—Qué hija de puta— bramó MinHo, con todo su corazón, cuando terminó de escuchar la historia de Chris.

JiSung y Felix alzaron las cejas ante el insulto, aunque Chris no estaba tan sorprendido.

—Bien, bien, siempre family friendly— MinHo rodó los ojos—. Que descendiente femenina la mujer del pueblo, ¿va?

Felix tardó un segundo en reír, rompiendo la seriedad, haciendo que los demás tuvieran una mueca divertida.

—Eres raro— murmuró Chan; inconscientemente, buscó la mano de Felix para tomarla, entrelazando sus dedos—. Pero ahora puedo estar más tiempo con Felix, todo el tiempo, en realidad, Omma Lee no deja que me vaya.

—¿Y qué hay de tu madre?— preguntó JiSung.

Chris se encogió de hombros.

—Ella no puede hacer nada, ya soy mayor de edad, legalmente soy independiente— dijo.

Ambos asintieron.

—Nos preocupamos cuando no volviste a aparecer— murmuró MinHo, aunque su mirada fue un momento a Felix, en realidad, estaban más preocupados por el chico mudo que por la falta de Chan.

El mayor entendió el gesto, y también miró al castaño y encontrándose con esos ojitos como de perrito abandonado, Chris alzó las manos que tenían unidas, besando el dorso de la mano de Felix, y dedicándole una sonrisa.

—Lo siento— volvió la vista hacia el castaño y el pelinegro—. No podía hacer nada, mi madre estaba con el celular encima todo el día.

—¿Ella veía los mensajes que te mandábamos?— preguntó JiSung.

Chris asintió.

—Sip... además de que seguramente revisó las conversaciones anteriores— Chris suspiró, incómodo—. ¿Recuerdan la vez que nos juntamos, y que MinHo y yo terminamos un poco ebrios?

Los otros dos tardaron un momento en recordar.

—¿Cuando Min comenzó a sacar foto de todo lo que hacíamos?

Chan asintió.

—Y vídeos... entre ellos uno mío vomitando— habló con una sonrisa vergonzosa.

MinHo abrió los ojos completamente.

—No digas que los vió...

El castaño asintió.

—Bien, si tu madre vió esas cosas y sigues vivo, entonces tienes la mayor suerte del mundo.