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Capítulo 11: Nervios

En mis sueños repetí la caída de Jack hasta que sus labios tocaron mi mejilla. ¿Cómo rayos había sucedido aquello? Y lo más preocupante era por qué rayos mi corazón latió tan rápido al sentir ese beso accidental. ¿Acaso estaba loca? ¿Era por qué estaba enferma? ¿Fue efecto de la fiebre? Aunque no tenía fiebre. 

Pataleé mi cobija sintiéndome torpe hasta que me quedé dormida. Quisiera negar que aquel temperamento duró solo esa noche, pero me afectó por los siguientes días, incluso cuando volví al instituto después de mi período de reposo. Cuando me topé con Lucas y Andrea, mi amiga fingió demencia ya que le indiqué que Lucas no tendría por qué saber lo que sucedió en mi casa. 

—¿Cómo te encuentras? — Mi amigo tomó asiento a mi lado en la mesa de la cafetería vistiendo unos jeans desgastados, una playera blanca y su chaqueta de lona. Tenía el cabello negro levemente desordenado luciendo más atractivo de lo normal.  

—Estoy mejor. —Aunque aun sonaba afónica y la tos me molestaba, pero al menos tragar ya no me dolía. —¿Y tú? ¿Por qué te ves tan...?

—¿Modelo de revista? —Preguntó Andrea tomando asiento al lado de su hermano. Yo asentí. 

—Dijo que quería cambiar un poco su estilo. Que es hora de su prime. —Me reí. Lucas le dio un leve golpe. 

—No es cierto, olvidé lavar mi ropa y es lo único que tenía limpio. 

—Eso te pasa por irresponsable. Incluso te pregunté si metía tu ropa a lavar. 

—Ni loco. De seguro más tarde me lo cobrarías. —Andrea rio por lo bajo ya que era evidente que la suposición de su hermano era correcta. 

—Pues te ves bien. Aunque siempre te ves bien, pero hoy te ves más atractivo. —Hice un cuadrado con mis dedos como si quiera enfocarlo. Lucas soltó una pequeña carcajada y bajó mis manos. 

—Cállate. Es raro que me digas que me veo guapo. 

—¡Ay!, tan tímido él. —Se burló Andrea de nuevo y este le robó sus papas. Mi amiga se quejó y yo me reí. Al alzar la mirada me encontré con un par de ojos verdosos. Jack me miraba desde la mesa que compartía con sus amigos. Sentí mis mejillas ponerse rojas y tuve que apartar la mirada. 

—¿Qué harás con la carta? —Le pregunté a mi amiga tratando de evadir a Jack. Ella suspiró. 

—Ya la entregué. Pero saber que Jesse es el coordinador me pone de malas. 

—Ay Andrea, eres muy inmadura. 

—Tu cállate. Él se comporta como un santo frente a ti y mi mamá. —Lucas puso los ojos en blanco, obviamente cansado de la misma excusa de su hermano, sin embargo, yo le creía. Jesse la molestaba, pero no parecía hacerlo de manera maliciosa. 

—¡Lucas! —Isaac saludó a mi hermano con un choque de puños. Había dirigido mi total atención a los mellizos que no me di cuenta cuando el círculo cinco se nos había acercado. Todos los chicos nos saludaron y Jean preguntó si podían tomar asiento. Andrea y Lucas no se negaron. Yo, me limité a asentir. 

Jack había tomado asiento frente a mí y sentí que mi estómago se encogía. ¿Qué diablos me pasaba? ¿Desde cuando me sentía así frente a Jack? Nunca me había pasado algo como esto. 

—Estábamos pensando en ir a jugar paintball. —Comentó Theo mientras sostenía su sándwich a medio comer. —¿No quieren ir? — Lucas nos miró. Yo no dije nada. 

—Estaría genial. ¿Cuándo?

—El viernes. —Respondió Isaac. —Además, creo que es un buen momento para charlar sobre lo del baile. —Miró a Andrea. Mi amiga parpadeó varias veces.

—¿A qué te refieres?

—Soy el secretario del comité organizador y charlamos sobre tu solicitud con Jesse. ¿No amigo?— El rubio miró a Andrea con una pequeña sonrisa. 

—Sí, aunque no estaba muy de acuerdo con dejar que una niña maleducada formará parte de nuestro equipo. —Isaac lo miró.

—¿De qué hablas? Nos hace falta mano de obra. No muchos participan en estas cosas. Además, la carta era una mera formalidad. —No pude evitar soltar una pequeña carcajada al igual que el resto del grupo. Jesse se quedó mudo.

—Amigo, eso era un secreto.

—No es cierto. No es un secreto que necesitemos voluntarios —Jesse alzó sus brazos rindiéndose. — Bienvenida al comité Andrea. —Mi amiga sonrió de oreja a oreja y comenzó a prometer que no fallaría en nada, que ella era muy responsable y muchas cosas más. 

En resumidas cuentas, el almuerzo fue tranquilo, exceptuando que intenté evitar a Jack lo más que pude. Incluso salí huyendo de la escuela una vez sonó el timbre. Ni siquiera esperé a mis amigos. No podía ver a Jack a la cara. En lo absoluto. Al llegar a casa, lo primero que hice fue encender mi computadora y comenzar a leer el libro del que tendríamos comprobación la próxima semana. Estábamos en el período francés así que me tocaba leer El fantasma de la ópera.

Lo descargue y cuando abrí el archivo, la ventana de mi chat se abrió. Me quedé en blanco al ver que era una solicitud de mensaje de Jack. Tragué nerviosa. ¿Para qué quería charlar conmigo por chat? Lo pensé varios minutos hasta que acepté. 

"¿Podemos hablar?", decía su mensaje. 

"Estoy frente a tu puerta", leí el otro. Corrí hasta la ventana y pude ver a Jack sentado sobre las escaleras que llevaban a la entrada de mi casa. Probablemente sintió mi mirada sobre él porque alzó la cabeza y sus ojos conectaron con los míos. Me sentía atrapada. 

—¿Puedes bajar? —Suspiré. 

—Está bien. — No sabía que quería decirme, pero de algo estaba segura. Por primera vez estaba nerviosa por encontrarme con un chico, más específicamente, estaba nerviosa por encontrarme con Jack Smith. 

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