起きろ
El corazón de ambas empezó a latir rápido, para desgracia de Lisa el suyo estaba monitoreado y se pudo escuchar como la máquina cambio el ritmo y se convirtió en uno más fuerte, alertando a Jennie, quien soltó una sonrisa al saber que ella era la causante de que el corazón de Lisa se acelerara.
— Despertaste — Sonrió ligeramente — Me alegro mucho — Dijo sincera, soltando un lágrima — Me preocupé mucho — Se sinceró.
— N-No deberías estar aquí, deberías estar con tu hija — Dijo con resentimiento.
— Lisa, prometo que te lo explicaré, por ahora déjame cuidarte, no estás bien — Habló con un tono tranquilo, el cual le dió paz a Lisa.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, dejando ver un cuerpo pequeño entrando.
— ¡Mami mami! — Gritó la pequeña — La máquina no me da mis pop pop — Comentó triste la niña.
— ¿Quieres palomitas? — Preguntó Jennie agachándose a la altura de su pequeña.
— Chi chi — Asintió eufórica con la cabeza.
— Ve y dile a tía Rosé que te lleve a comprar unas — Le acarició la cabeza antes de sacar dos billetes del bolsillo de si pantalón — Toma, compra lo que quieras y no olvides invitarle algo a Rosie ¿Sí?— Le sonrió.
— Chi mami — La niña tomó el dinero y salió corriendo.
Cuando Jennie se levantó y buscó la mirada de Lisa, esta parecía afligida.
— Tienes una hija excelente — Habló con la voz un poco ronca.
— Es la mejor niña del mundo, pronto entrará al preescolar, es muy inteligente — Dijo orgullosa de su hija.
— Tiene suerte de que tú seas su madre — Habló melancólica.
— Ella tiene suerte de que tú seas su madre también — Dijo para sus adentros Jennie.
— Voy por la enfermera, necesita revisar que todo esté bien — Jennie tomó el control de la cama para llamar a la enfermera, pisó el botón y la enfermera ya estaba en camino.
Casi en seguida la enfermera llegó, se alegró porque por fin esa chica había despertado, pues ella había sido testigo de la familia tan linda que tenía, a pesar de que Jennie había aclarado que era una vieja amiga de la chica, la enfermera sabía que una amiga no haría todo lo que Jennie hacía por Lisa.
Después de unos minutos revisó todo lo que tenía que revisar, reflejos, signos vitales y sobre todo, tenía que preguntar si Lisa recordaba todo, para ver si no había sufrido algún daño cerebral. Por suerte, Lisa recordaba todo, hasta la sensación más remota que sintió en el accidente.
— Muy bien linda, todo está bien, necesitas guardar reposo unos días más y si respondes bien a los tratamientos, podrás regresar a casa en menos de 2 semanas — Le sonrió la enfermera — Eso si, necesitas que alguien te cuide y te de los medicamentos necesarios, necesitas permanecer relajada y nada de trabajo — Señaló.
— Yo la cuidaré — Se ofreció Jennie.
— No — Fue rotundo — Contrataré una enfermera — Dijo Lisa.
La enfermera sonrió incomoda — B-Bueno, me retiro, conpermiso — Hizo una reverencia y se fue.
Lisa se removió incomoda en su cama de hospital, sintiendo la mirada penetrante de Jennie en ella.
— Lisa, yo te cuidaré y no hay discusión — Habló segura.
— Has lo que quieras, sé que lo harás aunque te diga que no — Rodó los ojos rendida.
La coreana sonrió de lado, victoriosa.
Lisa estaba haciendo berrinche en su cama, con los brazos cruzados y Jennie pensó en lo mucho que Ella se parecía a Lisa, pues hacia lo mismo cuando quería algo.
Se sorprendió al ver cómo esos ojos estaban idénticos a los de su hija y juró que en ese momento quería gritarle a Lisa que Ella era su hija, que era fruto del amor que se tuvieron un día pero... Serían muchas cosas para procesar en la pequeña y adolorida cabeza de la tailandesa, acababa de despertar de un coma. No podía soltarle la noticia así como así, sería duro.
Así que optó por guardar un poco más de tiempo la información, a menos hasta que Lisa se recuperara por completo.
❄️
— Hoy es el día linda — Animó la enfermera — Tómate esto en serio ¿Okay?, necesitas muchos cuidados, nada de levantar cosas pesadas o hacer muchos esfuerzos— Avisó la mujer.
— Está bien — Rió ligeramente.
— Muy bien — Sonrió — Iré a preparar los papeles, empaca tus cosas — Le ordenó la enfermera, Lisa asintió.
Cuando la enfermera abrió la puerta Jennie estaba detrás de ella, a nada de entrar. Le dedicó una sonrisa a la mujer y entró a la habitación, dónde Lisa comenzaba a cambiarse la bata de hospital por un pans gris y una sudadera holgada negra.
Jennie miró asombrada a Lisa, tenía demasiado tiempos sin ver el cuerpo de esta, así que su nerviosismo era evidente, las palmas de sus manos sudaban y su corazón palpitaba a mil.
— Supongo que mi auto quedó destrozado — Habló por fin Lisa, subiéndose el pans por sus piernas y acomodando su boxer, lo cual puso más nerviosa a Jennie.
— Amm... S-Sí, intenté llevarlo a reparar pero me dijeron que no tenía arreglo, llamé al seguro pero tú contrato venció hace 4 meses, así que no pude hacer nada — Explicó.
— Está bien, no importa, solo 200,000 dólares tirados a la basura — Rió amargamente mientras abrochaba los cordones de sus tenis.
— Traje mi auto, no te preocupes — Trató de animar Jennie.
— Está bien — Contestó poniéndose la sudadera y restándole importancia a lo que decía Jennie.
Después de unos minutos, los papeles estaba listos y Lisa al fin podía ir a casa a descansar de la vibra pesada del hospital que le traía malos recuerdos, pues su padre murió en un hospital en Tailandia.
El camino a casa de Lisa fue realmente largo, más de lo que deseó, el silencio incómodo no tardó en hacerse presente entre ambas, era un silencio que las estaba matando, pues las dos querían hablar leor ninguna supo hacerlo, así que solo se quedaron callada. Mala elección.
La dirección de Lisa estaba en el GPS de si coche, así que Jennie miró que faltaba poco para llegar a la dirección, lo cual le sorprendió, ya que era una zona bastante refinada de Nueva York.
Decidió no tomarle mucha importancia y seguir conduciendo.
Lisa miraba el paisaje por la ventana, suspirando de vez en cuando, sintiendo cómo sus entrañas aún dolían un poco, solo quería llegar a casa y descansar, pero sabía que no podría, teniendo a una intrusa en su casa que conocía demasiado bien.
El coche de Jennie se detuvo y Lisa miró que habían llegado a su destino.
— ¿Aquí vives? — Divisó el grandioso edificio.
— Mmhm — Contestó quitándose el cinturón de seguridad — Vivo en el último piso — Contestó tranquila bajandose del auto y sacando su bolsa de la parte trasera.
Jennie se bajó del auto y miró a lo alto aquel hermoso rascacielos enfrente de ella, se podía tapar con las nubes de lo alto que era.
Como una niña pequeña se quedó observandolo por unos minutos hasta que Lisa la interrumpió.
— ¿Vienes o no? — Preguntó enfadada.
— ¡Oh, si!, lo siento — Se disculpó corriendo hacia Lisa para ayudarle con su bolsa.
Fue entonces cuando ambas entraron a la recepción, dispuestas a subir al apartamento de Lisa.
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