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Capítulo 12: ¿Te crees el sombrerero?

Al abrir la puerta Jack aun mantenía su sonrisa. Respiré hondo y me hice a un lado.

—¿Puedo pasar?

—Sí, adelante. No hay nadie en casa. —Ni siquiera sé por qué di ese dato extra. Aun así, Jack no dijo nada y entró. Lo invité a pasar a la cocina ya que aprovecharía a calentar mi comida. Tomó asiento en uno de los bancos sobre la barra y yo serví mi comida en un plato para luego meterla en el microondas. 

—¿Qué haces aquí?

—Quería hablar contigo. Parecía que me evitabas.

—¿Yo? Nunca. —Solté sin verlo a los ojos. Luego de poner los platos en el lavaplatos me senté frente a él. 

—Sigues afónica. ¿Has tomado tu té?

—Lo llevo en mi termo. —Señalé el objeto que estaba en la esquina de la barra. —¿Por eso venías?

—No. Quiero hablar sobre lo que sucedió la noche anterior. —Sentía que mi cara volvía a ponerse roja.

—Fu-fue un accidente. ¿No? —Jack tragó y luego asintió

—Sí, supongo. 

—Entonces no hay por qué preocuparse.

—Gaby... ¿te molestaste porque lo hice?

—No. —Y era verdad. No estaba molesta. Solo... confundida. 

—¿Entonces porque pareces estarlo? —La mirada de Jack me rompió el corazón. Ni siquiera yo lo entendía, pero parecía que le afectaba el hecho de que lo evitara. 

—No, yo... lo siento. Es solo porque estoy enferma. 

—¿Estás segura? —Asentí. 

—Solo quería regresar a casa y no hablo mucho porque me duele. —Entonces sonrió. Incluso se mostró más relajado. Aquello me hizo sentir mejor. —No te sientas mal. Eso que pasó... fue un accidente. No nada raro, ¿cierto?

—Cierto. —No sé desde qué momento estuvo sonando la alarma del microondas, pero finalmente la escuché. Me levanté para tomar mi comida y servirme. 

—¿Almorzaste?

—Aún no. —Confesó.

—¿Quieres?

—No te preocupes. Mi madre me espera. —Asentí. —Por cierto, te traje más té. —Me dio otra caja. 

—¿Por qué tanto té? ¿Acaso te crees el sombrerero? —Jack soltó una leve carcajada. Se rascó la nuca y luego se encogió de hombros. 

—Es para que te recuperes más rápido. —Tomé la caja. 

—Gracias, pero no debiste molestarte.

—Lo que sea por una amiga. —Sonreí de medio lado. ¿Por qué esa palabra me molestaba? —Bien, come. Nos vemos mañana en la escuela.

—Claro. —Lo observé irse desde la cocina y comí tranquila. De pronto me sentía mejor. Me alegraba haber alejado el nerviosismo y las tensiones. 

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