10 Compartiendo una Pizza
El sol de la tarde se filtraba por las ventanas de mi habitación, iluminando los libros y apuntes desperdigados sobre mi escritorio. Con un suspiro de frustración, me pasé la mano por el pelo, dejando escapar un gruñido de exasperación.
—Maldita sea, no entiendo nada de esto —murmuré, golpeando suavemente mi frente contra el libro de cálculo abierto frente a mí.
Tras unos momentos de autocompasión, me incorporé, sintiendo una chispa de determinación. Tomé mi teléfono y, tras dudar por un instante, marqué el número de Nick.
El tono de llamada resonó una, dos, tres veces antes de que la voz alegre de Nick respondiera al otro lado de la línea.
—¡Hola, Anon! ¿Qué pasa, MVP? —
Me mordí el labio, notando cómo la vergüenza teñía ligeramente mis mejillas mientras respondía, su voz últimamente me resulta más linda no sé porque.
—Hey, Nick. Mira, odio molestarte, pero... ¿tienes un momento? Estoy teniendo algunos problemas con algunas materias y, bueno... me preguntaba si podrías ayudarme a estudiar.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, y contuve la respiración, temiendo haber cometido un error al pedir ayuda. Sin embargo, la respuesta de Nick disipó rápidamente mis temores.
—¡Por supuesto que puedo ayudarte! —exclamó Nick, su entusiasmo palpable incluso a través del teléfono—. De hecho, ¡me encantaría! ¿Quieres venir a mi casa ahora mismo? Mis padres, se llevaron a mi hermanito a ver un partido de béisbol, así que tendremos la casa para nosotros solos.
No pude evitar sonreír ante su entusiasmo y la oportunidad perfecta, y a sentirme un poco nervioso con lo que dijo de su casa sola.
—Eso suena genial, Nick. ¿Estás seguro de que no es molestia?
¡Para nada! A decir verdad te extraño un poco aunque suene exagerado, ¿por qué no me llamaste ayer?—respondió lo último con algo de súplica—.
Me rasque la mejilla algo nervioso —Ayer estuve todo el día en el gym con Curtis perdón... bueno entonces iré lo más rápido que pueda. —
Nick hablo en un tonó muy animado —Ven cuando puedas sacare algunos snacks y mis libros. ¡Vamos a tener una sesión de estudio épica! —
Terminé la llamada y me quedé mirando mi teléfono con una mezcla de alivio y anticipación. Me levanté de la silla, estirando mis músculos tensos por haber estado sentado tanto tiempo.
Rápidamente, reuní mis libros y apuntes, metiéndolos en mi mochila. Antes de salir, me miré al espejo, arreglándome un poco puliendo mi calva y cambiándome la camiseta por una limpia. Por alguna razón, sentía un ligero nerviosismo ante la idea de pasar la tarde en casa de Nick, a solas.
Veinte minutos después, estaba frente a la puerta de su casa. Respiré hondo antes de tocar el timbre. Casi instantáneamente, la puerta se abrió, revelando el rostro sonriente de Nick.
—¡Bienvenido MVP, vamos a hacer que el brillo de tu cerebro supere el de tu calva! —bromeó, haciendo un gesto exagerado para invitarme a entrar—. Pasa, ya tengo todo listo en mi habitación.
Entré, notando un agradable aroma a galletas recién horneadas que flotaba en el aire.
—¿Eso que huelo son...?
—Galletas de chocolate, sí —confirmó Nick con una sonrisa—. Mi madre, Nova, las horneó antes de salir. Y me dio permiso para darte algunas.
Mientras subíamos las escaleras hacia su habitación, Nick continuó:
—Entonces, ¿cuáles son las materias que te están dando problemas?
Hice una mueca, sintiendo cómo la frustración regresaba a mi rostro.
—Principalmente Matematicas y física, Siento que cada vez que creo entender algo, aparece un nuevo concepto que me deja completamente perdido.
Nick asintió comprensivamente mientras entrábamos en su habitación
—No te preocupes, es normal sentirse así —me tranquilizó—. Esas materias pueden ser intimidantes al principio, pero te prometo que una vez que captes los conceptos básicos, todo empezará a tener sentido, sin embargo, no te va a salir gratis Anon, te va a costar... lo ultimo lo dijo con una sonrisa juguetona.
Trague saliva me sentí nervioso y ansioso, no pensé que Nick fuese tan atrevido.
Nos sentamos en su escritorio, rodeados de libros y con un plato de las deliciosas galletas de Nova entre nosotros. Nick abrió uno de los libros de cálculo y señaló una página llena de ecuaciones.
—Bien, empecemos por el principio. ¿Qué tal si me dices qué parte de esto te resulta más confusa?
Me incliné sobre el libro, frunciendo el ceño en concentración. A medida que comenzaba a explicar mis dificultades, Nick escuchaba atentamente, asintiendo y haciendo preguntas ocasionales para entender mejor dónde estaban mis puntos de confusión, Nick de forma super graciosa se puso unos lentes sin vidrios, para verse más intelectual e intentaba sonar como tal, y le seguí el juego para divertirnos y romper algunas tensiones.
La tarde avanzaba mientras nos sumergíamos en nuestros estudios. El sol poniente bañaba la habitación en tonos dorados y anaranjados. A pesar de la complejidad de los temas que estábamos tratando, el ambiente era relajado y amistoso, lleno de explicaciones pacientes, risas ocasionales y el dulce sabor de las galletas de chocolate de Nova.
Poco a poco, sentí cómo la confusión en mi mente iba siendo reemplazada por destellos de comprensión, y con cada pequeño avance, mi confianza crecía. Nick, por su parte, parecía disfrutar genuinamente el proceso de enseñar, sus ojos brillando con entusiasmo cada vez que yo captaba un nuevo concepto.
A medida que la noche se acercaba, ambos nos reclinamos en nuestras sillas, satisfechos con el progreso logrado. Miré a Nick con una sonrisa agradecida.
—Nick, realmente no sé cómo agradecerte esto. Has hecho que todo parezca mucho más claro.
Me devolvió la sonrisa, y noté un ligero rubor tiñendo sus mejillas ante mi cumplido.
—No hay nada que agradecer, Anon. Me alegro de haber podido ayudar. Y, ¿sabes qué? Creo que esto merece una celebración. ¿Qué tal si pedimos una pizza?
Sentí cómo mis ojos se iluminaban ante la sugerencia.
—¡Esa es la mejor idea que he escuchado en todo el día!
Después de horas de estudio intenso, Nick y yo decidimos trasladarnos a la sala de estar. El sofá parecía invitarnos a descansar nuestras mentes agotadas. Me senté primero, hundiéndome en los cojines suaves, y Nick se acomodó a mi lado, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.
—Bueno, creo que nos hemos ganado un descanso —dijo Nick, estirándose y rozando "accidentalmente" mi brazo en el proceso. Un escalofrío recorrió mi espalda ante el contacto, ya que desde el viernes después de clases, no había sentido contacto físico de su parte... ya creo que tengo síndrome de abstinencia por su culpa.
—Definitivamente —asentí, tratando de mantener mi voz estable—. ¿Qué quieres hacer mientras esperamos la pizza?
Nick me miró con una sonrisa traviesa que hizo que mi corazón diera un vuelco.
—Sabes, creo que es hora de que me cobres el favor por ayudarte a estudiar.
Tragué saliva, sin saber qué esperar.
—¿Ah, sí? ¿Y qué tienes en mente?
—Quiero que veamos una película —anunció con entusiasmo—. Pero no cualquier película. Quiero que veamos "MegaloSharknado".
No pude evitar soltar una carcajada.
—¿En serio? ¿Esa película de serie B sobre tornados llenos de Megalodones?
—¡Exacto! —exclamó Nick—. Es tan mala que es buena. Vamos, será divertido.
Antes de que pudiera responder, Nick se levantó para poner la película. Cuando volvió al sofá, en lugar de sentarse a mi lado como antes, hizo algo que casi me provoca un paro cardíaco: se sentó directamente en mis piernas.
—Espero que no te importe, es parte de mi cobro —dijo, mirándome por encima del hombro con una sonrisa que parecía mitad inocente, mitad provocadora—. Es que desde aquí se ve mejor la pantalla.
—N-no, para nada —logré balbucear, agradeciendo que Nick no pudiera ver el intenso rubor que sentía subir por mi cuello hasta mis mejillas.
Mientras la película comenzaba, yo luchaba por concentrarme en la ridícula trama. Era dolorosamente consciente del peso de Nick sobre mí, del calor de su cuerpo, del aroma de su champú. Cada vez que se reía de una escena particularmente absurda, podía sentir la vibración de su risa a través de mi propio cuerpo, y mi grite a mis adentros una y otra vez no tengas una erección, no tengas una erección, no tengas una erección...
—¿No es genial? —comentó Nick en un momento dado, inclinándose hacia atrás y apoyando su cabeza en mi hombro.
—Sí, es... única —respondí, tratando de sonar casual mientras mi corazón latía a mil por hora y casi me late otra cosa.
A medida que la película avanzaba, me fui relajando poco a poco. El contacto físico entre Nick y yo siempre había sido natural, pero esta vez se sentía diferente, cargado de una tensión que ninguno de los dos se atrevía a nombrar. Y ni me di cuenta en que momento ya lo tenia rodeado su vientre con mis brazos.
De repente, el timbre de la puerta sonó, haciéndonos saltar a ambos.
—¡La pizza! —exclamó Nick, levantándose de un salto de mis piernas. Inmediatamente extrañé su calor.
Mientras Nick iba a recibir la pizza, me quedé sentado en el sofá, tratando de calmar mi corazón acelerado. ¿Había imaginado la tensión entre nosotros? ¿O Nick también sentía esta atracción que me estaba volviendo loco?
—¡La cena está servida! —anunció Nick, regresando con la caja de pizza humeante.
El aroma a queso fundido y especias llenó la habitación cuando Nick regresó con la pizza. Mi corazón dio un vuelco al verlo acercarse, su sonrisa traviesa iluminando su rostro. Sin previo aviso, se acomodó nuevamente en mi regazo, el calor de su cuerpo enviando oleadas de electricidad por todo mi ser.
— Nick, así no puedo agarrar mi rebanada —murmuré, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de mis mejillas. Su cercanía me embriagaba, haciendo que mi mente se nublara.
Él soltó una risita que hizo vibrar todo su cuerpo contra el mío. El sonido de su risa era como música para mis oídos, y tuve que contener el impulso de abrazarlo con fuerza.
— No te preocupes, yo me encargo —respondió con un guiño que hizo que mi estómago diera un salto mortal.
Nick tomó una rebanada de pizza y la acercó lentamente a mi boca. El aroma del queso derretido y el tomate me hizo agua la boca, pero era la mirada intensa de Nick lo que realmente me tenía hipnotizado. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y algo más profundo que no me atrevía a nombrar.
Dudé por un momento, consciente de la intimidad del gesto. Pero la calidez en la mirada de Nick derritió mis inhibiciones. Abrí la boca y di un pequeño mordisco, saboreando no solo la pizza, sino también el momento.
— ¿Está buena? —preguntó Nick, su voz suave y llena de una ternura que hizo que mi corazón se acelerara aún más.
Asentí, masticando lentamente. Cada fibra de mi ser estaba hipersensible a su presencia. El peso de su cuerpo sobre mis piernas, el calor que emanaba, incluso el ligero aroma de su desodorante... huele a desodorante de mujer pensé algo confundido, pero luego me di cuenta que suelen ser más abundantes que los de hombres, y yo también usaba algunos porque solían estar en oferta más a menudo, y no le di importancia, todo ello creaba una sinfonía de sensaciones que amenazaba con abrumarme.
— Está deliciosa —logré decir después de tragar—. Pero creo que sabe aún mejor así.
Nick sonrió ante mi comentario, y pude jurar que vi un leve rubor en sus mejillas. Continuó alimentándome, y con cada bocado, sentía que la tensión entre nosotros crecía. Sus dedos rozaban mis labios "accidentalmente", enviando escalofríos por mi columna.
Tras unos cuantos bocados más, una idea audaz cruzó por mi mente. El deseo de reciprocar, de sentir esa misma conexión, me impulsó a hablar.
— Oye, Nick... —comencé, mi voz apenas un susurro—. Ahora quiero darte de comer yo.
Nick arqueó una ceja, intrigado. Una sonrisa lenta y seductora se dibujó en sus labios, haciendo que mi corazón saltara.
— ¿Ah, sí? —respondió, su voz un poco temblorosa enviando ondas de calor por todo mi cuerpo—. Bueno, supongo que es justo. Después de todo, compartir es cuidar, ¿no? —
Alcanzó otra rebanada y me la ofreció. Nuestros dedos se rozaron en el proceso, y juro que pude sentir chispas. Tomé la pizza con manos temblorosas, consciente de que este simple acto estaba cargado de un significado más profundo.
Acerqué la rebanada a sus labios, observando fascinado cómo Nick abría la boca. Sus ojos nunca dejaron los míos mientras daba un generoso mordisco, con sus fauces, La intensidad de su mirada me dejó sin aliento.
— Mmm... —murmuró Nick, cerrando los ojos por un momento—. Tienes razón. Sabe mucho mejor así.
Continué alimentándolo, hipnotizado por el movimiento de sus labios, por la forma en que su lengua ocasionalmente salía para lamer una gota de salsa. Cada gesto, por pequeño que fuera, enviaba oleadas de calor por todo mi cuerpo.
De repente, noté una pequeña mancha de salsa en la comisura de su boca. Mi corazón se aceleró ante la visión.
— Tienes un poco de... —comencé a decir, mi voz ronca por la emoción.
Nick me miró expectante, sus ojos brillando con anticipación. Sin pensarlo dos veces, acerqué mi mano a su rostro. Con suavidad, usé mi pulgar para limpiar la salsa. El contacto de su piel bajo mi dedo envió una descarga eléctrica por todo mi brazo, y luego hice algo atrevido... chupe la salsa de mi dedo que le quite.
— Gracias —susurró Nick, su voz más suave y profunda de lo que jamás la había escuchado y su rostro casi cambia de color después de lo que hice con la sale, y su cola casi se desprende de su cuerpo por la fuerza con la que la movía.
Nuestras miradas se encontraron y, por un momento, el tiempo pareció detenerse. Podía sentir la tensión creciendo entre nosotros, el aire cargado de electricidad, noté cómo Nick se inclinaba casi imperceptiblemente hacia mi.
— Anon... —murmuró, mi nombre en sus labios sonando como una caricia.
El momento se rompió cuando un pedazo de pizza cayó sobre mi camiseta. Nick soltó una risita, rompiendo la tensión.
— Oh, vaya. Parece que soy un desastre —dijo, alcanzando una servilleta.
Con delicadeza, comenzó a limpiar la mancha en mi ropa. Su cercanía, el calor de su cuerpo presionado contra el mío, y la suavidad de sus movimientos me tenían al borde. Cada roce de sus dedos, incluso a través de la tela, enviaba escalofríos por mi piel.
— Listo —anunció, pero no se apartó. En cambio, dejó que su mano descansara sobre mi pecho, justo encima de mi corazón acelerado.
— Gracias —logré decir, mi voz apenas un susurro.
Continuamos así, alternando entre alimentarnos mutuamente y disfrutar de la cercanía. La habitación se llenó de risas suaves, miradas cargadas de significado y toques que duraban un segundo más de lo necesario. El ambiente estaba cargado de una intimidad que iba más allá de lo físico; era una conexión que se sentía casi tangible.
A medida que la pizza iba desapareciendo, nuestros movimientos se volvieron más lentos, más deliberados. Cada mordisco era una excusa para tocarnos, cada roce una declaración silenciosa de los sentimientos que bullían bajo la superficie.
En ese momento, sentado allí con Nick en mis piernas, compartiendo algo tan simple como una pizza, me di cuenta de que nunca me había sentido tan cerca de alguien. La calidez que se expandía en mi pecho no tenía nada que ver con la comida y todo que ver con el chico que tenía en frente.
— Vaya bodrio —comenté, sacudiendo la cabeza.
— Definitivamente no se llevará ningún premio —añadió Nick, su risa resonando en mi pecho donde aún descansaba.
Poco a poco, nuestras risas se fueron apagando, dando paso a un silencio diferente. La atmósfera cambió, volviéndose densa, eléctrica. Podía sentir cada latido de mi corazón, cada respiración de Nick.
De repente, con un movimiento fluido, Nick se giró sobre mi regazo, quedando frente a frente conmigo. Su rostro estaba tan cerca que podía contar cada una de las escamas de su rostro. El aire entre nosotros parecía crepitar con una energía invisible.
Nuestras miradas se encontraron y, en ese momento, el mundo exterior dejó de existir. Solo estábamos Nick y yo, perdidos en los ojos del otro. Sentí que me ahogaba en el océano casi gris de sus iris, descubriendo matices que nunca antes había notado.
Un pensamiento atravesó mi mente como un relámpago: "Es el momento". Toda la anticipación, la tensión acumulada durante semanas, meses incluso, parecía converger en este instante. ¿Por qué esperar un mes más? ¿Por qué no ahora?
Como atraídos por una fuerza invisible, comenzamos a acercarnos el uno al otro. Podía sentir su aliento mezclándose con el mío, el calor de su cuerpo irradiando contra mi piel. Mi corazón latía tan fuerte que temía que Nick pudiera escucharlo.
Cerré los ojos, preparándome para el contacto que había anhelado durante tanto tiempo. El mundo parecía moverse en cámara lenta, cada segundo se estiraba hasta el infinito...
— ¡Nick, ya llegamos!
La voz de Ed, el padre de Nick, retumbó por toda la casa, sobresaltándonos. Nos separamos de golpe, como si nos hubieran echado un balde de agua fría. La burbuja en la que habíamos estado se reventó, dejándome con una mezcla de frustración y vergüenza.
Nick se levantó rápidamente de mi regazo, y yo lo seguí, ambos tratando de recuperar la compostura. Nos dirigimos a la puerta, evitando mirarnos directamente, el momento perdido pesando entre nosotros.
Ed nos recibió con una sonrisa cansada pero cálida. — Chicos, ¿pueden echarnos una mano con las bolsas? Compramos cosas para la cena. —
Asentimos en silencio y salimos a ayudar. Mientras cargaba las bolsas, no podía dejar de pensar en lo que casi había sucedido. ¿Habría sido diferente si hubiéramos tenido unos segundos más?
Nova, la madre de Nick, nos observó con curiosidad cuando entramos. Sus ojos se detuvieron en mí, o más específicamente, en la mancha de mi camiseta.
— Anon, cariño, ¿qué te pasó en la ropa? — —preguntó, su tono mezclando preocupación y diversión.
Sentí que me sonrojaba, incapaz de formar una respuesta coherente. Nick intervino rápidamente.
— Se le resbaló una rebanada de pizza —explicó, su voz sonando sorprendentemente tranquila—. Ya sabes cómo es de torpe a veces.
Le lancé una mirada de fingida indignación, agradecido por su intervención, pero fingiendo ofensa por el comentario.
Ed soltó una carcajada. — No te preocupes, Anon. Te prestaré una de mis camisetas viejas. No puedes cenar así.
— Gracias, señor —respondí, aliviado de tener una excusa para alejarme un momento y recomponerme.
Seguí a Ed hasta su habitación, donde me entregó una camiseta desgastada pero limpia. Mientras me cambiaba en el baño, no pude evitar mirarme al espejo. Mis mejillas seguían sonrojadas, y mis ojos brillaban con una mezcla de emociones que ni yo mismo podía descifrar.
Cuando regresé a la cocina, la cena ya estaba servida. Nick estaba sentado, y nuestras miradas se cruzaron por un instante antes de que ambos las desviáramos, como si el contacto visual fuera demasiado intenso para soportarlo.
Me senté junto a él, sintiendo el calor de su cuerpo a mi lado. Cada roce accidental enviaba escalofríos por mi piel, el enredo su cola de nuevo en mi pierna, una costumbre que ya lleva unas semanas de tener.
— Entonces, chicos, ¿Cómo estuvo su día? —preguntó Nova, interrumpiendo mis pensamientos.
Nick y yo intercambiamos una mirada cómplice, y no pude evitar soltar una risita.
— Digamos que vimos una película no ganará ningún Oscar —respondí, provocando risas en la mesa.
La cena transcurrió entre conversaciones ligeras y bromas familiares. Ed contaba anécdotas de su día en el trabajo, mientras Nova compartía las últimas noticias del vecindario. En cualquier otra ocasión, me habría sentido completamente a gusto, como si fuera parte de la familia.
Yeremi presumió que le autografiaron una de sus pelotas de beisbol y sugerí ir con ellos al próximo partido si me permitirían, Ed se emociono al respecto y dijo que la próxima semana seria genial que fueran todos juntos.
Pero esta noche era diferente. Cada vez que Nick se inclinaba para alcanzar la sal o el pan, su brazo rozaba el mío, enviando ondas de electricidad por todo mi cuerpo. Cuando nuestras miradas se encontraban, podía ver en sus ojos el mismo torbellino de emociones que sentía en mi interior: deseo, frustración, y una pregunta silenciosa que ninguno de los dos se atrevía a formular en voz alta, aunque lo que me causaban los nervios era que estábamos en frente de su familia.
— Anon, cariño, ¿quieres más atun? —ofreció Nova, sacándome de mi ensimismamiento.
— Oh, sí, por favor —respondí, agradecido por la distracción.
Mientras Nova me servía, noté que Nick me observaba por el rabillo del ojo. Su mano, descansando sobre la mesa, estaba a centímetros de la mía. Por un momento, consideré moverla, dejar que nuestros dedos se rozaran "accidentalmente". Pero estábamos delante de sus padres quizás en la escuela éramos unos descarados, el siempre rodeándome el cuello con su brazo y mi resiente costumbre de tomarlo por la cadera.
La cena continuó, y con cada minuto que pasaba, la tensión entre Nick y yo parecía crecer. Era como si el casi beso hubiera abierto una compuerta, y ahora todas las emociones y deseos reprimidos estuvieran luchando por salir.
Cuando finalmente terminamos de comer, me ofrecí a ayudar con los platos, más que nada para tener algo que hacer con mis manos inquietas.
— No te preocupes, Anon —dijo Ed con una sonrisa—. Eres nuestro invitado. Nick y yo nos encargaremos.
Nick se levantó para ayudar a su padre, y no pude evitar seguirlo con la mirada mientras se alejaba hacia la cocina. La camiseta se le pegaba ligeramente a la espalda, y tuve que apartar la vista antes de que alguien notara mi mirada fija.
Nova me miro fijamente con una sonrisa, su rostro mostrando una mezcla de curiosidad y comprensión que me hizo preguntarme si era tan transparente como me sentía.
— ¿Todo bien, Anon? —preguntó en voz baja. Has estado un poco distraído durante la cena. —
Sentí que me sonrojaba nuevamente. — Sí, todo está bien. Solo... un poco cansado, supongo.
Nova asintió, pero su mirada me decía que no me creía del todo. Por un momento, temí que pudiera leer mis pensamientos, que pudiera ver todas las emociones turbulentas que bullían bajo mi superficie aparentemente tranquila.
Desde la cocina, pude escuchar a Nick y Ed riendo sobre algo. El sonido de la risa de Nick hizo que mi corazón diera un vuelco. ¿Cómo era posible que un sonido tan simple pudiera afectarme tanto?
Mientras esperábamos que terminaran con los platos, mi mente no dejaba de volver a ese momento en el sofá. ¿Qué habría pasado si Ed y Nova hubieran llegado unos minutos más tarde? ¿Habríamos cruzado finalmente esa línea que habíamos estado bordeando durante tanto tiempo?
1 hora despues
... nuevamente estábamos acostados y abrazados en la cama de Nick, la tensión ya había muerto se perdió cualquier deseo de mi parte por concretarlo hoy y al parecer Nick estuvo igual, por lo que decidí solo actuar normal nuevamente, aún tengo que acostumbrarme a la gran fuerza de sus abrazos mientras me rodean cuando duerme... espero que el Anon post gym del próximo Mes ya no le resulte tan difícil.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro