—Creo que le gustas a Jack "El destripador" — Miré a Andrea luego de que soltara aquello como si nada. 

—¿De qué diablos hablas? —Lucas la miró de la misma forma que yo. —¿Acaso hiciste algún tipo de apuesta con Jesse? —Andrea se sonrojó y luego comenzó a mover la cabeza de un lado a otro. 

—¿De qué diablos hablas idiota? —Le aventó unas papas sobre su bandeja de comida y luego me miró. —Lo digo en serio. Escucha, no lo hablo a la ligera. Dijiste que interrumpió tu charla con Bruno ¿no? ¿Por qué crees que  lo hizo? No tiene sentido. Además, usó un buen truco, te distrajo con una página de venta de libros usados. Quiero decir, ¿no es eso muy obvio?

—O simplemente encontró esa página y no puedo evitar mostrármela. —Aclaré. Andrea suspiró.

—Bueno, si lo pones de esa forma... eso es extraño.— Miré a Lucas con los ojos entrecerrados. ¿no se suponía que estaba de mi lado?

—Oigan no se inventen tonterías. 

—No son tonterías. Además, a ti te gusta ¿no?

—¡Claro que no! —Mis dos supuestos amigos intercambiaron miradas, claramente no estaban convencidos. Suspiré. —¿No deberían estar pendientes de las decoraciones del baile? Es mañana. 

—Eres una cobarde al intentar cambiar de opinión, pero yo sí. Estoy pendiente de ello, Lucas no forma parte. 

—Pero lo hiciste tu esclavo. —Lucas me había contado que hizo una apuesta con su hermana y ella ganó. Aun no sabía de qué se trataba la apuesta, pero no tardaría en saberlo. —No sé que se traen ustedes dos, pero será mejor que vayan a hacer sus trabajos. —Andrea iba a oponerse justo cuando Jesse e Isaac hicieron acto de presencia. Jesse se sentó al lado de mi amiga, cosa que ya se le había hecho una costumbre. Mientras tanto Isaac tomó asiento en medio de mí y Lucas. 

—¿Ya van a llevárselos? ¿Verdad? —Los chicos rieron ante mi pregunta. Andrea puso los ojos en blanco.

—Si, necesitamos su ayuda. Creímos que solo nosotros podríamos, pero quería saber si es posible recibir un poco de ayuda. —Los cuatro me miraron. 

—Deben estar bromeando. 

—Claro que no. — Respondió Jesse. —Incluso el resto de los chicos nos está ayudando. No creímos que costara tanto trabajo todo esto. —Suspiré. 

—Vamos Gaby, no es como si tuvieras algo mejor que hacer. —La verdad no la tenía. Así que suspiré y finalmente acepté. 

(...)

Al entrar al gimnasio quedé con la boca abierta al ver el decorado para el baile. Había un enorme espantapájaros justo en la entrada, el cual lo estaban moviendo para que quedara completamente de pie. Literalmente el gimnasio estaba completamente transformado, un lugar familiar vuelto extraño y siniestro. Las luces del techo estaban cubiertas con telas negras y moradas, dejando apenas un resplandor espectral que bañaba el espacio en sombras profundas. Guirnaldas de telarañas colgaban de esquina a esquina, algunas con arañas falsas tan grandes como mi mano, sus ojos rojos titilando a la distancia. 

El escenario, normalmente reservado para asambleas aburridas, era ahora el centro de una macabra exhibición. Estaba adornado con esqueletos articulados que parecían moverse al compás de la música, y figuras de papel maché vestidas como brujas y fantasmas. Pero lo que realmente capturó mi atención fue el gigantesco castillo inflable colocado en el fondo, rodeado de niebla artificial que se deslizaba como un río helado a lo largo del suelo.

La pista de baile estaba rodeada por filas de mesas, cubiertas con manteles negros y decoradas con candelabros torcidos de aspecto antiguo. Pequeños globos de cristal con velas de LED en su interior proyectaban sombras danzantes que se movían como espíritus atrapados. 

—¡Ey, profe!— La voz de Jack hizo que alzara mi mirada. Se encontraba sobre una escalera colgando otras guirnaldas mientras Jean sostenía la escalera. 

—¡Gaby!— Me sonrió Jean. Los saludé a ambos con una pequeña sonrisa mientras movía mi mano de un lado a otro. 

—Veo que tienen suficiente ayuda. ¿Para qué me necesitan?— Pregunté mientras dirigía mi mirada a Jack. Debo confesar que aquello fue inconsciente. 

—¿Vienes a ayudar?—Jack terminó de colgar la guirnalda y bajó hasta pararse a mi lado. 

—Isaac me dijo. 

—Yo también. —Jesse alzó la mano y guiñó un ojo. Miré a Jack y este simplemente negó moviendo la cabeza de un lado a otro. 

—Bueno, si nos ayudas eso nos daría tiempo para el paseo del terror y... —Jesse cubrió la boca de mi amiga y todos nos quedamos en silencio al ver aquello. Isaac suspiró mientras ubicaba su mano sobre su frente. 

—¿Paseo de terror?

—Shhh.— Miré ahora a Jean.

—De todas formas creo que ya hay rumores. —Soltó Jack. —No sean tan duros. 

—¿De qué hablan?

—Se suponía que era una sorpresa. —Confesó Isaac. Dio un paso adelante y le pidió a los chicos que hicieran lo mismo. —Habrá un paseo de terror abierto mañana. Entrarán por parejas. Es como una casa de terror, excepto que se realizará el recorrido por toda la arboleda detrás del colegio. —Me quedé en blanco. Eso sonaba genial.

—Eso... es increíble. —Aplaudí. —Deberíamos entrar juntos mañana. —Los chicos sonrieron ampliamente. —¿De quién fue la idea? —Jack y mi amiga levantaron la mano y los miré impresionada. —Eso está genial. Va a ser un éxito.

—Eso esperamos. —Isaac miró el gimnasio. —Además he de decir que Andrea se lució con las ideas para la decoración. —Asentí y luego alcé mis dos pulgares hacia mi amiga. 

—Eres una genio.

—Pues bien, esperemos que guardes el secreto lo mejor que puedas. O si te preguntan, no dar detalles.

—Claro, cuenten conmigo.