05
La mañana para Jimin transcurrió en orden, su alarma sonó a las 4:00 am ni un segundo más ni un segundo menos.
Al salir del edificio, incluso de su apartamento tuvo un poco de miedo con encontrarse con Jungkook y soltara uno que otro disparate, pero para su buena suerte no se topó con él.
Toda la mañana se encargó de la despensa de su tía, a la hora de almuerzo se juntaron y comieron un riquísimo combo de pollo de KFC.
El rubio aun no entendía como es que su tía podía comer tanto pollo de ese establecimiento, pero no de otro lugar.
Por la tarde viajó hasta su pequeña tienda, saludo a los dueños y empleados de los negocios cercanos y antes de disponerse a entrar fue por un café a la cafetería de la esquina de una pareja de avanzada edad que siempre te recibe con una enorme y cordial sonrisa.
—Que tengas una linda tarde, Jiminie.
—Gracias, Molly. Nos vemos mañana —se despide con el vaso de café helado en su mano derecha y una bolsa de papel color blanca con el logo y nombre del establecimiento que protege un cup cake con chispas de chocolate.
Cuando está en su tienda coloca el letrero de abierto luego de haber realizado limpieza. Toma asiento en su mesa de trabajo, bebe un sorbo de café y le da la primera mordida al cup cake, se limpia las manos y empieza a trabajar en una caja mediana que incluirá fotografías, algunas confesiones de amor escritas y especificadas por su clienta y un par de objetos que Jimin deduce que han sido y son importantes en su relación.
Mientras trabaja en ese obsequio recibe un par de clientes que llevan unas de sus tarjetas creadas por él mismo, un par de globos, flores artificiales y chocolates.
Mira el reloj de pared que se encuentra arriba de la puerta dándose cuenta que casi son las seis.
Saca su celular del bolsillo de suéter y le responde a su amiga confirmándole que la vera en el antro que suelen visitar para invitarla a beber como agradecimiento por entregar algunos de sus trabajos cuando él no puede hacerlo.
Gira el letrero que está suspendido en el cristal de la puerta que ahora recita y anuncia CERRADO. Toma asiento absorto en su teléfono celular mientras ríe de los mensajes que recibe por parte de Jia y Hoseok.
Escucha el sonido de la campana al abrirse la puerta, se pone en pie concentrado en su aparato electrónico.
—Disculpa, está cerrado lo dice el letrero —expresa, intentando alzar su vista mientras lee los nuevos mensajes que sus amigos le han enviado. —Olvide colocar el pasador, pero… —vacila mientras contesta el mensaje. —¿En qué puedo ayudarte? —pregunta alzando por fin su vista.
—¿Hay algún día en el que no llames la atención? —interroga el pelinegro acercándose a él.
—¿Cómo es que estas aquí? —lo cuestiona Jimin.
—Pase por tu casa, no abriste, fui a la despensa de tu tía y tampoco estabas. Ella dijo que te encontraría en tu tienda de regalos y así fue como llegue aquí —responde.
—¿Hablaste con mi tía?
—Ella hablo conmigo, lo único que dije fue gracias y luego me marché.
—Escucha, sea lo que sea por lo que estes aquí no puedo acompañarte. Le prometí a mi amiga llevarla a divertirse y…
—Llévame, te acompañare —lo interrumpe Jungkook.
Jimin lo mira mientras sonríe y niega.
—No, no vendrás —se opone a la idea.
—Dijiste que me enseñarías educación —le recuerda Jeon.
—Nunca dije que sí —replica el rubio—. Y un antro no es un lugar…
—¿Antro?
—Un antro es un lugar donde bebes alcohol, bailas con tus amigos o extraños para conocerse y pasar un buen momento —le explica.
—Lo tengo, tenemos una cabaña así en la selva —se va de lengua el cambia formas.
—¿En la selva? ¿Hay cabañas en la selva? ¿Por qué no lo sabía? —lo atiborra de preguntas.
—Nadie lo sabe. Bueno, ningún humano común, pero los de traje si lo saben. Ellos saben que en el centro del bosque hay una manada de cambia formas y lobos.
—Ya hablamos de expresarte sobre los humanos, tú también lo eres —le llama la atención, Jimin.
—Acabo de decirte algo que solo lo sabemos los cambia formas, lobos y los de traje de la ciudad y tú me reprendes por cómo me expreso —dice sin entender el pelinegro.
—Si los de traje lo saben ¿Por qué el resto de la población no? —inquiere el rubio.
—Porque no quiere que sepan de nosotros, igual no es que nosotros estemos interesados en interactuar con los… —se queda en silencio por unos segundos recordando la lección de Jimin. —Con ustedes —se corrige.
—Entiendo —susurra el chico. —Por favor, vete —le pide, empezando a guardar la caja avanzada.
—¿Por qué quieres que me vaya? —escucha la interrogante mientras regresa a la mesa de trabajo.
—Escucha, Jungkook. Acabas de decir que no están interesados en interactuar con nosotros. Entonces, no encuentro la lógica de que estes aquí y no en la selva con tu manada —contesta el rubio, sacando el dinero de la caja registradora.
—No estoy aquí por el resto, estoy aquí solamente por ti —replica con seriedad, Jeon.
—Eres tan directo —suelta, sorprendido Jimin.
—Es mejor así, deberías intentarlo —le sugiere. —Dime lindo humano —canturrea el pelinegro, ganándose una mirada desafiante por parte de Park—. ¿Te gusto? ¿Llamo tu atención?
—Te tienes demasiada confianza —dice entre risas el chico. —De seguro los omegas deliran por ti y por eso eres un presumido —añade.
—No solo los omegas. Cuando visito la ciudad mientras camino algunas chicas jóvenes, mujeres y uno que otro chico dicen que soy guapo —se mofa el pelinegro. —Pero no me interesa lo que ellos opinen, me interesa lo que tú opines —gesticula cerca de Park.
Jimin lo observa, viste todo de negro, es alto con buen cuerpo, lindos y llamativos ojos, rostro hermoso y. Sus pensamientos se acallan al ver como los labios de Jungkook se enarcan mientras esboza una sonrisa, haciendo pensar al rubio que cuando el pelinegro sonríe luce mucho más guapo de lo que es.
—Tienes buen aspecto —menciona, evitando el contacto visual con Jeon.
—Eso no es lo que quiero escuchar y estoy seguro que tampoco es lo que piensas.
—Se me hace tarde —murmura Jimin, caminando hacia la puerta que intenta abrir, pero uno de los largos brazos le impide abrirla—. Jung…
—Solo responde y esta vez se sincero —le pide.
Park inspira profundo, suelta el aire contra el cristal de la puerta y asiente.
—Eres atractivo. Sí, lo admito. Me pareces guapo también, pero no te creas la gran cosa, ahora quita tu brazo.
Jungkook sonríe complacido con la respuesta de Jimin, retira su brazo de la puerta y ambos abandonan la tienda.
Después de una pequeña discusión entre si el sub-alfa de la manada de la selva Headwaters debe acompañarlo al antro, y llegar a un acuerdo en que, si lo acompaña, Jeon debe contarle acerca de los de traje y su manada.
—Dilo que no debes hacer —le pide Jimin mientras caminan hacia el guardia de seguridad.
—No lo voy a olvidar —verbaliza serio.
—Solo quiero escucharlo, Jungkook —espeta el rubio.
—Nada de cambiar de forma, no expresarme como si no fuera un humano, no lastimar a tus amigos y no gruñir en público —farfulla con facilidad el pelinegro.
—No lo olvides —murmura Jimin, para luego pagarle al de seguridad para que los deje entrar.
Jungkook lleva su brazo izquierdo arriba de sus cejas cubriendo de esa manera su vista de las luces neones del antro. La música le recuerda a la que el beta pone en aquella cabaña, la diferencia es que el volumen en el antro es el triple.
Ve a Jimin abrazando y siendo abrazado por una chica pelirroja y un chico castaño, entonces sabe que son sus amigos no solo porque le ha mostrado una fotografía en la que los tres aparecen y porque también le ha dicho; a las dos personas que abrazare, ellos son mis amigos, ¿entendido? No había necesidad de todo eso, él los recordaba de la vez que lo salvó del otro idiota.
Recuerda haberlos visto subir al auto mientras él se encontraba en su forma lobuna observando al lindo rubio.
—Ven, de prisa —lo llama Park, sacándolo de sus profundos pensamientos.
—Chicos, él es Jungkook —lo presenta.
—Un gusto, Soy Hoseok —se presenta el castaño extendiendo su mano derecha hacia el pelinegro.
Después de ver de soslayo a Jimin asentir, extiende su mano y la estrecha con la de Hoseok.
—Eres muy guapo —lo elogia Jia. —Y tus ojos son una locura. Son asombrosos —comenta emocionada.
—Sino fueras de Ji…
—Lo soy —la interrumpe, haciendo reír a Hoseok y a la misma Jia mientras Jimin sonríe nervioso.
Jeon ve como los tres amigos beben, la chica más que los dos chicos, él bebe un Gin-tonic de manera lenta, en sus planes no está el emborracharse, no cuando está lejos de su manada y cuidando a Jimin.
La pelirroja y el rubio se alejan un poco, se acercan las personas que están casi al centro bailando, pero no lo suficiente para perderse entre ellos. Hoseok se encuentra a su lado izquierdo sentado sobre un pequeño sofá con una chica sobre su regazo.
Esboza una sonrisa al ver como la chica mueve su culo sobre el miembro del castaño. Regresa su mirada al frente, busca la llamativa cabellera de Jia, la encuentra, pero no localiza a Jimin.
Ve hacia la derecha y lo nota, lo observa bailando, pero no solo, alguien lo acompaña, alguien que posa sus manos sobre su cintura y hace todo lo posible para que el culo de Jimin roce en cada movimiento su polla. Coge el vaso con su bebida y de un solo sorbe bebe el Gin-tonic restante, deja el vaso sobre la mesa de forma precipitada y luego se dirige hasta donde el rubio se encuentra.
Al estar frente a ellos los mira por unos segundos, y cuando ve que Jimin lo mira se dirige a él—. Dijiste que no debo lastimar a los que abrazarás. ¿Verdad?
Park confundido por la fuerte música y el alcohol asiente.
El pelinegro apuña su mano derecha mientras con la izquierda coge una de las manos de Jimin, tirando con un poco de fuerza para acercarlo a él. Cuando lo ha alejado del chico con el que bailaba y lo ha colocado tras él, extiende su brazo derecho y le da un puñetazo al chico que por unos segundos trastabilla intentándose mantener en pie, pero luego cae al suelo.
—¡Ay, Dios! ¡Jungkook! —exclama sorprendido el rubio, viendo el cuerpo del chico con el que bailaba tendido en la pista—. ¿Lo mataste?
—No, su corazón late —acota sereno.
—¿Cómo lo sabes? —lo cuestiona asustado.
—Puedo escuchar su corazón bombear sangre. Estará bien —le asegura.
Jimin está por empezar una discusión, pero se abstiene al ver como dos tipos robustos encargados del orden del antro se acercan a ellos. Se suelta del agarre de Jungkook y entrelaza su mano con la del contrario, lo sostiene con fuerza mientras caminan de prisa entre la multitud hasta que salen del lugar y corren hasta el estacionamiento que se encuentra a dos cuadras del antro.
Cuando Jimin deja de correr Jungkook también lo hace, el rubio apoya sus manos en sus rodillas intentando recuperar el aire que le hace falta, alza su mirada y ve al pelinegro luciendo tranquilo como si no le ha dado un puñetazo a alguien momentos atrás. El rubio recuerda la forma precipitada en la que han salido del lugar y como han corrido hasta llegar al estacionamiento y no puede evitar desternillarse en risa.
Jeon lo mira extraño al verlo y escucharlo reírse a carcajadas sin motivo alguno, pero pasados unos segundos sonríe al ver al lindo humano sonreír tanto que sus ojos no logran distinguirse. Lleva sus manos a su chaqueta y sin dejar de sonreír piensa que Jimin tiene una bonita sonrisa que pone en aprietos los latidos de corazón.
—¿Terminaste? —lo cuestiona Jungkook, al ver que ha dejado de carcajearse.
—Sí —articula con dificultad.
—Póntela —dice el pelinegro, entregándole su chaqueta.
—Rayos, olvide mi suéter —protesta el rubio, luego de aceptar la chaqueta grande de Jungkook. —Hay un problema —agrega, cuando ha terminado de tallársela. —La llave de mi auto está en el bolsillo de mi suéter —gesticula.
—Iré por ella.
—No, no, no —se opone de inmediato, Jimin—. Si regresas intentaran golpearte.
—No tengo miedo que me golpeen —chista Jeon.
—No tengo miedo que te golpeen, tengo miedo que los mates, que te conviertas en lobo frente a ellos y reaccionen de manera estúpida —admite el rubio. —¿Y si viajamos en autobús? —le propone mientras agita sus brazos que son ocultados por la chaqueta.
—Como gustes —se limita a decir, Jungkook.
—¿Por qué lo golpeaste? —pregunta repentinamente, cuando ya han avanzado un par de cuadras.
—Porque te estaba tocando —responde en tono tosco.
—Así se baila —argumenta Jimin.
—Entonces no bailes —replica el pelinegro. —Al menos no frente a mí con otros chicos —agrega.
—Entonces para la próxima baila conmigo —suelta el rubio, moviendo sus brazos de manera graciosa de adelante hacia atrás.
—Mas vale que no te retractes —lo señala Jeon.
—No lo haré —asevera—. Será tu recompensa por no lastimar a mis amigos.
—Tendré una recompensa aun cuando golpeé a ese tipo —dice sorprendido el pelinegro.
—Trabajaremos en lo de golpear a extraños —añade de forma rápida.
La conversación entre ambos resulta cómoda y fluida que Jimin paso por alto que debían detenerse en la parada de autobuses.
Ahora debía mentalizarse que llegaría a su casa caminando juntos mientras se reía, discutía y conversaba de cualquier cosa junto a Jungkook.
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