𝟬𝟭𝟲 see you later, friend
TERCER ACTO • CAPÍTULO DIECISÉIS:
TE VEO LUEGO, AMIGA.
—La masa de agua que cayó sobre Jean debería haberla destruido completamente. La única explicación de su supervivencia es que sus poderes la envolvieron en un capullo de energía telequinética—, explicó Charles Xavier mientras Logan y Vanessa le observaban descansar sobre la camilla.
— ¿Estará bien?—, preguntó Vanessa, acercándose a la camilla mientras miraba a su amiga.
—Jean Grey es una de las pocas mutantes Omegas que he encontrado. Su potencial es prácticamente ilimitado. Tú aguantas cosas increíbles siendo Alpha—, respondió el Profesor antes de volver a mirar a Jean —. Su mutación está basada en la parte inconsciente de su mente y ése es el peligro. Cuando era niña, creé barreras psíquicas para aislar sus poderes de su mente consciente. Como resultado, desarrolló una doble personalidad.
— ¿Qué?—, preguntaron Logan y Vanessa al mismo tiempo. El mutante miró a la chica a su lado, pero ella mantuvo la vista fija en el telépata.
—La Jean consciente, de poderes siempre bajo su control, y su lado durmiente. Una personalidad que, en nuestras sesiones, ella misma llamaba "el Fénix". Una criatura puramente instintiva, llena de deseos, dicha y enojo.
— ¿Ella lo sabía?—, preguntó Vanessa, preocupada por la dirección que estaba tomando su conversación.
—No está claro cuánto sabía. Lo más crítico es saber si la mujer frente a nosotros es la Jean Grey que conocemos o el Fénix luchando furiosamente por liberarse.
—Luce pacífica para mí—, opinó Logan, observando a la pelirroja. Vanessa desvió su mirada hacia Logan y, cuando éste sintió su mirada y le miró, ella volvió a mirar a Jean.
—La estoy manteniendo así—, aclaró Charles y Vanessa le miró con el ceño fruncido —. Trato de rehacer las barreras psíquicas y enjaular a la bestia de nuevo.
— ¿Qué le hizo?—, preguntó a la defensiva Vanessa.
—Vanessa, tienes que entender––.
— ¡Está hablando sobre Jean como si fuera un animal!—, reclamó Vanessa.
—Tiene que ser controlada—, intentó razonar Charles, pero la chica negó.
— ¿Controlada? ¡Ya suenas como esos idiotas que juran haber encontrado una cura!
—No tienes idea alguna de lo que ella es capaz—, murmuró Charles.
—No, no tenía idea de lo que usted es capaz.
—Tuve que hacer una terrible decisión. Escogí el menor de los dos males.
—No es su decisión de tomar, ¡Jean tendría que decidir esto!—, elevó la voz Vanessa y Charles negó levemente con la cabeza antes de desviar la mirada.
—No necesito dar explicaciones, y menos a ti—, finalizó el telépata antes de volver a colocar ambas manos a los lados de la cabeza de la pelirroja.
Vanessa se dio la vuelta y salió de allí, demasiado enojada como para seguir hablando, y Logan le siguió, intentando frenarla —. ¡Vanessa! Vanessa, por favor—, intentaba razonar pero la velocista salió corriendo y se encerró en su habitación.
La castaña tiró el estante que poseía algunos libros y, después de eso, pateó el armario. Vanessa intentaba desquitarse, pero la furia no parecía agotarse.
Hasta que sintió un peso en bolsillo y, entonces, recordó que allí se encontraban las gafas de Scott. Con cuidado, las tomó entre sus manos y sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas.
Con mucho cuidado, Vanessa se colocó las gafas y miró a su alrededor, un leve tono rojizo tiñendo su rededor —. Apuesto que ves el cabello de Jean mucho más rojo de lo que ya es—, murmuró con una sonrisa y, cuando las palabras se repitieron en su cabeza, su sonrisa se esfumó —. Veías.
— ¡Vanessa, ayúdame! Por favor, ¡ayuda!—, los gritos de Jean resonaban dentro de su cabeza, haciendo que saltara en su lugar antes de correr hacia el lugar donde le había visto por primera vez. En el camino, volvió a guardar las gafas de Scott en su bolsillo.
Cuando Vanessa finalmente llegó y entró, se encontró con Logan y Jean besándose fogosamente. La boca de Vanessa cayó abierta y aspiró una bocanada de aire.
— ¡Qué bueno que llegas, Ness!—, saludó Jean cuando se separó de Logan, girando para mirar a la mencionada. El inmortal se alejó de inmediato de la telépata cuando vio a la castaña en la puerta.
—Yo.., yo––.
—Me trajiste a propósito—, acusó Vanessa a Jean, ignorando los balbuceos de Logan.
—Sólo quería demostrarte que yo también puedo besar al hombre de otra—, sonrió coqueta la pelirroja y Vanessa pestañeó varias veces, pensando en lo que el Profesor le había contado —. No me mires así, aún somos amigas—, hizo puchero antes de bajarse de la camilla.
—No eres tú—, balbuceó Vanessa. Logan se acercó a la velocista, sin quitar sus ojos de Jean de forma cautelosa.
— ¿De qué hablas? ¡Claro que soy yo, Ness!—, se acercó Jean y abrazó a Vanessa, hundiendo la cabeza en su cuello y depositando un húmedo beso.
La castaño le tomó de los brazos y le empujó lejos de ella antes de cerrar la puerta —. No, no eres tú.
—El Profesor dijo que tú podías ser.., diferente—, habló Logan y el rostro de Jean cambió por completo.
—Él lo sabría, ¿no? ¿Qué? ¿Crees que no está en tu cabeza también?
—No, ¡tú eres la que está en mi cabeza, Jean!—, se acercó a grandes pasos Vanessa, pero Logan la tomó del brazo.
—Mírense, los ha domado—, volvió a decir Jean y, entonces, Vanessa bajó la vista hacia su bolsillo.
— ¿Dónde está Scott?—, preguntó Logan y su ceño cambió completamente —. ¿Jean?
— ¿Dónde estoy?—, preguntó la pelirroja, su voz suave y armoniosa como solía ser.
—En la mansión—, respondió el castaño mientras Vanessa miraba fijamente a la telépata.
— ¿Qué le pasó a Scott?—, preguntó Vanessa y Jean le miró una vez más antes que su vista volviera a perderse. Entonces, la castaña tomó las gafas y se las mostró, esperando que así ella volviera a prestarle atención —. Jean, por favor, ¿sabes qué le pasó?
Jean miró las gafas entre las manos de Vanessa y, de repente, todo comenzó a temblar. Logan tomó a la velocista por la cintura y la acercó a él con temor mientras las gafas de Scott se rompían en miles de partículas.
—Jean, ¡concéntrate!—, gritó Vanessa, pero la pelirroja parecía sufrir —. Por favor, Jean. Quédate aquí, ¡quédate conmigo!
—Mátame—, susurró Jean —. Mátame antes de que mate a alguien más.
—Jean, no. Por favor, podemos solucionarlo. Te ayudaremos, te ayudaré, como me lo pediste. Sólo, por favor, quédate conmigo. Podemos arreglar todo—, rogaba Vanessa.
— ¡No necesito ser arreglada!—, gritó Jean, sus ojos volviéndose negros y su tez pálida. La pelirroja envió a Logan contra la pared y, luego, volvió a mirar a la castaña —. Nos veremos en otro lado, amiga—, le sonrió de forma enfermiza antes que Vanessa sintiera el dolor agujerear su cabeza y, cuando ella cayó al suelo, Jean salió de allí.
—Vanessa, ¡Ness!—, llamó Logan y la castaña logró abrir los ojos lentamente. Algo atontada, se levantó con la ayuda del mutante.
Cuando Ororo y Charles llegaron, Vanessa intentó dar un paso adelante, pero falló y casi cayó si no fuera porque Logan la tomó antes de hacerlo.
— ¿Qué pasó?—, preguntó Ororo, mirando el rostro pálido de Vanessa.
— ¿Qué hiciste?—, inquirió Charles a Vanessa, mirándole de forma severa. La velocista le miró, sus ojos perdidos mientras intentaba razonar.
—Creo que mató a Scott—, informó Logan.
— ¿Qué?—, preguntó Ororo, aterrorizada —. No es posible.
—Ella lo hizo—, habló débilmente Vanessa —. Ella me lo mostró, ¡me mostró como mató a Scott!
—Se los advertí—, masculló el Profesor antes de cerrar sus ojos —. Dejó la mansión, pero está bloqueando mis pensamientos. Es muy fuerte. Quizá sea demasiado tarde.
Una vez que el cuarteto de mutantes llegaron al antiguo hogar de Jean Grey, bajaron del auto. Una gran casa descansaba en el suelo frente a ellos, un pequeño buzón con el apellido Grey se encontraba al lado de la puerta junto con el número 1769.
—Espérenme aquí—, pidió Charles Xavier, ganándose las miradas de todo el grupo —. Necesito ver a Jean solo.
— ¡Tenías razón, Charles!—, la voz de Erik Lensherr alertó a todos, menos al telépata que lucía tan sereno como siempre —. Está es muy especial.
— ¿Qué diablos haces aquí?—, preguntó Logan, con el ceño fruncido, Vanessa dio unos pasos más cerca del mutante.
— ¡No vas a tocarla! Llegas a hacerle daño y juro que––.
—Linda amenaza—, le cortó el hombre con el casco, levantando un poco la mano para hacerle señas que se detuviera —. Pero sólo estoy aquí para visitar a una amiga, al igual que el Profesor.
—No quiero problemas aquí—, habló Charles Xavier, deteniendo a Vanessa de seguir avivando las llamas entre ellos.
—Yo tampoco, Charles. Entonces, ¿entramos?
Ororo, Logan y Vanessa observaron como los dos hombres se alejaron de ellos, con la intención de ingresar a la casa y, justo fuera del patio de la residencia Grey, Magneto se detuvo y los miró una última vez antes de volver a entrar, dedicándole una enfermiza sonrisa a Vanessa.
—Juro que algún día le borraré esa maldita sonrisa de su rostro—, masculló la velocista. Ella apretaba los puños mientras miraba de forma severa a los mutantes que rodeaban la casa.
—Tranquilízate—, le advirtió Ororo, notando la furia encerrada dentro de la velocista antes de observar al hombre corpulento —. Intentaran provocarnos, pero no tenemos que ceder ante ellos.
Vanessa miró a Ororo y asintió, respirando profundamente antes de bajar los hombros y abrir sus palmas. La castaña volvió a mirar hacia los mutantes, uno de ellos mirándole con una sonrisa —. Malditos idiotas—, gruñó antes de darse la vuelta y mirar a su equipo, dándole la espalda a la residencia Grey —. Si no me distraen, no me calmaré.
—Deberías seriamente considerar el tomar clases de control de la ira—, le dijo Logan, una ceja alzada mientras tomaba por el brazo a Vanessa y la acercaba a él —. O podría comprarte una correa.
—Continúa, funciona. De esta forma, me enojaré contigo y no con ellos—, le contestó Vanessa, una leve sonrisa en su rostro cuando Logan le sonrió.
—Ustedes dos son imposibles—, negó Ororo, provocando que Vanessa se soltara del agarre del mutante y Logan miró mal a Ororo.
Vanessa iba a contestarle cuando un sonido de algo rompiéndose provino del interior de la casa. La castaña se dio la vuelta, mientras que los otros dos mutantes a su lado miraban hacia esa misma dirección. Entonces, la casa tembló.
—Voy a entrar—, avisó Vanessa, comenzando a caminar y Logan le siguió el paso de cerca.
—El Profesor dijo que él se encargaría—, les detuvo Ororo y Vanessa asintió levemente antes de volver a mirar el edificio.
De repente, las ventanas y puertas se rompieron. Ninguno de los tres mutantes soportando el quedarse cruzados de brazos, por lo que Vanessa corrió dentro de la casa, sin molestarse es esperar a su equipo.
Pero, en cuanto Vanessa logró pasar por la puerta, una chica de largo cabello negro atado en una alta coleta le detuvo. La castaña observó sorprendida a la mujer frente a ella, por primera vez encontrándose con otra velocista.
Las dos mutantes comenzaron a pelear, ninguna llegando a provocar algún daño a la otra ya que siempre lo esquivaban antes de lograr dar el golpe. Entonces, Vanessa tomó a la mujer por detrás y, cuando ella pensaba darle un golpe por la espalda, Ororo llegó e impactó un relámpago en contra de la chica, dejándola inconsciente.
—Gracias—, sonrió Vanessa y Ororo asintió antes de que un par de llamas le golpearan en la espalda y, cuando se dio la vuelta, se encontró con Johnny y un chico con millones de espinas por todo su cuerpo, como si fuera un puercoespín.
—Yo me encargó, tú ve—, ordenó Ororo y, aunque Vanessa dudó un momento, se giró y corrió, buscando a Jean y el Profesor.
La velocista abrió levemente la boca cuando vio a Jean parada frente al Profesor, luciendo imponente y malvada, fuera de control. Vanessa iba a llamar su atención, cuando sintió que le faltaba el aire y se fue hacia atrás.
Erik Lensherr mantenía su mano hacia arriba, apuntándole a ella mientras el collar que llevaba evitaba que el aire entrara y saliera de su garganta.
—Qué irónico, querida—, habló Magneto, mirándole y sin vacilar en mantener su mano en alto —. Tu incapacidad para dejar el pasado atrás te terminará matando, al igual que le pasó a tu amigo.., Cíclope.
Vanessa le hubiera gritado un par de buenos insultos y le hubiera dado unos golpes si no fuera porque se encontraba contra la pared, jadeando en busca de aire que parecía nunca llegar.
Entonces, la velocista se vio obligada a tomar una decisión y, con ira y pesadez en su pecho, rompió el collar. La castaña cayó al suelo, tosiendo y respirando de forma abrupta y agitada, mientras que el collar que había conservado por demasiado tiempo, volaba lejos y se perdía.
— ¡Jean!—, gritó Vanessa en cuanto logró levantarse, con mucha dificultad ya que su garganta ardía y sus pulmones seguían pidiendo aire. La velocista decidió ignorar al mutante en el suelo, a pesar que se encontrara a su merced, e intentó entrar a la habitación —. ¡Jean!—, volvió a gritar y se ahogó. Volvió a intentar entrar, pero no lo logró.
La telépata de cabello color fuego no parecía escucharla, en ningún momento se giró hacia ella y tampoco pareció percatarse de su presencia.
Vanessa observaba desde el suelo como Charles Xavier era levantado al aire, éste mirándole una última vez con una suave sonrisa, antes de desintegrarse.
Con el fin de Charles Xavier, una explosión se ejecutó en toda la residencia. Vanessa recibió gran parte de la explosión, provocando que ella saliera volando a través de una de las ventanas de la cocina y cayera al suelo.
En cuanto Vanessa logró volver a abrir sus ojos, se levantó y corrió hacia la habitación donde antes se encontraba, para ver a Logan y Ororo llorando al lado de la silla de ruedas vacía.
La velocista tragó saliva antes de acercarse a ellos y caer al suelo a su lado, las lágrimas derramándose incontrolablemente de sus ojos mientras de su boca escapaba quejidos de dolor y sufrimiento.
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