
𝟬𝟬𝟮 you are hyperactive, aren't you?
PRIMER ACTO • CAPÍTULO DOS:
ERES HIPERACTIVA, ¿NO?
Vanessa Moore caminó cerca de Ororo y Logan. A pesar que le fastidiaba caminar tan lento, aún así lo hizo. Mientras caminaba, jugaba con una de las bandas elásticas que llevaba en su muñeca, estirándola y doblándola.
Sus ojos se movían de un lado al otro, queriendo apreciar cada detalle de la gran mansión. Definitivamente el dueño era rico, no había otra explicación. Tanto por dentro como por fuera, niños y adolescentes de diferentes edades llenaban la residencia.
— ¿Puedes parar?—, preguntó Logan, dándose la vuelta.
— ¿De qué hablas?—, frunció el ceño Vanessa.
—Estás haciendo ruidos con la boca—, masculló Logan, como si fuese obvio.
—Oh, lo siento. No me di cuenta—, balbuceó Vanessa y el mutante le dedicó una mirada confunsa antes de volver a darse la vuelta.
La castaña había pasado tanto tiempo sola que había olvidado que no sólo tenía que controlar su velocidad frente a otras personas, sino ciertos hábitos de los que no era consciente. Las personas solían reclamarle porqué no se quedaba quieta o hacer cosas molestas de las que no se daba cuenta que hacía.
Ororo y Logan se detuvieron frente a una puerta de un momento al otro. Vanessa estudió la puerta, no era muy distinta a las demás.
—Yo tengo que ir a enseñar ahora—, anunció Ororo —. Logan te acompañará—, en cuanto ella mencionó esas palabras, ella y él intercambiaron intensas miradas —. Sabes que tengo que dar clases, Logan. Además, no es como si te fuera a molestar.
Vanessa observó la interacción entre ambos y comprendió algunas cosas. Primero, Logan no era muy abierto que digamos, mientras que Ororo parecía ser muy amable. Eso lo sospechó desde el momento en que Ororo saludó a varios niños mientras caminaban por el pasillo y Logan actuó con indiferencia. Segundo, Ororo es una de las profesoras de la escuela. ¿Cómo se las arreglaran para enseñar a todos si tienen distintas mutaciones?, pensó Vanessa.
Logan abrió la puerta en silencio e ingresó a la habitación. Vanessa lo siguió de cerca y se sorprendió al ver a un hombre lisiado, ya que estaba en una silla de ruedas, y calvo. Ella tenía en su cabeza la imagen de esos hombres que, a pesar de la edad, mantenían un gran estado físico. Probablemente, algo egocéntrico y falso. El momento en que el hombre levantó la vista del libro, una sonrisa simpática se formó en su rostro, sorprendiendo más a la chica.
—Logan, Vanessa; los estaba esperando—, saludó el hombre y la chica se tensó.
— ¿Cómo sabe mi nombre?
Soy como tú, Vanessa. Un mutante; la voz resonó en la mente de Vanessa y ella sacudió su cabeza. Volvió a mirar al hombre, quien le observaba con esa sonrisa, y entendió.
El hombre era un telépata.
Una vez se había cruzado con una mujer que tenía el mismo don. Ella había sido muy amable y, aunque había tenido una buena experiencia con ella, sabía que eso era una mala señal. El objetivo de Vanessa era que no la conocieran y ahí estaba ese hombre, que podría conocerla completamente en un abrir y cerrar de ojos, sin importar que ella se lo permitiera o no.
—Eres un telépata—, afirmó ella y el hombre asintió.
—Soy Charles Xavier—, se presentó mientras se acercaba y estrechó la mano de Vanessa —. Sé lo que estas pensado, Vanessa. Déjame decirte que no voy a hacer eso, yo les concedo su privacidad. Pero, voy a necesitar que me cuentes sobre ti. Sobre tu don, específicamente.
Ella lo observó unos segundos, no paraba de mover el pie frenéticamente, mientras que su mano izquierda enrollaba la banda elástica contra la muñeca derecha y, luego, la soltaba.
—Y le dice lo mismo a todos, ¿o no?
Logan se rió entre dientes y se sentó en uno de los sillones blancos. Vanessa lo miró y él le hizo señas para que tomará asiento. Ella se limitó a negar, se sentía más cómoda parada que sentada.
—Eres hiperactiva, ¿no es así?—, inquirió Charles, observando sus movimientos atentamente —. También te cuesta prestar atención.
— ¿No era que no leías las mentes, Charles?—, el tono de Vanessa era hostil, intentaba no demostrar sus nervios al conocer la habilidad de Charles Xavier.
—No leí tu mente, no aún. Lo sé por tu comportamiento. Desde que entraste, no paraste de mover tu pie ni de jugar con la banda elástica en tu muñeca. Además, tus ojos se desvían muchas veces de mí.
Vanessa apretó los labios. No sabía si creerle que no le había leído la mente, pero sí estaba segura de que esas eran buenas excusas.
—Era por eso—, murmuró Logan y Vanessa volvió a mirarlo. Él pareció percatarse que había lo había dicho en lugar de pensado en cuanto miró a la chica —. Cuando te reclame de lo que estabas haciendo, dijiste que no te habías dado cuenta. Fue por eso, ¿no?
La velocista apretó la mandíbula antes de asentir. Pensaba cada movimiento y palabra que emitía, al igual que las reacciones de los dos mutantes.
—Vanessa, sé que es difícil confiar—, comenzó Charles —. Pero, no te haremos daño. Estas entre mutantes, ¿por qué te haríamos daño?
—Mutantes me han atacado antes—, reveló ella y no pudo evitar que la voz se le rompiera al final. Se maldijo a sí misma, mientras que Logan le miró fijamente antes de compartir una mirada con Charles.
—No voy a negar que hay rebeldes, pero aquí no los hay. Aquí solo hay personas que han sufrido, como tú, y que buscan aprender a controlar y potenciar sus dones.
— ¿Cómo sabe que he sufrido?—, exclamó Vanessa pero se arrepintió al instante. Sebastian le había dicho lo que él había pensado cuando la vio la primera vez, no era algo que pudiera esconder.
—Todos lo hacemos—, la voz de Logan tomó por sorpresa a Vanessa, haciendo que lo mirará —. Somos mutantes, somos distintos. Siempre tenemos una guerra. Tal vez la de algunos sea más ardua que la de otros pero, al final, todos sufrimos.
—Es la primera vez que hablas tanto—, se burló Vanessa, intentando cubrirse a ella misma. Volvió a mirar a Charles, quien miraba entre ambos —. Soy rápida e inmortal—, simplificó y el telépata sonrió al volver enfocarse en ella.
—Eso explica tu hiperactividad y falta de atención. Logan también es inmortal, ¿cuántos años llevas viva?
—No lo sé. Tal vez unos 50 años, pero es pura estimación. No cuento el tiempo desde que cumplí 18.
— ¿Y a qué se debe eso?—, preguntó Charles y Vanessa dudó antes de decidirse en contarlo. De esta forma, probablemente confiaba en ella y no se metía en su cabeza.
—Me escapé de casa a esa edad. Después de ahí, no sé cuánto tiempo pasó. Viaje en buses al principio, otras veces a pie e, incluso, me hacía dedo. Robé varias motos pero, cuando me quedaba sin gas, no me servían más.
— ¿Por qué no corriste? Apuesto a que eres más rápida que una moto—, se levantó Logan, al mismo tiempo que llevaba un puro a su boca. Vanessa miró fijamente el puro y el castaño se dio cuenta —. ¿Qué? Si vas a decirme que es malo para mi salud, ahórratelo.
—Nada de eso—, negó Vanessa —. Yo solía fumar, no puros; sólo cigarros. Era adicta a ellos, pero tuve que dejarlos. No tenía dinero para comprarlos. A veces le robaba dos o tres a personas descuidadas—, recordó lo fácil que eran esos tiempos y Logan se sorprendió por el hecho de que fumara —. Además, ¿cuidar tu salud? Eres inmortal, Logan. Ah, y claro que soy más rápida que una moto—, agregó con una leve arrogancia —. Pero me cansa mucho utilizar mi mutación. Resulta realmente agotador si lo uso más de unos veinte minutos.
—Aquí podremos ayudarte a mejorar tu don, Vanessa—, habló Charles y ella volvió a mirarlo y, por primera vez, le sonrió. Aunque fue una pequeña sonrisa y sin mostrar los dientes, Charles se vio agradecido por esto.
—No es hiperactividad y déficit de atención. Es TDAH—, corrigió Vanessa y Charles asintió.
—TD––, ¿qué?—, preguntó Logan, confundido.
—TDAH significa Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad—, explicó Charles —. Combina la ansiedad, el déficit de atención y la hiperactividad en una condición—, agregó inseguro, mirando a Vanessa.
—No me ofendes, es una condición—, asintió y Charles la miró, intentando estudiar su mirada, sabía que escondía algo grande detrás de ella. Logan abrió la boca para hablar, pero la cerró cuando la puerta se abrió.
—Profesor—, una chica pelirroja habló después de cerrar la puerta detrás de ella —. Oh, aquí esta—, exclamó con sorpresa al ver a Vanessa —. Hola, soy Jean—, se presentó con una sonrisa, Vanessa aceptó su mano. La pelirroja se alejó y miró a Charles, algo incómoda —. Entonces, ¿está lista?
─Vanessa—, Charles la llamó y ella lo observó, temiendo lo que diría. Algo le daba mala espina —. ¿Te molestaría que Jean te haga unas cuantas radiografías? Es solo para asegurar de que no tienes nada fuera de lo común—, Vanessa alzó una ceja y Charles sonrió —. Me refiero a algo aún más fuera de lo común.
—Está bien—, aceptó —. ¿Qué tengo que hacer?—, preguntó, ahora mirando a Jean.
—Acompáñame—, pidió Jean y la tomó del brazo. Vanessa no se sentía cómoda a su contacto, pero no dijo nada y dejó que la guiara por los pasillos.
Después de bajar por un ascensor, entraron a una sala que parecía ser una clase de enfermería y laboratorio al mismo tiempo. Vanessa tragó saliva al observar todas las agujas que se encontraban sobre una mesa metálica y retrocedió un paso.
—Tranquila, no te inyectaré nada—, habló calmada la pelirroja y le dio una bata —. Necesito que te saques la ropa y te pongas esto, por favor.
Vanessa asintió, ya se lo veía venir y, después de que Jean le señalará el cambiador, ella se cambió rápidamente la ropa por la bata. Jean le pidió que se recostará sobre la camilla y la velocista obedeció. La complicación llegó cuando Jean le pidió que se quedará quieta y, varias veces, tuvo que volver a hacerlo ya que Vanessa comenzaba a moverse sin ser consciente. Cuando terminaron, la morena se sentó en la camilla y observó como Jean se movía por toda la habitación.
— ¿Cuál es tu mutación?—, preguntó Vanessa, dudosa. No había notado nada fuera de lo común en la pelirroja y temía que fuera una simple humana. No tenía nada en contra de los humanos pero, eso significaría que Charles Xavier ya le había mentido.
—Soy telépata, como el Profesor. También puedo mover las cosas con la mente—, explicó sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
— ¿Por qué le llamas profesor?—, preguntó confundida.
—Todos tenemos un nombre como mutantes. El nombre de él es Profesor X.
Vanessa no contestó nada y se bajo de la camilla. Observó un rato distintas herramientas que solo causaba que sus pelos se pusieran de punta al imaginarse que los usaban contra ella. Volvió a ponerse la ropa que llevaba puesta y, en cuanto salió, notó que Jean observaba unas placas. Se acercó, ya que supuso que eran de ella.
— ¿Todo normal? Bueno, lo que cabe en normal para nosotros.
—Eso parece—, murmuró la doctora con una pequeña sonrisa, pero estaba muy extasiada observando las placas como si fuera algo realmente increíble —. ¿Me permites escuchar tu corazón?—, preguntó, dejando las radiografías en la mesa y Vanessa asintió, sin notar el gran problema. Jean posó el estetoscopio sobre su pecho y sonrió —. Inclusive tu corazón late increíblemente rápido. Es alucinante.
— ¿Es algo bueno o algo malo?
—Si no fuera porque eres inmortal, no estarías viva. No importa que tu mutación sea así, hubieras muerto. Agradece que eres inmortal, Vanessa—, la morena no dijo nada al respecto, sin saber si estar agradecida o no a su inmortalidad —. Hay que mostrarle esto a los demás—, exclamó y caminó fuera de la habitación con Vanessa siguiéndola de cerca.
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