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Capítulo 9

Despertar una vez en la cama de un cantante famoso podía ser por descuido de una sola noche.

Despertar dos veces en la cama de un cantante famoso ya debía ser estupidez pura.

Midoriya se encogió entre las suaves cobijas de la cama sin poder despegar la mirada del rostro apacible de Todoroki. Se veía tan pacifico al dormir, sus ojos estaban cerrados y su respiración era suave, casi imperceptible, su cabello se desordenó durante la noche, por ello lucía esponjoso y fuera de lugar, las hebras rojas se mezclaban graciosamente con las blancas y contorneaban su rostro cincelado.

Midoriya hubiese sentido ternura, Todoroki siempre lucía perfecto, intimidante, inalcanzable, pero mientras estaba ahí, a su lado, solo parecía ser un joven hombre apacible y atractivo. Sin embargo, Midoriya no podía negar el pánico que sentía al estar cerca de él, ellos no eran más que un par de desconocidos y, por sobre todo, Todoroki era un cantante famoso con una horda de fans por detrás que podrían cortarle la yugular sin pensarlo dos veces.

Joder.

Se habían quedado charlando hasta tarde en la habitación, Midoriya obtuvo cierta información sobre la vida de Todoroki para comenzar con su investigación biográfica, pero todo era meramente superficial, nada que le dejara conocer un poco más al hombre detrás del éxito.

La tensión entre ellos desapareció casi por completo y se la habían pasado bien, al menos así lo sintió. En un momento de la noche dejó de rogar para que Kirishima volviera, simplemente se quedó hablando con Todoroki con la satisfacción de haber comenzado su trabajo. El problema fue dormir. Midoriya dio lo mejor de sí para no sufrir de un infarto y conseguir meterse en la misma cama con Todoroki, pero sencillamente no podía dejar de temblar.

Todoroki no decía nada, no se inmutaba. Para él no había problema alguno, para Midoriya era el apocalipsis.

Finalmente ambos acabaron acostados en la cama —que gracias a All Might era de un buen tamaño—, dándose las espaldas y manteniendo un buen espacio de separación.

A Midoriya le costó conciliar el sueño, por ello envidió a Todoroki cuando se percató que se había dormido profundamente.

Shoto Todoroki era único, demasiado peculiar para el planeta Tierra.

De seguro era Kriptoniano.

La única vez que despertó a la mitad de la noche fue cuando el tour bus comenzó a avanzar en dirección a Osaka, Kirishima había tropezado y le gritó al conductor que por favor avisara antes de pisar el acelerador.

Y hablando de Kirishima, parecía que fue a comprar la comida italiana a la misma Italia, porque no volvió en varias horas.

Y ahora... ahora eran las nueve de la mañana y Midoriya quería salir corriendo.

Y tenía hambre.

Observó por última vez el rostro de Todoroki, conteniendo el suspiro que quería escapar de sus labios ante la belleza masculina y sofisticada, aún le costaba comprender que ellos habían tenido un efímero momento, Midoriya se sentía insuficiente para siquiera estar en el mismo lugar. 

Se levantó de la cama, definitivamente no quería estar ahí cuando él despertara, sería mucho más bizarro y complicado para su pobre corazón que no tardaría en desgastarse.

Cerró suavemente la puerta de la habitación de Todoroki esperando encontrarse con Kirishima, pero no había rastro del bajista por ningún lado, solamente su cama revuelta evidenciaba que durmió ahí.

Hizo una mueca. Bien, buscaría vida humana luego, ahora tenía hambre y eso era importante.

Al menos para él.

Lo único que encontró en el pequeño refrigerador de la cocina fueron dos potes desechables con la bendita comida italiana, así que no tardó en tomar uno y meterlo en el microondas, esperando pacientemente mientras veía la comida girar.

Escuchó el ruido de algo  caer al suelo y unos pasos lentos y pesados acercándose, de seguro Todoroki se había despertado por su culpa. Contuvo el aliento, debía reaccionar casualmente y fingir que dormir con él no había sido uno de los momentos más extrañamente significativos de su vida, solo debía comportarse como un adulto y no como un adolescente asustado.

No había razones para que ese viaje alrededor del mundo empeorara y arruinara sus ánimos, Kirishima era amable y Todoroki había comenzado a cooperar con él, escribir sería mucho más sencillo y llevadero.

No se daría cuenta cuando el fin de todo estuviera cerca.

—Kirishima dejó dos potes de comida italiana, escogí la lasaña, ¿quieres que caliente el tuyo? —preguntó sin voltearse—. D-Digo, sé que no es un buen desayuno, pero no tienen nada más aquí.

Todoroki no respondió.

Midoriya frunció el ceño, sabía que el cantante era callado, pero nunca perdía la oportunidad de contestar irónicamente cuando se le preguntaba algo.

—¿Qué es esto? —Una voz claramente desconocida e irritada resonó tras sus espaldas—. ¿Ese idiota rompe con la perra millonaria y ya volvió a ser homosexual?

Midoriya sintió que el alma se le caía a los pies, se había equivocado y la persona tras sus espaldas creía que tenía ese tipo de relación con Todoroki. Rápidamente se volteó para disculparse y dar explicaciones, pero no pudo hacer más que quedarse callado.

Por All Might, no.

No podía ser cierto.

El hombre enfrente suyo le vio con repudio, pero al notar quién era, su rostro cambió rápidamente a una mueca de confusión. 

Ambos se habían reconocido.

Mierda.

—¿Q-Qué...? —apenas pudo musitar—. ¿Q-Qué haces tú aquí?

La ardilla en su cabeza comenzó a correr a toda velocidad intentando buscar una resolución.

Cuando Todoroki le dijo la noche anterior que el último miembro del staff se llamaba Bakugou y que era algo irritable, pensó en cierta persona de su pasado que le hizo quién hoy era, pero jamás pensó que en realidad se trataría realmente de él.

Katsuki Bakugou fue una de las personas que marcó su pasado y si era sincero, no esperaba encontrárselo ni ahora ni nunca. Él era alto e intimidante, pero Midoriya siempre temió más de sus ojos carmesí que siempre le veían con profundo desprecio, cargados de arrogancia y poca simpatía.

Nunca supo cómo tratar con él, ahora muchísimo menos.

¿Cómo debía hablar con una de las personas que arruinó parte de su vida?

—¡¿Con qué derecho lo dices?! —Bakugou espetó furiosamente—. ¡Deku!

El apodo denigrante y cruel que le persiguió durante su infancia y adolescencia cayó sobre su cabeza como un balde de agua fría. Volvió a sentirse solo y perdido, como si todos esos años de esfuerzo, estudio y sacrificio no hubiesen servido en nada y aun fuese un ser insignificante.

La necesidad de correr y escapar fue insuperable, no quería verse reflejado en los ojos de Bakugou otra vez.

No debía estar ahí.

No quería estar ahí.

—Esto debe ser una jodida broma —Bakugou farfulló, él tampoco estaba feliz por esa reunión imprevista.

Midoriya se forzó a sí mismo a tragar y obligarse a hablar.

—T-Tú... ¿trabajas para Shoto Todoroki? 

Se sintió patético e incompetente al balbucear, ¿por qué no podía mostrar un poco de seguridad?

Bakugou frunció el entrecejo en cuanto el nombre del cantante salió de sus labios. Como si aquello fuese un detonante dentro de él, Bakugou dejó su postura orgullosa y le vio con enfado.

—¿Me preguntas? ¡Soy yo quién debería preguntarte!

Bakugou se quedó con otro insulto en la punta de la lengua, fue automáticamente callado después del empujón en la espalda que Todoroki le proporcionó.

—Apenas llegas y estás gritando, maldita sea. —Todoroki entró en la pequeña cocina claramente adormilado y ajeno a la situación—. ¿No podías aguantar cinco minutos?

Bakugou vio a Midoriya de pies a cabeza y luego a Todoroki, juzgándoles con la mirada. Era claramente sospechoso que solo Todoroki y él estuvieran en el tour bus en pijama, así que probablemente pensaba que tenían una relación.

Otro bendito problema a su lista. Todoroki y Bakugou eran amigos, ahora tendría más razones para odiarle.

Como si no fuera ya suficiente.

—¿Qué hace él aquí? —espetó señalándole como si se tratara de un objeto—. ¡Deja de verme con cara de sueño, bastardo!

Todoroki frunció el ceño con irritación y varió su atención entre ambos. Finalmente suspiró y señaló a Midoriya al no saber si era prudente tocar su hombro.

—Se llama Midoriya, y Kirishima dijo que no hay que incomodarlo.

—¡¿Y por qué?!

—Pregúntale a Kirishima.

—¡Me refiero a por qué está aquí, idiota!

Midoriya se escabulló por su lado, intentando mantenerse lo más alejado posible de Bakugou.

—Y-Yo... voy a cambiarme, si me necesitas o quieres preguntarme algo sabes que puedes llamarme. Hasta luego.

La campanilla del microondas resonó.

—Midoriya, sea lo que sea que calentabas está listo —Todoroki le avisó—. ¿Por qué te vas?

—¡Desayúnalo tú!

Midoriya sacudió su mano y se alejó como si estuviera al borde de un ataque de pánico. Todoroki se sintió más que confundido al ver cómo Midoriya huía hacia su habitación, lo más probable era que cambiara su ropa y volviera a escaparse a cualquier parte.

Le habían espantado.

Bakugou le había espantado.

—¿Qué le hiciste? —preguntó con fastidio, conocía suficiente a los dos involucrados, sabía que el único culpable era Bakugou.

Sin embargo, Bakugou le miró como si la pregunta le ofendiera.

—¿Y mi respuesta? Tercera vez, cabeza navideña. ¡¿Qué él hace aquí?!

Todoroki quiso cubrirse los oídos ante el escandaloso reto, pero en su lugar solo dejó escapar un pesado suspiro. Sabía que debía ser sumamente paciente cuando se trataba de Bakugou, contar hasta diez nunca fue suficiente.

—Es un periodista.

Bakugou pasó de estar de furioso a incrédulo. Todoroki cerró sus ojos, ahí iría el sermón...

—¡Un jodido periodista! ¿Si quiera pensabas antes de meterlo a tu cama?

—¿Y a ti qué te importa? —Todoroki pasó por su lado y abrió la puerta del microondas, sacando la humeante lasaña—. Y respondiendo a tu segunda pregunta, no lo metí en mi cama.

Todoroki volvió a fruncir sus cejas, eso último había sido una completa mentira y lo sabía.

—Espera, sí lo hice —murmuró casualmente antes de prestarle atención a su comida.

—¡Hijo de...! —Bakugou se mordió la lengua mientras veía a Todoroki pinchar la lasaña con el tenedor y llevársela a la boca como si la situación no fuese importante—. ¿Puedes dejar de tragar?

Todoroki negó con la cabeza, no podía hablar con la boca llena y tampoco dejaría de comer porque él se lo pedía.

—¡Es un periodista! ¡Primero Yaoyorozu te mete en el ojo del huracán y ahora esto! ¡Si quieres morir dímelo y con gusto te mato, bastardo!

—Yo no lo traje —Todoroki dijo después de tragar—. Creyeron que escribir un libro sobre mí sería buena idea. Llamaron a la editorial Idaten y pidieron a quien escribió el libro de Dark Fox el año pasado.

—A Dek... —Bakugou se interrumpió—. A... él.

Todoroki entrecerró sus ojos al verle, escuchó a la perfección su tropiezo al hablar y también les había oído antes de llegar a la cocina. Sin duda alguna se topó con una historia pasada que, seguramente, ni Midoriya ni Bakugou querían recordar.

—Ustedes se conocen.

—Por supuesto que no, ¿eres idiota?

Bakugou no desvió la mirada ni titubeó al hablar, su convicción para mantener sus secretos a salvo era sublime. Mentir nunca le fue difícil, pero Todoroki podía reconocer con facilidad una mentira.

Y eso no hizo más que encender todas las alarmas en su cabeza. ¿Cómo podía una persona tan tosca y salvaje como Bakugou conocer a alguien tan bondadoso y dulce como Midoriya? Conocerse bien, porque incluso le llamaba por un apodo.

Aunque no aseguraba que "Bueno para nada" fuese un apodo.

—En fin —Todoroki siguió hablando, podría descubrir el resto después—. Midoriya se quedará con nosotros, nos acompañará en los ensayos y conciertos.

—¿Qué...?

—Además, le invité a dormir aquí.

—¡¿Qué?!

—¿Me estás escuchando?

—Creo que perdiste por completo la cabeza. Es más, ¿dónde carajo va a dormir?

Todoroki guardó silencio y volvió a meterse otro trozo de lasaña a la boca. Bakugou apretó el puente de su nariz entre sus dedos. Uh-uh, él ya sabía dónde iba a dormir Midoriya.

—Contigo —Bakugou se respondió así mismo—. Oficial, perdiste la cabeza. Aplausos para ti, pronto estarás en el club de los veintisiete.

—¿Es un juego entre tú y Kirishima? Ya no es gracioso. —Todoroki frunció el ceño—. Además, no deberías exagerar, una cosa llevó a la otra y... no lo sé, son cosas que pasan.

—Cosas que pasan cuando estás borracho.

Bueno, Bakugou tenía razón en cierta parte, la primera vez sí estuvo borracho.

—Espera, ¿con qué derecho me regañas? Faltaste al primer día.

Bakugou le vio de pies a cabeza antes de bufar y cruzar los brazos por sobre su pecho. Su postura gritaba arrogancia por cada centímetro y cero intenciones de disculparse con él.

—¿Y? Estoy aquí, no llores —a pesar de que se calmó, su voz seguía pareciendo veneno.

Todoroki no hizo más que rodar los ojos, no había caso en intentar hablar razonablemente con Bakugou. Podían ser amigos, pero él parecía dispuesto a cortarle la yugular en cualquier momento, así que su relación era un tú me soportas, yo te soporto continuo.

—¿Y Kirishima?

—Quería un bajo para practicar la canción más cursi y patética de tu repertorio. —Bakugou bufó—. La detesto.

—Tú detestas todo.

Sí, All The Love era una canción simplemente cursi si era malinterpretada, lo que pasaba muy a menudo. La mayoría pensaba que se trataba de una canción para una amante pérdida, pero era algo totalmente diferente.

Jamás le importó explicarlo, no lo haría ahora.

—Como sea, yo me voy de aquí. Disfruta de joder tu vida, vas por muy buen camino. Solo dime, ¿qué flores llevo a tu funeral?

—Ambos sabemos que no me llevarás las flores.

Bakugou chasqueó la lengua y se fue por el pasillo con un claro humor de perros. Todoroki sabía que estaba más que disgustado, estaba colérico, enfadado por varias razones, y una de ellas era Midoriya.

¿Qué había pasado entre esos dos?

Todoroki comió pacientemente antes de tirar el recipiente a la basura. En todo ese rato no escuchó ningún ruido desde la habitación y tampoco vio a Midoriya huir, así que el chico estaba extrañamente callado y quieto.

Suspirando, se decidió por ir a su habitación en busca de Midoriya. Se debatió bastante entre tocar o no la puerta, después de todo la habitación era suya. Finalmente decidió ser una persona decente y dar dos toques sobre la madera.

—¿Midoriya...? —preguntó al no recibir respuesta—. ¿Estás bien?

Oh carajo, ¿y si huyó por la ventana? Tendría sentido, de algún modo...

Un golpeteo y el sonido de una grosería mascullada le sacaron de sus bobas conspiraciones.

—¡P-Pasa! —tartamudeó.

Todoroki abrió la puerta con lentitud temiendo alterar más al chico que obviamente no se encontraba bien.

Midoriya estaba sentado a orillas de la cama, se había cambiado de ropa y peinó un poco su cabello. Cualquiera diría que estaba actuando normal, pero Todoroki sentía inquietud, la forma en que Midoriya sujetaba su teléfono entre sus manos y como fruncía sus labios eran signos de tensión.

Por un momento, la sensación de ternura y comprensión le invadieron. Midoriya lucía tan confundido que tuvo el impulso de abrazarle y sostenerle, asegurarle que todo estaría bien aunque no sabía qué diantres estaba ocurriendo.

—¿Quieres llamar a alguien? —preguntó casualmente, intentando distraer a Midoriya.

Temía ser demasiado directo y provocar otra fisura en su relación.

Midoriya sacudió suavemente su cabeza antes de verle, sus ojos esmeralda estaban cargados de bruma, como si en cualquier momento rompería a llorar desconsoladamente. Todoroki no comprendía qué sucedía con él, pero sabía que orillarle a responder no sería la forma correcta de hacer las cosas.

—N-No... —dijo en un susurro, su voz se oía desgastada y rota—, solo pensé en hablar con Ochako, pero...

—¿Ochako? ¿Un familiar?

—Amiga y demonio personal.

—Se oye como una buena persona.

Midoriya sonrió de soslayo, todos sus esfuerzos estaban en esbozar esa débil y temblorosa sonrisa, y aunque realmente no era una sonrisa completa, Todoroki pudo considerarlo un avance.

Entrar a la habitación no era prudente, así que se apoyó sobre el marco de la puerta y cruzó los brazos a través de su pecho, simplemente esperando a que Midoriya se sintiera listo para dirigirle la palabra.

Todoroki debía ser sincero, jamás se interesó tanto por alguien cómo para ayudarle en un momento difícil, y cuando lo hizo, él realmente no era necesario. Su madre, después de todo lo pasado, se había vuelto una mujer sabia y fuerte, sus hermanos eran casi inmutables, Natsuo y Fuyumi eran muy positivos y Touya no necesitaba nada más que una bolsa con patatas fritas. De sus amistades, Kirishima y Bakugou eran demasiado reservados como para admitir que algo les afectó. Yaoyorozu fue la única que alguna vez requirió su apoyo, pero habían pasado muchos años desde que ella realmente le necesitó, porque si era sincero, su relación se comenzó a fragmentar desde mucho antes.

Y ahora estaba delante de alguien muy diferente.

Midoriya poseía gran determinación y coraje, pero también era sensible y susceptible.

—T-Todoroki... —Midoriya le llamó suavemente, como si temiese hablar—. Él... ¿él se fue?

—¿Bakugou?

—Sí.

Era obvio que encontrarse con Bakugou le tenía en ese estado.

—Sí, se fue. Seguramente irá con Kirishima a ensayar y no volverá hasta el concierto de la tarde.

—Ya veo...

Midoriya bajó la cabeza y comenzó a pasar su móvil de una mano a otra, Todoroki realmente no tenía idea sobre qué hacer ahora. Midoriya lucía como un sol a punto de apagarse, el encuentro le había afectado muchísimo y Todoroki se sentía como un inútil al no saber cómo ayudarle.

Preguntarle directamente sobre qué sucedía con Bakugou no era opción, Midoriya necesitaba olvidarse de eso y cuando quisiera decirlo, lo diría. Todoroki no podía obligarlo, eso sería ganarse definitivamente su odio.

—Tienes razón, no hay nada en la nevera.

Midoriya alzó su cabeza y le vio con curiosidad. Una mueca inocente que le pareció extrañamente adorable.

—M-Me parece que ustedes no se alimentan apropiadamente.

—Por supuesto que no lo hacemos. —Todoroki recargó su cabeza sobre el marco—. Creo que eso no te gustará de tu estadía con nosotros.

—No debes preocuparte por mí, de hecho, te agradezco que me dejes dormir aquí... —dijo eso con un tierno sonrojo en sus mejillas—. ¡E-Espera! ¡No intento decir que te estás preocupando por mí ni nada de eso! ¡E-Estás siendo amable, lo sé!

Todoroki debió reprimir la risa que quiso escapar de sus labios al como Midoriya se expresaba alteradamente. Era graciosa la forma en que movía sus manos de arriba abajo y como sus rizos se despeinaban a medida que hablaba.

Encantador a su manera.

—Respira, Midoriya. No debes ofuscarte tanto por algo que hayas dicho.

—Es porque temo ser malinterpretado y... no quiero que te enfades conmigo.

—No lo haré, lo siento si te di esa impresión antes. —Todoroki dejó de recargarse sobre el marco y entró en la habitación—. En fin... ¿quieres ir de compras?

—¿Uh?

—Al supermercado. A menos que quieras desayunar todos los días un par de donas glaseadas y cafés con azúcar suficiente para dejar diabético a un elefante.

Midoriya parpadeó un par de veces como si no hubiese entendido nada.

—Espera, ¿hablas en serio?

—¿Por qué no?

—D-Digo, el señor Aizawa dijo que...

—Que no necesariamente debía pedirle permiso para salir. —Todoroki subió sus hombros, restándole importancia—. No puede retractarse ahora.

—Eres diabólico.

—Ajá. ¿Iremos? —preguntó con insistencia—. O iré por un café.

—¿Con azúcar suficiente para dormir a un elefante?

—Kirishima dice que mi adicción al azúcar es por ser un amargado.

Midoriya se carcajeó sin poder evitarlo. Todoroki pudo sentirse en paz, él estaba recuperando su buen humor y positivismo, dejando atrás esa mueca agónica y preocupada.

—Todo perfectamente equilibrado, como debe ser.

—Entendí esa referencia —Todoroki le siguió el juego sin problemas.

La risa de Midoriya murió debido a la sorpresa, inmediatamente se puso de pie con una sonrisa emocionada en sus labios.

—¡Oh, espera! ¿Es en serio? No sabía que te gustaran los súper héroes, primero All Might y ahora...

Sí, Touya y Natsuo le llamaban nerd, ñoño, friki y un montón de términos despectivos más.

—Midoriya.

—¡A-Ah, sí! Vamos de compras, lo siento, soy disperso —se disculpó mientras se dirigía hasta la puerta—. T-Te espero, ¿okay?

—Okay.

Midoriya cerró la puerta, pero Todoroki le escuchó caminar rápidamente y tropezar con algo.

—¡Estoy bien!

En serio debió hacer un esfuerzo para reprimir su risa. Midoriya era demasiado divertido.

Torpemente encantador.

—Creo que es la segunda vez que te lo digo, pero aun así... —Midoriya inhaló profundamente y luego suspiró—. No me subiré a esa cosa.

Todoroki sonrió ladinamente, casi con burla. Midoriya no hizo más que cruzar los brazos por sobre su pecho y bufar, la endemoniada motocicleta negra estaba otra vez frente a sus narices, dispuesta a darle un paseo directo a su muerte.

—¿Por qué? Esta vez estamos llevándonos bien, ¿no?

—Sí, sí, no te lo niego, pero... —Midoriya barrió su mirada por el oscuro vehículo, las ruedas gruesas y los decorados de plata eran realmente atractivos a la vista, sin embargo, aunque la motocicleta era majestuosa, él jamás podría subirse en algo como eso—, me aterra.

Todoroki le vio silenciosamente, girando las llaves de la motocicleta entre sus dedos.

—¿Dirás algo? N-No me digas que no estoy viviendo por no tomar riesgos, es solo que...

—¿Temes que nos caigamos por una pendiente?

—Y muramos —Midoriya terminó la frase, bastante exagerada por cierto—. No sé si lo has notado, pero me gusta vivir.... y además, dudo poder cargar las cosas del supermercado en una motocicleta.

Midoriya esperó pacientemente a que Todoroki hiciera algo, una mueca, lo que sea. Su eterna cara de póker debía tener un récord mundial o algo.

—¿Te apetece un trato? —preguntó de pronto.

—Depende.

—¿Depende de qué?

—¿Tengo probabilidades de morir?

—No, creo. —Todoroki se encogió de hombros—. Supongo que se trata más de una prueba de confianza.

—¿A qué te refieres?

Midoriya entrecerró sus ojos al no entender un gramo de la situación. Todoroki era un enigma por completo, jamás podría adivinar qué rayos estaba pensando.

—Si en algún momento de esta gira logras confiar lo suficiente en mí, subirás conmigo.

—¿Y si no lo hago...?

—Nada. Seguiremos de este modo.

Definitivamente era un enigma. Se suponía que intentarían tratarse bien, mantener las cosas en un límite donde no se dañarían mutuamente ni se acercarían demasiado, pero ahora las cosas estaban cambiando a velocidades absurdas.

Aun así, eso funcionaría como una forma de escaparse de la bendita motocicleta.

Uh...

—B-Bien... pero, si no lo hago no habrá rencores, ¿cierto?

Todoroki sacudió su cabeza.

—No. Tómalo como una compensación por haberte tratado mal sin merecerlo.

Todoroki le desvió la mirada, signo de la culpabilidad que sentía. Midoriya sonrió ligeramente al percatarse de eso, sabía internamente que Todoroki no era una mala persona, solo se armaba conflictos consigo mismo y se ponía a la defensiva, causándole estragos con los demás.

—Eres amable.

Todoroki le observó como si no creyera en su halago, luego simplemente llevó una mano tras su cuello y miró hacia el otro lado.

—Gracias...

Midoriya siguió sonriendo suavemente, sintiéndose aliviado por su relación mejorada. Al menos no tendría más problemas con Todoroki, su único problema ahora tendría nombre y apellido: Katsuki Bakugou.

Quiso suspirar tristemente, pero reprimió sus ganas y tan solo avanzó hacia Todoroki. No quería pensar en eso y todo el daño que conllevaba.

—Entonces... ¿vamos por un taxi?

Todoroki asintió antes de guiarle fuera. Se encontraban en el lugar donde se realizaría el concierto de esa tarde, por lo que estaba repleto de los guardias de seguridad y la gente del staff corriendo de arriba abajo, todo un caos.

Consiguieron tomar un taxi sin problemas al llegar a la calle, sin compartir ni una palabra más entre ellos. Midoriya se perdió en el paisaje moderno de la ciudad de Osaka y Todoroki solo se sumió en silencio.

Midoriya no pudo evitar la sonrisa que ocupó sus labios, no se sentía intranquilo junto a Todoroki y eso era definitivamente un gran avance.

—¿Estás bien?

La pregunta de Todoroki le sacó de sus pensamientos, volteó a verle condescendiente, pero su aliento se atascó en sus pulmones. Todoroki ocultó su cabello bajo un gorro oscuro y sobre el puente de su nariz dejó unos lentes redondos de sol. ¿Cómo detalles tan sencillos podían encantarle así?

Era ardiente como el infierno.

—¿Uh? S-Sí, estoy bien. —Debió tragar saliva—. ¿Por qué...? ¿Estás de incognito?

—En parte. Es algo molesto ser detenido cuando me reconocen, y Osaka es muy concurrido, hay demasiadas probabilidades de que pase.

Midoriya frunció sus labios. Ser artista era muy problemático.

—¿Te molesta ser reconocido?

—No estaba en mis planes. En un principio no quería mostrar mi rostro, Aizawa y los productores creyeron que eso era una pésima idea, al final solo debí adaptarme.

Por supuesto que era una mala idea, él era demasiado atractivo como para ocultarse detrás de un seudónimo y una caratula de disco, Todoroki estaba hecho para estar en portada y en parte eso era algo que le beneficiaba, era molesto de aceptar, pero muchísima gente solo le daba crédito por su apariencia.

Midoriya estaba seguro, incluiría ese detalle en el libro, tal vez así las personas comprenderían que era mucho más que una cara bonita.

El taxista condujo unas calles por los lugares más concurridos hasta llegar a una zona más hogareña donde se detuvo. Ambos bajaron del taxi y se quedaron de pie en la acera.

Midoriya ajustó su chaqueta sobre sus hombros y echó un vistazo hacia el supermercado. Todoroki se le adelantó y se quedó de pie bajo el umbral de las puertas, esperando a que entrara con él.

Sin decir una palabra, Midoriya atravesó la puerta y se apresuró en tomar un carrito, todo era tan extraño.

Su vida era una locura.

—¿Tienes alguna preferencia aparte del café cargado de azúcar? —preguntó intentando romper el hielo en su silencio.

Midoriya intentó verle, pero era difícil porque Todoroki no quitaba sus ojos de él. Había tanto misterio y poder en su mirada que le hizo estremecer.

Podía sentirse como el centro del mundo.

—¿Q-Qué?

—¿Qué cosa? —preguntó Todoroki de vuelta.

Midoriya entrecerró sus ojos con confusión.

—Pregunté si preferías algo más aparte del café.

Todoroki barrió su mirada por sobre el escaparate de dulces antes de tomar y meter una serie de productos en el carro que solo podría asegurar un diagnóstico de diabetes. Midoriya debió reprimir la risa.

—¿Es en serio?

—Tú preguntaste. —Todoroki se encogió de hombros antes de meter sus manos en los bolsillos de sus jeans—. Y no me mires así, no es como si fuera a devorar todo eso.

—¿No es así?

—No. Podría, pero no puedo.

—Oh, comprendo. ¿Hablas sobre cuidar la figura?

—¿Qué? No. —Todoroki frunció el ceño—. Kirishima tiene ataques de ansiedad, probablemente robe mis galletas antes de que me dé cuenta.

Midoriya rió. Ellos eran definitivamente un lio.

—¿Qué sueles comer cuando estás en tú casa?

Todoroki lo pensó un poco, pero sus pensamientos orbitaron sobre su cabeza en círculos. ¿La sopa maruchan contaba?

La verdad era que no se preocupaba mucho por sí mismo, cuando las giras acababan volvía a su casa y no duraba mucho tiempo allí, le gustaba estar solo a veces, pero aquella soledad era excesiva y llegaba a desagradarle, cuando eso ocurría simplemente se colaba en la casa de Fuyumi o visitaba por largos periodos a alguno de sus hermanos.

—Soba frío —contestó inseguro, su hermana siempre solía prepararle eso cuando estaba en su casa.

Midoriya aplastó la duda que creció dentro de él, quería preguntar por qué la tardanza en responder algo tan sencillo como si fuese el enigma del siglo, pero no debía hacerlo.

En su lugar, tomó una larga respiración antes de hablar.

—Podría prepararlo para ti —soltó con rapidez, Todoroki volteó a verle y eso provocó que el pánico le subiera de sopetón desde la punta de los pies—. ¡D-Digo! Intentamos llevarnos bien, ¿no? N-No me parece justo que hagas tanto por mí, y...

—Eso es... —Todoroki musitó—, genial, gracias. Bakugou es el único que puede tomar un cuchillo sin rebanarse el dedo, pero nunca está dispuesto a cocinar.

Midoriya asintió suavemente, sin inmutarse ante la mención de ese nombre.

Solo bastaba con hacer su trabajo y concentrarse en Todoroki, no tenía por qué recordar a Bakugou y todo el daño que conllevaba.

Recorrieron el supermercado sumergidos en una conversación ociosa y segura, nada demasiado íntimo y nada importante, solo charlar. Todoroki siempre tenía respuestas ingeniosas y cargadas de un humor que perfectamente podría ser catalogado de sarcástico, pero a Midoriya se le hacía sumamente divertido e ingenioso.

Midoriya debía admitir que le gustó, era extraño, sí, y muy complicado, pero lo hizo. Había estado viviendo tanto tiempo en soledad que jamás comprendió que las cosas simples podrían volverse divertidas y centellantes con la compañía de alguien.

Solo esperaba que ese alguien no fuese solo con Todoroki.

¡Hola, Tribu! >:D ¿Cómo están? Espero que muy bien. Aquí les traigo el noveno capítulo, no puedo creer que siga viva para este punto. ¡La próxima semana viene el diez y con ese se termina la primera canción! Sí, ya sé que hay algunas que pensaron que el separador pronosticaba algo, pero realmente estaba basado en los primeros capítulos xD

¡Esto me emociona! Lo que no me emociona es que no puedo avanzar casi nada con los trabajos de mi escuela, ya me quiero matarsh. Lo seguro es que sí hay capítulo para la próxima semana y que ya pude terminar el siguiente de MPMH para todos los que leen ese dramón (les amo mucho).

Quiero vacaciones, me falta un mes, ¡pero ya las siento venir! Si tuviera más tiempo les escribiría dramones épicos, ¡haría mi propia versión de Pasión de Gavilanes! ¡Izuku Rosalba del Campo Florido es la onda!

Okno, casi.

Muchas gracias a quienes siguen este nuevo proyecto, tienen un lugar en mi corazón. <3

¡Nos vemos la otra semana! ¡Un beso!

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