pecho. Verlo así, tan agotado y vulnerable, me rompía el alma. Sin embargo, también me llenaba de una extraña felicidad, como si por primera vez, estuviera devolviéndole algo de todo el apoyo que él siempre me ha dado. Por primera vez, yo era quien estaba ahí para él, cuidándolo.

De repente, la puerta del tejado se abrió con un suave chirrido. Al voltear, me encontré con la figura del director Spears, quien me miró con una expresión dura al principio, pero pronto cambió al escanearnos con sus ojos, estos se suavizaron, y una sonrisa apenas perceptible se dibujó en su rostro.

—Buen trabajo, Anon. Sigue cuidando a Nick, no te preocupes por las clases. —Susurró antes de cerrar la puerta silenciosamente, dejándonos solos.

Intente procesar lo que acababa de pasar, pero de seguro el director estaba al tanto de la condición medica de Nick y preferí dejarlo así.

Volví mi atención a Nick, acurrucándome mejor para que él estuviera más cómodo. Sus labios formaban una pequeña sonrisa mientras dormía, se veían tan... suaves. Algo en mí se removió, una especie de deseo que nunca antes había sentido tan intensamente. Mi mirada se quedó fija en su boca, y por un momento, me vi tentado. Muy tentado a inclinarme y besarlo.

Pero al final, me acobardé. No era el momento, o quizás simplemente no estaba listo para dar ese paso. Así que me limité a sostenerlo mientras dormía, sintiendo que, de alguna manera, ese simple acto de estar allí para él era lo más importante en ese momento.

Ese fue un punto de no retorno para ambos, al menos así lo vi...

A este punto el mundo me da igual...

El resto de la semana Nick volvió un poco en si, se le veía más relajado.

---

El sábado en la tarde casi noche, recibí un mensaje de Nick, me pedía que fuera a su casa... que los dolores ese día eran demasiado horribles que le dolía tanto que se sentía como el infierno, que me necesitaba ahí, ya que por alguna razón yo lograba clamarlos un poco... recordé lo del martes.

Apenas terminé de leer el mensaje apagué mi pc, me puse la chaqueta verde y me fui como alma que lleva el dino diablo, me dio igual gastar los pocos fondos que me quedaban en un taxi para llegar más rápido, por suerte me encontré con el taxista buena onda, con el que hablo a veces, a veces le digo mi situación y esta vez no fue la excepción.

Cuando llegue a mi destino, el taxista solo me cobro un par de dólares, y me deseo suerte.

Llegue a la puerta y toque el timbre, quien me recibió fue su madre, la cual me miro confundida y luego decaída.

—Nick no se encuentra bien hoy Anon creo...—

La mire con seriedad interrumpiéndola —y es por eso por lo que estoy aquí...—

Ella me miro a los ojos, y sonrió ligeramente, como si supiera todo con solo esa frase, me invito a pasar, vi al señor Ed algo cansado y con el rostro un poco apagado y me vio directamente.

Vi a Ed sentado en los escalones con una mirada llena de angustia.

Nova se acerco le susurró algo a su esposo, algo que lo hizo fruncir el ceño y parecer molesto, pero finalmente, tras un breve silencio, asintió con resignación y se hizo a un lado, permitiéndome subir las escaleras, sin siquiera decirme nada.

Me acerqué a la puerta de la habitación de Nick y giré la perilla con cuidado. Ahí estaba él, encorvado en la cama, casi hecho una bolita, con una mano apretando su vientre, el rostro completamente tenso por el dolor.

En ese momento, nada más importaba. De un tirón dejé mi chaqueta sobre una silla y me acosté justo detrás de él, rodeándolo suavemente con mis brazos, descansando mis manos en su abdomen, donde sabía que más lo necesitaba.

Nick abrió los ojos de par en par, sorprendido. Estaba tan inmerso en intentar sobrellevar el dolor que ni siquiera había notado mi presencia hasta ese instante. Pero, con el contacto de mis brazos, su cuerpo comenzó a relajarse, casi imperceptiblemente. No me percaté de que la puerta seguía abierta, y que su familia entera nos estaba observando desde el marco. Cuando notaron que los vi, Nova sonrió con ternura antes de cerrar la puerta en silencio, dándonos nuestro espacio.

En ese momento, no importaba nada más. Solo quería estar ahí para él. Sentí su respiración entrecortada y luego un susurro entre dientes:

—Gracias, Anon... —su voz era débil, pero lo suficiente como para notar la gratitud en ella.

No hubo necesidad de decir nada más. El dolor lo tenía completamente inmovilizado, atrapado en la cama. Sabía que, probablemente, mi presencia no aliviaría el dolor físico, pero al menos podía brindarle algo de apoyo emocional, y con eso era suficiente para mí. Me quedé a su lado toda la noche, sin apartarme ni un solo momento, hasta que llegó la mañana del domingo.

Cuando desperté, me di cuenta de que Nick me tenía completamente abrazado, su cuerpo presionado contra el mío, su cola enroscada a mi pierna. Notar que estaba en otra posición era una buena señal; al menos los peores dolores habían pasado. Intenté moverme un poco, y eso lo despertó. Se separó de mí de inmediato, con un leve sonrojo en las mejillas y una expresión de vergüenza que no podía ocultar.

—Lo siento... —murmuró, pero solo sonreí para calmarlo.

Esa mañana, desayuné con su familia. Nova fue extremadamente amable conmigo, tratándome como a un miembro más, pero Ed y el hermanito de Nick no dejaban de mirarme de reojo, como si intentaran descifrar algo o juzgarme en silencio. No importaba. Sabía que había hecho lo correcto.

Y el próximo martes hice lo mismo, ahora yo era parte del ritual para que Nick se sintiera bien, y era feliz por ello, ser capaz de apoyar a la persona que amas en su peor momento ya aligerarle la carga fue el mejor sentimiento posible en ese momento...

Aunque inevitablemente eso nos acercó más, ahora cada vez que estábamos juntos, el contacto físico se había vuelto una constante. Las siestas juntos, abrazados o simplemente compartiendo el espacio, se convirtieron en algo común. Así de íntimos nos habíamos vuelto.

El jueves, Nick no fue a la escuela. No era nada grave; me mandó un mensaje temprano avisándome que tenía su cita médica de rutina, a la que iba cada tres meses. Solo eso. Sin embargo, el día sin él se sintió desolador, como si algo vital faltara a mi alrededor.

Al notar mi desánimo, Sage y Curtis me invitaron a tomar un café después de clases. Fuimos a nuestro refugio, el café de la manager JT, un lugar que siempre me traía algo de calma. Amaba el café de este sitio; tenía ese sabor que te envolvía y te hacía olvidar los problemas, al menos por un rato.

—Sería genial que, cuando todos tengamos 18, celebremos con unas copas aquí —dije mientras les daba un sorbo a mi taza, intentando animarme.

Sage soltó una risita y asintió—. Es una idea fantástica. Para cuando acabe el semestre, todos ya tendremos edad para beber.

Curtis sonrió ampliamente y añadió—. Pero me da un poco de miedo ver cómo te pondrías estando borracho, mi bolita de algodón...

Sage, con una expresión de falsa molestia, le tomó la cabeza entre las manos y le dio un beso suave—. Te dije que no uses mi apodo delante de todos, florecitas...

Hace un tiempo, una escena así me hubiese incomodado, pero ahora, en lugar de sentirme ajeno, les tenía un poco de envidia. No por su relación en sí, sino por la libertad con la que podían mostrar su cariño abiertamente. Dios, cómo respeto a Curtis por lo seguro que es de sí mismo.

Después de un par de minutos de acaramelarse, Sage se apartó un poco y se rascó el cuello con una leve sonrisa avergonzada—. Perdona si te incomodamos, Anon...

Sonreí ligeramente y respondí con calma—. Por mí, no se detengan. Es bueno tener a alguien a quien amar...

Curtis, sin perder el tiempo, rodeó a Sage por la cadera con una sonrisa confiada—. Ni que lo digas. Aunque no lo creas, estaba a punto de desviarme del camino antes de conocer a Sage. Es bueno tener a alguien que te ponga los pies en la tierra.

Levanté mi taza de café y brindé en su honor—. Amén por eso, hermano.

Sage y Curtis sonrieron y me siguieron el juego—. ¡Amén por eso! —repitieron al unísono.

Después del brindis, Sage, con una ligera sonrisa que apenas ocultaba su curiosidad, cambió de tema—. He notado que últimamente tú y Nick se ven mucho más... apegados. Podría jurar que cuando él te rodea el cuello, tú lo tomas de la cadera...

Curtis asintió, secundando la observación—. No sé por qué los dos siguen prolongando lo inevitable. Es obvio que se gustan.

Suspiré, cansado, sabiendo que no tenía escapatoria esta vez. Sabía que no podía seguir inventando excusas, porque ellos tenían razón. No estaba ciego, y era evidente que, de alguna manera, los sentimientos entre Nick y yo eran algo mutuo.

—No estoy listo —confesé, sintiendo el peso de mis propias palabras. Como ya he dicho antes, Nick me inspira a ser mejor persona cada día, pero aún no me siento digno de él en ese sentido. Tengo demasiada mierda en la cabeza que necesito arreglar antes de dar ese paso. Y honestamente, tengo mucho miedo... No quiero perder a Nick. Tengo miedo de cagarla y arruinar lo que tenemos. Todavía arrastro muchas inseguridades, y hace solo unos días finalmente acepté que lo amo, sin importar que sea un chico. Pero este es territorio nuevo para mí...—

Sage y Curtis abrieron los ojos sorprendidos. El ambiente se llenó de un silencio denso que ninguno se atrevía a romper.

Sage tragó saliva antes de hablar—. Wow... No me esperaba que lo admitieras tan rápido. Y mucho menos que nos lo dijeras directamente...—

Curtis asintió —Sueles ser muy reservado y vi que estabas luchando contra ti mismo, para negarlo, me sorprende mucho que lo aceptaras de golpe. —

Me rasque el cuello —Se los digo porque confió en ustedes, siendo sincero Curtis a estas alturas te veo como el hermano mayor que siempre quise y a Sage, como el menor que me regaña por todo pero que siempre tiene la razón. —

Los dos rieron, pero de buena manera con eso...

Curtis se sonrojo un poco —Me parece un honor que pienses así de mi amigo, gracias...—

Sage me dio un golpe con el pie algo duro por debajo de la mesa —Si te regaño, pero no exageres, —dijo fingiendo estar ofendido.

Curtis se cruzó de brazos hay algo que quisiera preguntarte ¿te consideras bisexual ahora —

La pregunta me tomó por sorpresa, pero respondí calmado —No sé cómo explicarlo... Siento que Nick es una excepción a todo, me siguen gustando las mujeres y no me atraen para nada los hombres, es raro, aunque me guste Nick me sigo sintiendo heterosexual, es como mi única excepción, y siento que eso le da más peso a mi enamoramiento, digo, me enamoré de el a pesar de que soy 100 porciento heterosexual, enserio que se metió hasta mi alma...—

Curtis y Sage intercambiaron miradas y luego Sage dijo algo incomodo —Bueno pues a veces pasa...—

Curtis hizo una mueca muy incómoda —Pues entonces así se queda, te gusta, y ya, que sea una excepción es algo plausible...—

Las actitudes de ambos me hicieron sospechar un poco que algo ocultaban, pero preferí ignorarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro