Sanación
Dos meses habían pasado ya, luego de aquel oscuro día en la llamada ciudad del amor.
La herida que aquello había dejado en los habitantes, seguía abierta, a carne viva.
Vidas perdidas, heridos por doquier.
Muchas personas compartían un solo pensamiento: ¿Quiénes se creían para decidir quiénes merecían vivir y quienes no?
Nadie podía decidirlo, nadie cargaba con aquella maldición.
El dolor había inundado las calles, junto con el temor de salir a disfrutar un bello día soleado o una noche despejada.
Algo curioso y que incluso se puede llamar como la belleza del dolor es que logra unir a las personas, entre más fuerte sea el dolor experimentado, las personas tienden a apoyarse las unas a las otras.
La belleza del dolor incluso puede sonar un poco inhumano, pensar que tener que esperar que algo negativo que nos provoque un tremendo pesar pueda lograr una unión que por otros motivos sería imposible que sucediera.
Pero, está lejos de serlo, es la representación máxima de la humanidad.
Eso lo pensó aquella tarde al ser acompañada al hospital por sus compañeras de clase, Alya y Marinette.
— ¿Saben? — Habló la azabache, llamando la atención de ambas — Extraño mucho su presencia — Comentó, observando sus pies.
Las tres se encontraban en la sala de espera del hospital, aguardando el momento para pasar a ver a su compañera durmiendo cual bella durmiente.
Marinette apretó el agarré de las flores que llevaba, había elegido unos girasoles para darle un ambiente alegre a la habitación de su compañera, además de que iban a la perfección con su personalidad.
Fuerte, independiente, amante del sol.
— Aquí aplica el "No sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes" — Dijo Alya, haciendo una media sonrisa.
Y vaya que tenía razón.
Aunque siempre estuviera ahí, ese algo siempre es más valorado cuando ya no se encuentra.
Las entendía, eran humanas como ella, y realmente agradecía el apoyo que le brindaban a ella y como a pesar de tener una eterna rivalidad con Chloé, estaban ahí, esperando a que despertará para que siguiera haciendo su vida de cuadritos.
La vida daba muchas vueltas, y esa era una de las más grandes que nunca imaginó ver algún día.
Ellas esperando a que despertará, sí bien no pasaban el mismo sentir que ella, lo comprendían.
Aquello a lo largo de los meses se había vuelto un ritual, cuando los días de visita para amigos en el hospital llegaban, nunca iba sola, siempre era acompañada por alguien y en ciertas ocasiones todo el grupo llego a ir.
Él que más solía estar en la habitación era Adrien, quien al término de esas visitas la acompañaba a casa.
Sí bien, en ocasiones se encontraba un silencio difícil de romper, no era incomodo.
Ambos estaban acostumbrados a su presencia desde hacía muchos años.
Él tiempo paso, ambas compañeras tuvieron que partir para realizar sus respectivas actividades en su hogar, ella todavía se quedaría ahí, tenía muchas cosas que hacer.
Una de las cosas claves que hacía era explicarle los temas vistos en clase, tenía el conocimiento de que las personas en coma podían escuchar lo que pasaba alrededor, así que sería una buena idea para que no se llegue a atrasar en las materias demasiado.
Usualmente el que hacia aquello era Adrien, pero en esa ocasión no había podido asistir.
Comenzó con Geografía, para terminar con la materia menos querida de Chloé, química.
Cuando terminó, observó su rostro, ya no tenía ese color dorado que le daba aquel bronceador costoso que compraba, sus labios no tenían el color rosa característico y en su lugar se encontraban partidos.
Un hueco en el pecho se le formo al darse cuenta que su rostro estaba ligeramente más afilado, estaba perdiendo peso de manera rápida.
Y su ceja, dios, la mataría si supiera que la dejo estar con aquella ceja sin forma.
— Chloé, creo que es hora de ¡Maquillaje sorpresa! — Exclamó, intentando sonar lo más alegre posible.
Tomo su mochila, sacando de ahí una pequeña cosmetiquera.
Y así, comenzó su trabajo.
No iba a dejar que ella aun dormida perdiera el glamor, era Sabrina, su mejor y única amiga ¡Era su deber!
— Listo — Examinó su obra, apreciando como el rostro de su amiga tenía otro color, incluso parecía que estuviese tomando una siesta de belleza — He mejorado, si pudiera verlo estoy segura que dirías que sí — Comenzó a guardar sus cosméticos de manera pausada — Juleka fue de gran ayuda, me dio un consejo sobre el rímel, para que no se corriera, cuando despiertes te lo enseñaré —.
— No sé mucho de maquillaje femenino, pero estoy segura que le encantaría, se ve como toda una diva — Una voz a sus espaldas la sacó de sus pensamientos, respingando levemente — Perdón, no era mi intención asustarte, recién salí del estudio — Se disculpo, tomando una bocanada de aire.
Lo cierto era, que no quería faltar ese día a la visita y tampoco quería dejar sola a Sabrina, pues tenía conocimiento gracias a Alya y Marinette que no podrían quedarse hasta el final de la visita, así que al salir de la sesión de fotos no dudó ni un momento en alcanzarla.
Además, ese día había algo importante que debían hacer ambos juntos.
Frente al museo de Louvre develarían la nueva estatua a la paz, en honor a las víctimas de aquel trágico día.
Aquello había sido un esfuerzo en conjunto de Francia y de los integrantes de la ONU, así que sería algo importante, además por fin los militares dejarían la capital ya que el peligro de otro ataque de ese tipo había bajado considerablemente.
Ambos habían sido invitados por el alcalde, junto con él dejarían una foto de Chloé junto con las demás fotos de los afectados.
— También lo creo — Sonrió al verlo, estaba claro que había estado corriendo por los pasillos del hospital para llegar hasta ahí — Pensé que te vería en el Louvre —.
— Me desocupe antes, por suerte — Mintió, la verdad había estado apresurando el proceso hasta el punto que el fotógrafo se había desesperado.
Un pequeño silencio se hizo presente, mientras ambos tenían sus propios pensamientos a flote.
Adrien pensó por un instante que su amiga despertaría para regañarlo, gritarle que mentía y que era un irresponsable.
— Sabrina — La llamó, se abrazó a si mismo — Aun no pierdes la fe ¿Verdad? —.
Ella negó con la cabeza, acercándose unos pasos a él hasta poder alcanzarlo y poner su mano sobre su hombro.
— No, algunas personas me pegaron la terquedad — Comentó, refiriéndose a ambos rubios.
Adrien solo pudo reír, recordando momentos de su infancia cuando Sabrina tenia que aguantar incansables peleas entre ambos.
Era irónico como él quería ser el soporte de su amiga, pero en ocasiones cuando él comenzaba a perder la fe, ella podía levantarlo.
Sabrina tenia eso en común con él, ella no lo dejaría perder la fe, así como él no la dejaría a ella.
La sanación poco a poco los iba llenando, logrando que sus corazones fuesen pacientes y fuertes.
Solo eso los haría resistir.
[...]
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Me puse media depre escribiendo esto, prometo que vendrán cosas mejores, lo juro.
Aclarare algo rápido, el personaje central de la historia es Chloé, por qué es quien une y unió a Sabrina y a Adrien, con una amistad, sí, pero ella de por medio. Ahora tienen que aprender a convivir con ella y a ser soportes para no sufrir el que ella este postrada.
Ahora sí ¡Mil gracias por todos sus comentarios! Realmente me hicieron la persona más feliz del mundo, a pesar que esto es más para "Deleite personal" Me hace feliz saber que les ha gustado, ahora pondré un poco más de esfuerzo.
Los amo, de verdad, hicieron que ese día sonriera un buen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro