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50

Las estrellas adornan el manto azul de la noche junto al potente orbe plateado de la luna, iluminando las cabañas, el bosque y el resto de naturaleza en completo silencio.

Todo había mejorado luego de casi cuatro meses, la reserva tenía ahora más cabañas. Los grandes árboles servían como pilares para aquellas cabañas echas con esfuerzo y mucho trabajo de cada cambia formas dentro de Headwaters.

Sin tratado entre los de traje, todos se mantenían conviviendo con las mismas reglas. No cruzar la línea de la reserva, no visitar la ciudad a menos que acompañaras al líder de la manada, y mucho menos mantener contacto con humanos.

La tensión había incrementado, la visita de los humanos de traje aún no llegaba, pero estaba seguro que regresarían y sería con problemas.

Jungkook no estaba dispuesto a negociar, sabía que los humanos solo querían esclavizar a su raza y él no lo permitiría. Por lo tanto, la regla de no socializar con los humanos era ahora más estricta que nunca.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! —se escuchan los gritos de una mujer.

El silencio dentro de la reserva ahora era inundado por la voz de aquella mujer que lloraba y gemía entre cada palabra que salía de su boca.

—¡Ayuda! —vocifera.

Las luces de las cabañas se encienden, inclusive la de la casa del alfa Jeon.

Samara es la primera en salir de la casa de su amigo, luego sale Taehyung y Jia, y por último Jungkook.

—¿Alguien que me diga que ocurre? —pide con voz adormitada, Jeon.

Uno de los vigilantes se acerca a la casa corriendo mientras el resto de la manada se mantiene a la expectativa de lo que está sucediendo.

—Es una mujer, alfa Jeon. Grita por ayuda. ¿Qué hacemos? —explica con rapidez el beta.

—No la dejen entrar, puede ser una trampa —habla con voz ronca, Samara.

—¿Pero y qué si no lo es? —pregunta preocupada, Jia.

—¡Alfa Jeon! —vocea con todas sus fuerzas la mujer, provocando que los vellos del alfa se ericen. —¡Alfa Jeon! —grita nuevamente.

Jungkook desciende los tres escalones de su casa y a toda prisa corre hacia la reja junto al vigilante y Taehyung a su lado.

—¿Quién eres? —la cuestiona con voz agitada, Jeon.

La mujer se encuentra de rodillas mientras se sostiene de la reja con sus dedos.

—Te pregunté quién eres —le repite el alfa.

—Por favor, por favor —emite en voz baja y lastimera la mujer. —Por favor ayúdeme, sino no lo hace va a matarme —añade en voz baja.

—¿Quién? —inquiere Jeon, mientras se pone cuclillas para quedar a la altura de la mujer. —¿Quién va a matarte? —insiste el pelinegro.

—Baje la voz —le pide entre sollozos la mujer. —Es ella, la chica —balbucea.

—¿Qué chica? —pregunta Jungkook.

—La chica maldita, tiene poderes —barbotea con desespero.

—¿Qué dice? —cuestiona Taehyung a Jeon.

—Una chica maldita quiere matarla —le comenta el pelinegro.

—Con poderes, tiene poderes —escuchan los dos cambia formas.

—Jeon —lo llama el azabache—. Puede de ser...

—Eve —lo interrumpe Jungkook, poniéndose en pie en un solo movimiento. —Abran la reja. Taehyung tómala —da las órdenes el alfa.

—¿Es Eve? —interroga Jeon a la mujer—. Es la bruja, Eve. ¿Verdad?

La reja es abierta, Jungkook llega hasta donde la mujer y cuando está por responder se desmaya.

—Llévala adentro —le indica nuevamente a Taehyung.

—Jeon, espera no vayas más allá —le pide Kim, mientras coge a la mujer.

—¡Jimin! —exclama Jungkook—. ¡Jimin!

Se detiene aproximadamente a unos cinco o seis metros, sabe que está pisando territorio prohibido, pero ahora es cuando más frustrado y confundido se siente.

—¡Eve! —exclama. —¡Brujita! —emite en el mismo tono. —Un día volverás a mí, y entonces ese día voy a matarte. Mi lobo va a cortarte en pedacitos. ¡Maldita bruja! —añade, pronunciado con odio cada palabra que abandona su boca.

—¡Jungkook! —lo llama Marie, que aparece a toda prisa. —Jungkook, regresa a la reserva. Ahora —demanda afligida.

La rubia corre y cuando su mano toma el brazo izquierdo del pelinegro, lo gira coge su muñeca y lo obliga a correr hacia la reserva.

—¡Cierren! —grita Marie, mientras cruza la reja y empuja a Jungkook contra la tierra. —Eres un bastardo —se dirige a Jeon. —Regreso de buscar a la maldita de tu ex, y tú quieres que los humanos te maten por cruzar los límites —reprocha la alfa.

—¿La encontraste? —pregunta Jeon, tomando asiento.

—No cambies el puto tema —replica furiosa—. Sí, la encontré. Ahora explícame qué es lo que estabas pensando al salir de la reserva.

—Hay una mujer en alguna parte de la reserva, despertó a toda la manada, dijo que una chica maldita con poderes quiere matarla —el pelinegro detiene al ver el rostro inexpresivo de su amiga—. Sé lo que estás pensando, Mar. Pero puede ser la maldita de Eve.

—No diré nada al respecto, Jungkook. Ahora ponte de pie y ve a cuestionar a la maldita de Sam —es lo único que dice la rubia.

Los dos alfas llegan hasta la casa, al entrar el pelinegro ve a su Samantha sentada en una silla. Tiene sus manos atadas hacia adelante y sus pies atados con una larga soga que sostienen la beta Emily.

Al ver los moretones y sangre en la comisura de los labios y frente de Sam, lo único que hace Jeon es mirar a su amiga.

—¿Qué? —lo cuestiona mientras se cruza de brazos. —Se lo merecía, la buscamos por todos lados y la maldita estaba en una cabaña al sur con uno de los de traje —escupe, molesta Marie.

—Jungkook, yo...

—No quiero escucharte a menos que sea para decirme que tipo de pacto hizo tu hermano con los humanos de traje —la interrumpe Jeon. —Y más te vale que hables porque si no te dejare sola con Marie —le advierte.

La alfa sonríe grandemente, mientras que los ojos de Sam la ven con preocupación.

—Dinero a cambio de escoger a cualquier mujer y hombre de la manada. No importa si los escogidos no estaban de acuerdo, también nos daban más libertad de entrar a la ciudad —relata la platinada—. Tú se los negaste y mientras huía uno de ellos me atrapó y...

—Ay, pobrecita —interfiere Marie. —Te recuerdo que eres una omega, que eres cambia formas y que si te transformas eres más fuerte que un humano —la reta la rubia.

—No te creo lo de que te atraparon —dice Jungkook—. Tú haces lo que quieres, no lo que te dicen que hagas. Eras mi destinada, ¿lo recuerdas?

—Lo sigo siendo —replica alterada la platinada—. Pero tú te sigues negando. Hice de todo para deshacerme de ese maldito humano del que tú parte lobuna se imprimo y aun así sigues a la espera de esa basura humana.

Un potente gruñido se escucha, dejando a las dos omegas temblando de miedo. Los ojos de Sam se llenan de lágrimas, desciende su cabeza al ver al alfa de pie tan cerca de ella.

—¿Por qué dejaste de amarme? —lo cuestiona la platinada.

—¿Qué hiciste para deshacerte de Jimin? —la interroga Jeon.

—Sabes que te amo, Jungkook —susurra Sam, evitando a toda costa mantener una conversación con el alfa.

—RESPONDE —brama con voz de mando, provocando que un sollozo por parte de la platinada se escuche.

—Yo-yo-yo le jure a la bruja que la mataría —lloriquea la omega.

Jeon se queda en silencio, inhala y luego exhala. Intenta controlarse, pero le resulta casi imposible.

—Si tan solo me escucharás, yo...

—No quiero escucharte, Sam. Porque entre más te escucho me doy cuenta de lo malvada que eres —espeta Jungkook.

—Pero...

—Ella sabía que el bebé y Eve están conectados —se escucha la voz de una mujer.

Samara entra con un celular junto a Jia.

—La pelirroja lo desbloqueo —menciona, mientras entrega el aparato electrónico a Marie. —Amenazó a la hija de Bon, porque sabía que es novata, que se asustaría y huiría para que no la mate. Porque si ella muere el cachorro también —explica Samara.

—Eres una maldita loca —dice Marie, lanzándole el celular a Jungkook.

Jeon ni siquiera ve el móvil, lo deja caer al suelo y luego camina hacia la puerta de su casa.

—Jungkook, espera —lo llama Marie. —¿Qué hago con la loca de tu ex? —pregunta la alfa.

—Mátala —demanda el pelinegro, para luego salir por completo de su casa.

—Emily, ayúdame a llevarla bosque adentro, mi parte lobuna está emocionada —canturrea contenta la rubia.

Mientras Marie se encarga de Samantha, Jungkook llega hasta donde Taehyung y la mujer de la reja se encuentran.

—¿Puede hablar? —es lo primero que pregunta Jeon a Kim.

—Sí, dijo un par de palabras hace un momento —acota el azabache.

—Largo —les ordena Jungkook a las personas que se encuentran cerca de ellos. —Necesito que me digas que fue lo que viste —le pide el pelinegro a la castaña.

—No lo ví, no ví a ningún chico —habla la mujer—. Lo digo porque te escuché gritar el mismo nombre que está escrito en el papel.

—¿Qué papel? —la cuestiona Taehyung.

La mujer introduce una de sus manos a la enorme sudadera que le han colocado los cambia formas. Saca su mano hecha puño, la gira y la extiende dejando a la vista del beta y el alfa el pequeño, arrugado y sucio trozo de papel.

—¿Quién de ustedes es el alfa, Jeon? —pregunta la mujer.

Taehyung señala a Jungkook, mientras el alfa responde con rapidez.
—Yo.

—Dijo que te lo entregará solo a ti. Tómalo —le pide la mujer con confianza.

Jeon lo toma, ve el trozo de papel y luego a la mujer.

—Hago senderismo, no recuerdo bien en qué lugar lo estaba realizando, mi mente está confundida supongo. Solo recuerdo haber aparecido a unos cuantos kilómetros, me dijo que caminara recto, que llegaría a la reja y que debía hacer lo que sea para que me dejaran entrar. Al estar dentro debía buscar al alfa Jeon y entregarle el papel y no me mataría —relata la mujer. —Intenté no hacerlo, intenté no venir aquí, pero no pude —confiesa.

—La hechizó —murmura Kim.

—¿Eso es todo? —inquiere Jungkook.

—No, espera. La escuché hablar, mencionó algo sobre alguien fuera de control y que se haría cargo cuando regresará —farfulla la mujer.
—Lamento no ser de más ayuda —musita.

—Tranquila —le pide Taehyung. —Podrás irte cuando amanezca luego de desayunar algo —le indica el azabache.

La mujer asiente, mientras el alfa se aleja de ella cada vez más.

Jungkook se detiene cuando no hay nadie a su al rededor. Mira el papel y lentamente lo desenvuelve para no romperlo.

Cuando ha conseguido su objetivo traga grueso, alza su vista al cielo y se percata que comienza a amanecer. Desciende su rostro, suspira y lee lo que aquel trozo de papel tiene escrito.

"Espera por mí, por nosotros"
Es lo que está escrito en la primera línea.
"¿Quién ama a su bestia?"
Lee la última línea con sus ojos llorosos.

—Su lindo humano —musita Jungkook con voz quebrada, mientras incontrolables lágrimas descienden por todo su rostro.

Es Jimin, la última línea es algo que solo el cambia formas y el humano saben. Es algo íntimo entre él y su lindo chico de cabello rubio.

Jeon toma asiento en aquel lugar desolado de la reserva y entre lágrimas de impotencia y enojo recuerda a Jimin. Se acuesta y ve las últimas estrellas que se empiezan a desvanecer mientras el solo comienza a dar aquellos lindos destellos naranjas y amarillos. Cierra sus ojos mientras apuña el papel contra su pecho, intentando calmar a su parte lobuna.



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