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Parfum

Parfum/Perfume

La arrogancia de Mitch no era una novedad para ninguno de los Glitch techs que tenían que convivir con él rutinariamente. El nivel al que ésta podía llegar era el principal problema que el joven británico tenía que afrontar todos los días, tanto con sus compañeros "inferiores" como con su jefe, en las escasas ocasiones en las que solía confrontarlo.

Sin embargo, su altanería no sólo se limitaba a su manera de actuar, sino que su propia forma de vestir y de hablar destacaba esto mismo. Y aunque vestirse bien no es un crimen el chico solía exagerar con algunas cosas.

Esto en parte le servía de algo, el buen cuidado de su imagen lo hacía resaltar entre los muchachos. Casi todas las jovencitas anhelaban obtener aunque fuera un saludo del prestigioso jugador número uno de la ciudad.

Mitch aseguraba que nadie sería capaz de no "caer ante sus encantos" pero, como he dicho antes, existen las excepciones. 2 chicas consideraban a Williams como el ser más arrogante e insoportable del planeta y le repetían constantemente que ninguna de esas pobres y superficiales ingenuas sabía quién era él verdaderamente.

Se trataba de sus compañeras de trabajo, Simi y Zahra, que ya tenían una clara opinión sobre el rubio que, según ellas, posiblemente jamás cambiaría.

Por otro lado, no todas las chicas en Hinobi lo encontraban desagradable, pues cierta pelimorada tenía una perspectiva distinta sobre él.

Sí, era engreído, lo decía con frecuencia. Pero lo que no se atrevía a comentar justamente tenía que ver con su físico.
Su primera opinión: tal vez lo consideraba un poco... atractivo. La segunda era más específica y ciertamente algo extraña: le gustaba su olor.
Suena raro ¿verdad?
Aunque considerando que el chico siempre usa lociones caras no es algo tan descabellado, sin mencionar que huelen bien. Ella notó este detalle en particular una tarde de otoño, cuando ambos iban de salida en su trabajo.

Miko tenía que ir a la escuela de Lee para esperarlo. Todos los niños de su grado habían ido a visitar un museo y el autobús los dejaría allí en unos 20 minutos, por lo que debía apresurarse.
Five la recogió en su casa esa mañana, así que no había traído su bicicleta. Y por salir con prisa también había olvidado su suéter. El clima se ponía cada vez más frío, como es usual en esa época del año. Ella no vio otra alternativa: pedirle a alguien que la llevara.
Su amigo estaba ocupado jugando con Casino en Joystick Junior. De no haber sido por el encargo que le dieron se les hubiera unido "ya será para otra ocasión" pensó.
Lo descartó como posibilidad a él y a Bergy, quien estaba muy ocupado en su primera cita con Blake. Zahra se había ido varias horas atrás y Nix ni siquiera había ido al trabajo.
Mientras se frotaba los brazos para entrar en calor, seguía tratando de encontrar una solución para su problema. Una voz la hizo voltear su mirada. Al ver quién era su pulso comenzó a acelerar y el frío abandonó sus mejillas. Le dio la espalda nuevamente.

- Oye, ¿qué estás haciendo aún aquí? ¿Acaso te dejaron plantada o algo por el estilo? - Inquirió burlonamente el rubio parándose a su lado.
- Ja, ja. Eres muy gracioso - Respondió con sarcasmo - Ahora que lo pienso, tampoco sé porqué no te has ido.
- Discutia con Haneesh sobre asuntos del equipo.

- Ya veo.

- ¿Y qué hay de ti? Debes tener una buena razón para no estar aprovechando lo que resta del viernes.

Miko pensó por un momento. Posiblemente él era el único que podría ayudarla, no tenía elección. Tendría que hacerlo, al menos intentarlo.
- Mitch... ¿puedo pedirte un favor? - Le cuestionó, algo tímida.
- ¿Qué necesitas? - Sonó dispuesto, cosa que sorprendió un poco a Miko.
- Debo ir al jardín de niños donde estudia mi hermano Lee. Su autobús llegará en poco tiempo y tengo que estar ahí para cuando llegue.
- Okay, vamos - Dijo caminando rumbo a su vehículo. Ella, estupefacta, lo siguió.
- No creía que aceptarías así de fácil. - Le comentó justo cuando abría la puerta del auto y procedía a sentarse en el asiento del copiloto.
- Bueno, después de todo no tengo algo mejor que hacer.
- Es raro escucharlo de ti. Creí que eras de ese tipo de persona que tiene planes todo el tiempo.
En lugar de contestarle, Mitch revisó algunas cosas en su brazalete antes de entrar, gracias a esto pudo notar que la joven tenía problemas para colocarse el cinturón de seguridad.
Fue hacia su lugar, con la puerta aún abierta.
- Esta cosa está un poco averiada, pero la repararé uno de estos días - Mitch logró ponérselo a Miko después de intentarlo unos segundos. Cuando terminó ambos repentinamente levantaron la mirada, percatándose de la cercanía de sus rostros. Clavaron sus ojos en los del otro por un momento, hasta que se dieron cuenta de lo que estaba pasando.
El rubio se alejó, y subió al vehículo. La chica se limitó a darse unas pequeñas bofetadas para tratar de desaparecer el creciente carmesí de sus pómulos.
Comenzaron su camino.
El trayecto duró unos 10 minutos entre un silencio incómodo que fue roto por la pelimorada solamente para darle indicaciones a su compañero.
Al llegar descendieron de la furgoneta y Miko se acercó hasta quedar frente al moreno.
- Gracias por ayudarme. Ahora sólo me queda esperar aquí. Ya puedes irte.
- ¿Alguien vendrá a recogerte?
- En realidad no.
- Entonces yo los llevaré a casa.
- Oh, no es necesario, puedo...
- Un favor es un favor, mora. Esperaré contigo.
No lo contradijo, simplemente asintió con la cabeza. Se recargó en la pared y se quedó en silencio, o eso planeaba hasta que empezó a tiritar por el frío.
Mitch la miró y rodó los ojos. Se quitó su chaqueta y se la puso a la joven con delicadeza.
Un agradable aroma llegó hasta su nariz. Era colonia, indudablemente.
Un olor que se quedó en su memoria y que le ayudaría a recordar ese momento a futuro.
- No entiendo cómo puedes ser tan descuidada - Le reprochó - Si no hubiera sido por mí te estarías congelando.
- ¿Acaso tú no?
- Soy capaz de soportar el frío más que tú - Lo vio temblar ligeramente. Supo que estaba mintiendo.
- No te creo - Expresó rodeando tímidamente al chico con sus brazos.
- ¿Qué haces? - Preguntó con curiosidad.
- Creo que es bastante obvio.
El rubio la rodeo con su brazo y ella recargo su cabeza. De nuevo, pudo oler esa esencia, sonrió inconscientemente mientras cerraba los ojos.

Pasaron los minutos y comenzó a llegar gente al lugar. Nada interrumpió aquella enternecedora escena hasta que llegó el autobús. Miko, al escuchar la voz de su hermanito soltó al chico rápidamente.

- Lee, me alegra que hayas llegado - Se agachó para cargar al pequeño - Tienes mucho que contarnos a mamá y a mí.
- ¿Y quién es él? - Señaló al acompañante de su hermana.
- Oh, es de mi trabajo, su nombre es Mitch.
- Un gusto conocerte - Dijo éste, ofreciéndole su mano para un saludo. El niño, con timidez, le ofreció la suya también.
- Bueno, creo que es mejor ir a casa ahora. ¿Podrías llevarnos?

El tech asintió con la cabeza y los tres subieron a la furgoneta. Miko se sentó en la parte de atrás para supervisar a Lee, evitando que se repitiera otro incidente con lo del cinturón.
Se la pasaron hablando todo el recorrido. En cuestión de minutos, el pequeño le tomó confianza al chico, quien resultó tener cierto encanto con los niños.

Finalmente llegaron a la residencia Kubota. Después de bajarse, caminaron hasta detenerse en las escaleras que daban a la entrada.

- Bien Lee, despídete.
- Adiós - Habló con su linda vocecita - Miko ¿crees que tu novio pueda venir a visitarnos pronto?

No veían venir eso. Voltearon sus caras, avergonzados e intentaron disimular.

- ¡No es mi novio! - Exclamó. A-además...
- Me encantaría visitarlos en alguna ocasión - La interrumpió -. Te enseñaré a jugar algunos videojuegos clásicos en cuanto venga ¿qué te parece?
La pelimorada lo miró con extrañeza, ignorando los alegres saltos que daba su hermano. Luego lo obligó a entrar y el niño aceptó de mala gana.

- Discúlpalo, es un poco... raro a veces - Expresó, rascándose la nuca.
- Ahora si me consta que es de tu familia.
Ella se molestó, entrecerrando los ojos y cruzando los brazos - Creo que se te está haciendo tarde para ir a cualquier otro lado.
- No me has dado las gracias.
- Pues te lo agradezco. Puedes marcharte ya.
- Ok, te veré el viernes.
- ¡No me digas que enserio planeas venir!
- No tengo por qué mentirle a un niño.
- Odias los videojuegos viejos y además nunca le enseñas a nadie.
- Tu hermano me cayó bien. Incluso mejor que tú.
- Es todo, ¡fuera de mi casa! - Exclamó empujándolo hasta llevarlo frente a la furgoneta.
- Eres muy descortés ¿sabes?
- ¡Vete ya!
- Sí, como digas. ¿Está bien si vengo a las 4:30?
- Escúchame bien Williams, no vas a pisar de nuevo esta casa - Amenazó, poniéndose frente a él.
- No hasta el viernes.
- Agh, ¡deja de decir...!

Escucho a Nica decir su nombre. Al voltearse la encontró recargada en el marco de la puerta principal, con el teléfono en la mano - ¡Mamá quiere hablar contigo! - Dijo en voz alta.
- En un momento - Replicó.
- Enseguida viene. Es que está hablando con un chico.
Ya que no se encontraban tan lejos pudo escuchar eso. La sangre le hirvió mientras que Mitch sólo trataba de mantener su semblante tranquilo.
- Hasta luego - Se despidió por fin,
abordó su vehículo y se fue, dejándola con una maraña de problemas que le arruinarían el resto del día.
Miko lo observó irse. "Tarado" susurró con desdén antes de entrar a su hogar y tomar el teléfono.

Por su parte, el tech conducía tranquilamente, con una sensación de satisfacción por haber cumplido su cometido. Esa tarde se había quedado más tiempo en el trabajo porque planeaba pedirle que salieran juntos, después de acumular valentía por casi una semana. Sorpresivamente las cosas se acomodaron por si solas e incluso logró obtener un pase para conocer a la familia de la chica.

- Boosh.

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- ¿Y, como era ese joven Nica? - Indagó Mayumi en medio de la cena familiar. La castaña le había indicado que reservara todas sus preguntas y que no las hiciera por teléfono, sino durante ese momento en específico para torturar aún más a su hermana, claro esto último no lo mencionó.

- Era alto, y también guapo. Me preguntó cómo corriste con tanta suerte.
- No fue suerte. ¡Y ya dejen de hablar de él como si fuera alguien importante! Me hizo un favor y ya.
- ¡Se estaban abrazando, yo los vi! - Exclamó Lee.
- ¡No es cierto!
- Además dijo que vendría a visitarnos.
- ¿Qué? ¡No puede ser! -Exclamó su madre -. ¿Y qué día será?
- No lo sé, pregúntale a Miko.
La mencionada fulmino con la mirada al pelinegro, mientras que su padre por primera vez interfería en la conversación.
- No va a suceder - Decidió. Todos se quedaron en silencio y pusieron su atención sobre él - Ella aún es muy joven para tener novio.
- ¿Novio? Yo no tengo, ni tendré novio.
- Pues esa chaqueta no es tuya -
Agregó Nica con la boca llena.

Se miró a sí misma. Aún la traía puesta. Recargo sus brazos en la mesa, cruzándolos y hundió su cara en ellos, deseando que se la tragara la tierra. Miko vio esperanzada su plato de comida, sólo le faltaba una pequeña porción para terminar. Se apresuró y se levantó de la mesa una vez que se acabó todo.
Subió las escaleras, ignorándolos. Fue a encerrarse en su habitación, sentándose en su cama. Se quitó la chaqueta y la sostuvo frente a ella. Pudo nuevamente olfatear su olor a perfume.
- Mitch Williams - Murmuró con desprecio - Ese tipo no tiene nada que ver conmigo... Aún.
Se recostó, sujetándola fuertemente.
Su aroma la tranquilizó y le hizo recordar al chico que la ayudó. Se sintió tan bien, que tomó una decisión: no se la devolvería hasta que viniera a buscarla. Incluso si eso significaba conservarla para siempre.

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Bonus:

- 10 días después -

- Espero que por fin hayas traído lo que te pedí - El joven levantó la mirada de su móvil, observando a la muchacha parada en frente suyo.
- Claro. Toma - Dijo alegremente mientras le entregaba su chaqueta, perfectamente doblada.
- Ya era hora de que me la devolvieras - Mitch la tomó, desdoblándola en el acto. Sus ojos examinaban la pieza, en busca de un desperfecto que pudiera incriminarla.

Había sido lavada con cuidado unos días antes. Ni una sola mancha, tampoco la más mínima rasgadura. A simple vista no había nada que reprochar, excepto por una cosa que percibió con otro de sus sentidos.

- Dime que le pusiste.
- ¿Qué, no te gusta el aroma a vainilla?
- No me digas que a ti sí.
- Oye, tuve que pasar toda una tarde oliendo como tú, así que no te quejes y póntela. - Le ordenó - Desperdicie casi medio frasco del único perfume que tengo, no lo desaproveches o te mataré.
El rubio cedió a su petición, con una expresión de molestia en la cara.
- No soportare ni medio día usando esto.
- Entonces dámela.
- ¡Claro que no!. Es muy cara y no sabrías como cuidarla - Contestó, sonando no muy convincente. La chica arqueó una ceja.
- Bien, pero más te vale que la lleves puesta mañana en el trabajo. No olvides mi advertencia.
- Creo que esta es una de esas cosas que son peores que la muerte.
Miko lo golpeó amistosamente en el brazo mientras él sonreía divertido. La pelimorada lo despidió desde el pórtico de su casa y entró minutos después de que el chico se alejó en su furgoneta.

Williams, por su parte, se puso más alegre de lo que usualmente solía estar. La dulce esencia de la vainilla lo hizo soltar una pequeña risa mientras conducía.
Sonrió. Los días pasaron y el efecto se fue perdiendo a medida que el aroma comenzaba a desaparecer.
Pensó en una solución para esto y encontró una que, incluso, resultaría cien veces mejor.
Abrazar a la chica.

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