Jack me llevó hasta la salida del campo. Me sentó sobre un cubo de heno y luego se quitó la parte superior del traje debido al calor. Su rostro se encontraba levemente rojo y el sudor caía sobre su frente. Me sentí mal, cargarme no era algo fácil. 

—¿Estás bien? ¿Quieres agua? Traigo en mi mochila. 

—Iré por ella. —Jack me dejó sola unos minutos mientras iba por la botella de agua y luego regresó para sentarse a mi lado. 

—¿Cómo estás? ¿No será mejor llevarte al hospital? —Me negué. 

—Es solo una pequeña torcedura. Una venda, hielo y reposo me servirá. —Me miró no muy convencido. Yo evité su mirada al toser hacia otro lado. Tomé aire sintiendo que me veía. De pronto la botella de agua se atravesó en mi campo de visión. Lo miré a él. Jack me había tendido la botella de agua. 

—Toma, hay mucho calor. —No me quejé. Tomé la botella y le di un sorbo. Nos quedamos en silencio un momento. De hecho, no fue un silencio incómodo. La brisa del campo atravesó mi rostro y no pude evitar cerrar mis ojos. Aquello me relajaba. Al abrirlos noté que Jack me veía con atención.

—¿Qué? —Negó moviendo su cabeza de un lado a otro. Pronto una sonrisa marcó su rostro y yo le devolví el gesto. 

—No me había fijado del lunar que tienes en la mejilla. —Me toque el rostro de inmediato. El soltó una suave carcajada. 

—¿Se ve mal? —Pregunté preocupada. 

—Claro que no. —Se enderezó. —Es más, me parece lindo. —Abrí mis ojos de par en par al escuchar ese cumplido. Sentí que mis mejillas se ponían más rojas de lo que ya estaban. 

—¿Qué dices? — Intenté sonar tranquila mientras me removía en mi asiento. Fue ahí cuando Jack quitó un par de cabellos mal puestos sobre mi frente. Nuestras miradas se cruzaron. Los dedos de Jack rozaron mi frente mientras sentía mi corazón latir con mucha fuerza. Fue ahí cuando mi mirada bajó a sus labios y Jack se dio cuenta. Su rostro se acercó levemente al mío, poco a poco. Al mismo tiempo sentía que mi corazón se saldría de mi pecho. 

Fue entonces cuando escuchamos a los chicos. Sin querer terminé empujando a Jack y este cayó fuera del cubo de heno. Él me miró con sorpresa y yo le pedí disculpas en un tono bajo. 

Andrea apareció cantando We are the champions junto a Jesse mientras Matthew hacía el compás y Isaac escuchaba en pleno deleite. El resto simplemente los veía con cierta diversión hasta que llegaron a donde estábamos. 

Los chicos le pidieron disculpas a Jack, pero él les mostró su espalda manchada y se burlaron de él.

—¿Cómo te encuentras amiga?

—Escuchamos que un lobo te atacó.

—Y que se te salió el hueso.

—Y que Jack peleó contra el lobo. —Miré a Theo, Jesse y Jean quienes habían exagerado la historia. El resto simplemente negó divertidos, incluso Mónica. 

—Estoy bien. Fue un pequeño doblón. Reposo y medicina me servirá.

—Tienes suerte de que sea viernes. —Comentó Theo. Concordé con él. 

—Entonces la fiesta se ha acabado ¿no? —Asentimos ante la interrogante de Jean.

—Lo siento.

—No es tu culpa. — Jesse se encogió de hombros. —Los accidentes pasan. 

—Pues ahora se tendrán que acostumbrar. —Explicó Lucas mientras se quitaba el chaleco. Lo miré con los ojos entrecerrados. 

—Nuestra querida Gaby no vive. Ella sobrevive. —Continuó Andrea.

—¿De qué hablan? No exageren.

—¿Qué no recuerdas que hace un mes te majaste los dedos en el archivero?

—O que hace un par de semanas se dio un golpe en la espinilla en el filo de las gradas de la escuela. 

—O que popó de paloma te cayó en el suéter.

—¡Oh sí! Yo recuerdo haber visto eso. —Apoyó Theo. Me sentía avergonzada. No me había dado cuenta que tenía tanta mala suerte. Hasta ahora.

—Santo cielo. Andrea, en serio yo sobrevivo. —Jack se carcajeo mientras tomaba la botella de agua.

—Bueno, es una suerte que yo sea a prueba de balas. —En ese momento no entendí su comentario. Ni siquiera cuando el grupo lo miró de forma extraña, como si estuvieran sorprendidos por ello. Sin embargo, estaba segura de algo, desde ese momento Jack se convirtió en una especie de protector contra mí misma.