Capítulo 4
La alarma de su teléfono resonó desde algún punto de su habitación. Midoriya abrió perezosamente sus ojos siendo recibido por la claridad del día. Frunció el ceño, la intro de su programa de televisión favorito —y que también era su alarma— se escuchaba desde un lugar muy lejano. No dejó el móvil bajo la almohada esta vez.
Un momento.
Sus ojos se abrieron con fuerza al percatarse de pequeños detalles, primero, esa ventana era demasiado grande para ser la de su cuarto, segundo, la cama en la que dormía tampoco era la suya, tercero, un par de brazos fuertes como el acero le mantenían abrazado al cuerpo de un desconocido.
Oh santo All Might.
Se cubrió la boca con ambas manos para no chillar cuando se percató que el príncipe durmiente frente a él era Shoto Todoroki. Los recuerdos de la noche pasada llegaron a su mente y no pudo hacer más que encogerse en su sitio. Se había quedado dormido después de la experiencia más excitante que había vivido, incluso cuando no llegaron a cometer nada íntimo, la forma en que se sintió fue alucinante, lo suficiente para volverlo un regalado.
Su madre le golpearía con la escoba.
Otra vez, ¿qué había hecho?
— ¡Es inaceptable! Sé bien que su novia de hace siete años le engañó y terminaron, pero eso no le da el derecho para conseguirse otra persona con la que acostarse. —Una voz masculina, claramente enojada, hizo eco en la lejanía.
—Tranquilo, Aizawa. Tenle un poco de piedad —respondió un segundo, despreocupado y algo divertido por la situación. Midoriya suponía que estaba aguantándose la risa—. Además, no es como si Todoroki cambiara de pareja como se cambia de bóxer.
—Kirishima —sonó exasperado—. Todoroki terminó con Yaoyorozu hace menos de veinticuatro horas, ¿crees que conoce al chico desde su infancia y se aman desde hace mucho? Solo se enrolló con algún cualquiera, por otro lado, ¿él siquiera es mayor de edad? Tiene cara de bebé.
Midoriya frunció el ceño por lo dicho. Así que por eso era el estado de Todoroki la noche pasada, él solo había sido su distracción después de la ruptura de una relación larga y estable. Eso le hizo sentir fatal, pero, ¿qué más podía esperar? Era obvio que Todoroki solo se divirtió con él por despecho.
Sin embargo, dejando de lado el amargo descubrimiento, esos hombres estaban hablando mal de él, ya no solo por estar durmiendo en la misma cama que Todoroki, sino por su apariencia. Eso le enfadó y eliminó todo rastro de tristeza, odiaba que le confundieran con un adolescente, tenía sus bien cumplidos veinticinco años, muchas gracias.
Con cuidado, se quitó el pesado brazo de Todoroki de encima, dispuesto a levantarse y dejarle solo en esa cama, él murmuró algunas palabras entre sueños y siguió durmiendo.
La habitación del hotel era de un ambiente, por lo que la cama, la sala y la cocina estaban en el mismo espacio. Al momento en que se levantó de la cama pudo notar perfectamente a dos grandes hombres hablando cerca de la mesita de café. Unos ojos rojizos cayeron sobre su cuerpo y le vieron de pies a cabeza, Midoriya hizo lo mismo con el hombre quien parecía ser un par de años mayor, no era tan alto como Todoroki, pero sí más musculoso y mucho más alegre.
— ¡Mira, que suerte! ¡Si tiene pantalón y camiseta! —Midoriya casi escupió todo el oxígeno de sus pulmones cuando Kirishima, dedujo, dijo eso—. ¡Quiere decir que no hicieron nada!
Midoriya se sonrojó mientras Kirishima seguía parloteando hacia el otro hombre un poco mayor y bastante cansado, probablemente él era el tan mencionado Aizawa porque lucía como alguien responsable... y harto de la vida.
Aizawa suspiró.
—N-No pasó nada —Midoriya comenzó a excusarse—. Lo juro, solo lo traje a su habitación y...
—Y algo te devoró, por lo que veo. —Aizawa dio dos toques en su propio cuello como una señal. Midoriya se tocó su clavícula para darse cuenta de que su piel estaba hinchada por los consecutivos chupetones que recibió.
Dios, no.
Rápidamente buscó su suéter con la mirada, que para su desgracia, estaba junto a su chaqueta en el sofá. Ir por sus prendas solo le pondría más cerca de esos hombres, tal vez lo más práctico sería saltar por la ventana y dejar todo atrás.
Para su suerte, Kirishima se percató de eso y no tardó en tomar sus pertenencias y acercarse para entregarlas.
—Gracias por cuidar de Todoroki, estábamos bastante preocupados cuando no lo encontramos aquí ayer. —Kirishima sonrió con verdadero agradecimiento—. ¿Cuál es tu nombre?
—M-Midoriya, pero no creo que importe ahora, solo quiero volver a casa.
—No puedes irte así como así, ¿sabes quién es Todoroki? —Aizawa frunció el ceño—. ¿Qué nos asegura que no sacaras provecho de esto?
—No soy una fan loca, solo quise hacer un acto de caridad, y si quisiera hacer esto público, sería despedido y mi madre no dudaría en sacarme el diablo con una escoba. —Midoriya se explicó tan rápido como pudo, poniéndose otra vez su ropa—. U-Un gusto verles, espero no hacerlo otra vez porque sería muy vergonzoso.
Kirishima asintió bastante divertido por la situación.
—Gracias, Midoriya.
—Sí, sí, pero debo irme. —En cuanto avanzó hacia la puerta, debió volver—. Mi bolso, olvido mi bolso.
— ¿Qué hacía tu bolso en el baño? —Kirishima preguntó aguantando la risa.
—Larga historia —respondió y se alejó, pero los mismos pasos que dio hacia la entrada, debió hacerlos para volver—. Los zapatos, no puedo irme sin los zapatos.
Aizawa suspiró mientras Midoriya se ataba las agujetas, en cuanto el chico volvió a estar de pie, el hombre le entregó un fajo de billetes.
—Toma, para que pagues el taxi y algo extra por ser niñera.
Midoriya observó el tentador dinero delante de sus narices, pero cada esquina de ese fajo gritaba que era un soborno para mantenerlo callado. Aquello le disgustó, él no era un oportunista desesperado por atención y dinero.
—Con lo del taxi basta, muchas gracias.
Midoriya solo aceptó el dinero suficiente para volver a su apartamento. Gracias a lo de la noche anterior no tenía ni un yen en el bolsillo y preferiría morirse a llamar a Uraraka para pedirle un aventón. No había forma en el universo para explicarle que estuvo en el bar con Shoto Todoroki y después habían pasado un buen rato besándose y tocándose en una cama lujosa de un hotel prestigioso.
Nop. Mejor morirse.
Esta vez, con todo en su bolso y sin nada por olvidar, se despidió y por fin pudo salir de la habitación de hotel antes de morir por un ataque de pánico.
Esa sería sin duda alguna, la experiencia más extraña que había tenido y que tendría en su aburrida vida.
Por alguna razón, la idea de adoptar un gato ya no era tan tentadora, mejor se conseguiría un lorito.
Shoto Todoroki se levantó de la cama con un intenso dolor de cabeza, como si alguien le hubiese golpeado la cabeza con un mazo mientras dormía. Quejándose como un condenado, se levantó de la cama, sorprendiéndose de verla tan revuelta, de seguro pasó una mala noche porque no era normal para él hacer un desastre entre sueños.
Como si fuese un muerto viviente, caminó entre pasos pesados hasta el baño. Sentía que en cualquier momento caería de cara al suelo y volvería a quedarse prácticamente inconsciente. Intentando evitar ese desastre se metió la ducha y se mantuvo bajo el agua fría hasta que estuvo despierto.
Amarrándose una de las blancas toallas a la cadera, salió del baño pensando en buscar algo para comer y así ponerse a recordar por el resto del día qué estupidez había hecho la noche anterior.
— ¡Pero él lucía amable! ¡Como un conejito!
Todoroki no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar la clara voz de Kirishima, sorprendiéndose al verle junto a Aizawa sentado en los sofás de la sala, pero no, no era una grata sorpresa. Ellos se tomaron todas las libertades, incluso sobre la mesita de café habían puesto un par de lates y una caja con donas glaseadas.
— ¿Qué se supone que hacen en mi habitación?
Aizawa volvió a verle con su clásico humor de muerto en vida.
—La pregunta es, ¿a dónde deberías huir tú para que no te mate?
Todoroki alzó una de sus cejas con confusión. Ignorando la amenaza de su manager, se acercó hasta ocupar el otro sofá para una persona ya que el otro estaba siendo ocupado por Kirishima.
—Si es por lo de Yaoyorozu, sabe que no podía hacer nada, eso dependía de ella y fue descubierta. —Todoroki estiró la mano para sacar una de las donas de la caja, pero Kirishima se la alejó con un rápido movimiento—. ¿Qué?
—Lo siento viejo, las donas son para los que no pasan la noche bebiendo. —Kirishima subió los hombros—. Pero podría darte una si te esfuerzas por recordar y contarnos qué diablos te pasó.
— ¿Recordar qué?
—Todoroki, no estoy enfadado por lo de Yaoyorozu, eso ya fue solucionado y la revista que sacó la noticia fue sobornada para no vender las fotografías y no hacer más grande el chisme. —Aizawa le dio un sorbo a su café amargo—. Estoy enfadado por tu desliz de anoche.
En cuanto Todoroki escuchó esas palabras todas las alarmas se encendieron en su cabeza, aunque su cara no mostró otra expresión y solo se limitó a frotarse las sienes, estaba preocupado, cuando estaba borracho era simplemente estúpido.
Como ese vídeo que sus hermanos grabaron en la fiesta de año nuevo en casa de Touya, donde borracho hasta la médula se puso a cantar I Want To Break Free con una peluca de corte bob. Jamás le explicaron cómo llegó a ese punto, sus hermanos solo se limitaban a chantajearlo con el vídeo.
Y ese vídeo era el tipo de mierda que se esparcía como un virus, si se subía al internet sería imposible bajarlo.
— ¿Ahora qué hice?
—Vamos Todoroki, tu puedes recordar, hazlo por las donas. —Kirishima sacudió la caja delante de suyo, aunque apenas y parpadeó en respuesta. El bajista bufó—. Dios, Todoroki. Si yo fuera tú no olvidaría la carita pecosa que te hizo compañía la noche pasada.
Esta vez, Todoroki abrió los ojos completamente aterrado.
Okay, eso era peor que cantar I Want To Break Free con una peluca de corte bob.
— ¿Qué? —apenas preguntó en un hilo de voz—. ¿Qué me hizo qué?
—Más bien, qué demonios le hiciste tú, no quieras hacerte la victima ahora. —Aizawa frunció el ceño.
— ¿Pero qué? ¿Qué diablos hice?
—No hombre, a mí no me mires que conmigo no fuiste a beber. —Kirishima alzó ambas manos en señal de no tener la culpa—. Y tranquilo, no embarazaste a nadie.
—Yo no estaba pensando en eso.
—Oye, que solo te doy los hechos. —Kirishima sonrió.
—No me estás diciendo absolutamente nada.
—Te lo resumo, te fuiste anoche a beber, no tenemos idea de dónde está tu motocicleta, entramos a tu cuarto y te encontramos abrazado a un chico pecoso que tal vez ni siquiera tiene la mayoría de edad, pero que a mi parecer, era un solecito.
—Espera, ¿qué le pasó a mi motocicleta?
— ¡Demonios, Todoroki! —Aizawa exclamó—. ¿Puedes organizar tus prioridades?
—Lo siento, pero no recuerdo nada, mi cabeza es un borrón en blanco.
—Y rojo. —Kirishima se rió de su propio chiste.
Todoroki ignoró el torpe comentario y dejó caer su cabeza sobre el respaldo del sofá, maldiciéndose cientos de veces a sí mismo.
—Espero que el chico no diga nada de lo que hiciste o en serio te encontrarás en graves problemas. Ya fuiste nombrado el cornudo del año, ahora podrías ser el despechado mujeriego, ten un poco más de conciencia en tus acciones —Aizawa le regañó y Todoroki se quedó callado aceptando cada palabra, se las merecía—. Dame un respiro, apenas conseguí sacarte del problema con Yaoyorozu.
—Lo sé, muchas gracias —dijo incorporándose para disculparse apropiadamente—. Me aseguraré de no causarle más problemas.
—Y más te vale, Todoroki.
El móvil de Aizawa comenzó a sonar, se puso de pie, llevándose su café amargo con él y rebuscando entre los bolsillos de su sacó el aparato. Hizo un ligero movimiento con la cabeza para despedirse de los dos chicos y salió de la habitación.
Todoroki sintió el pesar del mundo sobre sus hombros, primero la vida le jodía y siendo eso insuficiente, él también debía arruinarse. Se dejó llevar por sus impulsos una simplona noche y ahora todo pendía de un hilo.
— ¿Fue un chico? —preguntó a Kirishima, aun sin poder creer lo que había hecho—. ¿Qué dijo?
—Lo encontramos aquí y actuaba como un conejito nervioso, créeme, debiste actuar como un verdadero galán para conseguir meterlo en tu cama. —Kirishima le dio una mirada picara—. Aunque no deberías preocuparte, salió de tu cama vistiendo camiseta y pantalón, nos dijo que no hicieron nada, pero tenía un montón de marcas tuyas en el cuello.
—Mierda...
—No digo que esté bien lo que hiciste, pero al menos no te aferraste a ya sabes quién y no te volviste un señor divorciado de cuarenta.
Todoroki gimió por la frustración. En ese momento no podía importarle menos lo de Yaoyorozu, él mismo se había metido en otro problema por su propia cuenta. Quizás qué cosas indecorosas le dijo al pobre chico la otra noche. Santa mierda, que vergüenza.
— ¿Le dieron dinero? —preguntó esperanzado de que el chico hubiese tomado el soborno.
—Solo tomó lo suficiente para volver a casa. —Kirishima lamió la azúcar en la yema de sus dedos—. No parecía un oportunista, definitivamente tu tuviste la culpa de traerlo aquí.
—Demonios. —Todoroki se llevó una mano al rostro, cubriendo sus ojos—. Ni siquiera puedo recordar su cara.
—Sip. Y es una lástima. —Kirishima le acercó un café y la caja con donas—. Come algo e intenta recuperarte, de otro modo, morirás en cuanto escuches el sonido de una batería.
—De hecho, creo que con el sonido de la guitarra acústica bastaría para enviarme al suelo.
La cabeza le zumbaba como si fuese un globo aerostático.
Tomó el café que Kirishima le ofrecía y bebió un poco, haciendo una mueca al percatarse de que no tenía un gramo de azúcar y que además, el café estaba cargado. Rápidamente lo alejó de sus labios haciendo una mueca.
— ¿Qué es esto?
—Para tu resaca.
—El café no ayuda con la resaca. —Todoroki frunció el ceño—. ¿Quién te dijo esa mentira?
En cuanto esas palabras escaparon de su boca tuvo un pequeño recuerdo. Había sostenido un chico entre sus brazos, uno que claramente lucía preocupado y algo ansioso, ya que recordaba un rostro sonrojado. Sin embargo, la ilusión fue tan vaga y pequeña que no pudo sacar un aspecto en concreto.
— ¿Todoroki?
— ¿Qué?
—Te quedaste mirando fijamente la mesa y me preguntas. ¡Eso fue aterrador! —Kirishima reclamó sacando otra dona de la caja—. ¿En qué pensabas?
—En nada. —Todoroki alejó la caja de donas de las manos de su compañero y la puso en su regazo—. Tú deberías dejar de comer.
— ¡Hey! ¡Solo me he comido siete!
—Bakugou va a matarte. —Señaló su estómago—. Te pones gordo.
— ¡Musculoso!
—Músculo no es lo mismo que grasa.
Todoroki hizo oídos sordos a los reclamos de Kirishima, él había comenzado a relatarle los arduos ejercicios que hacía a diario y eso no le importaba, solo estaba cobrando venganza por traerle un café amargo. Le gustaban las cosas dulces. Solían decirle que era una persona amargada, pero si se trataba de comida, perfectamente podría quedarse diabético.
Tal vez lo dulce le ayudaría a recordar el rostro del chico con el que pasó la noche.
Y a recordar el nombre del sucio club en el que estuvo, porque de otro modo debería decirle adiós a su motocicleta o meterse en un gran embrollo para recuperarla.
Una semana después de los hechos, Midoriya se hallaba chocando repetidas veces su cabeza contra su escritorio, provocando que la taza con té de jazmín de Uraraka salpicara sobre la madera.
La chica estaba conteniéndose para no golpear a su mejor amigo hasta calmarlo, sobre todo porque ambos tenían los escritorios el uno al lado del otro y eso provocaba que los constantes golpes de Midoriya removieran sus cosas.
Cuando otra gota de su té se derramó sobre una de las notitas que Tenya le escribía, supo que era suficiente.
— ¡I-zu-ku! —dijo su nombre por silabas—. ¡El próximo golpe te lo daré yo si no te detienes!
Midoriya no hizo caso, a punto de repetir el movimiento, más el golpe que se llevó gratis y sin sorteo sobre sus rizos le detuvo. El dolor se expandió por su cabeza como una ola, dejándole quieto al instante.
Uraraka tenía uno de los ejemplares de la revista Idaten enrollado burdamente. Midoriya entrecerró sus ojos, esa era el arma homicida.
—N-No soy un cachorro.
—Por supuesto que no, pero pareces un mal intento de suicida. ¡¿Qué intentas hacer chocando tu cabeza contra el escritorio?!
Alguien desde los otros escritorios chasqueó la lengua, pero el resto de sus compañeros de trabajo que estaban acostumbrados a su bullicio siguieron en lo suyo.
—No quiero ser un intento de suicida, quiero morir —Midoriya balbuceó, las esquinas de sus ojos estaban acuosas propenso a llorar—. ¡No quiero ir ahí, mátame, hazlo ahora! ¡Ya córtame la yugular!
Uraraka bufó cruzando los brazos sobre su pecho.
—No puedo creerlo, ¡es una oportunidad de oro! La mayoría de las chicas querían ese trabajo, pero te eligieron a ti, ve y cumple tu sueño.
— ¡No es mi sueño! —Midoriya exclamó, percatándose de lo alto que habló y cubriéndose la boca como si eso ayudara en algo—. No... no es mi sueño.
Uraraka desenrolló la revista para mostrarle la portada, en ella veía una grandiosa fotografía de Todoroki cantando y con la guitarra eléctrica en mano, claramente atractivo y atrayente como una estrella en su máximo esplendor, favoreciéndole el ambiente nocturno y la iluminación.
—Vas a trabajar fotografiando y escribiendo sobre este bombón japonés a través de su larga gira por el mundo. ¿De qué diablos te quejas? —Uraraka señaló la portada con exasperación—. ¡Míralo! Aparte que es una gran oportunidad de turismo y obviamente gratis.
—P-Pero...
— ¿Pero? ¿Dijiste pero? ¡Por Dios, Izuku! Sé muy bien que acaba de terminar su ridículamente larga relación hace poco y que es el cornudo del año, pero sigue siendo ardiente como una patata al horno. —Uraraka soltó la revista sobre su escritorio—. Claro, no se volverá el amor de tu vida, ni siquiera sabemos si tiene un mínimo cabello gay, pero será bastante gratificante verlo de cerca e ir gratis a sus conciertos, ¿no crees?
Midoriya enterró los dedos en su esponjoso cabello, observando la portada en que se anunciaba el inicio de la gran gira de Todoroki. Durante la mañana, en cuanto Iida le había informado de ese trabajo, pensó en lanzarse por la ventana del décimo piso para morirse lo más rápido posible.
No podía trabajar codo a codo con él, no después de lo que habían hecho. Midoriya probablemente desmayaría de vergüenza antes de poner un pie en uno de sus conciertos, aun cuando estaría lleno de fanáticas y él no fuese más que otra cabeza en el montón. ¡Obviamente moriría si lo veía cara a cara! Aún más si debía hablar con él y fotografiarle.
¡Imposible!
—No quiero, Ochako. Tengo a una bendición ahora. —Midoriya hizo un puchero—. Lo adopté hace una semana.
—Dijiste que querías un gato y adoptaste un perico.
—Es un lorito.
—Y se llama All Might.
—Pero es bonito. —Midoriya le hizo ojitos de cachorro—. Ve por mí, por favor.
—Te debo mucho, pero no. Además, no quiero que Tenya haga bobas teorías sobre dejarlo por un cantante. —Uraraka subió los hombros, quitándole importancia—. Y tú te mereces unas buenas vacaciones... y babear por uno de los cantantes que te gusta.
— ¡Es un trabajo!
— ¡Alrededor del mundo! ¡Fotografiando a Todoroki! ¡Escribiendo sobre él! —Uraraka movió sus manos de arriba abajo con exasperación y emoción, incapaz de comprender como su amigo no veía la maravillosa oferta que le habían dado en bandeja de plata—. ¡Será increíble!
— ¡Pero yo no quiero!
—Sabes que actúas extraño, ¿no? —Uraraka se le acercó, entrecerrando sus ojos e intentando descubrir que le pasaba—. ¿Qué te sucedió de la noche a la mañana? Hace un par de semanas estarías chillando y pidiéndome que cuide a tu perico.
—L-Lorito. —Midoriya tragó grueso—. ¿Podrías dejar de verme tan fijamente?
—Nop, algo te ocurrió y yo, tu mejor amiga, la persona que te acompaña en tus estupideces, la chica que esperó ocho horas contigo para conseguir un cómic, no está enterada.
Midoriya se cohibió en su asiento. Uraraka estaba dándole una batalla de miradas y él había perdido antes de siquiera comenzarla. No le contó absolutamente nada a Uraraka sobre lo ocurrido con Todoroki, temía que ella explotara en arcoíris y luego en ira, dispuesta a llegar a su hotel para amenazarlo por intentar robarle su pureza. La conocía, ella era capaz de armar un gran escándalo y si ella lo hacía, metería en más problemas a Todoroki y de paso, delataría a sus fans su ubicación actual.
Desastre.
Sin embargo, tal vez era el momento de decirle toda la verdad.
Sobre todo si en menos de una semana comenzaría a trabajar codo a codo con Todoroki.
PARENLOOOSAJFVPIFNDSBIVNJFBA
Ya.
¡Hola, tribu! Aquí la actualización semanal de este nuevo desmadre.
Estuve leyendo un par de comentarios por ahí y creo que entendieron mal mi mala explicación del síndrome Mutis, así que lo haré otra vez: Los mutis se quedan mudos los últimos tres días del mes, si alguien les besa en uno de esos tres días pueden salvarse o perder la voz para siempre, depende de si es o no amor verdadero. Esto tiene plazo, porque al cumplir los veintiocho años quedan mudos para siempre, es decir, es su fecha límite para encontrar a alguien que les quiera de verdad.
Ya en el próximo capítulo voy a explicar del trabajito de Izuku que le va a meter en problemas con Shoto. Porque aquí o se casan o se casan, punto xD
¡Muchas gracias por todo el apoyo, son un sol! ¡Nos vemos la próxima semana!
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