Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5 Nemesis

Inicia la semana, y por primera vez en años, me siento al 100. El fin de semana en casa de Nick estuvo genial. Me quedé también el domingo, jugando videojuegos con Yeremi y Nick todo el día. Me gané al niño, aunque me pateó el trasero en Call of Dino, pero me da igual. Hoy es un gran día, y nada puede salir ma...

—¿Qué hace un sucio skinnie en mi presencia? —dijo una voz brusca y rasposa frente a mí.

Alcé la vista, y lo primero que vi fue un Liopleurodon con un pico enorme de color azul. Llevaba una chaqueta negra con varios parches.

Oh, por el amor de Jesús Raptor... Uno de esos parches era el símbolo de los supremacistas Dinos y otro, el de los nancys de la Segunda Guerra Mundial dino/humanos. Para rematar, tenía "VVRUM DRAMA" escrito en grande en su camiseta.

¿Por qué siempre me pasan estas cosas...?

El tipo se acercó aún más, con una mirada cargada de odio. —Te hice una pregunta, skinnie de mierda... —espetó, con una voz llena de veneno.

Nos quedamos frente a frente, prácticamente de la misma estatura. Mi cuerpo comenzó a tensarse. Sabía que en cualquier momento este sujeto me iba a golpear, pero a diferencia de otras veces, no me congelé. Mi mente se preparó para huir, mis músculos listos para escapar. Sin embargo, una voz detrás de mí rompió el aire tenso.

—Lárgate, Leo. Si le pones un dedo encima a mi amigo, te vuelvo a mandar al hospital —dijo Curtis, con firmeza, acercándose para interponerse entre nosotros.

Leo chasqueó la lengua con disgusto mientras se metía las manos en los bolsillos de su chaqueta. —Tienes suerte, pedazo de mierda... —espetó, con una sonrisa burlona y amenazante. Se giró lentamente, lanzando una última advertencia por encima del hombro—. Será mejor que lo tengas vigilado, Curtis. Un solo descuido y su culo es mío, hijo de puta...

Lo vi alejarse, y el ambiente se sintió más ligero cuando finalmente desapareció entre la multitud. Sin embargo, todos los que estaban alrededor aún lo miraban con miedo, susurrando entre ellos. Ese tipo realmente infundía terror.

Curtis dejó escapar un largo suspiro de alivio. —Qué bueno que me avisaron a tiempo del regreso de ese idiota... Vamos a clase, Anon. Te explicaré en clase, porque esto es algo que tienes que saber —dijo, su tono era serio, casi paternal.

Sin decir una palabra, lo seguí. Mientras caminábamos hacia el aula, sentía la tensión en el aire. Nos sentamos junto a Rosa, quien también tenía una expresión grave. Aún faltaba para que llegara el maestro, así que Curtis aprovechó para contarme más sobre lo que acababa de suceder.

—Leo es el líder de VVRUM DRAMA, imagino que ya te disté cuenta de que es un supremacista dino y neo-Nancy. —Curtis hablaba en un tono bajo, pero firme, sus ojos no dejaban de escanear la sala como si esperara que alguien nos escuchara.

Asentí, recordando los símbolos en la chaqueta de Leo. —Sí, lo lleva con orgullo, como si no le importara nada...

Curtis resopló, con una mueca de desagrado. —Lo presume porque sabe que nadie le hará nada. La semana ante pasada fue suspendido por un "incidente" grave, aunque siendo sincero, me sorprende que incluso alguien como él tenga límites en esta escuela. —Su voz se volvió aún más seria—. Ese tipo es peligroso, Anon, y ahora que eres parte de nuestro grupo... y que eres humano, ya te imaginarás lo que piensa de ti.

Me tomé la cara, frustrado. —Carajo... —susurré, tratando de contener la rabia que comenzaba a burbujear en mi interior. Tomé aire, intentando calmarme. —Aunque no estuviera con ustedes, el iría por mi cabeza igual de todas formas, no se sientan mal por eso.

Curtis asintió con una mirada sombría. —El problema es que ese infeliz es el hijo del alcalde. Es intocable. Por eso puede andar con esos símbolos asquerosos y nadie le dice nada. Es como si tuviera un escudo que lo protege de cualquier castigo real.

Sentí que la situación se volvía más densa, más peligrosa de lo que había imaginado. —Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Evitarlo para siempre?

Curtis me miró con determinación. —Lo mejor es evitarlo, sí. Mantente lo más lejos posible de él. Pero no te preocupes, intentaremos que siempre haya uno de nosotros contigo. No vas a enfrentarlo solo.

A pesar de sus palabras, no pude evitar sentir una presión en el pecho. Saber que Leo estaba ahí, acechando, no era algo fácil de ignorar. Pero al menos no estaría solo.

Rosa, que hasta ahora había permanecido en silencio, interrumpió la conversación con determinación. —Stella y yo también te echaremos una mano. Sé que casi no nos hablamos, pero estamos totalmente en contra de la forma horrible de pensar de ese desgraciado. Además, lo hacemos también por Sage.

Curtis asintió, y justo antes de que pudiera decir algo, continuó. —Sage me contó que fuiste a la parrillada y que le caíste bien. —Suspiró, con una expresión algo tensa—. Mira, Anon... Leo es el exnovio de Sage, y digamos que pasó algo bastante grande entre ellos. La cosa terminó conmigo dándole una paliza a ese idiota. —

Curtis bajó la mirada por un segundo, como si reviviera el momento en su mente—. Aunque al final todo salió bien, Sage y yo ya casi cumplimos seis meses juntos. En fin, lo que quiero decirte es que, aunque te conocemos hace poco, eres uno de los nuestros ahora. En los Swamp Babies nos cuidamos las espaldas, y ya puedes contar con que vamos a estar ahí para ti.

Sentí una calidez en el pecho, algo que no había experimentado en mucho tiempo. No pude evitar sonreír un poco. —Gracias, chicos... jamás pensé que podría tener amigos tan buenos como ustedes.

Rosa sonrió ampliamente, con esa energía tranquila pero protectora que siempre proyectaba. —No te preocupes, Anon. Si necesitas un lugar seguro, los jardines de la escuela son perfectos. Entre clases, Stella, Sage y yo estamos ahí, por si en algún momento necesitas algo.

Curtis intervino de nuevo, observándome de cerca. —He notado que tu actitud ha cambiado un poco... pensé que te daría otro ataque de pánico, pero te vi alerta esta vez.

Mi sonrisa se desvaneció lentamente, volviéndose más seria. —Digamos que tuve una charla filosófica con Nick. Me ayudó a poner los pies sobre la tierra. Hoy vine al cien por ciento, pero... esto me cayó como un balde de agua fría. —Hice una pausa, suspirando con frustración—. A veces siento que Dios me odia.

Sin previo aviso, Rosa me dio un ligero golpe en la cabeza con la mano abierta, lo suficiente para llamar mi atención. —No blasfemes, Anon. —Me miró con una mezcla de seriedad y compasión—. Deberías ver lo bueno en esto. Tal vez Leo esté aquí para atormentarte, pero también podrías pensar que Dios nos puso a nosotros en tu camino para ayudarte.

Aunque no soy muy creyente, me pareció una perspectiva reconfortante. Sonreí de nuevo, un poco más relajado. —Quizás tienes razón, Rosa. —Asentí, más para mí mismo que para ella—. Tal vez debería aprender a ser menos negativo y cínico.

Antes de que pudiéramos seguir hablando, el profesor entró a la clase, lanzando insultos como siempre, lo que marcó el inicio de otra tediosa lección de matemáticas. Las palabras de Rosa aún resonaban en mi mente, dándome una extraña sensación de esperanza, a pesar de todo lo que había ocurrido.

Después de toparte con Trent en italiano y acompañarte hasta tu siguiente clase, el día parecía estar avanzando con cierta normalidad. Pero la preocupación de Nick no desaparecía. La rabia en su mirada cuando te agarró del brazo después de la clase era inconfundible.

—Sabía que tarde o temprano ese infeliz iba a aparecer, pero no esperaba que fuera tan descarado— murmuró con furia mientras se mordía el pulgar de su garra izquierda. —No te preocupes, Anon. Te vamos a mantener seguro hasta que ese...— su tono se volvió más sombrío, —pierda el interés.

Llegaron juntos a la clase de Gastronomía doméstica, y mientras preparaban tortillas bajo la supervisión de la maestra Fang, quien insistía en enseñarles a hacer tacos, Nick se esforzaba en concentrarse, aunque el peso de lo ocurrido con Leo lo tenía inquieto.

Más tarde, a pesar de que su siguiente clase estaba en la dirección opuesta, insistió en acompañarte.

—No me importa llegar tarde —dijo con seriedad—. Me preocupa más tu seguridad. Así como tú tienes tu orgullo, yo tengo el mío también, Anon. Solo déjame protegerte...

Con un nudo en la garganta, aceptaste el gesto, respetando su decisión.

Cuando llegó la hora del almuerzo, Nick te interceptó antes de entrar a la cafetería, con la misma preocupación en sus ojos.

—Vamos a cambiar de lugar —dijo, serio—. No podemos confiarnos, no mientras Leo ande suelto. La cafetería está fuera de tus límites por ahora.

El quiosco del club de jardinería era un lugar tranquilo, casi aislado del bullicio de la escuela. Cuando Nick y yo llegamos, Sage, Stella y Rosa ya estaban ahí. Aunque no recordaba haber hablado mucho con Stella antes, su presencia no se sentía incómoda. Nos saludaron con una cordialidad que contrastaba con la tensión del día.

Nick, como siempre, estaba pensando en todos los detalles. —Voy a buscar la comida. Vuelvo en cinco minutos—. Añadió que traerían su refresco habitual. Asentí y me quedé con el trío del club de jardines.

Tan pronto como Nick se fue, los tres se acercaron a mí con una mezcla de curiosidad y preocupación. Sage fue el primero en romper el silencio.

—Recuerdo los primeros días después de que mi papucho me rescató de ese imbécil —dijo, refiriéndose a Leo con un tono ácido—. No te preocupes, Anon, en un par de semanas ese idiota perderá el interés. Los de VVRUM DRAMA son así, en el fondo solo son unos cobardes.

Me rasqué la nuca, sintiéndome un poco incómodo por el peso de todo lo que estaba ocurriendo. —Confío en ustedes —dije, con un leve suspiro—. Pero tienes razón, lo mejor es evitar problemas. No quiero que nadie más tenga que lidiar con esto por mi culpa.

Stella, que hasta ese momento había permanecido más en silencio, puso su mano en mi hombro con suavidad. —No te culpes, Anon —dijo, con una calma reconfortante—. Nadie tiene derecho a hacerle daño a otra persona por estupideces como esa.

Sage dio un aplauso, rompiendo la seriedad del momento —¡Cambiemos de tema! Me enteré que pasaste la noche con Nick, cuenta, amigo...—.

Stella y Rosa abrieron los ojos con curiosidad, y de repente las tres miradas estaban fijas en mí, esperando detalles.

—Emmm, ¿nada? —respondí, incómodo—. Solo dormí en un catre el sábado y pasé el domingo jugando videojuegos con Nick y su hermano, nada más...

Los tres bufaron, claramente decepcionados.

Rosa cruzó los brazos, con un toque de frustración. —Son unos aburridos— dijo, como si esperara una historia mucho más emocionante.

Me tomó un momento captar a qué se referían, y entrecerré los ojos, notando lo que insinuaban. —Nick y yo somos casi bros —respondí, con una sonrisa torcida—. Además, no soy gay. Puede que deje que se meta en mi espacio personal, pero eso es todo. No malinterpreten las cosas.

Stella soltó un bufido molesto —Dítelo hasta que te lo creas, amigo—.

Decidí no darle más vueltas al tema y esperar que no saliera de nuevo. A veces era mejor dejar que las bromas quedaran ahí.

Poco después, los chicos regresaron con la comida. Curtis se sentó a mi lado, y le ofrecí un poco del arroz nuevo que había preparado. Le mencioné que le había hecho algunos cambios para que no fuera tan monótono. A él le gustó bastante, lo que me hizo sentir bien. Sin embargo, noté que Sage me fulminaba con la mirada por un segundo, como si estuviera un poco celoso. Aunque luego soltó una carcajada, diciendo que solo estaba bromeando, no pude evitar pensar que había algo de verdad en su reacción.

El resto de la semana pasó sin mayores incidentes, lo que fue un alivio. Sin embargo, el martes noté que Nick se veía mal. Estaba más apagado de lo habitual, aunque no se separó de mí ni fue a fumar como solía hacer. Parecía cansado, desgastado, pero aun así se mantuvo cerca, lo que me hizo sentir que algo lo estaba afectando más de lo que quería admitir.

El sábado acepté salir nuevamente con los chicos, necesitaba desconectarme un poco de todo lo que había estado pasando en la escuela y con Leo. Esta vez fuimos al café de su manager, LJ, un lugar que frecuentan bastante y donde siempre nos tratan como en casa. Lo diferente de esta ocasión fue que, a diferencia de otras salidas en las que solo iba con algunos del grupo, ahora me uní a toda la banda. Estaban todos allí: Curtis, Sage, Rosa, Stella, y, por supuesto, Nick. Era justo lo que necesitaba, una tarde donde pudimos relajarnos y charlar sin que las preocupaciones habituales nos persiguieran, Trent no pudo asistir porque dijo que tenia una cita con su novia Lunara.

El ambiente en el café era cálido y acogedor, con una suave música de fondo y las luces ligeramente tenues que creaban una sensación de calma. LJ, la manager, saludo a todos con confianza, chocando los cinco con todos incluido yo.

Nos dejó una mesa grande en la esquina, lejos de las demás personas, para que pudiéramos hablar sin interrupciones. Afortunadamente, Leo y su banda estaban vetados del lugar, lo que hacía que el café se sintiera como una especie de refugio seguro para nosotros, un rincón donde podíamos olvidar la tensión que su presencia solía generar.

Nos la pasamos bien desde el primer momento. La conversación fluía fácilmente, con bromas y risas que hacían que el tiempo volara.

Sage no perdió la oportunidad de lanzarme algún comentario sarcástico sobre la comida que tome la costumbre de llevar para que la criticara, mientras Curtis, como siempre, mantenía un tono relajado, haciendo bromas sobre lo mal que estábamos en matemáticas.

Rosa y Stella, por su parte, hablaban sobre algunos chismes de la escuela, pero sin perder el tono divertido de la conversación. En definitiva, todos estábamos en sintonía, disfrutando de la tarde sin que ninguna preocupación nos pesara en los hombros.

Lo que me llamó la atención durante la salida fue Nick. Durante toda la tarde, estuvo extrañamente afectuoso conmigo, más de lo que solía ser. No es que me molestara ni mucho menos, pero era imposible no notarlo. Desde que llegamos, se sentó a mi lado y prácticamente no se despegó en ningún momento.

Cada vez que hablaba, su tono era más suave de lo normal, y cuando hacíamos alguna broma entre nosotros, me tocaba el brazo o el hombro como si buscara algún tipo de cercanía. Incluso en algunos momentos en que las bromas subían de tono entre los demás, notaba que me miraba con una especie de cuidado o preocupación.

A decir verdad, no me incomodaba, pero definitivamente era algo que no esperaba. De alguna forma, me hacía sentir como si estuviera intentando protegerme o asegurarse de que estuviera bien.

Quizás todo lo que habíamos pasado recientemente lo estaba afectando más de lo que dejaba ver. Supongo que, después de lo ocurrido con Leo y la amenaza latente que todavía sentíamos por parte de su banda, había algo en Nick que lo empujaba a estar más cerca de mí, a mostrarme que estaba ahí para cuidarme, aunque no lo dijera con palabras.

La tarde continuó entre risas y charlas. LJ nos trajo algunas bebidas de cortesía, y eso ayudó a que el ambiente se relajara aún más.

A medida que pasaban las horas, me di cuenta de lo bien que me hacía estar con ellos, lo mucho que necesitaba ese tipo de momentos para recordar que no todo era estrés o peligro.

Nick, por su parte, siguió siendo un apoyo constante durante toda la salida, siempre asegurándose de que estuviera cómodo, de que me sintiera parte del grupo, aunque ya lo era desde el principio.

Al final, cuando llegó la hora de irnos, nos levantamos todos juntos, y antes de salir, Nick se aseguró de preguntarme si estaba bien, si había disfrutado la tarde.

Le sonreí y le respondí que sí, que había sido una de las mejores salidas que había tenido en mucho tiempo. Él solo asintió, sonriendo de vuelta, pero noté un leve destello de alivio en sus ojos, como si eso fuera exactamente lo que quería escuchar.

Esa salida me hizo darme cuenta de lo importante que se había vuelto para mí tenerlos a todos ellos en mi vida. Y aunque Nick estuvo más afectuoso de lo normal, algo me decía que no era algo malo.

Más bien, era su manera de recordarme que no estaba solo, que siempre habría alguien ahí, cuidando de mí, en este caso, alguien como él, quien siempre parecía saber exactamente lo que necesitaba, incluso antes de que yo mismo lo supiera.

El lunes, mientras caminaba distraídamente por los pasillos, sentí un fuerte empujón que me hizo perder el equilibrio. Era Leo, que pasó a mi lado con una sonrisa burlona.

—¡Fíjate por dónde vas, perdedor! —exclamó mientras se alejaba.

Caí al suelo con un golpe sordo, sintiendo cómo el aire escapaba de mis pulmones. Fang y Trish pasaron a mi lado, riendo y señalándome con desdén. Decidí no decir nada, mordiéndome la lengua para contener mi frustración. Con un suspiro de resignación, metí la mano en mi chaqueta para sacar mi teléfono, pero mi corazón se detuvo al sentir los trozos de cristal bajo mis dedos.

—Ratas... —murmuré, cerrando los ojos con fuerza y apretando los puños.

Durante la clase de gastronomía, me acerqué a Nick, mi voz temblando ligeramente al contarle lo sucedido.

—Leo me empujó en el pasillo y... mi teléfono quedó hecho añicos —expliqué en voz baja.

Vi cómo la expresión de Nick cambiaba instantáneamente. Su rostro, normalmente de un tono azulado, se tornó de un rojo intenso, sus ojos brillando con una furia apenas contenida.

—¿Que hizo qué? —siseó entre dientes, sus manos temblando mientras agarraba con fuerza el borde de la mesa—. Ese maldito...

En la hora del almuerzo, observé con una mezcla de gratitud y vergüenza cómo Nick se acercaba a Trent, su voz cargada de desesperación.

—Por favor, Trent —suplicó Nick—. ¿Podrías echarle un vistazo al teléfono de Anon? Significa mucho para él.

Sentí la necesidad de intervenir, aclarando mi garganta nerviosamente.

—Yo... yo pagaré lo que corresponda —añadí, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en el costo.

Trent nos miró a ambos, sus ojos entrecerrados mientras consideraba la petición.

—Lo intentaré —respondió finalmente, rascándose la barbilla—. Pero no hago milagros, ¿entendido?

Los días siguientes fueron un tormento. Cada vez que volvía a casa, la soledad me golpeaba como una ola fría. El silencio era ensordecedor, la ausencia de las notificaciones de Nick, quien solía bombardearme con mensajes diariamente, me hacía sentir más solo que nunca.

Conforme pasaba la semana, podía sentir cómo las tensiones entre ambas bandas crecían, el aire cargado de hostilidad apenas contenida. Cada mirada, cada gesto, parecía ser la chispa que podría encender un conflicto mayor. Y yo, sin mi teléfono, me sentía más vulnerable que nunca, desconectado de mi único verdadero aliado en este caos.

El jueves llegó la práctica con el club. A estas alturas, me sentía como un simple groupie de la banda, pero la soledad causada por la falta de mi teléfono me había empujado a hacer algo atrevido. Inspirado por mis canciones favoritas de videojuegos y impulsado por el aburrimiento, había escrito dos canciones.

La primera, rebosante de ira acumulada hacia Leo, era pura energía edgy. La segunda... bueno, esa había surgido de forma inconsciente. Intenté que no sonara demasiado gay, pero era innegable que la había escrito pensando en Nick y en cómo había irrumpido en mi vida como una bala. La titulé "Blue Bullet".

Con el corazón latiendo aceleradamente, decidí compartir mis creaciones con el grupo. No tenía idea de música, así que esperaba que al menos no se rieran de mi primer intento de escribir canciones.

Durante la reunión del club, respiré hondo y, con voz temblorosa, saqué el tema:

—Eh... chicos, he estado escribiendo algunas cosas —dije, sintiendo cómo el sudor empezaba a perlar mi frente—. No sé si les interesará, pero...

Con manos temblorosas, les entregué las letras. El silencio que siguió mientras las leían me pareció eterno. Observé sus rostros, tratando de descifrar sus reacciones.

Para mi sorpresa, "Hatred to the Stars" pareció gustarles bastante. Vi cómo sus ojos se iluminaban al leer la letra, intercambiando miradas de aprobación entre ellos.

Pero fue "Blue Bullet" la que realmente los dejó boquiabiertos. Nick, en particular, parecía estar en trance mientras la leía una y otra vez. De repente, levantó la vista y, sin dejar que nadie más hablara, se dirigió a mí:

—Me gustaría quedarme con esto... —dijo, su voz extrañamente suave—. Creo que le faltan unos ajustes. Después te diré cómo quedó la versión completa.

Luego, volviendo a su tono habitual, añadió:

—La de "Hatred to the Stars" es muy buena. Llevábamos buen rato buscando una canción para tocarla al estilo Death metal y la letra es perfecta.

Sentí una oleada de alivio y orgullo recorrer mi cuerpo. No solo no se habían reído, sino que parecían genuinamente impresionados. Nick siguió hablando, sus ojos brillando con entusiasmo:

—Anon, esto es... wow. Te dije de broma el otro día que intentaras escribir algo, pero wow realmente tienes talento.

Los demás asintieron, murmurando palabras de aprobación. Por un momento, olvidé todos mis problemas. Quizás, pensé, había encontrado una nueva forma de expresarme, una manera de canalizar todas esas emociones que normalmente mantenía embotelladas.

—Gracias, chicos —murmuré, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaban—. De verdad, significa mucho para mí.

El resto de la práctica transcurrió en un borrón de entusiasmo y creatividad, con la banda trabajando en arreglos para "Hatred to the Stars". Y aunque Nick se guardó "Blue Bullet" para sí mismo, no pude evitar notar las miradas que me lanzaba de vez en cuando, una mezcla de curiosidad y algo más que no pude descifrar.

Trent asintió, sus ojos brillando con entusiasmo.

—El death metal es mi especialidad —declaró con orgullo—. Llevaba tiempo queriendo tener unas letras de esta calidad. Ni parece tu primer intento...

Me rasqué la cabeza, sintiendo una mezcla de vergüenza y satisfacción.

—Bueno, de algo tenía que servir —respondí con una sonrisa torcida—. Leí hace tiempo en 4chan que las almas atormentadas son buenos artistas... y nadie me gana en eso —concluí, levantando el pulgar en un gesto de falsa victoria.

Los tres me miraron incómodos, el silencio repentino pesando en el aire. Nick frunció el ceño, su voz teñida de preocupación y un toque de molestia.

—Eso no es algo para presumir, amigo...

Tras terminar los ensayos, los cuatro salimos del auditorio y posteriormente de la escuela. Curtis se fue con Sage, quien lo esperaba pacientemente, mientras Trent se apresuró hacia su trabajo. De repente, nos encontramos Nick y yo solos, el "dúo dinámico" como nos gustaba bromear.

Ese día, la idea de volver a mi solitario apartamento me resultaba especialmente deprimente. Reuniendo valor, me volví hacia Nick.

—¿Quieres ir a algún lado? —pregunté, tratando de sonar casual.

Pude ver claramente cómo a Nick se le movió la cola ante esa pregunta, sus ojos brillando con emoción apenas contenida.

—¿Lo dices en serio? —preguntó, su voz mezclando sorpresa y esperanza.

Asentí, sintiendo la necesidad de explicarme.

—No me gusta irme a ese sucio departamento tan temprano y los jueves es el único día en que...

Nick me interrumpió, su entusiasmo desbordándose en sus palabras.

—Me hubieras dicho antes, bobo.

Suspiré, sintiéndome repentinamente apenado.

—No quiero quitarte tu tiempo, Nick.

Este me dio un golpe ligero en el pecho, su mirada suavizándose.

—Para mí, pasar tiempo contigo no es tiempo perdido en lo más mínimo, Anon.

Sentí cómo el calor subía a mis mejillas.

—Ok, entonces...

Nick apuntó entusiasmado hacia una dirección.

—Vamos al cine. Quiero ver una película desde hace rato y quería verla contigo, porque creo yo que es el tipo de película del que podríamos hablar por horas.

Sonreí, sintiendo una calidez expandirse en mi pecho.

—Veamos qué tan bien me conoces, azulito.

Nick se sonrojó visiblemente por el apodo, sus orejas bajando ligeramente.

—Por Dios, eso fue muy gay —murmuró, evitando mi mirada.

Comencé a reír, sintiendo una oleada de afecto por mi amigo.

—Esta vez fui yo quien te hizo dudar, amigo.

En efecto, la película resultó ser genial, proporcionándonos un tema de conversación fascinante para el viernes. Mientras discutíamos entusiasmados sobre las escenas y los personajes, me di cuenta de que había logrado algo más valioso que solo una distracción del tema de Leo. Había fortalecido mi conexión con Nick, creando un recuerdo que atesoraría en los días difíciles por venir.

El sábado, me encontré de nuevo en casa de Nick. Mientras jugábamos, sentí crecer la curiosidad sobre su vida, así que me aventuré a hacer una pregunta que llevaba tiempo rondando mi mente.

—Oye, siempre me estuve preguntando sobre tus tatuajes... —comenté, tratando de sonar casual.

Nick se miró a sí mismo, una sonrisa de orgullo iluminando su rostro.

—Épicos, ¿verdad? —respondió, estirando sus brazos para mostrarlos mejor.

Asentí, admirando las intrincadas líneas que adornaban su piel.

—Son bastante buenos. Te hacen ver cool.

Su sonrisa se ensanchó, un brillo travieso apareciendo en sus ojos.

—¿Quieres ver hasta dónde llegan las líneas, amigo? —sugirió con un tono juguetón.

Reí, sintiendo un ligero calor en mis mejillas.

—Si vas a salir con tus homosexualidades, así no juego —respondí, tratando de mantener un tono ligero.

Nick estalló en carcajadas, acomodándose en el sofá antes de continuar.

—Mi mamá me los hizo —reveló, su voz llena de cariño—. Ella se pagó la universidad trabajando de tatuadora. Sabe realmente cómo hacer buenos tatuajes, aunque ahora solo lo hace por hobby.

Se movió la manga, revelando más de su diseño.

—Este de flecha que se extiende desde mi brazo hasta la parte baja de mi espalda me lo hizo ella el año pasado.

Abrí los ojos, genuinamente impresionado.

—Debe ser genial tener una madre tan cool —comenté, sintiendo una punzada de envidia.

Apenas las palabras salieron de mi boca, sentí cómo el peso de mi propia realidad caía sobre mí. Agaché la cabeza, la tristeza nublando mi expresión.

—Perdón, es solo... ¿por qué siempre tengo que arruinar los momentos buenos con...? Diablos...

Nick, percibiendo mi cambio de humor, se acercó y comenzó a darme palmadas en la espalda. Su tacto, reconfortante y cálido, me hizo sentir seguro. Antes de darme cuenta, las palabras comenzaron a fluir.

—Mi madre es la clásica ama de casa trofeo —confesé, mi voz apenas un susurro—. No tiene personalidad propia y solo está ahí para decirle que sí a todo lo que diga mi padre... Rara vez llegué a hablar con ella.

Hice una pausa, sintiendo cómo la emoción se acumulaba en mi garganta.

—Aunque suene triste, enserio te envidio, Nick. Tus papás son muy buenos, tienes un hermano genial, no como el mío que se avergüenza de mí todo el tiempo...

Sentí la mano de Nick apretando mi hombro, su presencia un ancla en medio de la tormenta de emociones que me invadía. El silencio que siguió estaba cargado de comprensión, y por un momento, me sentí verdaderamente visto y entendido.

De repente, Nick me dio un golpe algo fuerte en el pecho, sacándome de mis pensamientos melancólicos. Sus ojos brillaban con una mezcla de preocupación y determinación.

—Solo, cálmate... —dijo, su voz suavizándose antes de que una sonrisa maliciosa se extendiera por su rostro—. ¿No quieres hacerte uno?

Tragué saliva, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo ante la idea.

—Si quisiera, pero... —dudé por un momento, sopesando la propuesta—. Déjame pensarlo. No es un no, pero nunca me lo he planteado.

Sin previo aviso, Nick me envolvió en un abrazo descarado, su calor corporal contrastando con la finura de sus escamas. Su cercanía me tomó por sorpresa, pero no pude evitar sentir una oleada de confort.

—Nomas dime fecha y hora y le aviso a mi madre, ¿ok? —murmuró, su aliento cálido contra mi oreja.

Esto era nuevo para mí. El abrazo, la cercanía, la calidez... Por un momento, me quedé inmóvil, procesando la situación. Conociendo a Nick, probablemente esto era algo normal para él. Nunca había respetado mucho el espacio personal, pero me di cuenta de que, a estas alturas, no me molestaba en absoluto.

Lentamente, mis brazos se movieron para devolverle el abrazo, aunque con cierta timidez. Sentí cómo la tensión abandonaba mi cuerpo, reemplazada por una sensación de seguridad.

—Gracias, Nick —murmuré, mi voz apenas audible—. Lo pensaré seriamente.

Nos quedamos así por un momento, el silencio cómodo entre nosotros hablando más que cualquier palabra. Cuando finalmente nos separamos, noté un ligero rubor en las mejillas de Nick, reflejando probablemente el mío propio.

—Entonces, ¿qué dices? —preguntó, su sonrisa volviendo a su lugar habitual—. ¿Listo para patearme el trasero en el siguiente nivel?

Reí, agradecido por el cambio de tema y la normalidad que Nick siempre parecía traer a mi vida.

—oh sabes que si —respondí, tomando el control de la consola con renovado entusiasmo.

Mientras nos sumergíamos de nuevo en el juego, no pude evitar pensar en lo afortunado que era de tener a alguien como Nick en mi vida. Alguien que podía sacarme de mis momentos más oscuros con un simple gesto, y hacerme sentir que, tal vez, las cosas no eran tan malas después de todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro