☙Retoño 2☙
“Lost in the Forest”
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Ruidos provenientes del exterior semejantes a disparos fueron el despertar de los chicos.
—¿Qué carajos es eso? ¿Seok Jin no dijo que este lugar era tranquilo? —cuestionó Yoongi con voz áspera por el sueño y se volteó hacia el otro lado poniéndose una almohada en la cabeza y tapándose completo para tratar de reconciliar el sueño nuevamente.
—¡Ash! Resulta que ahora estamos en el medio del Oeste gracias a Kim SeokJin y su gran elección.—Gruñó Hoseok revolviendo su cabello con cansancio. Su tono borde era notable al igual que su sarcasmo. Cansado de los sonidos detonantes y frustrado por no poder volver a recuperar el sueño, se reincorporó en la cama sin remedio alguno.
—Admiro la habilidad de Yoongi para que a pesar de todo pueda volver con morfeo al mundo de los sueños. —observó a su compañero que permanecía inmóvil y muy relajado cubierto de sábanas de pies a cabeza.
Hoseok se levantó finalmente , se colocó los saltos de cama en los pies y se acercó a la ventana curioso por saber lo que sucedía en el exterior.
Desde donde estaba no podía observar claramente lo que ocurría afuera, pero al no ver un revuelo de personas corriendo de un lado a otro, dedujo que el sonido no provenía de armas de fuego. Ya por lo menos estaba más aliviado. Después de todo SeokJin no los había traído al Oeste o algo parecido.
Decidió alejarse de la ventana e ir al baño a acearse para luego bajar a buscar algo para desayunar.
Cuando salió de la habitación se encontró con Jimin quien estaba a punto de tocar.
—Oh! Hyung! Por tu mala cara veo que te despertaron esos espantosos ruidos igual que a mí. —comentó el pelinegro con el cabello esparcido por todos lados de su cara y los ojos hinchados por el sueño. Precedido por un bostezo hizo un estiramiento colocando ambos brazos estirados hacia arriba.
—Sí. Parece como un campo de tiro allá al lado.—señaló el castaño hacia el ventanal de la habitación.
—Venía a preguntarte si sabes dónde está Jin Hyung. Desperté y no lo vi. Su cama estaba perfectamente hecha.—indicó.
—Bueno... ¿Ya revisaste en la habitación de Namjoon y Taehyung? —trataba de darle posibilidades para hallar al del pelo púrpura.
—Sí. Ya lo hice. Vine para saber si estaba aquí. —contestó.
—No le des mucha importancia. Sabes que es curioso y seguro anda dando vueltas por los alrededores del lugar. Tal vez y hasta bajó para revisar si el hostal incluye un programa de pesca o algo así. Sabes como lo ama. —habló Jung con calma y cerró la puerta tras él para no despertar a Yoongi. Tener al chico pálido de mal humor todo el día no era una muy buena idea.
—Sí. Siempre me he preguntado el porqué escogió Etnobotánica en vez de Botánica marina.—replicó el más bajo con una amplia sonrisa.
—¿Vas a desayunar? Yo voy de camino. ¿Te espero? —preguntó el castaño.
—Sí. Deja irme a poner algo decente y enseguida regreso. Ve despertando a Taehyung y Namjoon. Es mejor ir temprano al bosque de los Alcornoques para que no nos coja el Sol del mediodía que es bastante dañino.—sugirió el trigueño y Hoseok asintió.
—Está bien. —dicho esto se hizo camino hacia el cuarto donde se encontraban sus amigos durmiendo.
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—Mmm... Está muy bueno. Me recuerda a Corea. —Yoongi abrió los ojos y se cubrió la boca con la palma de su mano al probar las gambas al ajillo que elegió para el desayuno. En Corea el desayuno no era pan y leche como en el resto de los países, era más bien una comida más del día.
—Yo me estoy arrepintiendo de haber escogido el Sa... Sal... Salmorejo Andaluz. —comentó Taehyung con una mala pronunciación del español, unida a un mohín de desagrado.
—Eso te pasa por siempre estar de refinado y extravagante. Debiste haber pedido la Paella. ¡Está exquisita! —se burló Jimin y recibió un golpe de reproche por parte de Yoongi.
—Deja de molestar a Taehyung y come tu abono bonsai, o no vas a crecer. —le regañó cual abuelo a su nieto.
Jimin hizo un puchero y se centró en su comida. Taehyung lucía una sonrisa de triunfo en sus labios y le robó comida del plato a Jimin iniciando otra pelea entre los dos. Pelea de la que todos se rieron, menos el chico castaño.
Hoseok permanecía callado. Fulminaba a Jin con la mirada. SeokJin ni siquiera estaba notándolo mientras se atragantaba con las rodajas de pulpo a feira y reía como descerebrado. Por nada del mundo Jung le iba a perdonar que lo hubiera levantado tan temprano por antojarse a lanzar petardos solo porque tenía ganas de divertirse y ver las caras de furia de sus amigos luego. Según dijo Jin: “Es mi venganza por dejarme hablando solo ayer. Deberían valorar más a este hyung apuesto que tienen”.
Jin era el mayor pero solía tener la misma mentalidad del más joven de todos, Jeon Jungkook.
—Hoseok. Deberías dejar de estar resentido con SeokJin y probar tu fabada. Se va a enfriar.—le reclamó Namjoon quien había notado hacía unos pocos minutos la mirada penetrante del castaño sobre Jin.
—Lo dice quien estuvo durmiendo como un bebé y se levantó a las 10am. Es una suerte que el Parque Natural de los Alcornocales se encuentre tan cerca de este hostal.—bufó y llevó una cucharada del caldo de judías a su boca.
—¡Agh!—hizo una mueca de disgusto y tomó una servilleta para limpiarse la boca.
—Prefiero el Bulgogi.— un mohín de enojo se instaló en su rostro y acto seguido Jung se puso en pie. Después de todo su día no inició de la mejor manera. Hoseok se había levantado de la cama con el pie izquierdo.
—¿A dónde vas? ¡Aún no hemos terminado! —preguntó un Jin asombrado con la boca llena de comida.
—Ustedes son un puñado de tortugas comiendo. Voy a la habitación a buscar la mochila para comenzar la excursión.—refutó Hoseok esta vez menos enfadado con su hyung y emprendió su caminata.
—¡Oye! ¡Jung Hoseok! ¡Detente ahora mismo! —ordenó Jin con un grito de autoridad tal, que provocó que el nombrado se detuviera y tensara en el lugar. Los presentes en el comedor del lugar desviaron su atención hacia lo que sucedía.
—Dime.—se volteó a regañadientes para mirar a Jin.
—¿No te vas a comer tu fabada? Porque entonces lo haré yo.—le dijo con una sonrisa de oreja a oreja y alzando las cejas expectante.
Hoseok no pudo evitar reírse ante la cara del mayor y terminó asintiendo. ¿Qué remedio? Cada uno de ellos era diferente, pero tenían ese algo que les hacía especial por individual y Hoseok los quería tanto por esa misma razón. Eran como los hermanos varones que nunca tuvo.
—Oye. Comparte conmigo. No seas tragón.—fue la última protesta que escuchó Hoseok antes de subir a su habitación.
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Después de abandonar el Hostal “El estanque y el Almendro” tardaron menos de 10 minutos en llegar.
Estaban parados frente a las puertas que daban acceso a la reserva natural.
Hoseok llevaba las mochilas de todos. Jimin había cumplido su promesa.
«¡Vaya aprovechados!»
Es lo único en que Hoseok lograba pensar mientras sudaba por el calor del verano de Europa y sostenía las pesadas mochilas.
—Bien. Ya es hora de tomar las mochilas.—indicó Jimin con una sonrisa jovial y le alivianó el peso a Hoseok entregando a cada cual sus pertenencias.
—Te voy a matar Jimin.—contestó Hoseok.
—Yoongi hyung lo dice todos los días, y mírame aquí. Estoy vivo. Además. Tú fuiste el de la idea.—le guiñó el ojo con una sonrisa perversa en los labios. Sabía cómo molestar a Jung y eso era divertido para todos, menos para el primero.
—Ya dejen las peleas y entremos de una vez.—irrumpió Nam antes de que los dos se pusieran como un par de escolares. Él era uno de los más maduros y el que hacía de mediador la mayoría del tiempo.
En la entrada fueron recibidos por la guía turística quien les daba todas las instrucciones necesarias y les pedía que permanecieran juntos y por nada del mundo se separaran.
—El parque natural de Los Alcornocaleses, un parque natural declarado por el Parlamento de Andalucía en 1989. Comprende una gran franja con orientación sur-norte entre la zona costera de Tarifa, en el mismo estrecho de Gibraltar, hasta las sierras del interior, en los municipios de Cortes de la Frontera, Ubrique y El Bosque. Con una superficie 167 767 hectáreas, es uno de los parques naturales más grandes de España.—comenzó a hablar en inglés la chica que los guiaba. Nam era el que centraba todos sus sentidos en lo que la guía turística decía para transmitírselo a los chicos de la mejor manera posible.
Hoseok tomaba fotos de cada paisaje que le resultaba atractivo, con su cámara.
Un paisaje verde, fresco, jalonado de ruinas de molino, restos de calzada, puentes de hechura medieval y grandes pozas y cascadas de agua fresca se abrían paso ante los ojos de los chicos quienes hacían fotografías altamente emocionados por la suma belleza ecológica que les rodeaba.
—La posición geográfica es uno de los aspectos que más han marcado los avatares de su patrimonio, tanto de carácter natural, como cultural. Su poblamiento comienza hace decenas de miles de años, tal y como demuestran yacimientos arqueológicos cercanos pertenecientes al hombre de Neandertal, las tumbas antropomórficas, o los restos de grabados y pinturas rupestres que se remontan al Paleolítico y Neolítico. Pero son sin duda los abrigos de la Edad de Bronce.—comentaba la guía mientras los llevaba hacia el lugar de donde sacaban el corcho.
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Mientras que los chicos se mantenían absortos en lo que Nam les traducía acerca de cómo se hace el corcho que es derivado de la madera de los árboles de alcornoque, o como se le conoce mejor por su nombre latino antiguo que era:"Roble"; Hoseok quería ver más allá y optó por alejarse a unos pocos metros del grupo. Nadie lo notó debido a la concentración mientras miraban a un hombre trabajar, el cual les pidió que lo ayudaran para que aprendieran los procedimientos básicos.
El chico castaño observaba las copiosas hojas con tonalidades variadas en las cimas de los árboles para luego reparar en sus troncos anchos y robustos que eran colonizados por líquenes, musgos, helechos
epífitos y algunas plantas superiores que trepaban en busca de la necesaria luz que escaseaba al nivel de suelo por causa de la elevada densidad de la cubierta y el gran tamaño que alcanzaban las hojas de ese árbol.
—¡Son tan altos!—no pudo reprimir su asombro ante tanta belleza natural.
Se preguntó para sus adentros: «¿Cuántos años tendrán?»
Sin darse cuenta ya se había adentrado al bosque. Ese lugar donde ni los turistas ni guías andaban. Pero Hoseok se hallaba tan inmerso que ni siquiera notó ese detalle.
Una planta de aproximadamente un metro de altura captó su atención por el color peculiar de sus hojas.
Con el lente de su cámara enfocó su objetivo y disparó el flash. Se colocó las tiras del artefacto pesado alrededor del cuello para tener las manos libres y poder sacar su agenda. Una vez la tuvo en manos empezó a tomar notas acerca de la planta.
—Hojas perennes, alternas, coriáceas, ahusadas, divididas claramente por un nervio central, son de color verde oscuro y brillante por el haz y más claro por el envés.—hablaba mientras anotaba los rasgos de la especie para dar con su tipo.
—¡Oh! Es un pequeño árbol de laurel. Este amiguito puede crecer hasta 20 metros de altura.— después comenzó a hacer la clasificación taxónomica de la planta con entusiasmo.
—¡Chicos vean! Este tipo de plantas son muy típicas de esta zona del Mediterráneo, no crecen en todas partes. También está relacionada con la mitología Griega. Ya tenemos una planta que cumple con los requisitos para el traba... ¿Chicos? —Jung acababa de notar que no estaba ni remotamente cerca de donde se encontraba anteriormente y comenzó a mirar a sus alrededores para solo encontrarse con más y más vegetación.
No pensó mucho más acerca de eso y lo primero que sacó fue su teléfono celular.
—¡Enciende, por favor! ¡Vamos! ¡Joder!—dio un fuerte pisotón. Le entraron unas inmensas ganas de lanzarlo al suelo pero se contuvo porque sabía que si hacía eso, posiblemente no se podría comprar otro.
—¿Cómo pude haber olvidado cargarlo? —gruñó y luego de guardar la libreta, levantó su mochila del suelo y se la colgó al hombro. No tuvo de otra que caminar para encontrar la salida. En su mente se planteaba una y otra vez que no debía de estar muy lejos del resto, para calmarse un poco.
—Solo espero no encontrarme con algún tipo de animal salvaje, o peor, que me coja la noche acá.—se dedicaba a hablar consigo mismo mientras avanzaba por entre algunas malezas.
Al abrir unos arbustos se encontró con un valle encajonado, denominado canuto en el que corrían algunos arroyos de montaña.
—¡Mierda! ¿Por qué siento que en vez de acercarme a la salida me adentro más en el bosque? —
Jung a pesar de que estaba comenzando a asustarse no perdió la oportunidad de tomar algunas fotos de la riqueza paisajística. A lo lejos vio a un ciervo pastando.
—¡Wao! Es hermoso.— tomó otra captura y continuó con el recorrido.
A medida que avanzaba solo se sentía cada vez más desorientado. No habían carteles en aquella zona que pudieran indicarle qué dirección tomar.
Se acercó a un agujero en un roble que parecía tener miles de años para ver si había algún tipo de animal dentro del que pudiera tomar fotos. Su carrera no se especializaba en la biología animal, pero digamos que el castaño era un amante de la fotografía; su talento para la misma era innato.
Al disparar el flash de la cámara asustó a las aves en el interior del oscuro orificio. El sonido del aleteo y el alboroto de las mismas lograron espantar al chico quien no sabía qué hacer ante aquellas aves chocando contra él en un intento de huir. Como resultado el chico pisó en falso y terminó cayendo a las fuertes corrientes de la desembocadura del arroyo en el conocido Río de la Miel. El cual nacía en la Sierra de la Luna y recorría un frondoso valle de Alcornocales, aliso y helechos. El joven no podía apreciar todo eso porque se encontraba preocupado por su vida mientras las corrientes lo llevaban al fondo y luchaba por salir. El Sol ya estaba en lo alto del cielo con su brillo enceguecedor.
Ya toda calma que aparentemente tenía se había esfumado. Ahora luchaba por sobrevivir en medio de la nada. Cada vez que lograba subir a tomar una respiración pedía ayuda, aunque dudaba que por esos lugares existiera la presencia de vida humana. Aún así lo intentó.
En un golpe de suerte logró aferrarse a un tronco, pero no por mucho. Los musgos que lo recubrían y el desboque de las aguas sólo hizo que se resbalase y volviera a hundirse. Por nada del mundo, aunque se estuviera ahogando, Hoseok dejó de alzar su cámara para que no fuera afectada por el agua. Ahí guardaba muchos recuerdos. Entre ellos, los que tuvo con Gissel. No podía. Era imposible para él borrar esos momentos de felicidad. A pesar de todo lo que ella le hizo, él la seguía queriendo.
Cuando estaba a punto de darse por vencido fue rescatado por una mujer cuya figura irradiaba luz. La extraña flotaba en el aire anteponiéndose a las leyes de gravedad de este planeta Tierra. Parecía una especie de criatura mística salida de los cuentos de Mitología Griega que Yoongi solía leer para matar el tiempo ¿Era eso posible? ¿Cosas como esas existían?
«¿Estoy alucinando o es que después de todo el paraíso sí existe y estoy muerto? No. No. Eso no es algo humanamente posible. Debe ser una alucinación. He tragado mucha agua.»
Es lo último en que pensó Hoseok antes de desmayarse en el suave pasto bajo su cuerpo.
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