Capítulo 43
Jamás imaginó que se encontraría a sí mismo en esa situación.
Shoto no tenía eso en sus planes, en ningún momento de su vida lo consideró porque a su parecer era una locura.
Desde pequeño creyó que la destrucción de su madre fue por culpa suya, su padre se encargó de convencer a su madre de que lo moldearía para ser igual a él, y Shoto no se tomó el tiempo de hacerle ver que el hombre mentía.
Eso la volvió loca.
Cuando su madre se marchó sin dar una sola mirada hacia atrás, decidió que ella había elegido su camino y no tenía derecho a interferir. Reencontrarse con ella después de tantos años se sentía como obligarla a retroceder a algo que le dañó profundamente.
Además haría a Shoto enfrentarse a lo que más temía: el odio de su propia madre.
Sin embargo la vida cambiaba, las personas cambiaban, las ideas y pensamientos cambiaban. Conocer a Izuku le permitió ver las cosas desde un punto de vista diferente, considerar situaciones que jamás imaginó considerar y por sobre todo, darle valor.
Necesitaba una cosa para enfrentarse a su madre; y esa era el valor. Durante años no pudo encontrarlo y evitó tratar el tema, cientos de noches se pasaron en vela y cientos de noches despertó escapando de pesadillas, todo porque intentaba fingir que podría seguir adelante aun cuando había un montón de cosas sin resolver.
No podía escapar de las cosas, debía enfrentarlas o seguirían haciéndole daño.
— ¿Shochan? —Izuku llamó tras sus espaldas y Shoto volteó para mirarlo. El periodista llevaba una abrigadora chaqueta aviador en una mano—. ¿Estás listo?
—Sí... eso creo.
Izuku se acercó hasta su lugar en el sofá, donde se había sentado hacia un par de horas intentando encontrar la calma necesaria para enfrentar a su madre. Shoto sintió las manos de Izuku frotando su espalda, una pequeña caricia que se podía traducir como un apoyo silencioso.
—Saldrá bien, Shochan. Estoy completamente seguro, por favor no estés asustado.
Shoto apenas consiguió asentir. La verdad su estado de ánimo era similar al de un muerto en vida, ni siquiera fue capaz de alzar la cabeza cuando escuchó dos golpes secos contra la puerta de entrada de su habitación.
— ¡Buenos días! Me alegro de que no se hayan marchado todavía, me la pase preparando un regalo. —Kirishima alegó mientras entraba en la habitación. Todoroki vio cómo su mejor amigo dejó una cajita pastelera sobre la mesa de centro y la abrió. Extrañamente, era un pastel de fresas y crema armoniosamente decorado, parecía sacado de una pastelería—. ¡Es un día especial! Por eso me esforcé en prepararte esto.
— ¿Horneaste esto? —Todoroki entrecerró sus ojos, mirándolo con duda.
—Horneamos esto. Bakugou me ayudó.
—O sea que hizo todo el trabajo.
Kirishima jadeó.
— ¡Batí los huevos!
—Solo agradécele, Shochan. —Midoriya se rió por lo bajo, acostumbrado a su amistad molestosa.
—Gracias, Kirishima... pero no tengo hambre.
—Podrás comer un poco después, no debes obligarte. —Izuku acarició su cabeza y le dio un par de palmaditas.
— ¡Eso mismo, hombre! Déjalo para después, estoy seguro de que en cuanto vuelvas habrás recuperado tu apetito. Solo quita esa cara de hombre deprimido a sus cuarenta con ninguna meta cumplida, tu madre no puede verte con esa cara.
—No me digas qué hacer.
— ¡Intento ayudar!
Shoto se abstuvo de suspirar y se levantó para dirigirse a la mesita junto a la puerta mientras Izuku tomaba su abrigo. Al momento de resonar las llaves de la motocicleta entre sus dedos escuchó a Izuku preguntar:
— ¿Qué traes?
—Las llaves de la motocicleta.
Kirishima y Midoriya se miraron con una sola expresión compartida: pánico.
— ¡Ni loco vas a subirte en una motocicleta hoy, hombre! —Kirishima fue el primero en reaccionar, acercándose a grandes zancadas para arrebatarselas de un jalón—. No estás en tus cinco sentidos así que te declaro incapacitado para conducir. Se van en un taxi.
—Pero-
—Sin peros, Shochan. —Izuku frunció el ceño, el tipo de expresión que hacía cuando se ponía testarudo—. Tomaremos un taxi.
—Pero-
— ¡Midoriya dijo sin peros! —Kirishima lo empujó por sus hombros hacia Midoriya, el periodista no tardó en tomar firmemente su mano—. Ahora se van. Chu, chu. No vuelvan hasta que todo este asunto terrible esté arreglado.
Shoto no se molestó en hablar otra vez, permitiendo que Izuku lo llevara fuera del hotel y lo empujara dentro de un taxi. Por más que quisiera negarlo, Kirishima tenía razón, estaba actuando como una especie de cuarentón fracaso sin ninguna meta sin cumplir, pero de verdad se sentía... vacío. No quería pensar ni razonar ni hacer nada en absoluto, tenía miedo.
Incluso el paisaje de Filadelfia a través de la ventana le parecía insípido. Llegó a pensar que tal vez se estaba equivocando en hacer esto precisamente en ese momento, todavía tenía un montón de presentaciones por delante y si llegaba a confirmar uno de sus mayores miedos no sería tan fuerte como para soportarlo.
Durante mucho tiempo las personas a su alrededor dijeron que era una persona fuerte, alguien que a pesar de todo se mantenía de pie, pero no era más que una fachada. Lo único que hacía era fingir que las cosas no le afectaban, que nada importaba, producto de eso acababa sufriendo pesadillas y viviendo al margen.
Ahora que estaba dispuesto a romper esa fachada y enfrentarse a las cosas... podía decir que era un cobarde.
Quería huir.
— ¿Algo está mal?
Izuku posó su mano sobre la suya, sus dedos crearon pequeños caminos antes de entrelazarse con los suyos y sostenerlo. Apenas fue capaz de levantar la mirada. A través de los meses Izuku no hizo más que maravillarlo, sobre todo ahora que fue capaz de soltar su pasado para mirar hacia adelante y convertirse en la persona feliz que merecía ser.
Muy diferente a Shoto, quien incluso ahora quería darse media vuelta y seguir fingiendo que todo estaba bien cuando no lo era.
Sin embargo sabía que Izuku jamás lo cuestionaría por algo como eso, era la persona con el corazón más bondadoso que conocía... y ese era uno de los motivos porque lo amaba.
—No sé cómo será su rostro ahora. La última vez que la vi de frente fue hace más de una década, ¿qué se supone que haga ahora?
Una pequeña sonrisa tiró de los labios de Izuku, como si lo mirara con ternura.
—No te preocupes por eso, Shochan. Ahora la verás otra vez, ella no se molestará por algo como eso.
— ¿Estás seguro?
—Por supuesto.
—Y sí...
—Shochan, no sabremos nada certero hasta que suceda. —Izuku tenía mucha paciencia en su voz y lo miraba con tranquilidad, casi como si quisiera transmitirle los mismos sentimientos a él.
Finalmente decidió ceder.
Al llegar a la dirección que Touya le envió la noche anterior, se encontró con la pintoresca casa que siempre veía en fotografías cuando era niño: la casa que pertenecía a sus abuelos maternos. Ellos debieron haber muerto hacia algunos años, así que ahora su madre debía vivir ahí sola.
Una casa demasiado grande para una sola mujer.
Fuera vio estacionados la camioneta que Natsuo rentó y la motocicleta desgastada de Touya, justo como habían prometido todos estaban dentro de la casa.
Izuku esperó pacientemente para que liderara el camino, incluso espero cuando le tomó demasiado tocar el timbre. Cada uno de sus movimientos se sentía roto y casi ajeno, pero Izuku estaba ahí para darle seguridad.
La puerta se abrió revelando a una mujer estadounidense de mediana edad, tenía un uniforme de empleada doméstica y parecía estar formulando sus palabras antes de hablar.
—Buenas tardes, jóvenes. La señora está esperándolos en la sala —La empleada habló en un japonés algo precario, supuso que lo había aprendido solo porque trabajaba en un hogar de japoneses y por defecto acabó aprendiendo algunas oraciones—. Pasen por favor.
El interior no se parecía en nada a la casa que tenían en Japón antes del divorcio, ahí el estilo de Enji había predominado, todo estaba decorado en un tradicional japonés ortivo y nunca se les permitió cambiarlo. Por lo que presentía, su madre decidió librarse de esas ataduras conservando un estilo propio, uno que parecía tan hogareño como las casitas de libros de cuentos que solía leerle.
—Vamos, Shochan.
Solo después de eso consiguió dejar el recibidor.
La mujer en el sofá parecía el retrato de una persona que olvidó por completo y que poco a poco conseguía reconocer. El cabello blanco que le recordaba a la nieve seguía largo y caía como una cascada congelada tras sus espaldas, los ojos castaños que antes le miraban con tanta incertidumbre estaban cubiertos por un sentimiento cálido, algo que se sintió como el hogar. Los años que pasaron se tatuaron en su piel, haciéndola lucir incluso más pequeña de como la veía en su memoria.
Ella se levantó con lentitud
—Shoto... me alegro tanto de que estés aquí. O-Oh, es un gusto conocerte a ti también. —Su madre no estaba ni mínimamente sorprendida de ver a Izuku con él, solo estaba aliviada como si se hubiera librado de una gran preocupación.
—Lo mismo digo. —Izuku habló con amabilidad, pero apretó su mano invitándole a hablar.
No pudo.
—Por favor tomen asiento.
Izuku se movió para empujarlo hacia el sofá más cercano a su madre, asegurándose de mantenerlo junto a ella. De verdad si Izuku no hubiese estado con él de seguro estaría haciendo el ridículo.
A pesar de eso su madre lo miró con admiración, para nada la mirada sombría y aterrada que veía en sus pesadillas.
—Me alegro de verte, mamá.
De verdad se alegraba de verla feliz. Los últimos recuerdos que tuvo de ella eran los de una mujer derrotada, atemorizada y destrozada, sus manos temblorosas aferrándose a una maleta mientras se marchaba.
Ahora parecía que sus hermanos dijeron la verdad, ella estaba recuperada y feliz, pero arrepentida de sus errores y dolida por las consecuencias.
—Soy yo quien se alegra de verte, Shoto. No puedo creer que después de tanto tiempo me permitieras verte... —Ella se inclinó tratando de admirarlo mejor, pero Shoto trató de cubrir la cicatriz en su rostro con su cabello. Lastimosamente, su madre tomó su mentón y le hizo mirarla—. Has crecido tanto.
—No te... —carraspeó—. ¿No te incomodo?
— ¿Por qué lo haría? —Shoto quiso responder y no consiguió hacerlo. No había forma de preguntarle si acaso tenía algún tipo de parecido con su padre o si la cicatriz en su rostro le hacía rememorar ese accidente—. Shoto... por favor, déjame demostrarte que soy diferente ahora. Te perdí porque no fui capaz de asimilar la situación, pero te prometo que me recuperé...
—Yo...
—No eres culpable de nada y verte jamás me incomodaría, eres mi hijo. —Su madre ahuecó su mejilla, justo donde la cicatriz estaba—. Por eso déjame disculparme contigo, fui débil y estúpida. Tanto que dejé que las palabras de tu padre me afectaran e hiciera cosas horribles.
—Fuiste una víctima.
—Y terminé convirtiéndome en victimaria tuya.
Esa era una de las cosas que no quería escuchar. Shoto no podía dejar de sentirse culpable si su madre decía cosas como esa, para él, ella no fue la culpable detrás del accidente. Su padre la orilló a una locura maldita que la hizo actuar por inercia, intentando vivir sin sus cinco sentidos.
El apretón ligero que Izuku dio en su mano volvió a darle seguridad. Fue una especie de: "Adelante. Sé sincero y no te guardes nada."
—No quiero que te odies, mamá. Ese es el problema. Si estoy contigo solo recordarás el accidente una y otra vez, temo que sea la causa de tu destrucción.
Su madre se quedó paralizada.
—Lo que te hice fue imperdonable, Shoto. El deber de una madre es proteger a sus hijos, ponerlos por encima de una misma porque son la prioridad mayor. Yo no lo hice, no estuve ni cerca. Fracasé, te fallé de la peor manera.
—Pero...
—Shoto, no eres quien debe pedir disculpas o sentirse culpable. Ese es mi deber si quiero ser una verdadera madre para ti antes de que sea demasiado tarde.
La voz de su madre estaba rota, Shoto temía que en cualquier momento volviera a soltar ese llanto doloroso que durante tantas noches le persiguió.
Su lengua se sintió como plomo en su boca. Necesitaba explicarle que no quería nada de eso, no quería vivir atrapado en un pasado que les hacía daño a ambos... sería mucho más que horrible.
—Entonces perdónese a sí misma y conviértase en la madre que Shoto necesitó —Izuku interrumpió. Shoto no esperaba que dijera nada en lo absoluto, por eso se quedó congelado al ver que se dirigía a su madre—. Comprenda que su hijo está asustado porque cree que es su culpa, cree que si se acerca a usted todo terminará igual que la primera vez. Deje esa actitud y demuéstrele que ha cambiado, que ya no es la mujer que debió esconderse dentro de su propia casa para protegerse de alguien más.
—Eso es...
Izuku lo sabía. Si esa mujer se derrumbaba entre los brazos de Shoto, rogando su perdón entre lamentos, él jamás volvería a ella.
—La verdad. Si está dispuesta a olvidar el pasado y comenzar de cero, demuéstrelo perdonándose a sí misma y dejando atrás el accidente que tanto los dañó a ambos. Es la única manera. —Izuku se calló de pronto, un pequeño rubor se acopló a sus mejillas—. Lo siento, no debería estar entrometiéndome, pero...
—Pero Izuku tiene razón, mamá. No quiero quedarme junto a ti si todo el tiempo te sentirás culpable, eso me hace sentir mal a mí. No podemos solo... ¿dejar eso atrás?
Rei alejó su mano, juntando ambas en su regazo mientras contenía las lágrimas.
—Si es lo que necesitas... puedo olvidarlo... solo si es lo que realmente quieres.
—Es lo único que quiero.
Su madre se levantó de su lugar para acercarse y abrazarlo, ella se sintió frágil, su hombro era pequeño y sus brazos demasiado delgados a su alrededor. Solo en ese momento fue consciente de cuánto tiempo pasó hasta que llegaron a ese día donde podían ser sinceros el uno con el otro.
Era como dejar de correr después de un largo, muy largo maratón.
Izuku le dio una pequeña sonrisa de complicidad antes de levantarse, seguramente para buscar a sus hermanos y darle un momento de privacidad con su madre.
Le debía tanto.
Algún par de minutos pasaron en ese abrazo que no parecía ser suficiente, por eso su madre se mantuvo cerca, sosteniendo sus manos y mirándolo con adoración mientras charlaban. Shoto le contó un poco de lo que sucedió con él desde que se fue, la forma en que acabó siguiendo sus sueños a pesar de todo y la felicidad y tristeza que pasó durante todo el trayecto.
Ella también habló un poco, su proceso de recuperación desde que llegó a Estados Unidos con sus abuelos y cuánto tiempo deseó verlo otra vez. Shoto sonrió cuando ella le contó con emoción que tenía cada uno de los álbumes y sencillos que había sacado desde que se unió a la disquera, desde el primero hasta el último.
—Shoto... puede que sea demasiado pronto para que diga algo como esto, sobre todo porque pareces no querer decírmelo, pero no puedo quedarme al margen. —Rei cambió de tema, la preocupación brilló en su rostro—. Touya me lo dijo... sobre mutis.
— ¿Te lo dijo todo?
—Sí, pero... luchaste tanto por tu sueño, eres tan talentoso y amas lo que haces, ¿estás seguro de que piensas dejar que esto te suceda? No pensaba resignarme y aceptarlo, por supuesto que una madre jamás aceptaría que su hijo se arrojara a sí mismo a la decadencia, pero creí que realmente no tenías esperanzas después de lo sucedido con esa niña. —Ella ladeó su cabeza, refiriéndose a su escandalosa ruptura con Yaoyorozu—. En cambio está él...
Izuku Midoriya.
—Mamá, él no...
— ¿No quiere hacerlo?
—No puede.
— ¿Por qué?
Exacto. ¿Por qué?
Shoto no conseguía dar una respuesta segura, solo tomaba todo lo que Izuku vivió como la respuesta sin darle más vueltas al asunto, pero jamás le preguntó directamente si en algún punto de esa relación Izuku comenzó a sentir amor por él.
Amor. Justo lo que Shoto sentía por él.
Más allá de pensarlo por su mutis, lo hacía por la relación entre ambos. Para Shoto era casi ilógico que alguien como Izuku pudiera amarle de verdad, no porque él hubiera dado indicios de eso, sino porque Shoto era demasiado pesimista consigo mismo.
Si la vida no le sonrió antes, ¿qué motivos tendría para hacerlo ahora?
—Shoto... discúlpame si estoy equivocada, pero creo que estás suponiendo los sentimientos que los demás tienen hacia ti sin siquiera molestarte en confirmarlo. —Su madre tenía los ojos claros como si hubiera conseguido mirar a través de él con una certeza absoluta—. ¿Es así?
— ¿Suponer?
— ¿Le preguntaste? Si Izuku no te ha dado una respuesta clara con todos los asuntos tratados, entonces estás siendo cruel con él. —Shoto casi se sintió como un niño regañado, algo muy extraño porque su etapa de niñez no fue nunca una etapa de niñez como tal—. Durante un largo... muy largo tiempo pensabas que te odiaba cuando todo lo que quería era estar junto a ti. Sé que tuviste tus razones para pensarlo, pero jamás me diste la oportunidad de quitar esa idea de tu cabeza y demostrarte que te amo demasiado.
—Estoy asustado.
— ¿De qué?
—No quiero herirlo... por algún motivo nada de lo que intenté antes funcionó, es verdad que no di lo mejor de mí, pero siento que aunque trate lo arruinaré otra vez. Y no quiero arruinarlo con él.
—Puedes arruinarlo ahora haciendo esto.
—Mamá.
—No estoy obligándote, Shoto. Solo estoy pidiendo que te des una oportunidad a ti mismo, todo lo que sucedió antes y después de mi partida te dio una visión distorsionada sobre ti. Te desprecias y eso está mal. —Su ceño se frunció, no de enfado si no de preocupación y dolor—. No es necesario que hagas nada apresurado. Ve por partes, pequeños pasos que te lleven a la felicidad que mereces.
—Ni siquiera sé cuál es el primer paso.
— ¿Qué es lo que quieres?
—Estar con él.
—Entonces quédate con él. Inténtalo y no te des por vencido cuando ni una respuesta clara tienes.
Shoto quiso decir algo más, sin embargo una parte de él se resistió. Tenía que dejar de ser un cobarde. Por serlo estuvo huyendo de su madre durante años cuando todo pudo solucionarse si lo hablaban, aun si las cosas estaban mal, hubieran conseguido un cierre.
Era momento de dejar esa pesadez y angustia atrás... ¿no?
— ¡Hey, Shoto! Encontramos a conejito camino a la cocina, así que lo trajimos de regreso. —La escandalosa voz de Natsuo resonó por la sala, traía a Izuku bajo su abrazo y a Fuyumi a cuestas.
—A un lado, hijo de puto. Traigo las galletitas. —Touya le dio una patada a Natsuo para poder pasar y dejar una desarmada bandeja con galletas de hombres de jengibre en la mesa de centro, pero todas las galletas estaban sin una pierna y decorados como si estuvieran sangrando—. Hombrecitos de jengibre accidentados directamente traídos de la cocina de Satanás.
Shoto apenas pudo parpadear. ¿Por qué no podía tener una reunión normal con su familia?
—No sabíamos que habían llegado —Fuyumi se excusó, pero Shoto la conocía lo suficiente como para saber que eso no le importaba. Su hermana estaba más ocupada sonriendo con orgullo, feliz de que por fin su familia estuviera completa.
—Chicos, no molesten a Izuku. Recuerden que todos ustedes son... uh... los amo bebés, pero son muy extraños. —Rei suspiró agotadoramente.
— ¡Pero mamá, adoramos a Izuku! Ya es casi parte de la familia, pregúntale a Touya.
—Conseguiremos papeles de adopción, no hay nada que unos cuantos dólares no consigan —Touya dijo después de masticar uno de los hombrecitos de jengibres accidentados.
Shoto solo se cubrió la frente con una mano.
Bueno... al menos ahora se sentía feliz y liberado.
Después de largas horas de charlas estúpidas y que Touya arrojara un juego de mesa por la ventana porque iba perdiendo, la noche cayó. Shoto debía estar de regreso en el hotel pronto, así que debió despedirse.
Su madre los acompañó hasta la puerta y le dio un abrazo más de los tantos que le dio ese día.
—Shoto, desde ahora en adelante siempre estaré para ti. Por favor no vuelvas a suponer mis sentimientos hacia ti, necesito que recuerdes que soy tu madre y te amo tanto como amo a tus hermanos. Jamás dudes de eso —murmuró en voz baja—. Puedes contarme lo que sea.
Una de las tantas heridas que quebrajó su espíritu comenzó a curarse con esas palabras.
Y al salir de esa casa pintoresca, pensó en algo.
Debía dejar de suponer los sentimientos de Izuku, encasillándolo en lo que él creía que sentía y no lo que el hombre profesaba.
No importaba que debiera enfrentarse a una respuesta negativa, si era por él... todo intento valía la pena.
Al llegar al hotel no hablaron en lo absoluto, en su lugar se recostaron en la misma cama y Shoto atrajo a Izuku en un abrazo.
— ¿Qué sucede?
—Te adoro... te adoro tanto.
Izuku estaba tan asustado como complacido.
¡Hey! Ha pasado un largo tiempo, ¿no? Dije que lo subiría el miércoles pero se me hizo tarde, perdón.
La última vez fue un poco complicado, pero con el paso del tiempo comencé a sentirme mejor y estoy muy feliz por eso. ¿Ustedes qué tal? ¿Tomaron agüita?
Sobre el fic, durante mucho tiempo dije que no quería que esta historia fuese un fic cliché llenó de villanos malos y smut, eso también aplicaba a los protagonistas. No quería que Izuku fuese un Gary Stú y Shoto fuese el típico coprotagonista perfecto que está ahí para salvar al protagonista.
Tanto Izuku como Shoto tienen una mala autoestima, por un lado me enfoqué con los problemas de apariencia en Izuku mientras que con Shoto me enfoqué con los problemas de personalidad. Ambos se despreciaban, así que ahora están avanzando. No sé si quedó claro, pero darle problemas e imperfecciones a ambos era lo que estaba buscando. (?
Bueno... ¿quién quiere hacerme una portada? Re barsa la Toku, ah. Fuera de broma si alguien quiere hacerme una portada para Mutis lo agradecería un montón, paso mi correo por interno, ah. :(
Les dejo esta canción para el capítulo:
https://youtu.be/LRDld74bEis
Ya me marcho. Espero que todos estén bien.
¡Hasta la próxima!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro