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Capítulo 4: Competencia

El primer juego en la lista del Círculo 5 fue Dance Dance Revolution. Andrea y Lucas me acompañaron hasta el arcade luego de que les escribiera por texto al trato que había llegado con Jack. 

—Bien, sabes que hacer ¿verdad chica fresa?— Asentí. Los dos nos paramos encima de las plataformas y Jack me dejó elegir la canción. Puse la que mejor conocía, una canción pop de la única princesa del pop. Jack sonrió al escuchar la famosa introducción. La competencia dio inicio.  Pisé los paneles de la pista en sincronía con la música y las flechas que aparecían en la pantalla. Pronto noté a Jack acongojado gracias a que, sin presumir, yo era muy buena en este juego. Al terminar la canción. Di mi último paso y miré a Jack con orgullo. Había obtenido el puntaje más alto. 

Pronto los chicos comenzaron a aplaudir. Jack me miró con evidente sorpresa. 

—¿Cómo es que...?

—Tengo dos buenos maestros. —Brinqué fuera de la plataforma y choqué los cinco con mis amigos. —Ahora yo elijo el juego, ¿verdad?— Simplemente asintió y yo comencé a caminar en busca del juego para la segunda ronda. Entre las máquinas de juego, localicé el Mortal Kombat. Era un juego donde solía pisotear a mis hermanos. Estaba confiada de que ganaría, claro que unos minutos después, Jack estaba celebrando porque él me había derrotado. 

—Tranquila. Tu puedes Gaby. Aun te quedan cinco rondas más. —Agradecí que Andrea viniera conmigo. Luego de eso nos dirigimos a otros juegos, estuvimos en el tenis virtual, en las canastas de básquet, jugamos al Mario Kart, Pac-Man e íbamos empatados. El último juego decidimos dejarlo a discreción de nuestros acompañantes. Jean fue el que nos indicó el juego final luego de la "reunión" que tuvieron.

—El juego que hará el desempate es el hockey de mesa. —Miré a Andrea y Lucas con la ceja alzada. ¿Era en serio?

—Tu puedes reina. —Sonreí ante el halago de mi amiga. Me giré a ver a Jack y este hizo lo mismo. 

—Muy bien chica fresa, este es el final. ¿Lista para perder?

—Nunca. —Sonreí y caminé hacia la mesa de hockey. Nos posicionamos frente a frente  con las luces brillantes reflejándose en la superficie pulida, y veo a Jack al otro lado. Él me sonrió con confianza, como si ya supiera que va a ganar. Agarro el mazo de plástico rojo y lo giro entre mis dedos mientras él coloca el disco en el centro. 

—¿Lista para perder? me pregunta con una media sonrisa. Yo le devuelvo la sonrisa.

—Veremos quién pierde.

Jack lanzaó el disco con fuerza. Reacciona rápido, pero también lo hago yo. Siento el aire salir de los agujeros bajo mis manos mientras desvío el disco a un lado. Su golpe fue fuerte, pero logró descontrolar su defensa, así que aprovecho la oportunidad y disparo de vuelta. El disco se desliza rápidamente hacia él. Golpea el borde de su mazo, pero no lo detiene. Rebota en el borde de la mesa y vuelve hacia mí. —Buen intento— dice.

Me concentro. Jack lanza un ataque rápido y yo respondo con otro desvío, esta vez dirigiendo el disco hacia la esquina izquierda de la portería. Jack se lanza, pero es demasiado tarde. ¡Gol! El marcador sube 1-0. —Suerte de principiante— murmura, pero veo la tensión en sus ojos. Él toma el disco, lo coloca en el centro de nuevo y me mira. Esta vez, está más serio.

El segundo juego es más rápido. Jack empieza a moverse con mayor agilidad, usando ambas manos para mantener el control y lanzar ataques desde ángulos inesperados. Defiendo con rapidez, deteniendo cada tiro con el mazo, anticipándome a sus movimientos. Pero él me sorprende con un golpe diagonal que rebota contra la pared y se cuela justo por mi lado derecho. —Uno a uno— una sonrisa victoriosa aparece en su rostro.

No puedo evitar sonreír. —Aún no ha terminado— le digo mientras recupero el disco y lo coloco de nuevo en el centro. Lanzo con fuerza, intentando un tiro directo, pero él lo bloquea. Contraataca con un golpe potente, el disco se estrella contra mi mazo, y rápidamente, sin dejar que el disco se detenga, lo desvío con un ángulo cerrado. Rebota dos veces en las paredes y se desliza suavemente en su portería. 2-1.

Jack frunce el ceño, más concentrado ahora. —Está bien, chica fresa. Ahora sí voy en serio.— Me preparo para el próximo lanzamiento. Esta vez, su estrategia cambia. Empieza a jugar con más precisión, controlando el ritmo. Mueve el disco de lado a lado, buscando debilidades en mi defensa. Mantengo mi mirada fija en el disco, siguiendo cada movimiento. Él lanza un tiro rápido hacia mi lado izquierdo, pero con un golpe de muñeca lo desvío con fuerza, lanzando el disco de vuelta con una velocidad inesperada. Va directo hacia su portería. Él se lanza para bloquearlo, pero es demasiado rápido. El disco entra. 3-1.

—¡Vamos!— exclamo sin poder evitarlo. Él niega con la cabeza, pero sonríe. —Aún queda un juego— expresa aunque su tono ya no es tan confiado. Coloca el disco en el centro una vez más. Yo siento que mi corazón late más rápido, pero me mantengo enfocada.

Ahora es más agresivo, golpeando con fuerza y rapidez. Bloqueo uno, dos, tres tiros consecutivos. El cuarto rebota contra mi mazo, el borde de la mesa, y casi entra en mi portería, pero logro detenerlo en el último segundo. Lo desvío de vuelta, y el disco empieza a moverse erráticamente. Jack se inclina para detenerlo, pero ya es tarde. Con un último impulso, el disco se desliza directamente hacia su portería. 4-1. Jack se ríe, sacudiendo la cabeza. 

—Bien jugado— dice, aceptando la derrota. —Lo admito, me has ganado esta vez.— Yo sonrío de oreja a oreja. 

—Así que ahora eres el tutor de mate, ¿cierto?— le pregunto mientras le tiendo la mano. Él la estrecha, aún riendo, y contesta: —Lo prometido es deuda chica fresa. 

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