𝟬𝟭𝟭 because i felt sorry for you
SEGUNDO ACTO • CAPÍTULO ONCE:
PORQUE SENTÍA LÁSTIMA POR TI.
— ¿A qué distancia estamos?—, preguntó Logan al acercarse a Jean.
La pelirroja le miró un momento antes de responder —. Estamos por llegar a la mansión.
—En el radar se ven dos luces que se acercan—, avisó Ororo y, entonces, Vanessa se acercó a gran velocidad —. Y se acercan rápido.
—Puede que yo sea nueva en esto pero, eso es malo, ¿no?—, miró Vanessa a Ororo y, a juzgar por el rostro preocupado de la peliblanca, supuso que tenía la razón.
—Nave no identificada, descienda a 20.000 pies—, resonó en la radio la voz de una mujer —. Regrese con nosotros a la base de Hanscom. Tiene diez segundos para cumplir la orden.
—Vaya, parecen enojados—, comentó Ororo.
—Me pregunto por qué—, habló Logan con sarcasmo, enviándole una mirada a Johnny.
—Nos acercamos para escoltarlos a la base aérea de Hanscom. Disminuya la altitud ya—, volvió a hablar la mujer y las dos naves se colocaron una a cada lado del jet de forma amenazadora —. Repito: disminuya la altitud a 20.000 pies. Es la última advertencia.
Vanessa observaba a ambas naves cuando, de repente, se retiraron.
—Están tomando distancia—, murmuró Ororo, mirando el radar cuando comenzó a realizar diferentes ruidos y pitidos —. ¡Nos están apuntando! Van a dispararnos, sosténganse.
—Mierda—, maldijo bajo su respiración Vanessa antes que Logan la tomara por los brazos y la obligara a avanzar hacia su asiento. La chica le hizo caso y observó cómo Logan tropezó debido al movimiento de la nave antes de sentarse.
—Tengo que deshacerme de ellos—, avisó Ororo justo después que Vanessa se abrochará el cinturón y, sin previo aviso, la nave dio una vuelta sobre sí misma.
—Por favor, no lo vuelvas a hacer—, rogó Johnny.
—Estoy de acuerdo—, asintió Logan.
—Es lindo ver que los tres podemos ponernos de acuerdo en algunas cosas—, comentó Vanessa mientras sus manos estaban aferradas a su cinturón.
— ¿No tenemos armas en este cascajo?—, gritó Logan, los constantes sonidos emitidos por el radar sólo causando que los nervios crecieran aún más.
Sin previo aviso, todo se hizo más oscuro. Las nubes crecieron y adoptaron un color muy oscuro, casi negro, antes que tornados comenzaran a bajar de ellas. Al mismo tiempo, Ororo lograba moverse con agilidad entre estos, esquivando cada uno de los tornados sin sufrir daños secundarios.
Los pitidos dejaron de sonar y, entonces, todo volvió a despejarse. La tranquilidad volvió a reinar en la pequeña nave y todos soltaron el aire que habían contenido.
— ¿Están todos bien?—, preguntó Jean, dándose la vuelta.
—No—, contestó Logan.
— ¿Qué pasó? ¿Te mareaste?—, rió Vanessa cuando Logan se dio la vuelta y le miró mal.
Pero la risa de la castaña culminó cuando los pitidos volvieron a surgir, ahora mucho más fuertes y constantes. El grupo de mutantes se colocó al borde de sus asientos para observar mejor el radar, el temor volviendo a controlarlos.
—Santo Dios, nos tiraron dos—, anunció Ororo. Vanessa notó que la respiración de Jean cambió, ella estaba concentrada para acabar con sus amenazas —. Hay una más.., ¿Jean?
Vanessa observaba a su amiga fijamente. La pelirroja, de un momento al otro, soltó el aire y su rostro palideció. La velocista entonces supo que todo estaba saliendo mal —. Oh, Dios—, susurró Jean antes que la nave sufriera el impacto, aunque el misil fue desviado hacia arriba, la nave perdió su parte trasera.
Rogue salió volando, el grito de ella siendo lo único restante en la memoria de todos cuando su cuerpo desapareció por el agujero.
— ¡No!—, gritó Bobby cuando no llegó a tomar la mano de su novia —. ¡Rogue, no!—, continuó gritando mientras Vanessa pensaba en alguna solución, pero no se le ocurría nada.
La velocista se sentía frustrada al no llegar a ninguna conclusión que pudiera ayudar a Rogue, pero su hilo de pensamientos fue interrumpido cuando la pelinegra volvió a aparecer en el suelo entre Ororo y Jean, junto con Kurt.
Vanessa sintió como si una de las agujas que le torturaban hubiera sido retirada, pero aún habían cien más en su piel ya que, si no encontraban una forma de restar velocidad a la caída del jet, probablemente todos acabarían muertos. Bueno, menos Logan y ella claro está.
Logan se dio la vuelta y miró a Vanessa, ella le devolvió la mirada antes de desviarla hacia Jean, quien también la miraba. Pero ellas dejaron de mirarse cuando escucharon el metal moverse por detrás.
— ¿Jean?—, preguntó Ororo cuando la parte trasera de la nave fue arreglada y la caída perdió una notable velocidad.
— ¡No soy yo!—, gritó la mutante cuando la nave se detuvo completamente. Vanessa miró hacia adelante, para encontrarse con Erik Lensherr frente a ellos y una mujer con la piel parecida a la de Kurt.
—Claro que no, es peor—, gruñó Vanessa, recuperando el aire, mientras el hombre y la mujer de piel azul intercambiaban una sonrisa.
—Su nombre es Coronel William Stryker e invadió su mansión por una razón: quiere a Cerebro, o una buena parte para construir el suyo—, relató Erik mientras Vanessa le miraba fijamente. Logan rodeó su cintura y la chica le miró unos segundos, agradecida, antes de mirar a Jean.
—No tiene sentido. Stryker necesitaría al profesor para poder usarlo—, dijo la pelirroja.
—Creo que esa es la única razón por la que mi viejo amigo sigue vivo—, contestó Erik y Vanessa tragó saliva, pensando que tal vez le habían hecho algo a Scott. Hasta el momento, ella se había mantenido recia a pensar que ninguno de los dos había sufrido algún daño, pero ahora su cabeza no podía pensar en otra cosa.
—Oh, Dios mío—, exclamó Ororo, su cara expresando increíble terror mientras miraba Jean, quien tenía la misma expresión en su rostro.
Tanto Logan como Vanessa observaron con el ceño fruncido a ambas, sin entender muy bien el por qué de su reacción —. ¿Qué es lo que les asusta tanto?—, preguntó Logan y Vanessa miró a sus amigas, esperando que alguna respondiera.
Sin embargo, fue Erik quien respondió —. Mientras Cerebro esté trabajando, la mente de Charles se conecta a todas las personas vivientes en el planeta. Si lo obligaran a concentrarse en un grupo determinado, en los mutantes por ejemplo, podría matarnos a todos.
—Un momento, ¿cómo pudo Stryker saber dónde estaba Cerebro en primer lugar?—, preguntó Ororo.
—Porque se lo dije yo—, admitió con un suspiro Erik y, cuando Vanessa intentó abalanzarse sobre él, Logan la detuvo. El mutante la miró por un momento —. El señor Stryker posee métodos de persuasión muy poderosos, incluso contra un mutante tan poderoso como Charles.
— ¿Y quién es este Stryker?—, preguntó Jean después de suspirar.
—Un científico militar. Se pasó toda la vida tratando de resolver el "problema de los mutantes". Si quieren una opinión más cercana, ¿por qué no le preguntan a Wolverine?—, sugirió Erik y todos los rostros se giraron hacia Logan. El mencionado miró a la velocista a su lado antes de volver a mirar a Magneto, sin tener idea alguna de lo que hablaba —. No lo recuerdas, ¿verdad? Es la única otra persona que conozco capaz de manipular el adamantium. El metal de tus huesos tiene su firma.
—Pero el profesor––.
—Esperaba que lo descubrieras por ti mismo—, le interrumpió Erik —. Te tiene más fe que yo—, rió levemente y Vanessa apretó la mandíbula.
—Divertido que lo digas ya que es gracias a ti que estamos en esta situación—, intervino Vanessa por primera vez desde que se encontraron con el hombre —. "Yo quiero proteger a los mutantes, bla, bla, bla"; dime, ¿qué se siente ser la probable causante de nuestra extinción?—, continuó, una pequeña sonrisa dibujándose en su rostro cuando la mujer de piel azul, llamada Mystique, se paró frente a Erik de forma defensiva.
Mystique miró fijamente a la velocista. Logan tomó a Vanessa por los brazos, evitando que se alejará de él y la mirada de la mutante azul aterrizó en él.
—Por favor, Mystique—, levantó la mano Erik y la mujer miró a Vanessa una vez más antes de volver a colocarse detrás del hombre —. Querida—, suspiró con una sonrisa, mirando a la velocista —. Realmente serías de utilidad para mí y, por suerte, mi oferta sigue en pie.
—Y, para tu suerte, Logan me detendrá si te salto encima—, contestó la castaña, sus ojos entrecerrados mientras observaba al hombre reír una vez más.
— ¿Para qué nos quieres?—, preguntó Ororo, dándole un fin temporal a la discusión.
—Mystique descubrió los planos de una base que Stryker utiliza hace décadas—, señaló Erik y la mujer volvió a mirar a Logan, quién devolvió la mirada —. Es ahí donde construyen al segundo Cerebro, pero desconocemos dónde esta la base y creo que uno de ustedes podría saberlo.
—El profesor ya lo intentó—, contestó de inmediato Logan, su voz firme.
—Una vez más, crees que todo gira en torno a ti—, le sonrió el mutante antes de mirar hacia arriba, el resto siguiendo su mirada para encontrarse con Kurt colgando de una rama.
—Oh, ¡hola!—, agitó la mano Kurt y mostró una sonrisa agradable. Vanessa le hubiera devuelto el saludo si no fuese que se encontrara tan molesta.
La velocista sintió una mirada, por lo que dejó de mirar a Kurt para toparse con la mirada de Erik y Mystique. El mutante le dedicó una sonrisa y Vanessa le siguió mirando, su ceño indescifrable mientras que sus músculos se tensaban.
Logan sintió el cambió de la castaña por lo que se giró para mirarla y, luego, siguió su mirada para volver a toparse con la de los dos mutantes con arrogantes sonrisas en sus rostros.
—No fue mi intención espiar—, repitió Kurt, nervioso y temeroso, mientras Jean le miraba.
—Sólo intenta relajarte—, aconsejó Jean, su voz tranquilizadora y amable.
Kurt asintió antes que Jean colocará sus manos a cada lado de su cabeza. Vanessa observó cómo Kurt abría cada vez más los ojos hasta que se separó, soltando un gemido de dolor —. Lo siento—, se disculpó Jean, faltándole el aire —. Stryker está en el Lago Alkali.
—Ahí fue adonde me envió el profesor. No queda nada—, advirtió Logan.
—No queda nada en la superficie, Logan. Es una base subterránea—, explicó Jean.
Vanessa subió al jet rápidamente, pero se detuvo en seco cuando notó a Jean sentada. La pelirroja, al notar su presencia, se irguió y le dedicó una sonrisa, pero la velocista le había visto.
—Está bien que estés preocupada—, comenzó a decir Vanessa, pero Jean negó.
—Estoy bien—, prometió, sin ser convincente.
—También está bien temer.., realmente no sé cómo me siento ahora. Creo que es una mezcla de ambas—, se sinceró la castaña y la telépata le miró un momento a los ojos antes de bajar la vista al suelo.
—Lo último que le dije fue que se cuidará y nada más, no tuvimos nada especial—, le pelirroja se aclaró la garganta antes de volver a hablar —. Sé que no tendría que pensar de esta forma, debería mantener las esperanzas, pero––.
—Es demasiado difícil—, completó Vanessa y Jean asintió levemente. La telépata subió las piernas a la silla y las abrazó antes de posar su cabeza sobre sus rodillas.
Vanessa se acercó y acarició su espalda, intentando calmarla con el simple gesto. Pero no funcionaba, y la velocista tampoco esperaba que lo hiciera. El amor de su vida estaba en otro lugar, a manos del hombre que quiere acabar con los mutantes, y no hay forma de contactarle.
Las dos mutantes pasaron un largo rato en silencio, ambas reconfortándose la una a la otra ante la pérdida de una persona importante para ambas —. Deberíamos bajar, ir a dormir—, sugirió Jean y Vanessa estuvo de acuerdo con ella.
La telépata bajó primero, encontrándose con Logan caminando al lado de las escaleras —. ¿Estás bien?—, le preguntó Jean mientras Vanessa les observaba desde el comienzo de las escaleras.
Logan les daba la espalda y la velocista miró al hombre sacarse el puro de la boca antes de responder —. Sí.
— ¿Estás seguro?—, insistió Vanessa y, entonces, Logan se dio la vuelta. Él le miró un momento antes de volver a mirar a Jean.
— ¿Cómo vamos?
—Nada bien—, contestó Jean mientras Vanessa terminó de bajar las escaleras y se paró al lado de su amiga —. Necesitaré unas cuatro o cinco horas para hacer que despegue.
—A eso no me refería—, aclaró Logan y Jean contuvo el aire un momento antes de hablar. La pelirroja dio un paso hacia atrás, el hablar de ello en voz alta sólo lo hacía más real.
La telépata miró un momento a Vanessa, quien le dio la mano y le sonrió, entendiéndola —. Estoy preocupada por Scott—, contestó finalmente y, luego, miró a la velocista a su lado —. Vanessa me ayuda, pero––.
—Yo estoy preocupado por ti—, continuó el mutante al notar que Jean no encontraba las palabras para seguir. Ante la mirada confusa de la telépata, agregó —. El despliegue de poder allí arriba.
—Parece que no fue suficiente.
—Vamos—, murmuró Logan, mirándole a los ojos —. No puedes––.
—Logan—, le advirtió la pelirroja, pero Vanessa le soltó la mano y se giró hacia ella.
—Él tiene razón, Jean. Tenemos una misión que cumplir y, si sólo la mitad de ti estará presente, será mejor que no vayas—, asintió Vanessa y, cuando Jean le miró ofendida, agregó —. No puedo perderte.
Jean y Vanessa se miraron un momento, en silencio. Entonces, Logan tomó la mano de Vanessa con delicadeza, intentando brindarle apoyo.
La telépata volvió a subir a la nave y Vanessa suspiró mientras le observaba subir —. Oye, no creas que––.
—Logan, no—, negó Vanessa, soltando su mano. Ella se dio la vuelta, con la intención de ir tras Jean, pero Logan le detuvo.
—Sólo.., no te culpes a ti misma—, pidió el mutante y los dos se miraron un momento antes que Vanessa rompiera su conexión al darse la vuelta y subir las escaleras.
— ¿A quién más voy a culpar?—, contestó al llegar al final de las escaleras y entró a la nave, sin esperar una respuesta por parte del mutante.
Vanessa suspiró mientras observaba los árboles que rodeaban el organizado campamento que tenían. El aire que liberaron sus pulmones era visible gracias al frío mientras la castaña se abrazaba a ella misma.
Se suponía que debería ir a dormir en la tienda, pero no podía conciliar el sueño.
Ahora no sólo la familia Black la atormentaba, sino que Charles y Scott por igual. La incertidumbre que le provocaba el no tener idea de su estado le daba vueltas el estómago, y el transcurrir de las horas sólo lo empeoraba.
— ¿No puedes dormir?—, preguntó Logan, caminando hacia ella y colocándose a su lado. La velocista negó en respuesta, sin molestarse en desviar su mirada de los abetos —. ¿No tienes frío? Estas helada—, dijo antes de sacarse la chaqueta que llevaba puesta y colocársela sobre los hombros.
— ¿Qué haces?—, inquirió al instante la velocista, observándole con el ceño fruncido y quitándose la chaqueta de encima.
—No te pongas así, sólo intentó que no te enfermes antes de la misión—, contestó Logan y, después que Vanessa le observó por un momento, volvió a colocarse la chaqueta. Ella no podía enfermarse, ambos lo sabían bien.
— ¿Y tú qué haces aquí? Deberías estar dur––, Vanessa no pudo terminar la frase porque los labios de Logan se colocaron sobre los de ella, evitando que las palabras siguieran abandonando su boca.
Vanessa, dejándose llevar, le respondió el beso al instante. Una de las manos de Logan se posaba su cintura mientras que la otra en su cuello, acercándola aún más como si fuera necesario. Mientras, los brazos de Vanessa descansaban sobre sus hombros, pasando detrás de su nuca.
Las manos de Logan buscaron el borde de la remera de Vanessa y, cuando comenzó a subirla, él se separó de la velocista. La castaña volvió a abrir los ojos, confundida y algo molesta por el hecho que se había separado, cuando vio a dos Logan frente a ella.
— ¿Qué diablos haces?—, gritó el Logan que se encontraba más cerca de Vanessa, colocándose entre ella y el otro Logan de forma defensiva —. ¿Te gusta jugar con todos? ¿Es eso?—, volvió a gritar mientras el otro Logan le miraba con una petulante sonrisa.
— ¿Logan?—, balbuceó Vanessa, con el ceño fruncido, demasiado confundida como para decir algo más.
Los dos Logan le miraron, el Logan que se encontraba más cerca de ella dándose la vuelta y tomándole del rostro, examinando que no tuviera herida alguna —. ¿Estás bien?—, preguntó para asegurarse. Vanessa asintió levemente, el ceño fruncido aún prominente en su rostro.
—No entiendo—, volvió a balbucear ella y, entonces, Logan soltó su rostro. Cuando ella volvió a mirar hacia donde se encontraba el otro Logan, ahora se encontraba Mystique. Las piezas encajaron con facilidad y rapidez en la mente de Vanessa y su ceño de confusión fue reemplazado por uno de rabia.
Logan, sabiendo lo que Vanessa pensaba hacer, la tomó de los brazos y tiró de ella hacia su propia tienda.
— ¡Suéltame, Logan! Necesito quitarle esa estúpida sonrisa—, pedía Vanessa mientras forcejeaba con el mutante, aunque no lograba soltarse de su agarre. La velocista se dio la vuelta para encontrarse con Mystique, la misma sonrisa petulante pintada en su rostro —. ¡Perra!
—Eres un idiota, Logan—, bufó Vanessa mientras se sentaba en el suelo. Logan cerró detrás de sí el cierre de la tienda.
—No parecía que eso te molestaba mientras me besabas—, le guiñó un ojo el mutante y Vanessa sintió la necesidad de salir corriendo de allí. Pero no lo haría, primero debía recuperar su orgullo.
—Corrección: besé a Mystique, no a ti.
—La besaste porque creías que era yo—, continuó Logan, sentándose al lado de la velocista con una gran sonrisa —. Cuéntame, ¿qué pensabas cuando sucedió?
—Que besaba bastante bien, eso me hizo dudar que fueras tú—, respondió Vanessa, esperando que eso borrara la sonrisa del mutante, pero no lo hizo.
—Entonces, ya estabas pensando desde antes cómo besaba, ¡qué tierna eres!—, rió Logan cuando la castaña rodó los ojos.
—Sólo te besé porque me dabas lástima, ¿está bien?—, mintió Vanessa, esperando que con ello terminara su conversación.
—Oh, ¿por lástima? Entonces, si te besará ahora––.
—Sólo te respondería por lástima—, asintió Vanessa mientras Logan se acercaba a ella y miraba fijamente sus labios.
La castaña se recostó hacia atrás, pero sólo provocó que Logan tomará más terreno. El mutante no separaba la vista de sus labios y, una vez que Vanessa bajó la vista hacia los labios de él, no fue capaz de volver a mirarle a los ojos.
—Por lástima, ¿eh?—, sonrió Logan, mirándole a los ojos, mientras ella miraba sus labios. Vanessa subió rápidamente la vista, frunciendo el ceño en el camino.
— ¿Debo repetírtelo, Garritas?—, preguntó Vanessa y, entonces, Logan juntó sus labios con los de ella.
Una sesión de besos se llevó a cabo en la pequeña tienda, los dos separándose de vez en cuando para llenar sus pulmones de aire, aunque pronto volvían a buscar los labios del otro con necesidad.
—No parece que me tengas lástima—, se burló Logan, una sonrisa ganadora en sus labios. Sus brazos descansaban contra el suelo, uno a cada lado del cuerpo de Vanessa para no aplastarla.
La velocista le golpeó ambos brazos con los suyos, provocando que Logan perdiera el equilibrio y cayera sobre ella —. Sólo cállate—, respondió antes buscar sus labios una vez más.
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