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CUARTO ACTO • CAPÍTULO VEINTITRÉS:
LA SALVASTE.

                    Vanessa se despertó en cuanto escuchó sonidos a su lado y, cuando se dio la vuelta para descubrir de qué se trataba, recordó que había quedado dormida al lado de Logan. Observó preocupada cómo el inmortal gruñía y se movía de un lado al otro. No estaba preocupada por ella, sino por él y por el hecho que no podía ayudarle en lo absoluto.

      —Logan—, intentó despertarló —. Logan—, repitió, un poco más fuerte y más cerca de su oído..

      —Jean.., Jean yo.., lo siento, lo siento mucho—, balbuceó Logan, originando un nudo tanto en la garganta como en el estómago de Vanessa. Su mano volvió a su lugar anterior, observando las facciones tensas en el rostro de Logan —. ¡No! Yo no la mataré. No a ella, ¡no!

      Vanessa frunció el ceño, mientras sus dedos acariciaban el ceño fruncido del mutante. A pesar que no tenía idea de lo que estaba hablando, notaba su dolor. Bajo las yemas de sus dedos, pudo sentir el sudor correr por su piel antes que las garras cubiertas de adamantium se abrieran paso en las manos de Logan.

      Para la velocista fue sencillo esquivar sus garras cuando Logan las alzó, ya que todo había ocurrido en cámara lenta para ella. Pero el inmortal seguía afectado por la pesadilla, respirando de forma agitada como si hubiera corrido una maratón mientras sus ojos parecían inspeccionar toda la habitación, en busca de un enemigo.

      —Logan—, llamó en un susurro. Él giró su rostro, mirándole cauteloso mientras su cuerpo seguía inmóvil, sus garras extendidas al aire —. No era real, sólo era una pesadilla—, posó suavemente su mano sobre la mano de él, sus dedos cerca del metal indestructible, pero sin llegar a cortarse —. Logan.

      —Maté a Jean—, soltó Logan, sus ojos dejando de estar perdidos para enfocarse en la chica —. Yo la asesiné—, repitió cuando sus garras volvieron a ingresar dentro su piel, bajó sus brazos y se alejó levemente de Vanessa —. No deberías estar conmigo.

      —No la asesinaste, Logan. La salvaste—, aclaró Vanessa, sin ser capaz de mencionar el nombre de su fallecida amiga mientras que intentaba no soltar las lágrimas que contenía —. ¡Logan!—, tomó su rostro y le obligó a que la mirara —. Tú salvaste a Jean, la salvaste—, asintió mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

      —No deberías estar conmigo—, negó Logan, soltándose de su agarre y tirándose en la cama. Cerró los ojos con fuerza mientras Vanessa se acercaba a él —. Voy a asesinarte, voy a terminar haciéndolo.

      —Soy inmortal, Logan; no puedes hacerlo—, negó Vanessa, acostándose a su lado sin tocarle.

      —Encontraré la forma, siempre lo hago—, insistió el mutante y la castaña hundió su cabeza en su cuello, inhalando su aroma mientras su mano envolvía su cuerpo.

      —No lo harás, Logan—, aseguró Vanessa, volviendo a susurrar a su oído cuando él abrió los ojos —. No me asesinarás porque me amas, lo sé. Confío en ti con mi vida.

                    Vanessa gruñó cuando sintió algo golpear su cara y, cuando abrió los ojos y tomó entre sus manos lo que había impactado en su rostro, notó que era su ropa seca. La castaña levantó la vista para encontrarse con Logan, el cual llevaba la camisa desabotonada y la chica no pudo evitar echarle un vistazo a su cuerpo.

      —Deberías ponerte algo de ropa—, sugirió Logan, una impertinente sonrisa en sus labios mientras Vanessa se sentaba sobre la cama, tapándose lo que podía con la sabana.

      —Deberías ponerte algo de ropa—, repitió la castaña, su voz siendo aguda y con un tono burlesco. Logan alzó una ceja, mostrando una media sonrisa mientras reposaba contra el marco de la puerta —. Lo haré, no te emociones, no permitiré que Mariko me vea así. Ahora, sal.

      Sin embargo, Logan no se movió en lo absoluto y la chica alzó las cejas —. ¿Por qué?—, preguntó él. Su sonrisa no se borró antes de acercarse a ella, que seguía en la cama.

      —Porque tengo que cambiarme y tienes que salir—, respondió, sus ojos no desviándose de los de Logan mientras él la miraba de arriba a abajo, aunque la sabana lograba taparle gran parte de su cuerpo.

      —Repito mi pregunta, ¿por qué?—, insistió antes de sentarse al lado de la castaña y besarle. Vanessa volvió a acostar y Logan se colocó sobre ella —. No es como si no te hubiera visto sin ropa aún—, agregó entre besos.

      Vanessa se separó —. Eres un idiota, Logan—, le acusó antes de golpear su pecho y volver a sentarse, obligandole al inmortal a volver a sentarse a su lado —. Despierta a Mariko, supongo que aún sigue dormida—, se deshizo de la sabana, rápidamente colocándose la ropa encima mientras Logan le miraba —. Ya me cambié y aún no haz hecho lo que te pedí.

      —Llo haré, pero no significa que tú me mandas—, le contestó Logan antes de levantarse y salir de la habitación.

      —Ya quisieras—, murmuró Vanessa mientras se levantaba y se dedicaba a tender la cama. Sin embargo, no terminó la tarea ya que Logan le llamó desde la habitación de Mariko, la cual estaba vacía —. ¿Dónde está?

      Logan negó levemente, concentrándose. Vanessa procuró quedarse quieta y guardar silencio mientras esperaba a que el inmortal lograra escuchar algo. La velocista incluso contuvo su respiración, esperando que su inhalar y exhalar no le afectará cuando Logan alzó la cabeza.

      —Se la llevan—, avisó Logan antes que los dos salieran corriendo.

      Vanessa fue la primera en llegar, corriendo lo más que rápido que podía hasta el vehículo donde acababan de meter a Mariko. La castaña logró quitar al hombre que estaba cerrando la puerta, tirándolo hacia atrás antes de intentar entrar al vehículo. Pero tres balas se interpusieron en su camino, las cuales golpearon sus piernas provocando que caiga al suelo.

      El auto aceleró y Vanessa intentó ponerse de pie, sólo logrando volver a caer mientras que Logan corría hacia ella. El inmortal le tomó en brazos y entre los dos se acercaron al hombre que la chica había anteriormente arrojado hacia atrás.

      — ¿A dónde la llevan?—, preguntó Logan, tomándole por el cuello de la camisa mientras Vanessa se encontraba sentada en el suelo observando sus heridas —. Dime si no quieres que te mate por haberle disparado.

      —No diré nada, nunca diré nada—, respondió el hombre antes que Logan extendiera sus garras. Él las posó sobre su cuello después que el hombre las observó con temor.

      — ¿Quién te contrató?—, insistió mientras Vanessa echaba la cabeza hacia atrás, su mandíbula apretada por aguantar el dolor.

                    Vanessa subió a la parte trasera del vehículo que Yukio conducía. Fue entonces cuando notó la herida de bala que poseía Logan en su pierna, se sentó en la punta de su asiento y pasó su cabeza entre los asientos delanteros —. ¿Cuándo diablos te ocurrió eso? Diablos, Logan, ¿por qué no me avisaste?

      —Ya es tarde, ¿está bien?—, la cortó Logan antes de girarse a Yukio, quien había permanecido en silencio mientras ambos se subían —. Llévanos con Noburo.

      —Logan—, advirtió Yukio.

      —Que nos lleves con Noburo—, repitió el inmortal, Vanessa suspirando.

      —No lo intentes, no tiene caso—, negó la velocista a su amiga, sabiendo que Logan no les dejaría ir solas para salvar a Yukio. Él no la dejaría ir sola.

      —Hay algo que tienen que saber—, murmuró Yukio y Vanessa frunció el ceño.

      —Hazlo, ahora—, insistió Logan, importándole poco lo que tenía que decir Yukio y la pelirroja procedió a acelerar. En otro caso, Vanessa hubiera exigido saber, pero prefirió tomar una siesta ya que realmente la necesitaba, en especial si debían enfrentarse con Noburo.

                    Esperen aquí—, ordenó Logan al abrir la puerta, Vanessa rodó los ojos y le ignoró, acercándose a la puerta.

      —Logan—, le llamó Yukio antes que él terminara de bajar, provocando que se detenga y le mirara —. Soñé que morías.

      — ¿Qué?—, preguntó Logan y Vanessa se detuvo, mirando a Yukio mientras los nudos en su garganta y estómago volvían a formarse una vez más.

      —Soñé que morías.

      — ¿Cuándo? ¿Ahora?

      —Hace rato, pero no veo todo claramente. Aparece dentro de un agujero, pero siempre acierto. Lo único que veo es un aspecto de la vida de las personas, su muerte, y vi la tuya.

      — ¿Qué fue lo que viste?—, preguntó Logan mientras Yukio intentaba contener las lágrimas, aunque sin obtener resultados exitosos.

      —A ti en una máquina, con sangre por todos lados. Tenías en la mano tu corazón y no latía más.

      —No tengo tiempo para esto—, negó Logan, volviendo a girarse para bajar, pero Vanessa le tomó de la mano, deteniéndolo.

      —Cuando tenía cinco años, supe cómo morirían mis padres. Desde el asiento trasero presencie su muerte, Logan.

      —Muchos han intentado asesinarme y aquí estoy—, remarcó.

      —Pero ahora eres diferente, ¿no?—, le recordó Yukio —. Pueden herirte, pueden matarte.

      —Sólo esperen aquí—, repitió Logan, bajando del vehículo al soltarse del agarre de Vanessa, pero la chica se bajó rápidamente y se colocó frente a él.

      —Tú quédate aquí, yo puedo encargarme sola—, afirmó, sus manos posándose sobre su pecho mientras que él las tomaba entre las suyas.

      — ¿Y dejar que mueras allí adentro? De ninguna manera—, negó de inmediato e intentó avanzar, pero Vanessa volvió a detenerle.

      —Logan, no pueden matarme, ¿lo recuerdas? A mí no pueden matarme, pero a ti sí.

      —Te dije que le das sentido a mi vida, Vanessa—, tomó su rostro —. No puedo perderte. Si quieres venir conmigo, no voy a detenerte. No puedo detenerte, y tú tampoco puedes detenerme a mí—, señaló y Vanessa, con lágrimas escapando de sus ojos, se acercó y le besó. Un largo beso que demostraba lo desesperados que se encontraban, pero el fuerte y profundo vínculo que compartían entre los dos.

      Cuando se separaron, los dos comenzaron a caminar hacia la entrada del edificio, pero antes de llegar, Yukio se acercó corriendo.

      —Te dije que te quedaras—, masculló Logan, apenas mirándole antes de volver al vista al frente.

      —Me necesitan. Tú no estás seguro en tus condiciones, y estoy segura que Vanessa me dejará ayudarles—, dijo Yukio, adelantándose y abriendo la puerta por ellos —. Pueden considerarme su guardaespaldas.

      Logan miró a Vanessa. Ella lo pensó un momento antes de mirar a Logan y apretar sus labios —. Bueno, dijiste que no podías detenerme. Yo no puedo detenerla—, señaló antes de pasar por la puerta, seguida por Logan y Yukio —. Tampoco es como si no nos viniera bien un poco de ayuda.

                    — ¡Shingen, Shingen!—, gritó Noburo, rindiéndose ante las amenazas de Logan mientras Vanessa le observaba de brazos cruzados, sentada a su lado —. Al darle cáncer, el anciano Yashida invirtió millones en médicos, curanderos, acumulaba adamantium en su laboratorio del Norte: lo que fuera para alargar su vida que llevó a la compañía al borde al bancarrota. Estaba obsesionado contigo. Shingen los engañó, protegió al anciano, ocultó la deuda a los inversionistas de la empresa. Quiso ser buen hijo y creyó que sería recompensado.

      —Y luego el viejo le heredó todo a su nieta—, concluyó Logan, Noburo asintiendo repetidas veces.

      —Si Mariko adquiere todo ese poder, se liberará de esta cosa—, señaló Yukio.

      —Es verdad. Mariko nunca se casará conmigo una vez que lean el testamento, ella no me ama.

      —Pobrecito—, hizo un puchero Vanessa, acercándose a Noburo —. ¿Cómo es posible que no ame a alguien tan amable como tú?

      —Shingen me prometió una fortuna si lo apoyaba.

      —Y ahora buscas asesinar a su hija, ¿es eso?—, se acercó Logan.

      —La política no dura toda la vida—, fue la fría respuesta del hombre.

      —Correcto—, asintió Logan antes de tomarlo del cuello y tirarlo por sobre el balcón. Yukio se acercó corriendo mientras que Vanessa se mantuvo en su lugar, escuchando cómo el cuerpo de Noburo rompía contra el agua de la piscina del piso de abajo.

      —Wow, ¿cómo sabías que había una piscina?—, preguntó Yukio al darse la vuelta y mirar a Logan darse la vuelta para abandonar la habitación.

      —No lo sabía.

      Vanessa se levantó y se limpió la parte trasera de su pantalón —. Yo sí lo sabía, por eso no lo detuve.

      — ¿Eso se supone que tiene que calmarme?—, preguntó Yukio, su ceño fruncido mientras se acercaba a Vanessa y la chica emitió una corta risa.

      —Tú eres nuestra guardaespaldas, se supone que no debes estar nerviosa—, señaló, tocando la nariz de Yukio antes de girarse y seguir a Logan.

                    — ¿Y los de seguridad?—, preguntó Yukio en cuanto llegaron al templo, Vanessa miró alrededor en cuanto su amiga habló.

      El trío entró por la puerta principal, alertas y avanzando cautelosamente debido a que todo se encontraba a oscuras y parecía que no había un alma en la residencia. Bueno, así se mantuvo hasta que llegaron a la segunda puerta a la izquierda, donde dos cuerpos se encontraban en el suelo.

      —Yakuza—, murmuró Yukio, dando a conocer que se trataba de ellos.

      —Shingen—, llamó Logan, pero no obtuvo respuesta alguna. Entonces, el trío decidió dirigirse al antiguo lugar donde solía encontrarse el maestro Yashida internado.

      Logan fue el primero en abrir las puertas de par en par, siendo seguido por Vanessa y Yukio mientras observaban que todo parecía indicar que nadie se encontraba allí.

      —Oigan—, llamó Yukio, provocando que ambos se dieran la vuelta y se acercaran a donde ella se encontraba de pie, un cadáver descansaba a su lado con una foto y un mensaje clavado en su cuerpo.

      —Vengan por ella—, leyó Logan antes de darle el papel a Yukio —. ¿Dónde está?

      —Yashida nació ahí—, respondió Vanessa mientras Yukio se acercaba a la gran fotografía que se encontraba en la pared.

      —La compañía contruyó instalaciones en la ladera—, explicó Yukio al clavar el mensaje en la pared, mostrando donde se encontraba con exactitud.

      — ¿Está lejos?—, preguntó Logan.

      —Como a quinientos kilómetros—, respondió Yukio.

      Vanessa frunció el ceño mientras miraba a Logan observar todo a su alrededor, su mirada se fijo en unos frascos con un líquido cristalino de matiz azul antes de encender la máquina donde anteriormente se encontraba Shingen Yashida.

      — ¿Qué haces?—, preguntó Vanessa, pero Logan no le respondió y se echó en la cama, las pantallas encendiéndose y mostrando sus signos vitales y el estado de su cuerpo. La castaña no desvió la mirada del inmortal mientras que Yukio se acercaba a las múltiples pantallas, su rostro demostrando lo preocupada que se encontraba.

      La velocista notó que el rostro de Logan cambió completamente de un momento para otro y, al seguir su mirada, se encontró con una pantalla que mostraba que algo se aferraba a su corazón —. Necesito sacármelo—, avisó Logan, comenzando a desabotonar su camisa.

      — ¡No!—, negó Vanessa, acercándose a su lado —. Logan, no, de ninguna manera.

      —Logan, te vi morir—, chilló Yukio —. Jamás me equivoco, siempre acierto.

      —No siempre, no sabías que el viejo iba a morir—, señaló Logan.

      —Te dije que ibas a morir sosteniendo tu corazón—, lloriqueó Yukio.

      Vanessa entró en pánico —. Logan, basta, no lo hagas, ¡por favor!—, gritaba mientras intentaba mantenerse de pie a pesar que sus rodillas temblaban. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y mojaban su cuello. Sus manos se aferraban al borde de la cama, intentando no caer.

      —Tengo que hacerlo—, insistió Logan, mirando a Vanessa a los ojos. Ella se tranquilizó un momento, escuchándole mientras las lágrimas seguían brotando de sus ojos —. No puedo vivir así, no podría hacerlo sabiendo que tú no envejecerás y yo sí. No podría hacerte eso, no podría soportarlo, Vann. Debo hacerlo.

      Antes que Vanessa fuera capaz de decir algo, Logan utilizó sus propias garras para provocar un corte en su piel, ingresando su mano dentro de su pecho.

      —Logan, no—, balbuceó Vanessa, mientras sentía como sus parpados se hacían más pesados. La velocista sintió como sus piernas seguían temblando, de una forma tan fuerte y rápida que le hizo caer al suelo.

      La castaña intentó volver a levantarse cuando escuchó un vidrio romperse, pero no lo lograba. Su vista se nublaba mientras sentía que el mundo a su alrededor daba vueltas. Vanessa comenzó a inhalar y expirar profundamente, en un intento de volver a ser ella misma y tranquilizarse, pero no funcionó.

      Un agudo y fuerte dolor se esparció a mitad de su cabeza. Sintió cómo se esparcía por todo su cerebro antes de que su cuerpo se rindiera sobre el suelo. El dolor había ganando a su cuerpo y la mujer sonrió orgullosa de sí misma al descubrir que su plan había funcionado.

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