Sobre vecinas
Frente a nuestra puerta, había otra puerta. La única. Perteneciente a nuestra única vecina.
Marilor. Llamémosla Marilor. En realidad, creo que se llamaba "Marie Laurie" y Marilor era una suerte de resumen como Marifer lo es de Maria Fernanda, pero no tengo la menor idea de cómo se escribiría.
Así que digamos nada más que es Marilor.
Marilor tenía una perrita, Iris. La primera vez que le abrimos la puerta a Iris, ella entró a la casa como Juana por su casa, se fue a revisar los cuartos y cogió algún zapato en el hocico, muy tranquila.
Iris me rompió una pantunfla. Igual era una perrita adorable, una especie de Labrador, pero un poco más pequeña y con el pelo más largo y de un tono dorado. No me pregunten a qué raza pertenecería, que suficiente es con que recuerde su nombre.
Iris era nuestra amiga tanto como Marilor y tenía toda la confianza del mundo para entrar al apartamento. Aprendió a abrir la puerta y en más de una ocasión nos aterrorizó al ingresar de improviso.
Pero tanto ella como Marilor eran adorables, así que no había problema.
Marilor es una mujer que vive en un apartamento lindo con un piano oculto en alguna parte el cual jamás escuchamos sonar (lo que hasta el día de hoy me intriga, tomando en cuenta la forma en que los otros sonidos viajaban dentro del edificio). Vive con Iris y a menudo recibe visitas de familiares o amigos, o se va de viaje los fines de semana. Trabaja en la cárcel para mujeres.
Marilor nos invitó en los primeros días que estuvimos ahí a una cena para conocernos. En ella, nos dio aperitivos típicos franceses (aceitunas y saucisson, entre otras cosas), y posteriormente nos sirvió un quiche de atún exquisito cuyo resto nos regaló.
Marilor fue una gran vecina, del tipo que te apoya, te pide apoyo, te regala comida y te lleva a dar paseos por el bosque.
Karen y yo siempre quisimos hacerle una cena para agradecerle la que ella nos hizo al principio.
Pero somos personas horribles.
Y jamás lo hicimos.
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