Capítulo 5
Pasaron los días y fueron de los más maravillosos del mundo. La relación entre la rubia y la pelinegra se intensificó más que antes puesto a que ninguna tenía nada que perder y ambas confiaban una en la otra, aunque solo era estrictamente profesional porque solo se veían para trabajar y no tuvieron tiempo para nada más.
Sin embargo, mantenían discreción mientras investigaban juntas. No solo por los Luthors, sino por todos en general y por haber presenciado una realidad que Mxyzptlk enseñó que no querían que sucediera de verdad a pesar de haber pasado el tiempo (más vale prevenir que curar). Ellas dos trabajaban juntas desde las sombras, sin que nadie supiera que una Super y una Luthor estaban en un mismo laboratorio con un fin.
A pesar de que Kara intentaba que Lena no cometiera ninguna locura y dejase lo que estaba haciendo (ya que su mejor amiga se lo contó), ella negó diciendo que era una gran oportunidad y que no deberían desaprovecharla. Iba a seguir "trabajando" para su hermano, pero fingiendo en buscar lo que tenía en mente al principio e intentar saber cuáles eran sus verdaderos planes.
Cuando Lex le preguntó sobre su relación al verla un par de veces con Kara, negó inmediatamente sabiendo de antemano lo que pensaría. Le aseguró que era para mantener cerca de la kryptoniana por si sabía algo, por si se le ocurría entrometerse o si sospechaba de algún modo (todo mentira, claro). Alexander solo le felicitó por su genial idea y no se entrometió entre ellas, pero tendrían cuidado porque Lex tampoco era tonto.
—Hey —saludó Kara nada más Jess se marchó y se sentó frente a Lena cuando la CEO le señaló la silla después de saludarle con una sonrisa—. ¿Qué tal el día?
—Supongo que bien. Me duele un poco la cabeza, en realidad —se sinceró masajeando sus sienes mientras se ponía de lado sobre su silla, apoyando el codo sobre la mesa y mirando hacia el balcón y Kara dejó las bolsas de comida sobre la mesa—. Ya sabes; mi familia se escabulle cada vez que intento sonsacar algo. Rama Khan es muy pesado y cobarde porque cada vez que estamos a punto, se esconde... Cosas locas que han sucedido últimamente. Menos mal que frenamos al doble de Winn, el Toyman ese... —hizo una mueca al mirar nuevamente a la rubia y esta asintió en de acuerdo.
—Tienes razón —suspiró al recordarlo, pero luego se irguió hacia delante con una sonrisa entusiasta—. Oh, y no te lo dije... A pesar de que nos dieron la enhorabuena a nosotros, quiero que sepas que te agradezco tu ayuda y me fascinó el micro PEM de área corta que creaste para neutralizar sus mini robots. Fue increíble.
—Y fue gracias a ti que desarrollé el último toque —felicitó también Lena devolviéndole la sonrisa.
—No fue nada comparado contigo —encogió de hombros mientras jugueteaba con las asas de las bolsas—. Aquí la genio eres tú —elogió como hacía siempre—. Y sé que te lo he repetido muchas veces, pero me alegro de que estemos así... Me encanta trabajar contigo —le dedicó una sonrisa adorable que derritió a Lena por segundos.
—Y a mí contigo —bajó la voz mientras se tapaba las mejillas con las manos. Todo elogio, buenas palabras y cosas bonitas que le decía Kara, le hacía sonrojar de alguna manera que no podía controlar—. Aunque a veces trabajar para hacer el bien agota demasiado el cuerpo y solo quieres ir a casa a descansar al llegar la noche como hoy... —cogió la comida que ofreció Kara.
—Qué pena... —jugueteó con sus gafas haciendo que Lena frunciera el ceño.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? —se interesó al notar su tono apenado.
—Duh, bueno... Esta noche hemos quedado para ir al bar los chicos y yo... —titubeó mordiéndose los labios mientras jugaba con sus manos. Lena la miró instando a que continuase—. Te iba a preguntar si querías venir con nosotros, pero seguro que...
—Claro —interrumpió Lena con una sonrisa—. Hace mucho que no salimos todos juntos... —musitó mordiéndose el labio ante la idea.
—¡Genial! —chilló Kara con entusiasmo y rápidamente se recompuso al escuchar la risa de Lena. Carraspeó un poco y sacó los restantes envases de comida china—. Entonces... ¿Comemos?
Con un asentimiento, comenzaron a disfrutar del manjar. Lena todavía no podía creerse que después de todo la mujer que tenía delante se comportara de manera tan natural como siempre. No abandonó ninguna faceta y la trataba como si fuera una joya. Y a ella... si antes le gustaba Kara, ahora estaba perdida y locamente enamorada de su mejor amiga, pero lo negaría hasta la tumba como siempre.
Ella miraba de soslayo como la rubia comía los potstickers de dos en dos mientras contaba su mañana. Se reía como una idiota, aunque no tuviera gracia sus chistes o fuese una conversación normal, pero Kara no lo tuvo en cuenta ya que también sonreía.
La rubia, como algunos días que habían estado juntas en el laboratorio, compartía su sagrada comida y Lena bromeaba diciendo que lo único que quería era ponerla foca. Solo lo decía para escuchar las protestas Kara y que la elogiase un poco diciendo lo bonita y la buena figura que tenía.
—Y bueno, también debo contarte una cosa.
—¿Hum? —preguntó Lena tragando arroz de sopetón.
—Es decir, no es algo que te haya estado ocultando ni por asomo —se apresuró en decir cuando observó que la pelinegra arqueaba las cejas en señal de incógnita—. Es sobre William.
—William Dey... —dijo su nombre casi en un susurro.
Ella lo conocía de oído incluso antes que Kara por Andrea, pero simplemente le metió en la casilla de "otro reportero brillante más para CatCo". Además, recordaba que su mejor amiga lo había definido como una víbora venenosa al meterse en sus asuntos periodísticos, pero con el tiempo, todo cambia. Y entre ellos al parecer también.
Alguna vez que otra Kara había mencionado al susodicho en el laboratorio junto a Alex o Nia. Al principio pensó en que era un buen amigo de Kara. Decía algo sobre inseguridades, de que no estaba lista, de que no se fiaba, de que tenía miedo... hasta que habló de amor y supo que no se trataba de amistad.
Lena sintió una punzada dolorosa, pero no podía hacer nada. Lo único que le faltaba era perder a Kara por unos estúpidos sentimientos arrastrados desde hace años que había escondido en lo más profundo. Solo tenía que fingir como siempre y alegrarse por su mejor amiga. Si le fue bien antes ¿por qué ahora no?
—Sí. Creo que te he hablado de él.
«No, Kara, nunca lo has hecho. Al menos no directamente», pensó Lena mientras asentía.
—Esta noche irá con nosotros. ¡Estoy deseando que lo conozcas! —continuó alegremente haciendo que Lena solo extendiera una sonrisa. Fingida.
—Eso es... espléndido... —intentó no hacer ninguna mueca y asintió—. Por cierto... —carraspeó un poco Lena. Kara levantó la vista y esperó. Poco a poco empezó a fruncir las cejas al no recibir ningún comentario. La CEO intentó pensar en algo para cambiar de tema (cuanto menos William, mejor, porque sabía que la rubia seguiría hablando de él) y ¡bingo! Se acordó de algo importante que dejó pasar por falta de tiempo y por estar demasiado ocupada con su trabajo de CEO—. ¿Sabes algo de Mxy?
—No... —sacudió con la cabeza y suspiró—. Desde que lo arreglamos no lo he vuelto a ver. Él aparece y desaparece cuando le da la gana y cuando tiene algún asunto entre manos. Pueden pasar uno o dos años hasta que vuelva a tu vida... ¿Por qué?
—Se me olvidó decírtelo con tanto trabajo. Cuando llegué a casa aquella noche y me levanté por la mañana, tenía una nota extraña de él pegada en la nevera... Digamos que de despedida porque puso "nos vemos, monada" —miró hacia arriba pensativa, recordando lo que escribió el diablillo—. Estaba enumerados con palabras y frases aleatorias sin tener relación ninguna. Recuerdo que lo primero eran comida y flores. Muchas flores. Oh, y ¿viene la última tormenta? Algo muy raro que no tenía sentido ninguno —se rascó la sien y Kara instó con la mirada a que continuase con un asentimiento—. Lo segundo algo sobre mareos, estrellas y universo. Lo tercero sobre canciones, temblores y magia. El cuarto decía: 'fraternidad asegurada'. Y finalmente lo último era algo sobre ansias si todos los puntos anteriores se cumplían. Ah, y al final ponía que tú me ibas a dar las respuestas.
—No tiene sentido y claramente no tengo ni idea de lo que habla... Mxy es una caja de sorpresas —Kara hizo un mohín y frunció más el ceño sin entender porque Mxyzptlk le había dejado esa nota a su mejor amiga y porque había puesto que ella se lo resolvería. Le restó importancia; más adelante seguro que ambas lo entenderían.
—Cuando terminé de leerlo tuve el presentimiento de que lo volveríamos a ver para aclararlo, pero ahora parece que le gusta jugar —encogió Lena de hombros al igual que Kara que asintió y siguió comiendo.
Al final terminaron hablando de trabajo y la rubia le aconsejó que descansara para esta noche. Después del almuerzo, Kara se despidió porque tuvo que irse urgentemente para cumplir su papel de heroína. Lena por fin respiró, pero no pudo dejar de pensar en William. Apretó los puños y se mordió la lengua diciéndose a sí misma que todo estaba bien. ¿Qué otra cosa podía hacer o decir? Dejó a un lado los estúpidos celos y se concentró en su trabajo. No en el de la empresa, sino el de hacerse el cuerpo para soportar los tonteos y numeritos románticos.
Algunas veces Lena se mataba por dentro. No por sus sentimientos, sino porque ahora era más mentirosa con Kara. Pensándolo bien, ella había guardado el amor que sentía en una de esas cajas desde hace tres años e hizo una mueca al pensar en lo hipócrita que había sido en juzgar a su mejor amiga por haberse callado su doble identidad. Y ahora se habían prometido nada de secretos y ella guardaba uno muy gordo también. Pero realmente no quería perder a Kara por nada en el mundo porque era la única persona con la que era capaz de ser ella misma, que era capaz de confiar, que era capaz de olvidarse de su apellido. Al fin y al cabo: era capaz de todo.
Cuando cayó la noche, Lena ya estaba en la entrada del bar después de cientos de mensajes de Kara. Algunos solo con signos de interrogación o exclamación, otros solo con emoticonos dulces o amorosos y otros con palabras repetidas como 'ven ya', 'estamos todos' y similares. No era nada nuevo que Kara le mandara mensajes sin ningún tipo de orden, pero sí la insistencia de cada uno de ellos, como si quisiera llamarle la atención para que contestara lo más rápido posible. Claramente lo conseguía.
Inspiró con tranquilidad, sopló con fuerza, puso su mejor sonrisa y entró sin pensarlo dos veces. Levantó la vista y escaneó la zona con disimulo. No había demasiada gente. Algunos estaban sentados riendo. Otros simplemente estaban jugando al billar o dardos. Y otros bebiendo y charlando tranquilamente.
Kara no tardó en alzar la mano y agitarla como una loca para saludar. La pelinegra se echó a reír sacudiendo la cabeza, pero su risa se fue tan pronto cuando escuchó una voz masculina proveniente de su lado. Ella giró su rostro y vio al hombre con la mano alzada también saludando a la rubia.
—No entiendo cómo Kara sigue con tanta energía después de un día duro de trabajo —comentó nada más ni nada menos que William Dey—. Y usted es la señorita Luthor —bajó la mano hacia su dirección.
—Lena, por favor —asintió mientras estrechaba con suavidad.
—William —dejó de agarrar su mano y anduvieron hasta la mesa—. Supongo que Kara te habrá hablado de mí como ella no para de hablar de ti.
«Sinceramente... no», pensó Lena mientras asentía con una sonrisa. Tenían que darle el premio a la mejor actriz porque hoy llevaba unas cuantas sonrisas fingidas sin que nadie sospechara nada.
Lena miró hacia delante mientras William comentaba cosas maravillosas sobre la rubia. Cosas que ya sabía. Veía la sonrisa adorable de su mejor amiga sin dejar de apartar la vista de ambos. Se decepcionó un poco, a decir verdad. Ella pensó en que Kara nada más verla se había alegrado tanto que estuvo a punto de salirse de la silla, pero estaba claro que no era por ella, sino por él.
—¡Por fin llegáis! —exclamó Kara al verlos juntos—. Ya veo que no tengo que hacer presentaciones.
—Desde luego que no —respondió alegremente William parándose al lado de Kara para saludarle con un tremendo abrazo.
—Es un... encanto —enfatizó Lena con otra sonrisa de las suyas.
—¿Cerveza? —preguntó Alex apareciendo al lado de la pareja estrella y William asintió—. ¿Y tú, pequeña Luthor? —dirigió su mirada a la pelinegra—. ¿Cerveza o vino tinto?
—Cerveza también. Ya sabes, la irlandesa —le recordó y la pelirroja asintió—. Gracias, Alex.
—Ahora mismo vuelvo. Por cierto, Kara —frenó llamando la atención a su hermana—, deberías decirles a aquellos que dejen de matarse a discusiones sobre el billar. Son muy cansinos y al final nunca juegan.
—No lidio con niños pequeños —bufó la rubia con un puchero.
—Porque la pequeña eres tú.
Kara iba a protestar, pero cerró la boca con una sonrisa boba. No lo había dicho su hermana que se marchó segundos después, sino que lo dijeron William y Lena a la vez. Se entusiasmó porque habían pensado exactamente igual y eso le hacía sentir que iban a congeniar.
Qué equivocada estaba Kara.
No es que le fuese a caer mal, pero obviamente no quería tener nada que ver con William. Verle cerca de ella, que estuviera su nombre en la boca de Kara todo el santo día o imaginar sus labios presionados en los suyos... era un escalofrío que recorría su cuerpo. Ella podría sonar egoísta o tóxica, pero solo quería que Kara escuchara sus bromas para que se riera de ella y no las de William, aunque fueran las mismas.
Lo único que hizo Lena fue apartar la mirada para observar a sus otros amigos discutiendo mientras ponía otra vez esa sonrisa. No quería tener ese contacto visual con el reportero como diciendo "eh, 'amigo', hemos pensado de la misma forma". Y mucho menos quería pensar en que él y ella se parecían y decirse "al final tenemos mucho en común. ¡Hasta nos gusta la misma chica!".
—Voy yo... —se adelantó Lena sin decir nada más al ver que ninguno de los dos se movió.
—Espera... ¡Yo también!
Kara se levantó de su asiento de un salto dejando atrás a William cuando Alex llegó a la mesa y persiguió a Lena por detrás como si realmente fuera una cría de cinco años. Aceleró sus pasos para coger y abrazar a la pelinegra por detrás, cosa que le sorprendió gratamente a su mejor amiga. Ambas se detuvieron en medio del bar para fundirse en ese abrazo a pesar de algunas miradas.
—¿Y esto a qué viene? —preguntó Lena en un murmullo mirando por encima de su hombro mientras agarraba las manos de su mejor amiga que estaban entrelazadas en su vientre. Tuvo que volver la vista hacia la mesa de billar al darse cuenta de lo cerca que estaba Kara.
—No me has saludado —susurró cerca de su oído haciendo que sintiera un escalofrío por todo su cuerpo. Ella iba a sufrir un infarto hoy—. ¿Tienes frío? —cuestionó Kara después de separarse de ella al notar cierto temblor y al percatarse de que su cuello se le había erizado la piel.
—Hum... Solo un poco. Aunque este jersey tiene un poco de cuello, la tela es muy fina —se excusó de la manera más creíble posible tocando la tela de su ropa.
—¿Quieres que vaya...?
—Oh, no. No te preocupes —interrumpió sabiendo que iba a preguntar.
Encogió de hombros y volvieron a andar seguida de la rubia. Kara simplemente asintió con una sonrisa, aunque nada satisfecha. Ella se preocupaba y cuidaba a Lena más que antes y no quería que cogiera un resfriado tonto.
Qué ilusa y tierna era la pobrecita mía.
—¡Lena, hola! —saludó rápidamente, pero tiró de ella de inmediato junto a los demás—. ¡Dile a Nia que si mete la bola blanca podemos tirar desde cualquier parte de la mesa de billar! —espetó Winn cansado de discutir.
—¡Eres muy pesado! ¡Siempre se pone en el punto de salida! —replicó Nia cual niña pequeña.
—Venga, chicos... Que acaba de llegar —se quejó Kara cruzándose de brazos.
—No pasa nada —sacudió la cabeza mientras miraba a J'onn y Kelly con un gesto de complicidad al ver que ambos rodaban los ojos por el comportamiento de aquellos dos—. Y lo siento Nia, pero Winn tiene razón.
—¡Tengo razón! —gritó Winn mirando a Nia de manera victoriosa que esta le fulminó con la mirada. Kara hizo una mueca buscando la mirada de Lena diciendo "esta noche Nia mata a alguien, por favor, haz algo".
—Pero... —interrumpió la CEO apagando los gritos entusiasmados de Winn—, eso es si jugamos de manera profesional. Con tus amigos siempre se cambian las normas. Es como el juego de cartas del Uno. Si uno echa un +2, el siguiente puede seguirlo con otra carta igual mientras que en las reglas dice que el siguiente pierde turno, aunque tenga un +2.
—¡Ahí lo llevas! —se burló Nia con una sonrisa.
—Vale, los dos tenéis razón —bufó Kara animando a que siguieran con la partida.
—Gracias, Lena —susurró Kelly pasando por su lado para tirar nada más Nia puso la bola.
Retomaron la partida y finalmente Alex y William se unieron ya que intuyeron en que Lena y Kara no iban a volver. La pelinegra se dejó caer en la silla junto a Alex tras separarse de la parejita de la noche. El reportero no tardó en ponerse al lado de la rubia y Lena no quería acercarse para hacerse daño, pero los astros se alinearon para darle directamente en el pecho cuando la pelirroja habló.
—Kara se hace mucho de rogar con William —bromeó Alex bebiendo de su cerveza.
—Bueno, no es una chica fácil. Ya la conoces... Se verá cómo irá la cosa —apoyó la pelinegra intentando sonar natural y evadir el tema.
—Pero el pobre William no para de ir tras ella —continuó Alex para la desgracia de Lena—. Parece un perro faldero, aunque en el buen sentido. Siempre cubre a Kara en el trabajo, la acompaña a casa y le invita siempre al café. Intenta hacer lo que puede por ella y le hace algún detalle que otro.
«¡Vaya, Lena! ¿De qué te suena eso? Ah, sí... tú también haces esas cosas. ¡Qué casualidad! Al final sí que va a ser cierto de que tenéis muchas cosas en común», pensó la pelinegra tomando un sorbo de su cerveza.
Ahora se preocupó por si era obvia con sus sentimientos ya que hacía lo mismo que William (más bien él se copiaba de ella porque Lena conoció antes a Kara), por si se había delatado ella misma y la rubia nunca le hubiera dicho nada por si le parecía imposible de creer o porque no quería estropear su amistad, pero Kara le demostró siempre lo contrario y la trataba igual que siempre: como una amiga.
Incluso con más cariño que antes después de arreglar las cosas, como si ella estuviera hecha de porcelana, aunque la heroína le repetía que era la mujer más fuerte que conocía.
—Solo es tiempo —volvió a restarle importancia y Alex asintió de acuerdo.
—¡Bien! —apareció Kara interrumpiendo la conversación—. Nos toca —alzó la mano en dirección a la CEO.
—¿A quién? —preguntó Lena con ironía porque odiaba jugar al billar y su mejor amiga lo sabía. La rubia puso esa mirada de cachorro, cosa que no resistió y asintió—. Está bien...
—¡Yeehaw! —expresó alegremente para después dirigirse a su hermana—. ¿Alex? Te toca con William.
—¿No prefieres tú con tu amorcito? —se burló su hermana en un susurro haciendo sonrojar a la heroína. Lena intentó no echar la cerveza que había tragado de golpe para jugar.
—Mi pareja de juegos ha sido y siempre será Lena —replicó quitándole importancia mientras sujetaba el brazo de su mejor amiga, aunque notando como el sonrojo se le subía por el cuello.
—De acuerdo... ¡William! ¡Vamos a darles una paliza! —desafió la pelirroja andando hacia su lado para coger el taco.
—No sé qué decirte... —hizo una mueca mirando a la rubia que le sonrió—. Cuando Kara y yo vinimos aquí y echamos una partida, me dio una paliza impresionante.
«Ah... que habéis tenido citas. También olvidaste comentar ese detalle en el almuerzo, Kara... ¿Aunque qué esperabas, Lena? Con lo entusiasmada que se veía...», pensó Lena cogiendo el palo en silencio.
—Pf, qué va... —agitó la mano la heroína quitándose las medallas de encima—. Fue pura suerte de principiante.
—¿Segura? Parecía que tenías hasta poderes —bromeó el hombre haciendo que Kara soltara una risa nerviosa dirigida a su hermana.
—Las principiantes rubias siempre tienen suerte. Es ley de vida, ¿no? —se inventó Alex guiñándole un ojo para echarle una mano.
—Además, si los tuviera, sería una tramposa e injusta —sacudió con la cabeza con una sonrisa y William se echó a reír.
—Bueno, tampoco es muy difícil ganarme —habló acercándose a Kara que le dedicaba una sonrisa nerviosa, pero de las que te hacían sonrojar. Lena se inclinó.
—¡Pero si en la siguiente partida metiste tres seguidas, mentiroso! —rio tocándole el hombro mientras William se apoyaba en el palo y le dedicaba una mirada de enamorado.
El golpe seco de las bolas retumbó en los oídos de los presentes acabando la conversación. Lena estaba cansada de ver aquel espectáculo como si estuviera viendo una película mala de comedia romántica un domingo a las diez de la noche. No levantó la mirada, simplemente siguió el juego como si nada atrayendo la mirada de sus adversarios y su compañera.
Se dijo mil veces que podía aguantar, que sería fácil esta noche... Pero por alguna razón sentía que se le echaba el mundo encima.
No lo entendía en realidad.
Al principio de conocer a Kara, nada más verla pasar por la puerta de su oficina junto a Clark, sus ojos azules la cautivaron con el primer pestañeo y ella realmente intentó ignorarlo porque un Luthor nunca se enamora de una persona así porque sí.
Y a pesar de decir ella que no, su corazón latía un sí. No pudo evitar pensar en la rubia en todo el día y querer saber más de ella. Así que admitió que Kara fue la excepción que rompía la regla: el flechazo.
La investigó por encima, solo lo más básico: nombre, edad, ocupación... No quería violar su intimidad y acceder a su vida privada; con suerte, lo haría por ella misma en persona. Pero rápidamente la encasilló como chica imposible cuando supo por otras fuentes que había salido con chicos y no quería perder el tiempo en conquistar algo doblemente imposible.
Pasó el tiempo y, a decir verdad, todo iba bien: ella hizo su vida amorosa intentando olvidarse de Kara con otros (cosa que no le salió muy bien, pero la distrajo notablemente) y, aunque le dolía lo de Mon-El, sabía que podía manejarlo a la perfección. Lo hizo durante mucho tiempo y lo hizo bastante bien. Se convirtió en su mejor amiga y, a pesar de sus sentimientos escondidos, se sentía afortunada de tenerla tal y como estaba.
Pero ahora con William...
Había algo que cambió en su interior. Odiaba verle cerca de ella. Odiaba ver que le susurraba cosas al oído. Odiaba que la tocara. Odiaba que le sonriera y le guiñara un ojo después de meter una bola o se hacía el derrotado cuando lo hacía Kara. Odiaba que le aconsejara, que agarrara sus caderas y se inclinase junto a ella para ayudarle a tirar. Odiaba todo de él. Y odiaba que Kara fuera tan recíproca. Estaba en su derecho, pero no podía evitar sentirse así.
Supuso que era porque habían pasado los años. No era lo mismo su relación con su mejor amiga desde hace un tiempo que ahora. Cuantos más años pasaban, más cercanas se volvían. Más quedaban, más tiempo libre compartían y un largo etcétera. Y mucho menos después de hablar las cosas, trabajaban juntas y compartían un mismo secreto fortaleciendo esa relación.
Kara le trataba con más cariño que antes después de arreglar sus diferencias y se estaba ilusionando cuando la rubia le daba dos abrazos en vez de uno al día y sus pequeños gestos adorables hacía que su corazón aleteara de felicidad y no pudiese evitar que sus sentimientos crecieran día a día.
Realmente estaba siendo idiota.
El juego se volvió un poco turbio. Para Alex, Kara y William era solo pura diversión metiéndose unos con los otros, pero todos notaron la tensión en el lenguaje corporal de Lena, como si estuviera dispuesta a ganar el juego sí o sí; un desafío personal. Tampoco la juzgaron, Kara decía que era como Brainy: competitivos calculadores.
—Este juego es bastante interesante... —murmuró Kelly hacia su novia que asintió.
—Ahora es el turno de ellas con la única bola en la mesa —se acopló a su lado observando como la sonrisa de la pelinegra se extendía—. Creo que van a ganar gracias a Lena, aunque le toque tirar a Kara y sea una patosa —bromeó haciendo reír a la morena.
—¡Vamos, Kara! No te tengo miedo —se burló William acercándose a ella.
—Quita de ahí que me distraes —le echó a un lado mientras se disponía a tirar, pero William rehusó y se acercó más a ella.
—¿Tan nerviosa le pongo, señorita Danvers? —preguntó con una sonrisa burlona y Lena casi puso los ojos en blanco, pero se conformó con su otra cerveza que Winn le trajo.
—Ni un poquito —replicó Kara divertida mientras le miraba de reojo.
—Oh, de acuerdo, veo que lo tienes. Entonces te propongo un trato. Si ganas tú, haré lo que sea por ti, pero si gano yo, te invitaré al mejor restaurante... o al que tú quieras y no aceptaré un no por respuesta —desafió con una sonrisa entre dientes y la rubia alzó la ceja.
—Trato hecho —contestó de inmediato.
—Estos dos van a acabar juntos —tarareó Nia hacia Lena que solo asintió lo más natural posible.
El tiro era simple. Realmente estaba en línea recta, tenían todas las de ganar. Lena al menos le consoló que la parte del trato. Conociendo a Kara le pediría cualquier chorrada como seguir cubriéndola en el trabajo o cualquier cosa por el estilo y "no aceptaré un no por respuesta" significaba que al menos no habían intimado mucho como pensaba.
Pero cuando Kara tiró, se quedó atónita al igual que los demás. Claramente había interpretado el mejor papel de su vida porque falló el tiro. Era el más simple de todo el juego que hasta un niño pequeño que no llegaba a la mesa podría haberlo hecho. No podía creérselo, no podía ni pestañear.
—¡William! ¡A por todas! —gritó Alex entusiasmada y el chico asintió con una sonrisa.
—Que no te ponía nerviosa, ¿eh, Danvers? —vaciló con una sonrisa y ella simplemente encogió de hombros con una sonrisa. Finalmente, metió la última bola—. Cuando quieras nos vamos a cenar —reclamó su premio mientras le guiñaba un ojo y dejaba el palo encima de la mesa al igual que Kara.
—Pues mañana no tengo nada que hacer... —tarareó felizmente haciendo sonreír más al chico.
Lena definitivamente iba a sufrir un infarto esta noche, pero de todo el dolor y punzadas que estaba recibiendo y sintiendo.
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