Capítulo 22
Ambos conciertos de Todoroki en Francia resultaron tan maravillosos como los anteriores, para Midoriya fue sumamente emocionante escucharle a pesar de que pasaron solo un par de días desde Dublín. La voz de Todoroki lograba abrumarle y Midoriya no podía asegurar que eso dejaría de sucederle en algún momento.
Midoriya se encontró en un pequeño barco de calma entre medio de la tormenta. Últimamente pasaba más tiempo con Todoroki y gracias a la confianza que obtuvo trabajar en el libro se volvió muchísimo más sencillo. También estuvo en algunos ratos con Melissa, la chica era agradable y en ningún momento le hizo sentir incómodo, incluso se ofreció a ayudarle en cualquier momento. Saber que podía contar con alguien más aparte de Todoroki y Kirishima resultaba calmante.
Habían sido un par de días extrañamente tranquilos, el desastre que se ocasionó entre los músicos principales del concierto debería imponer un caos, pero no era así. Los tres hombres no cruzaban palabras en los ensayos, pero podían tocar fenomenal en el escenario. Cuando Midoriya preguntó a Todoroki por ello, él le aseguró que mientras sus grietas no se mostraran al mundo estarían bien.
Pero Midoriya no dejaba de estar preocupado al respecto.
Kirishima fingía que nada cambió, Todoroki actuaba tan natural como siempre y Bakugou...
Midoriya no sabía qué sucedió con Bakugou.
Él supuso que después del desliz de Todoroki, Bakugou no dudaría en encararle y romperle su pecosa cara, pero no sucedió. Las pocas veces que se cruzó con el baterista en los pasillos no hubo palabras, ni siquiera miradas. Eso se suponía debía calmarle, pero solo consiguió preocuparle más, si Bakugou no actuaba a la defensiva quería decir también le afectó el quiebre que tuvo su amistad con Todoroki.
¡Midoriya se sintió terrible! Incluso llegó a desear que Bakugou le golpeara porque sentía que lo merecía.
Lo peor era que Todoroki debería viajar primero que todo el staff para su tratamiento médico, eso significaría que pasaría unos días sin trabajar y sin tener cerca al cantante. Por más que Midoriya se dijo a sí mismo que todo estaría bien, hubo un dolor en su pecho que le impidió confiar. Más que un dolor, era una fría comprensa alrededor de su corazón que le hizo incomodar, pensar que no vería a Todoroki le desanimó.
Sí... eso sucedía.
Fue feliz el último mes con Todoroki, sorprendentemente acabó siendo cercano a quien menos se esperaba, pero no se arrepentía.
Y ahora... ahora debería dejarlo ir por un tiempo.
¡Diablos, no debería ser difícil! Eran amigos, era normal que en algún punto se separaran, incluso al final de la gira sus vidas serían separadas para siempre, Midoriya lo sabía, pero eso no evitó que su inminente partida le dejara un vacío.
Esa noche sería la última que pasaría con Todoroki hasta nuevo aviso, y como no quería ser un exagerado no dijo ninguna palabra, Todoroki tampoco pareció alterado al respecto, así que no actuaron fuera de lo normal.
Prometieron ver una película luego del concierto, por ello en cuanto volvieron al hotel Midoriya tomó una ducha rápida y un cambio de ropa antes de dirigirse a la suite de Todoroki, quien atendió la puerta con una expresión algo adormilada.
—Lamento la tardanza, ¿estás cansado? —preguntó con ligera preocupación, pero Todoroki no se molestó en responderle, solo se hizo a un lado para dejarle entrar. Midoriya pudo notar el teclado encendido en una de las esquinas de la sala y unas cuantas hojas de papel sobre el atril y el mueblecillo del lado—. ¿Estabas componiendo otra vez? ¿Tienes una nueva idea?
De a poco Midoriya comenzó a comprender algunas costumbres de Todoroki, le gustaba dormir y lo priorizaba muchas veces, pero cuando se trataba de componer era capaz de suprimir su propio cansancio. Debía ser un hábito propio de los artistas, ni siquiera ellos sabían cuándo la inspiración llegaría y debían aprovecharla en el momento.
—Algo así...
—¡Eso es genial, Todoroki! Apenas has terminado una canción excelente y ya tienes ideas para una nueva.
Todoroki sacudió ligeramente su cabeza en negación.
—Solo estoy intentando algo nuevo, no es como si tuviera algo concreto todavía.
—¡Pero estoy seguro que lo tendrás! No puedo esperar para oírla. —Midoriya se cubrió los labios al recapacitar en sus palabras, la emoción se le escapaba por los poros. Creyó que Todoroki le regañaría por ser ruidoso, pero en su lugar solo fue hasta el teclado para ordenar las hojas de papel.
—Gracias por el apoyo. —Le pareció ver a Todoroki sonreír mientras organizaba las partituras con pequeños tarareos, seguramente para identificar las melodías dispersas.
Midoriya no pudo evitar sonreír, Todoroki realmente disfrutaba componiendo. Era obvio que adoraba la música. Sus ojos esmeraldas fueron a parar hacia el elegante teclado negro de ochenta y ocho teclas, y sus manos cosquillearon torpemente por las ansias de tocar un poco. La sensación fue tan extraña como vaga, era la primera vez en muchísimo tiempo que realmente quería tocar el piano. La última vez que tocó fue cuando visitó a su madre y abuela hacia unos meses, su abuela siempre le pedía tocar y como Midoriya no tenía corazón suficiente para negarse, lo hacía, pero con un nudo en su garganta.
—Puedes elegir una película mientras ordeno todo este desastre. —Todoroki habló sacándole de su monólogo personal—. Adelántate.
Midoriya asintió secamente sin quitarle la vista al piano, sabía que bastaba con pedirlo para que Todoroki le permitiera tocar, pero aun dudaba. ¿Y si se quedaba congelado con los dedos sobre las teclas? Podía tocar con la calidez de su familia a su lado, pero jamás volvió a intentarlo ni para otra persona, ni para él.
Las palabras de su padre le perseguían como una amarga canción vieja, la sensación de congelarse frente a un elegante piano de cola delante de decenas de personas le atormentaba.
Malos recuerdos conseguían apresar todos sus deseos de hacer lo que quería.
—¿Ocurre algo?
—N-No realmente, ¿por qué?
—Te quedaste callado.
Midoriya frunció sus labios en una línea recta.
—¿Quieres decir que soy parlanchín?
—Tal vez.
Midoriya abrió su boca, listo para reclamar, pero al no encontrar una buena excusa prefirió callarse. Todoroki le observó en silencio, como si se hubiera percatado de algo le ocurría.
—¿Te duele la cabeza?
—No... —Midoriya ladeó su cabeza.
—¿Entonces el estómago?
Supuso que Todoroki comenzaría a soltar cosas al azar hasta descubrir qué le sucedía. Era Todoroki, es decir que era muy capaz de hacer algo como eso, así que finalmente inhaló y suspiró.
—¿Puedo escucharte tocar el piano antes? Un poquito... —Midoriya hizo la seña con su mano, pero sus dedos índice y pulgar estaban casi tocándose—. S-Solo si no te molesta, digo, veríamos una película y esto no estaba anticipado, puedo comprender si no te sientes a gusto o solo quieres descansar, la verdad-
—Tocaré.
—Oh. —Midoriya sonrió nerviosamente—. ¡Muchas gracias!
No se sentía preparado para tocar aún, pero escuchar tocar a Todoroki lograría calmar los ligeros temblores que se apoderaron de sus manos.
—¿Tienes alguna petición en mente?
—¡Pachelbel! Canon. Es una melodía tan reconocida como hermosa. Aunque... uh, ¿sabes...?
—Sé tocarla.
A Todoroki se le hacía tierna su actitud, Midoriya parecía feliz con algo tan simple como tocar para él.
Midoriya se sentó en el taburete largo que antes posicionó detrás del piano, él le contempló con sus grandes y esperanzados ojos esmeralda claramente emocionado. Todoroki no pensó que sería de esa manera, si no fuera tan orgulloso confesaría que sintió un pequeño pánico. ¿Podría tocar bien teniendo a Midoriya a su lado? No era como la vez anterior, esta vez Midoriya quería quedarse hombro con hombro para escucharle.
Oh bien, no tenía oportunidad de negarse ahora, no cuando Midoriya le veía como si se tratara de un ser de luz.
Se acercó y tomó asiento a su lado, el espacio era algo estrecho y ninguno de los dos era realmente pequeño, así que sus brazos no podían evitar tocarse, bastaba con un pequeño movimiento.
—Uh. ¿Debería entrar el estómago? —Midoriya preguntó conteniendo el aliento.
—No es necesario, eres delgado. Demasiado, de hecho.
—Es frustrante, como mucho y aun continúo siendo enclenque. —Midoriya se tocó sus brazos como si midiera su masa muscular—. Y no he hecho ejercicio desde que empecé a trabajar aquí, cada día me siento más debilucho. ¿Crees que debería buscar un nutricionista?
—Creo que no deberías exagerar.
Midoriya hizo un puchero.
—Hablo en serio.
—Si te sientes tan acomplejado puedes entrenar con Kirishima y conmigo. Usualmente utilizamos los gimnasios de los hoteles durante la mañana.
—¿En serio? ¡Sería genial! La verdad, acostumbro correr desde muy temprano y si no lo hago me pongo ansioso.
Todoroki escuchaba a Midoriya, pero también tocó algunas notas sueltas mientras intentaba hacer memoria de la melodía. Midoriya escogió una tonada muy reconocida y difícil de olvidar, seguramente más por consideración que por gusto propio.
—No pareces el tiempo de persona que le guste quedarse quieta.
—Uh, no soy fiestero.
—No me refería a eso. —Todoroki no le miraba al hablar, solo tocaba—. Cuando estás en lugares pequeños revoloteas.
—No soy un hada, Todoroki.
—Pero no te quedas quieto.
Comenzó sutilmente provocando que Midoriya callara. La melodía relajante poco a poco llenó el ambiente como un acompañante a la noche que existía fuera de la ventana. Fueron unos segundos calmados a pesar del pequeño temor a fallar que no pudo evitar sentir. La cercanía de Midoriya resultaba problemática, todo por culpa de su corazón acelerado, así que intentó concentrarse totalmente en las teclas bajo sus dedos.
Por esa razón, no pudo notar cuando Midoriya, titubeante y nervioso, deslizó sus dedos sobre las finas teclas tocando suavemente y acoplándose al ritmo de la melodía. En un principio se sorprendió al escucharlo, pero no se detuvo y no dijo ninguna palabra, permitiendo que Midoriya hiciera lo que gustase sin verse invadido. Prontamente ya no se trató de una mano tímida irrumpiendo en la melodía, se trató de un compañero que con ambas manos tocaba las teclas con toda libertad y cuidado.
Todoroki debía ser sincero, jamás le agradó la idea de tocar un dueto de piano, se le hacía incómodo no poder tocar sin acabar rozando su mano con la de otro. La única persona que se atrevía a tocar con él era Fuyumi, ella siempre fue muy profesional cuando se refería al piano y Todoroki jamás se negó a un dueto con ella, porque fue gracias a su hermana que descubrió su gusto por la música y negarse sería una horrible falta de respeto.
Pero ahora... no era incómodo, incluso cuando su mano estaba tan cerca de tocar la de Midoriya y podían fallar por la falta de práctica, no estaba mal. Midoriya apenas rozaba las teclas como si acariciara suavemente cada nota con sumo cuidado, no era como otros pianistas que parecían luchar intensamente contra el instrumento, él estaba siendo cuidadoso, pero no por ello menos rápido, era... hábil.
Todo pensamiento dejó de importar, la tonada inundó el ambiente como si se tratara de magia. Sencilla música clásica despertaba el sentimiento de felicidad y comodidad, casi una sensación hogareña.
El ritmo comenzó a acelerarse entrando a una de las partes más caóticas, pero Todoroki no debía hacer mucho, era Midoriya quien debería lidiar con esa parte. A Todoroki no le decepcionó, de hecho fue impresionante, rápido y sutil como solo él podía hacerlo. Observó su rostro pecoso extrañamente calmado, Midoriya miraba hacia abajo y apenas veía a través de sus espesas pestañas, él estaba tocando por mero instinto y memoria.
Sus manos chocaron juntas debido a la cercanía de sus respectivas notas y a diferencia de cómo era habitualmente, Midoriya no se exaltó, siguió tocando, dejando un sentimiento vacío y el recuerdo de su calidez sobre el dorso de su mano cuando se alejó.
Poco a poco se acercaban a un final, pero la tonada jamás dejaba de ser armoniosa ni se volvió deprimente. Parecía la ideal para poner fin a un ciclo e iniciar uno muchísimo más maravilloso.
Por su parte, Midoriya estaba intentando dar lo mejor de sí mismo para no fallar, combatiendo contra su falta de confianza para dar rienda suelta a ese pequeño anhelo que le dejó romper sus propias barreras. Todoroki le daba confianza, él le vio en varios apuros y en ningún momento perdió la paciencia, era sincero y amable sin saberlo, Midoriya se sentía feliz a su lado.
Las últimas notas revolotearon en su pecho, iba a terminar sin fallar, su corazón se pintó con ligeras pizcas de orgullo.
En ese momento Midoriya descubrió que aún le gustaba la música, le gustaba confiar en los demás, le gustaba creer que aún había esperanza de tener la vida que realmente deseó antes de que todo se derrumbara a grandes magnitudes.
Pensar que vivía sobre un suelo de frágil cristal que durante años llamó felicidad le dolió. Desde pequeño jamás fue prudente, dejaba que las emociones le llevaran y que sueños se acumularan en su cabeza y ahora quería ser quien realmente era.
Pero temía fallar en el intento.
La tonada acabó y aunque tuvieron diferencias de tiempo al quitar las manos del piano no estropeó nada. Midoriya guardó las manos sobre su regazo e inhaló profundamente.
—¡Perdón por interrumpir, Todoroki! Realmente... mis manos se movieron por sí solas y yo... uh. —Midoriya farfulló con vergüenza—. ¡Mi culpa!
Midoriya quiso seguir con su intento de disculpa, pero se quedó en silencio cuando sintió la mano de Todoroki sobre su mejilla, una caricia vacilante que le obligó a devolverle la mirada y perderse en sus ojos, en ellos ya no encontró la calma aplastante que solía haber, sino que halló una tormenta, como si Todoroki estuviera debatiéndose a sí mismo.
En lugar de alejarse o simplemente disimular, solo cerró sus ojos, esperando pacientemente.
Y sus labios fueron finalmente reclamados en un beso tan tierno como cálido, un beso que consiguió removerle el alma y hacerle tocar las estrellas. Idílico, fascinante. Un solo contacto que anheló durante mucho tiempo y que trató ocultar con discursos torpes sobre no desearlo realmente.
La primera vez que besó a Todoroki pareció el inicio de una adicción apasionante, encendiendo algo en su interior que le hizo acabar durmiendo con él sin siquiera conocerle. Pero esto... esto se sentía real, existía verdadero cariño y Todoroki le trataba con cuidado, porque conocía sus temores y no quería dañarle por ningún motivo.
Su corazón se sintió lleno, al menos hasta que Todoroki se alejó abruptamente como si fuera consciente de lo que acababa de hacer. Midoriya le miró con pánico, el mismo pánico que se reflejó en los ojos de Todoroki.
La magia del momento desapareció y les hizo golpear contra una dura realidad.
—Mierda. —Todoroki masculló, cubriéndose la boca.
Y Midoriya quiso morir o que la tierra se partiera en dos y se lo tragara. ¡Por todos los cielos! Olvidaba recordar quién era Todoroki y quién era él.
El torpe periodista de Idaten acababa de besar por segunda vez a Shoto Todoroki, cantante del momento que tenía el mundo a sus pies. Y esta vez no hubo una gota de alcohol de por medio, así que no existía ningún tipo de excusa.
Midoriya se levantó del taburete largo tropezando y manteniéndose de pie por mera suerte. Su corazón latía rápidamente y sus mejillas estaban acaloradas.
—¡E-Esto no pasó! —exclamó señalando a Todoroki y luego a él mismo repetidas veces.
Todoroki frunció el ceño, no iba a estar de acuerdo con él, al parecer.
—¿Piensas decir no homo para solucionarlo?
Midoriya hizo un puchero.
—No... no te burles de mí.
Un silencio pesado cayó entre ellos. Midoriya quería gritar, él deseaba solucionar su patética vida y hacer todo lo que anhelaba, pero de eso a besarse con Todoroki había una diferencia del tamaño de un abismo. ¡No tenía planeada tal cosa! Simplemente... pasó.
—No me estoy burlando de ti.
—¿Entonces por qué...?
¿Por qué le besó? ¿Por qué permitió que pasara?
—Lo siento mucho, Midoriya. En este momento debería decir que no quería, pero no puedo.
—N-No dirás que...
—Quería hacerlo.
—¡Pero...!
—Y tú correspondiste.
—Esto es una locura.
Midoriya finalizó cerrando sus ojos fuertemente por la pena. No pensaba creer en eso. Todoroki no tenía por qué estar interesado en alguien como él, era ilógico. Si bien no actuaban como amigos normales y existía una extraña tensión, jamás pensó que todo explotaría tan rápido.
No anticipó esto.
Todoroki suspiró pesadamente al notar su rostro afligido y el temblor en su labio inferior.
—Lo siento si se te hace incomodo, Izuku.
Extrañamente, esas no eran las palabras que quería escuchar por parte de Todoroki. Midoriya quería que él se arrepintiera, pidiera que olvidara ese pequeño desliz y siguieran con sus vidas.
—Es... mucho mejor si me marcho a mi habitación, te despido mañana para que tengas un buen viaje y olvidamos lo que sucedió. Puedo... —Midoriya tragó duramente—. Puedo renunciar al proyecto y pedirle a Iida que envíe a otra persona, después de todo yo no soy escritor profesional.
—Eso es estúpido —Todoroki dijo severamente, cortando su parloteo—. Incluso si no quieres hablar, ¿puedes escucharme?
Midoriya se sintió un chiste con pies. Pero no podía culparse, él no sabía cómo actuar en esas situaciones, de hecho, jamás pasó por nada igual en ningún momento de su vida.
—Estoy asustado. Perdóname, Todoroki.
Todoroki hizo una mueca, tampoco parecía estar calmado.
—Creo que me gustas.
—¡¿Qué?! ¡N-No digas cosas así de la nada!
—Lo siento, solo quiero dejar de fingir que nada está sucediendo —Todoroki hablaba con lentitud, pero Midoriya sabía que estaba tan aterrado como él—. Ambos lo sabemos. Esto ya no es...
—Una amistad normal. —Midoriya frunció sus labios—. Lo sé. Pero... ¿por qué yo? Incluso si yo estuviera desarrollando este tipo de sentimientos por ti no hay razón para que tú lo hagas.
—Me siento una persona real cuando estoy contigo. Eres amable, te preocupas por lo demás e incluso eres lo suficientemente fuerte para sonreír a pesar de todo. —Todoroki habló casi como si estuviera derrotado—. Sería más sencillo si no fueras tan lindo, ¿sabes?
—¡¿Lindo?!
—Y además eres demasiado inocente. ¿Por qué no estás a la defensiva en este momento? Te estoy acorralando.
Midoriya apretó sus puños. Sí, Todoroki estaba acorralándole con la pura verdad, por ello mantuvo la calma... relativamente. Era suficiente de auto engañarse y creer que nada surgió entre ellos. También se suponía que debía estar enfadado, no era tonto. Hacía poco más de un mes atrás Midoriya estaría histérico, creyendo que Todoroki solo querría utilizarle, pero no era así, ahora le conocía y sabía que era incapaz de algo como eso.
Era inofensivo, casi como un gato perezoso.
—Confío en ti. Tú eres quien debería desconfiar, Todoroki. Eres famoso, un blanco fácil para la gente que solo quiere abusar...
—También confío en ti.
Eso fue suficiente para que sus rodillas temblaran, no pudo sostener su propio peso así que se dejó caer en el suelo como un niño perdido, abrazando sus piernas. Escuchó a Todoroki levantarse para luego acompañarle en el suelo alfombrado, eso le ayudó a sentirse menos patético.
Parecían un par de niños pequeños sin saber qué hacer. Midoriya quería llorar... o gritar, todo servía.
—Estoy asustado, Todoroki.
—Yo también, esto no estaba en mis planes.
Ambos lo sabían. Empezar una relación tampoco era opción, ninguno estaba preparado para algo como eso, sus posiciones en la vida también se lo impedían, y por sobre todo... no estaban enamorados. Era simple y completa atracción que les estaba derrumbando.
Después de su charla con Yaoyorozu, Todoroki realmente pensó en intentar algo serio con Midoriya, avanzar poco a poco y descubrir si podrían enamorarse de verdad. Pero después de escuchar la historia de Midoriya se despojó de toda esperanza, Midoriya estaba herido y tomaría tiempo curarse.
Decirle que era un mutis solo empeoraría todo, Midoriya era tan amable como Yaoyorozu y podría cegarse con la idea de salvarle de su maldición, y Todoroki no quería repetir el mismo error dos veces. Forzar el amor solo acabaría dañándolos.
Así que acabó sin nada. Sus sentimientos subían como la espuma y no había un fin ni un límite donde llegar.
—El amor me aterra, sé que esto no es algo tan intenso, pero... sigo estando aterrado de las relaciones. —Midoriya confesó casi en susurros—. Ya sabes cómo yo... no... ¡no soy bueno para esto!
Todoroki lo entendía. Estaba delante de un hombre maravilloso, pero quebrajado por las personas que tomaron sus sentimientos como un juego. Sabía que al final no podían estar juntos, muchas razones se los impedían, pero negar lo que surgió entre ellos tampoco era opción. ¿Entonces qué quedaba?
¿Qué...?
—Izuku, ¿sería demasiado...? —Todoroki titubeó, sobre todo cuando sus ojos de radiante esmeralda se fijaron sobre los suyos—. ¿Darme estos meses?
Midoriya frunció sus cejas con confusión.
—¿Para qué?
—Curarte —Todoroki dijo con sinceridad—. Puedo darte buenos recuerdos, Midoriya. Los suficientes para que olvides todo el daño que te causaron y puedas buscar una nueva oportunidad para ti.
—P-Pero... ¿qué obtendrías a cambio?
—Lo mismo que tú. Olvidar relaciones insípidas y tenerte como último recuerdo.
—¿Último?
—Después de Yaoyorozu me prometí no buscar a nadie más, estaba cansado. Pero apareciste tú.
—¿Tan pronto? ¡Eres increíblemente bueno y guapo! N-No existe persona allá afuera que no quiera compartir su vida contigo. ¿Por qué te estás rindiendo tan pronto?
Todoroki sonrió débilmente. Sería sencillo si no tuviera una fila de decepciones amorosas y una maldición sobre los hombros, pero ese no era su caso, así que no había mucho que él podría hacer.
—Tengo mis razones. —Todoroki hizo una mueca cuando Midoriya le miró con una mezcla de tristeza y confusión—. No es necesario que aceptes algo como esto si no quieres. No habrá problemas, lo prometo.
Midoriya se abrazó a sí mismo con más fuerza. Su roto corazón le gritaba que aceptara, que era una propuesta que jamás se volvería a repetir en su vida. Y debía ser franco, necesitaba saber cómo se era ser querido por alguien más, y por extraño que sonara, esa podría ser la única relación que sería de completa sinceridad y confianza. Las personas que dijeron amarle resultaron mentir, pero Todoroki estaba siendo sincero, no había algo más allá de la atracción sentimental y sería Midoriya quien podía tomar la decisión.
Casi como un juego donde ninguno de los dos saldría lastimado. Solo seguirían lo que sus sentimientos exigían en ese momento y se dejarían llevar.
Siempre lo repitió, al final de esa gira sus caminos se separarían y eso no cambiaría.
Así que... ¿por qué no intentar?
—Es muy repentino, Todoroki. Aun... no sé si puedo decir una respuesta ahora.
—Me iré mañana. Puedes pensarlo durante todos estos días. —Todoroki hablaba como si solo se tratara de un contrato sencillo, uno que Midoriya podría eliminar cuando le viniera en gana—. No pienses en mí cuando tomes tu decisión, solo piensa en ti.
Pensar en sí mismo. Antes de tomar cualquier decisión Midoriya se preocupaba sobre qué pensarían, qué dirían sobre él a sus espaldas, siempre pendiente como si el mundo quisiera acecharlo y tragarlo en un mar de angustia. Una constante tormenta que se crecía en su mente y no parecía detenerse jamás.
Ahora... ¿podía decidir por sí mismo? ¿Quería esto realmente? ¿No era demasiado patético recurrir a algo como eso?
Existían un millón de preguntas en su cabeza y debido a su naturaleza analítica era imposible que tomara una decisión ahora. Quería pensar en todo lo que podría arriesgar, qué tanto podría salir mal.
—¿Puedo irme a dormir por hoy? No sé si pueda seguir hablando sin tartamudear. —Midoriya no quería irse realmente, necesitaba pasar una buena velada con Todoroki porque sabía que lo extrañaría días después. Pero ahora... solo podría hacer el ridículo o decir algo indebido.
Todoroki apenas y asintió. Midoriya deseó abrazarle para quitar los rastros de miedo en su rostro perfecto, pero era un cobarde, así que se conformó con cerrar los puños y aguantar.
—¿Me despedirás mañana? —la pregunta de Todoroki fue sutil, casi como si temiera una respuesta negativa—. Si no quieres verme puedes quedarte en tu habitación.
—¡Por supuesto que lo haré, Todoroki! —espetó rápidamente, provocando que sus mejillas se sonrojaran—. L-Lo haré, quiero despedirme de ti... y desearte un buen viaje. No debes preocuparte por eso, ¿bien?
Todoroki asintió, aunque Midoriya pudo notar que no estaba muy convencido.
—Entonces...
—Por esta noche... solo iré a dormir. —Midoriya bajó la cabeza y tiró de sus mangas, intentando esconderse de la mirada de Todoroki—. ¿Sí?
—No es como si necesitaras mi permiso para irte a dormir, Izuku.
Midoriya no sabía si le encantaba o afligía su naturaleza sincera, pero si sabía que adoraba la capacidad de Todoroki para ser orgulloso y amable, sin necesidad de que una cualidad chocara con la otra. Todoroki no tenía problemas de enfrentarse a los demás y hacerse valer, pero también era humilde, lo suficiente para rechazar por completo un avión privado y simplemente viajar con el staff de sus conciertos.
Lo suficiente para preocuparse por alguien como él.
Y a Midoriya le gustaba.
Todoroki se puso de pie y sin decir una palabra, extendió su mano para ayudarle a levantarse. Midoriya estaba seguro que de no ser por él, hubiera preferido quedarse en el suelo siendo tan patético como siempre.
Estar casi cara a cara —porque Midoriya era un ser humano de un metro setenta y seis de pura ansiedad y Todoroki era más alto que eso—, fue un poco abrumador, porque su corazón latía desesperado en su pecho producto de la espera tortuosa de un tacto, un mínimo toque que le hiciera sentir seguro.
Pero lo que más anhelaba en ese momento era recibir otro beso en los labios.
Y era aterrador.
—Te veré mañana, supongo.
—Sí —Midoriya comprendió que esa era la señal para irse de una vez y aunque sus pies se sintieron pesados como el plomo logró girar sobre sus talones para dirigirse a la puerta. Apenas pudo volverse a ver a Todoroki para despedirse por cortesía—. B-Buenas noches.
—Buenas noches.
Midoriya salió de la habitación cerrando la puerta detrás de sí, pero no fue capaz de largarse por el pasillo, así que apoyó su espalda contra la pared y contuvo el aliento, rogando que su ritmo cardiaco volviera a la normalidad.
—Un momento. ¿Él acaba de...? —ahogó una exclamación entre sus manos temblorosas.
¡Todoroki acababa de llamarle por su nombre!
Si no mal recordaba, esa vez que se sintió abatido también lo hizo, pero no le tomó mayor importancia creyendo que solo lo hizo para calmarle, pero esta vez... esta vez era con toda la intención.
Ese hombre consiguió acabar con toda su cordura, retorcer sus sentimientos, cuestionarse sus decisiones.
Una nueva etapa de su vida comenzaba, una que nació gracias a un piano tocado por las manos de dos personas.
Y Midoriya no sabía qué haría de ahora en adelante.
Al menos tenía tiempo para pensar.
Canción:
https://youtu.be/JR_tS2Dz8r4
Este es un capítulo algo corto :(.
Cuídense, tribu preciosa, que casi toda Latinoamérica está ardiendo y también me siento preocupada por lo que sucede en los demás países. ¡Espero que estén bien, de todo corazón! ¡Y recuerden! Todos somos valiosos mientras no perdamos nuestra humanidad y empatía.
Un beso.
(¡Karol Dance eres un degenerado!)
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