Capítulo 6
Pasaron pocos días. Ni siquiera Lena sabía cuántos ya que se encontraba siempre en el laboratorio para investigar (o al menos intentarlo) sobre su familia o relacionado con Rama Khan. Estar distraída, al fin y al cabo. Ignoró todos los comentarios; ignoró a Alex cuando insistía en que descansara, a Nia o J'onn cuando se despedían y también la comida que Kara le traía cada día.
La rubia se preocupó porque la notaba ausente, pero Lena le restó importancia de que estaba trabajando en algo importante, en una sorpresa que no podía desvelar por ahora. Tampoco era mentira; estaba haciendo un nuevo traje antikryptonita.
—¿Has encontrado algo? —preguntó Kara parándose a su lado y Lena negó con la cabeza sin levantar la vista de su portátil—. ¿Has almorzado? —volvió a negar con la cabeza—. ¿Quieres que pida algo o vaya a por él? ¿Pasta o shushi? ¿Big Belly Burger quizá? ¿Quieres que te lo traiga de otro país? —cuestionó mirando su perfil, pero su mejor amiga solo encogió de hombros—. ¿Siquiera me estás escuchando, Lena? —ella volvió a encoger los hombros sin dejar de teclear, concentrada al máximo ante buscar información más profunda de Rama Khan—. ¿Sabes que todavía tengo tu sudadera? La de tu universidad, tu favorita... Me la dejaste y quise devolverte tu ropa, pero bueno... sucedió lo que sucedió. Sin embargo, la he cuidado como si fuera mía —tarareó alegremente, pero se decepcionó al recibir la misma respuesta de su mejor amiga. Finalmente exhaló y dijo—: Me besé con William.
Definitivamente eso le llamó la atención. Lena dejó de teclear ipso facto. Alzó la vista encontrándose con la sonrisa de su mejor amiga y la pelinegra soltó un suspiro sin poder controlarlo. Kara frunció el ceño, preocupada, y cogió una silla para sentarse a su lado.
—¿Y bien? ¿Solo un soplido? —preguntó por el suspiro de la pelinegra y ella negó.
—Perdón, estaba... —alargó el verbo y miró nuevamente en portátil— concentrada.
—Eso ya lo he visto —titubeó apoyando sus codos en la mesa, sujetando su propia barbilla con sus manos—. Entonces... ¿Qué te parece? —se ajustó las gafas para observar a Lena.
—Me lo esperaba... como todos los demás —admitió la pelinegra volviendo al portátil, ocultando los celos que invadían cada extremidad de su cuerpo. Menos mal que se hizo a la idea de que lo había imaginado miles de veces, sino la habría dejado rota en el lugar. Sintió la mirada de Kara en su nuca y la observó de soslayo. Sabía que esperaba a que dijera algo más—. Es genial. Me alegro por tí, Kara, de verdad que sí —giró su silla y cogió sus manos—. Sabes que todo lo que te haga feliz, me hace feliz a mí.
—¿De verdad? —cuestionó con una sonrisa extensa y Lena asintió con sinceridad—. Rao, gracias... —Kara acarició el dorso de su mano con el pulgar y miró profundamente a Lena.
La pelinegra quería morir ahora mismo. No por los preciosos ojos azulados de la rubia que le recordaba al mar que le hacía derretir por segundos, sino porque sabía que significaba esa mirada ilusionada. Odiaba conocerla tan bien. Ella quería que le preguntase y cumpliese su papel de mejor amiga. Así que respiró hondo, se hizo el cuerpo una vez más, quitó sus manos para volver al portátil y preguntó:
—¿Y qué tal? ¿Cómo fue?
—Oh, Rao... Fue genial —respondió Kara con gran entusiasmo, aplaudiendo con sus manos y mirando al techo, recordando el momento—. Tenía miedo porque William a primeras no me dio una buena impresión, pero conforme he ido conociéndolo, he descubierto cosas maravillosas de él. ¿Sabías que le encantan los gatos, pero tiene alergia? Me da pena... —divagó y Lena insistió en que fuera al punto. Cuanto antes soltara la bomba, mejor, y así se podría dejar de martirizar un poco—. Bueno, el caso es que... ¿te acuerdas la noche del billar?
—La cita... —afirmó Lena cruzándose de brazos sin dejar de mirar el portátil y Kara asintió.
—Fuimos a ese restaurante japonés al otro extremo de la ciudad... ¿Te acuerdas? Al que fuimos nosotras hace unos meses... El restaurante Kassaki... Kussuki... —chapoteó con la lengua intentando recordar el nombre y Lena alzó la ceja, mirándola de soslayo.
—¿Kissaki?
«¿En serio le has llevado a un restaurante al que te lleve yo y fuiste únicamente conmigo?», se preguntó intentando no fruncir el ceño.
¿Ellas también habían tenido citas y no lo sabía? Al principio intentó convencerse de que también William era un amigo, pero no te besas con tus amigos y tampoco sonríes tan fuerte como lo hacía Kara ahora mismo.
«No te hagas ilusiones tontas por estas cosas. Debería ser porque le encantaba la comida que servía y quiso ir hacia allí, nada más. Kara siempre ha sido tu amiga. Ella nunca te vio como algo más, nunca te verá como tú la ves, Lena. Es imposible y más ahora con el reportero de pacotilla», se recordó a sí misma mirando de reojo a su mejor amiga.
—¡Exacto! Rao, qué bueno estaba el sushi, las bolitas de pulpo, y wow... los potstickers... Los mejores del mundo... Se me hace la boca agua solo con pensarlo.
—Kara... —insistió en que fuera al punto y la rubia se disculpó nuevamente.
—Me llevó a mi casa el muy caballeroso, aunque yo insistía en que no tenía que hacerlo. Además, fue gracioso porque luego mi hermana me llamó para una urgencia de Supergirl —comenzó a reírse nerviosamente y Lena la miró con la ceja alzada curvando su sonrisa, expresando no verbalmente en que dejara de divagar y Kara se disculpó una vez más esta vez haciéndole caso—. Esa noche cuando se despidió de mí, fui a darle un beso en la mejilla, pero él giró su rostro antes y al final... le besé. Y nos besamos. Rao, yo tenía mucho miedo, pero finalmente fue bastante agradable —sonrió tiernamente y Lena asintió con una sonrisa: esa de las suyas que ganabas un Oscar—. Y estos días me ha estado enviando ramos... —titubeó un poco y miró a Lena—. Muchísimos ramos, en realidad.
—Eso es... espléndido —susurró la pelinegra inclinándose nuevamente hacia el portátil—. En serio, me alegro por ti —se sinceró volviendo a teclear.
Aunque le dolía como si fuera un puñetazo kryptoniano en todo su estómago, realmente se alegraba de ver a Kara tan feliz. Si ella lo estaba, todo estaba bien. ¿Para qué están las mejores amigas? Para escuchar, para apoyarse, para alegrarse y para compartir su felicidad.
Si William la llevaba por el buen camino, nunca diría que no, aunque odiase ahora a su futuro novio. Se convenció de que poco a poco acabaría acostumbrándose, William y ella se convertirían en buenos amigos y seguro que en algún momento que otro olvidaría a Kara de una vez por todas.
—¿Sabes lo más curioso? Que me regalaba plumarias blancas y gardenias rojas. Es decir, son flores muy bonitas, sabes lo que opino de ellas, y es un gran detalle, pero... ¿normalmente no se regalan rosas o algo así? —preguntó al aire y Lena dejó de teclear de inmediato, abriendo los ojos de par en par mirando la pantalla llena de palabras. Miró a Kara después que tenía un rostro dubitativo e inmediatamente respondió.
—No tiene por qué —disimuló e intentó no morderse ni golpearse por lo que acababa de decir por defenderlo—. Supongo que es el chico que rompe con los estándares... Piénsalo así.
—Tienes razón... —asintió a su mejor amiga con una sonrisa y Lena volvió a mirar el portátil, confundida y con el ceño fruncido, un poco pensativa—. Bueno... ¿vas a comer? —se levantó de la silla y Lena la observó relajando sus facciones de la cara—. Aunque digas que no, te traeré el almuerzo. ¿Qué tal si voy a Tailandia y te traigo Pad Siew que tanto te gusta? —preguntó con una sonrisa adorable y Lena no pudo decir que no hacía falta.
—Eso suena genial.
—No tardaré, cariño —se acercó y depositó rápidamente un beso en el cabello de la pelinegra antes de cambiarse y salir disparada de su laboratorio.
Lena se quedó congelada, controlando el aleteo de su corazón. Su mejor amiga la trataba con cariño, pero cada vez iba a más. ¿Es que Kara realmente no era consciente de lo que podía provocar con tan poco? Odiaba darle el poder de que pudiera destruirla en cualquier momento. Ella debería haber seguido trabajando con Hope, conseguir eliminar esos sentimientos que te harían daño al final del túnel...
«Te hace sentir viva porque todo lo que sientes es real y es humano. Aprendemos a vivir con ello, ¿verdad? Nos hace más fuertes, ¿no crees? Hoy puedes llorar ¡y no pasa nada por hacerlo! Piensa que, sin tener días malos, los buenos no serían tan buenos», decía Mxyzptlk y Lena sacudió la cabeza dándole la razón otra vez.
Ella tenía que aprender a lidiar con ello porque formaba parte de su vida. Tenía que aprender. Ella dejó de esconderse, alzó la vista al techo y admitió finalmente que nunca dejaría de tener sentimientos amorosos y románticos por su mejor amiga si seguía así.
Exhaló poniendo sus codos en la mesa y las manos bajo la barbilla, pensativa a la conversación: las flores. ¿Por qué William iba a regalarle a Kara plumarias cuando esas eran sus flores favoritas? ¿Y gardenias rojas? No tenía sentido.
Ella no sabía mucho de flores, pero curiosamente, anoche para distraerse antes de dormir, se encontró un folleto con el título "Significado curiosos de las flores del mundo" en la mesita de noche. Recordó el significado de las gardenias en específico: amor secreto. ¿Pero qué tiene de secreto aquellos dos? Sí estaba claro la atracción y lo que sentían uno por el otro... ¿no?
Masajeó sus sienes, intentando buscar alguna posibilidad remota que tuvieran relación sobre las flores y aquel folleto, que el destino le estuviese diciendo algo y que no fuese con William con quien acabaría.
«Para de una vez, Lena», hasta su subconsciente habló por ella.
Ella tenía que parar de hacer eso. Tenía que alegrarse, tenía que aceptarlo. Seguramente en un futuro se reiría de aquello al recordarlo. Era así y ya está. William y Kara.
Dejó de divagar por sus pensamientos porque ella sabía perfectamente se estaba haciendo daño. Soltó un suspiro e intentó nuevamente concentrarse en su portátil. Podría tener razón en lo que había dicho: el chico estaba rompiendo las reglas del romanticismo y puede que ni siquiera supiera los significados de estas flores. Se relajó por un segundo hasta que...
—¡Aquí tienes! —Kara se deslizó por su lado dejando la comida rápidamente en la mesa y Lena se asustó.
—Joder —saltó hacia el lado contrario y la heroína, con sus reflejos gatunos y supervelocidad, la cogió para que no se cayera, sujetándola con fuerza y atrayéndola hacia su cuerpo.
—Perdón, no era mi intención asustarte... —susurró la rubia preocupada y Lena negó.
—Estaba... —soltó aire mirando el portátil de reojo— tan concentrada que no te esperaba —murmuró y volvió a mirar a Kara.
Y se congeló nuevamente. Ella se asustó al instante ante la inesperada presencia de Kara, pero ahora no temblaba de miedo. Realmente tenía que agradecer que le asustase porque su corazón no paraba de latir con fuerza ahora mismo.
No se dio cuenta de que la rubia estaba abrazando su espalda con fuerza y sujetando también su cadera con firmeza. Ni siquiera su mente procesó de que sus manos estaban posadas en sus fornidos hombros, casi agarrando su capa. Y mucho menos que sus rostros estuvieran a unos centímetros de distancia.
Inevitablemente se perdió en sus ojos azulados. Nunca los había visto tan de cerca y se sintió un poco privilegiada en ese momento. Su rostro angelical que transmitía paz. No pudo evitar escanear todas sus perfecciones desde su flequillo agitado hasta su mandíbula delineada. Su piel indudablemente suave, su nariz pequeña y adorable y la comisura de sus labios curvando una sonrisa... Dios, sus labios perfectamente besables.
Ella se sacudió mentalmente sus pensamientos porque ella cometería una locura ahora mismo y no quería hacerlo porque eso significaba perder a su mejor amiga. Abrió la boca para decir algo y apartarse, pero se quedó sin habla al ver los ojos de Kara. Tuvo que parpadear por si estaba soñando y observó que la rubia había borrado su sonrisa.
Ella también estaba mirando sus labios. Kara estaba mirando intensamente a sus labios. Kara Zor-El estaba a escasos centímetros y estaba mirando sus malditos labios. ¿Esto significaba algo? Nunca lo sabría porque su teléfono comenzó a sonar haciendo que ambas rompieran el abrazo, el hechizo o lo qué coño sea que acababa de suceder.
—¿Estás con Kara? Necesitamos a Supergirl —preguntó Alex en la otra línea de manera desesperada.
—Sí... Erm... Está aquí a mi lado —frunció el ceño para luego observar a Kara y se quedó muda al verla tan pálida. ¿Acaso los kryptonianos también se ponían así por alguna razón?
—Maldita seas, Zor-El... Espero que tu intercomunicador esté roto porque...
—Lo siento, Alex —interrumpió a su hermana antes de que pudiera seguir—. Voy para allá —y colgó sin recibir respuesta a cambio.
—¿Estás bien? —preguntó Lena ante la actitud ligera y dura de su mejor amiga.
—Oh, sí. Realmente me falla el pinganillo y no tenía ganas de discutir. Ya sabes cómo es Alex.
—¿Quieres dármelo para que lo eche un vistazo y así evitas a que te de la lata? —cuestionó con una sonrisa mirando a su mejor amiga cómo rápidamente alzaba las manos.
—¡No! —exclamó casi en un chillido—. Quiero decir, no hace falta. Tú estás con eso y Winn todavía no se ha ido, así que me aprovecharé de él.
—Hum... de acuerdo. ¿Nos vemos luego?
—Sí. Nos vemos luego.
Salió disparada haciendo que Lena frunciera el ceño. Ella conocía muy bien a Kara... Y sabía que estaba un poco nerviosa. ¿Por qué estaba siquiera nerviosa? No ha pasado nada, ¿verdad? ¿Estaba alucinando o hoy el día era muy raro?
Se dispuso a seguir, pero antes de volver a sentarse, Kara volvió para abrazarla por la espalda. Rodeó sus brazos por su vientre y Lena sujetó sus manos. Últimamente su mejor amiga parecía que tenía la necesidad de despedirse todo el rato así. Besó nuevamente su cabello y se marchó. Lena realmente iba a sufrir un ataque al corazón de tanta ternura.
Cayó la noche y estiró todo su cuerpo separándose de su portátil justo cuando Alex entró junto a Kelly, Kara, Nia y Winn. Habían terminado su trabajo por hoy y la pelinegra también decidió hacerlo. Ha estado trabajando más en el diseño perfecto de su traje que en otra cosa. Apagó el portátil y vio a todos tarareando felizmente.
—¿Qué ocurre? —preguntó Lena cogiendo su abrigo y Kelly se acercó.
—Kara está entusiasmada porque... —intentó la morena hablar, pero le cerraron la boca.
—¡Karaoke night! —gritó la rubia apareciendo a su lado asustando a ambas. Si le dijeran que era Mxyzptlk se lo creería porque aparecía en un chasquido de dedos—. Y vamos todos. Cuando digo todos, también contamos contigo y no aceptamos un 'no' por respuesta.
—Odio el karaoke... —se sinceró la pelinegra andando hacia la salida.
—¡Va a ir hasta J'onn! —exigió Nia cogiendo el brazo de la CEO para frenarle un poco—. Además, Kara va a estar besuqueándose con William y no es agradable de ver. Preferimos verte a ti.
«¿Ver mi cuerpo esculpido por los Dioses o verme a mí besándome con Kara?», bromeó Lena mentalmente mordiéndose el labio. También le gustaba soñar. No había de malo nada de eso, ¿no? Solo hacerse daño una vez más.
—¡Oye! —se quejó Kara con sus mejillas rosadas y ajustándose las gafas—. ¡Voy para cantar, no para besuquearme con William!
—Anda, vente... —Alex se acercó poniendo la mano en su hombro—. Realmente me gustaría que estuvieses... —susurró con una sonrisa icónica en los labios y Lena alzó las cejas intentando descifrar su rostro—. Solo has salido una vez con nosotros y nos gustaría regresar a los viejos tiempos.
—Está bien... —suspiró Lena mientras asentía—. Dejadme ir a mi casa para cenar y cambiarme. Nos vemos allí, ¿vale?
—Voy contigo —Kara se paró a su lado y Lena la miró con una sonrisa, aunque con el ceño fruncido—. Es decir, si quieres cenar conmigo, claro. Quiero asegurarme de que cenes bien y vengas al karaoke... No pienses que al ir a tu casa puedes escabullirte de nosotros.
—¿No confías en mí o qué? —vaciló arqueando la ceja, pero pronto se arrepintió al ver el rostro asustadizo de Kara al igual las caras de póker de los demás.
—Rao, Lena, lo siento, no pretendía...
—Kara, lo siento... —interrumpió sus divagaciones—. Era solo una broma —se dirigió a los demás—. De verdad, yo sí que no pretendía nada en absoluto.
—Eh, tranquilidad —interrumpió Kelly con una sonrisa radiante, actuando como la psicóloga de la familia—. Es natural estas reacciones, ¿vale? Acabáis de arreglar vuestras diferencias. Es normal que soltemos comentarios que parezcan hirientes o sean inoportunos, pero hablando se consiguen las cosas y resolvemos las confusiones, ¿verdad?
—Lo siento, Kara —asintió hacia la morena—. Confío plenamente en ti.
—Rao... —cogió a Lena y se fundieron en un abrazo, olvidando a los presentes—. ¿Nos vamos a casa entonces?
—De acuerdo —asintió en un susurro deshaciéndose del abrazo.
—Nos vemos allí —se despidió Alex junto a los demás desapareciendo por la puerta.
Ambas se miraron quedando solas en la sala. Lena instó con la mirada a que avanzara y ella fue por detrás para apagar las luces. Se dirigieron a la puerta y la pelinegra se acercó a ella cogiéndola del brazo. Kara la observó de soslayo y le dedicó una sonrisa que Lena le devolvió enseguida. Se conocían demasiado bien y sus miradas significaban que todo estaba bien.
—¿Nos vamos? —preguntó Kara alzando los brazos cuando llegaron a la puerta y Lena negó porque no alzaba los brazos hacia la salida, sino hacia su cuerpo.
Ella se refería a que fueran a su casa volando. Algo que nunca habían hecho a propósito a pesar de que Kara le había preguntado alguna que otra vez. Algo que nunca en la vida diría que sí, pero que lo deseaba con todas sus ganas.
—Con mi chófer —señaló fuera del edificio—. Además... —miró hacia atrás viendo a sus guardias, trabajadores y secretarios.
—Venga, señorita Luthor —se burló con una sonrisa haciendo que su mejor amiga chasqueara la lengua—. Sabes que desaparezco y aparezco en tu puerta en un segundo como tu heroína favorita.
—¿Acaso te dije que eras mi heroína favorita? —tarareó agarrando la manija de la puerta.
—Bueno... —frunció el ceño e hizo una mueca al igual que su cuerpo se tensó. Lena comprendió entonces lo que sucedía y esta vez se adelantó—. En realidad...
—Es Kara Danvers —interrumpió abriendo la puerta y la miró—. Supergirl ya tiene muchos fans... —murmuró y sonrió de lado y Kara irguió todo su cuerpo haciendo aparecer una sonrisa adorable en su rostro—, pero... —alargó la palabra mirando sus ojos azulados— si aparece dentro de diez segundos en mi puerta, la nombraré como mi segunda heroína preferida y podrá llevarme a casa para cenar con mi persona favorita.
Giró su rostro hacia la manija sin recibir respuesta a cambio. Abrió y salió hacia la acera, pero inmediatamente frenó en seco. Sacudió la cabeza incrédula al ver a Kara delante de ella ahora como Supergirl. Tenía que admitir que era rápida. Se cruzó de brazos, guardando su sonrisa y alzando la barbilla con una mirada de CEO, viendo como todos los de alrededor hicieron coro al ver su aparición inesperada.
—¿Señorita Luthor? Lo siento mucho, pero la necesitan urgentemente. Sé que odia las cosas imprevistas, pero... —se acercó vacilante, pero con una mirada seria—, ¿podría hacerme el favor de acompañarme? —fingió preocupación en su rostro.
Aunquele encantaría que fuera de otra manera, de correr a abrazarla y susurrar cosasbonitas antes de prender vuelo, se acordaron de que tenían que fingir al mundo.Lena, de mala gana, asintió y se acercó a Supergirl. Le amenazó un poco en vozalta; que no se notara que estuviera a gusto en sus brazos ni que adorara aKara con toda su alma. Segundos después, ambas despegaron.
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