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❝Siete❞

Jungkook desde el momento en que bajaron del tren le había colocado una bandana para cubrirle los ojos. Con la excusa de que era una sorpresa y que no quería que viera con los ojos si no que usara sus otros sentidos, como por ejemplo los oídos. Guiarse por los sonidos, percibir el mundo de otra manera por un rato.

Y le había gustado.

Caminaron alrededor de seis cuadras de la mano con la excusa de que era para que el mayor no fuese a chocarse algo en el camino, y aunque al llegar al tan misterioso lugar Taehyung se había quitado la venda jamás sus manos se soltaron del todo.
 
—Bienvenido al parque de diversiones Taehyung—esbozó una sonrisa cuando estaban parados en la gran y hermosa entrada.
 
Ambos chicos se encontraban emocionados y ansiosos por entrar, a pesar de que Jungkook había estado un par de veces en dicho lugar. Pero sabía que ahora era muy distinto a esas otras veces, por que la persona que lo acompañaba no era cualquiera. Y quería mostrarle todos y cada uno de los juegos, quería verlo feliz y divirtiéndose junto a él.
 
Luego de cinco minutos de espera lograron adentrarse al parque rodeados de muchas personas, manteniéndose lo más cerca posible para no perderse, observando curiosos hacia todos lados.

 
“Wow, mira todos estos peluches. Son muy bonitos”

 
Jungkook miró hacia donde el mayor le señalaba luego de leer lo que estaba escrito en la hoja. Varios peluches, entre ellos osos, perros y conejos, colgaban del techo de un puesto.  
Tomó del brazo a Taehyung y se acercó donde se encontraba el hombre que se encar
 
—Señor, quiero ganar un oso de esos—el hombre asintió, recibiéndo la cantidad de dinero que estaba escrita en un cartel por parte de Jeon.
 
—Claro, solo debes disparar con la pistola y darle a las cuatro botellas con dibujos de patos.
 
Jungkook asintió, respiró hondo y apuntó, como si de verdad lo que saldría del arma fuera una bala y él fuese un pistolero del lejano oeste a punto de matar un pato. Siempre le habían gustado las películas de Cowboy, western y del tipo que incluyeran a las armas, así que se sentía en personaje.

Le dio a las cuatro botellas movedizas sin vacilar ni un momento, por lo que sonrió con orgullo de si mismo mientras dejaba la pistola en su lugar correspondiente. Sintió los escurridizos brazos del mayor rodear su cintura por detrás, apoyando su mentón en el hombro de Jungkook.

Jeon no pasó desapercibido aquello, sientiendo sus mejillas colorearse levemente cuando dejó de sentir al mayor contra su cuerpo. No tenía el valor de voltear a verlo por el momento.
 
—Perfecto muchacho—el hombre le sonrió primero a Jungkook y luego a quien estaba centímetros atrás—, pueden escoger cualquier peluche de los que están colgados.
 
El peli-negro sintió que su acompañante le tiraba de la ropa para que le prestara atención, cosa que hizo inmediatamente. Olvidando que todavía estaba un poco tímido.

Taehyung le enseñó lo que había escrito en la libreta.

 
“¡Me gusta el pulpo amarillo Kookie!”
 

—Lo acababa de ver, e iba a decirte que me gustaba también—comentó sonriendo, volviendo la vista hacia el frente—. Queremos el pulpo, por favor.
 
El hombre les entregó el premio, y ambos chicos le dieron paso a más personas que también querían jugar. El pulpo era muy suavecito y bastante más grande que un peluche convencional pero fácil de cargar.
 
Jungkook no podía contener la risa al ver como el mayor abrazaba al pulpo y enterraba su nariz en él; seguro tenía un rico perfume. Ese aroma tan delicioso que dejaba claro que era algo nuevo y limpio, tan adictivo para cualquiera.
 
Los ojos curiosos del menor aprovechando que el mayor estaba entretenido con el pulpo sentado en una banca, se posaron en un juego en específico que siempre le había gustado. Pero sus hermanos siempre le habían dicho que era para bebés, algo muy cursi para un chico como él, a donde sólo los tontos subían.

Se mordió la lengua como acto de que estaba nervioso, y vaciló unos momentos en si preguntarle o no. Pero de verdad, de verdad él ansiaba mucho saber qué sentían los que alguna vez habían subido.

—Tae—murmuró, dando suaves y repetidos toques en el hombro del menor, sin dejar de observar hacia el frente—, ¿crees... crees que si subimos al carrusel no nos veremos como unos niños pequeños?

¡Yo siempre he querido subir a un carrusel!. ¿Y a quién le importa como nos vemos? Hemos venido a divertirnos

El peli-negro sonrió después de leer, asintiendo con la cabeza. Y tomados de la mano corrieron hasta una mujer que vendía los boletos.

—¡Buen día chicos! Cuesta solo cincuenta wones por cada uno.

Taehyung le entregó el dinero por los dos.

—¿Hay alguna posibilidad de que nos podamos subir juntos?—Jungkook preguntó mientras, desinteresadamente, acomodaba el pulpo en una posición que no fuera incómoda de cargar.

—Claro, vengan conmigo.

La mujer los guió por una escalinata metálica que crujía a cada paso que daban hasta llegar finalmente a la plataforma del carrusel. Ella comenzó a girar la calesita en busca de un asiento para dos, mientras que Taehyung le acomodó el cabello al menor.
Cuando voltearon hacia el frente, un unicornio alado, con el cuerpo de color rojo y el cabello amarillo. Era más grande que el resto, justo para dos.

—Sube primero—le indicó.

Taehyung así lo hizo, se acomodó con las manos apoyadas en las alas del unicornio. Jungkook subió detrás, pero el pulpo era molesto y sentía que podía caerse.

—Yo lo tendré hasta que bajen—ofreció sonriendo. Los menores asintieron de inmediato y Jungkook se lo entregó.

—Tengo miedo—confesó el menor en cuanto la mujer regresó a la cabina—, no tengo como sostenerme. ¿Y si me caigo? ¡Voy a morir, Tae!

El mayor sacudió la cabeza, y se volteó lo más que pudo solo para sonreirle por un segundo. Buscó las manos de Jungkook con las suyas hacia atrás y las colocó alrededor de su cintura. Volvió a apoyarse en las alas justo antes de que la calesita comenzara a girar, subir y bajar.

Ambos sintieron cosquillas es la panza, Taehyung pensó que eran por el juego y Jungkook se preguntó si acaso se podía tener mariposas allá adentro, porque para él eran eso.


(...)

De tanto que el carrusel subía y bajaba se habían mareado un poco, pero por sobre todo, sus estómagos gruñian por algo de comer. Así que, una vez que ya no sentían que el mundo temblaba a cada paso que daban, se pusieron en busca de puestos de comida.

—¡Veo uno, veo uno!—saltó emocionado, estaba desesperado por comer.

Taehyung intentó ver hacia donde señalaba pero el sol se lo impedía. Hizo un puchero con sus labios y tiró del brazo del menor. Levantó los hombros y negó con la cabeza para hacerle entender que no veía nada.

» —Bueno, vamos hasta allá—y dicha esa oración, le tomó de la mano para arrastrarlo entre toda la gente.

Lo bueno fue que no tuvieron que esperar demasiado para salir de ese lugar apestado de personas hambrientas con una hamburguesa, un burrito* y dos jugos cada uno.

Se sentaron a disfrutar de su almuerzo frente a unas pantallas enormes, donde estaban pasando las letras de canciones que la gente cantaba. Era un karaoke.

—Yo de pequeño solía cantar en la escuela—comentó tomando un poco de su jugo—, pero llegaron niños mejores y dejé de hacerlo.

"¿Ellos te molestaban?"

Jungkook pensó la respuesta, haciendo memoria a aquellos años en los que recién salía de preescolar e ingresaba al mundo de los grandes. El era la estrella, todos lo amaban, siempre lo llamaban para  cantar en los actos y eventos de la escuela. Pero los Park-Kim llegaron a la escuela, eran primos, unidos no solo por el lazo sanguíneo si no por la buena voz que tenían.
Al poco tiempo se unieron al club de canto, dejando a la maestra de música encargada del grupo sorprendida. Jungkook recuerda que desde ese momento dejaron de darle importancia a él, la maestra los prefería a ellos porque eran mayores.

Pero Seokjin y Jimin no fueron malos chicos con él hasta mucho tiempo después.

—No, solo fue la maestra. Quizás porque tenía solo seis años y ellos cerca de doce. Pero tampoco es que me importe demasiado, pasaron años de eso.

"¿Y hace mucho que no cantas?"

El peli-negro soltó una risita, sabiendo para donde apuntaba el mayor.

—No pienso subirme al escenario, Tae.

Rápidamente Taehyung escribió algo, enseñandoselo con gracia.

"¡Pero debes mostrarme!"

—Otro día... puedo cantar para ti.

Solo y únicamente para él, porque Jungkook ya no canta en público.

(...)


Taehyung llevaba varios minutos intentando escribir algo en la libreta, el sonido del ferrocarril lo ponía inquieto, no le gustaba. Comenzaba una palabra, pero la tachaba arrepentido. Y así se repetía una, otra y otra vez. Hasta que por alguna razón, tuvo el suficiente valor de enseñarle al distraido Jungkook.

"No malinterpretes mi pregunta, pero ¿la chica que te besó es tu novia o algo así?"


El menor levantó la vista para situarla en su acompañante. La expresión en su rostro era calmada, sonreía muy levemente. Estaba agotado y con muchas ganas de tirarse en su cama a dormir.

—YoonJin es mi mejor amiga, Tae, y es una niña demasiado hormonal e impulsiva. Otro día podemos ir a dar un paseo con ella para que la conozcas—lo abrazó por los hombros, a lo que el mayor únicamente asintió con la cabeza.

Si, tal vez debía conocerla. Además, ¿porque se había molestado realmente? Taehyung lo sabía, pero no quería aceptar que se había puesto celoso.

» —Descansa un rato—le quitó la Corona de flores para que estuviera cómodo—, falta bastante para llegar.

El mayor se recostó en el asiento, apoyando la cabeza en el regazo del peli negro. Tenía mucho sueño, y Jungkook también. Éste último cubrió al chico con el abrigo que llevaba por si acaso en su mochila y se dispuso a cerrar los ojos también ya que debían bajar en la última parada.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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