❁; capítulo veintitrés
Ser el mariscal de campo tiene sus ventajas y desventajas.
Por ejemplo, a Louis todavía le parece extraño que todos en la escuela lo reconozcan, lo saluden y hablen de él cuando ni siquiera está presente.
Sus habilidades sociales no han mejorado para nada, aún se siente incómodo cuando está rodeado de mucha gente y es muy abrumador que todos quieran ser sus amigos.
No obstante, jamás es un chico mal educado. Siempre corresponde los gestos amables en los pasillos, sonriéndole a quienes se toman un segundo de su día en advertir su presencia.
Y bueno, si lo ve desde otra perspectiva, hay beneficios a los que no se puede negar.
Casi nunca tiene que hacer fila en la cafetería o en la papelería porque siempre hay alguien que le ofrece integrarse al principio de la hilera y jamás se queda sin equipo cuando los profesores solicitan que se junten con algunos compañeros para trabajar.
La realidad, es que muchos estudiantes buscan quedar bien con él; algunos con buenas intenciones, otros por puro interés, pero eso no le interesa mucho, ya que él solo se limita a convivir con su pequeño círculo social.
Zayn encabeza el listado de los pocos amigos que tiene y Niall también forma parte muy importante de el.
Por eso, cuando no está con Harry gracias a la diferencia en sus horarios de clase, siempre pasa el rato con ellos.
Aquella mañana, los tres muchachos se encuentran afuera de la cafetería, ocupando una de las mesas al exterior mientras terminan sus respectivos almuerzos.
—Oigan, en serio, pónganme atención —El irlandés implora, dejando caer su cuchara en el borde del plato—. Es urgente.
Louis pasa el bocado, antes de volver a picar sus verduras al vapor.
—¿Qué sucede? —pregunta, al tomar un trozo de zanahoria—. ¿Ahora con quién discutiste?
—Con nadie —Coloca los ojos en blanco con fastidio—. Verán después de tres semanas insistiendo, al fin convencí a mis papás para que me dejaran hacer mi fiesta de cumpleaños en la casa de mí abuela.
Zayn eleva una esquina de la boca, en tanto corta un pedazo de la pechuga asada que pidió en el mostrador.
—¿De tu abuela?
—Sí, es que tiene alberca —parlotea y destapa su jugo de manzana embotellado—. A lo que voy, es que tardaron tanto en acceder, que ahora tengo menos de un mes para organizarla.
Algo confundidos con la atropellada explicación de su amigo, ambos chicos intercambian una mirada rápida por el rabillo del ojo.
—¿Y eso que significa? —pregunta Louis, aunque ya deduce la respuesta.
—¡Que deben ayudarme a planearla!
Y sí, ahí está la tormentosa confirmación a su pronóstico.
—¿Deberíamos?
—Sí, lo harán porque son mis amigos —decreta, luego darle un buen sorbo a su bebida—. Tengo muchas ideas en mente.
Resignado, el pelinegro termina de masticar y apoya la barbilla en su mano, reflexionando sobre su destino.
—Te escuchamos —musita, pasándose la lengua entre los dientes con el fin de eliminar cualquier resto de comida—. ¿Qué quieres hacer?
El semblante de Niall se ilumina en un santiamén, y en menos de diez segundos abre su mochila para sacar su agenda de color celeste junto a un bolígrafo.
—¡Por eso los amo! —chilla, al hojear el pequeño cuaderno donde anotó previamente los detalles de la importante fecha—. Estoy pensando en contratar a un buen DJ, tal vez comprar pizza para la comida y, por supuesto, todos deben traer sus trajes de baño.
—Creo que lo último se asume por sí solo, Nialler —agrega el ojiazul, señalándolo con las púas de su tenedor—. Fiesta en la piscina es igual a llevar bañador.
—Aún así, lo especificaré —enfatiza, escribiendo rápidamente algunos puntos importantes que se le acaban de ocurrir—. Necesitamos ir a comprar la decoración; quiero globos y muchas luces...
De nuevo, los dos chicos intercambian un vistazo discreto, con sonrisas ligeramente torcidas.
—Dijo necesitamos... —susurra Zayn, apenas audible para ellos—. Habló en plural.
Louis asiente, consciente de que están acorralados sin más opciones.
Pero, siendo franco, la idea no le molesta tanto como aparenta. Está dispuesto a ayudar a su amigo con todo gusto en lo que sea necesario.
—También dulces, botana y refrescos... —El rubio continúa extendiendo su lista de pendientes—. ¿Cuándo me pueden acompañar?
—¿A dónde?
—A comprar las primeras cosas —Muerde la parte posterior de su pluma—. ¿Pueden el sábado?
—Sabes que yo no puedo los fines de semana, Ni —El mayor suspira, antes de desviar la atención hacia sus alimentos.
En este caso, aunque deseara acompañar a su amigo a realizar las compras pertinentes, sus obligaciones se lo impiden.
Optar por un trabajo temporal fue una elección que tomó voluntariamente, pues a pesar de que jamás ha carecido de nada en casa, quiso tener un ingreso extra para solventar gastos adicionales.
Y tal vez, como dato relevante, también incidió su necesidad de mimar a su novio con salidas a diferentes lugares y de obsequiarle cualquier cosa que pudiera hacerle feliz.
Flores, chocolates, bombones, peluches, tarjetas o anillos, no importa qué, Harry siempre vuelve a su morada con un regalo en mano y eso le causa una extrema satisfacción a Louis.
Hará lo que sea por hacerle sonreír.
—Mhm... Entonces me llevaré a Hazz en tu representación —retoma el irlandés, después de pensárselo seriamente—. Él sí irá con nosotros.
—Sería buena idea —Picotea las pocas verduras que restan en su almuerzo—. Aunque siempre va a mí trabajo cuando salgo a comer y luego va por mí a la hora de salir.
—Bueno, puede hacer una excepción, es por una buena causa.
—¿Por qué no se lo preguntas? —sugiere con un movimiento de cejas y sin darse cuenta, endereza la espalda—. Ahí viene.
Louis adora absolutamente todo de su novio; ama sus rizos, su rostro, su linda vibra y su buena actitud con todos.
Sin embargo, hay dos cosas en específico que simplemente lo ponen a temblar.
La primera es la forma tan sensual en que camina, contorneando suavemente las caderas sin caer en la exageración mientras desborda una envidiable seguridad y un porte distinguido en cada paso.
La segunda es su reciente obsesión por lucir shorts cuando el clima lo permite.
El rizado ha acumulado una variedad infinita de estas prendas, en distintas telas, estilos y colores, ya que en las últimas semanas sus atuendos se han centrado únicamente en combinaciones perfectas con este tipo de ropa.
Él realmente lo agradece, en serio lo hace con todo su ser. Cada vez que recuerda el motivo indecoroso por el cual esas piernas han rodeado su cadera, una sensación de fortuna increíble lo embriaga.
Esa es su mayor debilidad, junto con los divinos hoyuelos en sus mejillas cuando sonríe, exactamente como lo está haciendo ahora que se encuentra cerca de la mesa.
—¡Hola, chicos! —Harry exclama con alegría, al colocar su mochila en una de las sillas disponibles—. ¿Cómo están?
—Hola, Harold —A través de un ademán, el morocho corresponde el saludo—. Todo bien.
—¡Hazz! —canturrea Niall, notablemente efusivo al verlo llegar—. Estamos muy bien, ¿y tú qué tal?
El rizado levanta un pulgar y, rodeando la mesa, se dirige directamente al lugar donde está su novio.
—También, todo fabuloso —tararea y después se inclina un poco hacia Louis—. Hola, mí amor.
Sí, un beso siempre es bienvenido después de no verse por un buen rato.
Esta vez, el bálsamo de Harry es de cereza. Louis lo adivina después de relamerse los labios.
—Hola, ratón —Lo observa, cautivado por el fabuloso aroma de su perfume—. ¿Cómo te fue en clase?
—Bien, muy normal a decir verdad —masculla, al sentarse cuidadosamente en el borde de la mesa—. Te envié un mensaje, pero no me respondiste.
—¿Lo hiciste?
—Sí...
El entrecejo del mayor se arruga de golpe y enseguida busca su teléfono en los bolsillos de su pantalón.
Al encontrarlo, enciende la pantalla para revisar las últimas notificaciones y, efectivamente, hay un mensaje de su novio que no había notado.
¿La razón? Tiene el celular en modo silencio.
—Ugh, cierto —Presiona el ícono del altavoz en su móvil, cambiando así la configuración—. Perdón, no tenía el sonido activo.
—¡Que manía la tuya! —expresa, teatralizando su indignación mientras cruza los brazos—. Seguramente un día te llaman para avisarte que morí y tu te enteras dos semanas después.
—Dramático —Se mofa en un resoplido, obsequiándole a su vez dos palmaditas en el muslo—. Lo lamento, bombón, no me di cuenta.
Harry entrecierra los ojos y una sonrisa traicionera se asoma en su boca, restándole credibilidad de su falso disgusto.
—Bien, no te preocupes.
Ya conoce su mala costumbre.
—Oye, Hazz —Niall atrae su atención al tocarle el brazo con el dedo índice—. Tengo una fantástica propuesta para ti.
Él se gira un poco para mirarlo con atisbo de intriga.
—Dime.
—Voy a festejar mi cumpleaños con una fiesta en la piscina —anuncia, mostrándole el listado elaborado en las notas de su agenda—. Y tienes el honor de ser uno de los que me ayude a organizarla.
Esas si son excelentes noticias.
El júbilo captura rápidamente al menor, quien no duda en sumarse a la preparación del magnífico evento.
—¡Eso suena bien! —Frota ambas palmas entre sí, mostrando su disposición para cooperar—. Me apunto, ¿qué tengo que hacer?
—Por lo pronto acompañarme a comprar las cosas para la decoración, ¿qué dices?
—¡Claro! ¿Cuándo hay que ir?
—El sábado, a eso de las dos de la tarde.
Entonces, sus labios rechonchos se crispan en un mohín y sus pestañas aletean despacio.
—Oh... Lo siento, Ni, el horario se me dificulta un poco —musita, sintiéndose apenado por tener que retractarse.
—¿Por qué? —cuestiona, al plisar la frente.
—Es que a esa hora estoy con Lou —Produce un chasquido con su lengua y se peina los rizos hacia atrás—. Voy a verlo al trabajo, le llevo comida y estoy con él hasta que tiene que volver al mostrador.
—¿Y el domingo?
—Lo mismo —Se rasca la nuca, sin saber como empatar las actividades—. ¿Tú no puedes más temprano?
—No, regreso de mis clases de francés a la una de la tarde —Desanimado, acaba por desparramarse en su silla—. Estoy yendo a curso intensivo los sábados y los domingos.
Harry inhala, considerando la posibilidad de alterar su amada rutina establecida por una ocasión tan importante como esa.
Sabe que no puede dejar a Niall sin apoyo, así que le da una mirada a Louis para comunicarle su decisión y cuando recibe un asentimiento gentil, estira las comisuras.
—Uhm... Bueno, creo que podemos ir este sábado —informa, al recoger la agenda dónde se encuentran las notas de la futura fiesta—. ¿Te parece?
Los ojos celestes del muchacho resplandecen, recuperando toda su energía.
—¿De verdad?
—Por supuesto, no te preocupes —Él relaja los hombros, dejando que su mano se deslice con ternura por los cabellos de Louis—. ¿Verdad, cariño?
El implicado asiente ligeramente y le responde con una cálida sonrisa.
—Vayan y compren muchas cosas que valgan la pena —concede, disfrutando del cariñoso toque de su novio.
Adora ese tipo de caricias entre sus mechones.
—¡Genial! —Por obvias razones, Niall no se cohíbe a demostrar su emoción—. Entonces ya está, nos vemos en mí casa a la una y media, ¿bien?
—Perfecto, ahí te veo.
—Listo, y tú también tienes que acompañarnos, Z —declara, clavando la vista en su otro amigo que parece muy entretenido en su almuerzo—. ¿De acuerdo?
Tras limpiarse los bordes de la boca con una servilleta, Zayn parpadea y deja entrever una media sonrisa.
—Pues no tengo otra opción, ¿cierto?
—No, de hecho no.
Puro dramatismo.
En el fondo, él realmente quiere colaborar en la planificación.
—Bien, yo solo pasaba a saludar porque tengo mi siguiente clase en diez minutos —El ojiverde se levanta de un salto, sin perder la oportunidad de robar una fresa del tazón de Louis—. Ya me voy, tengo que pasar al baño primero.
—Te acompaño a tu salón —El ojiazul espeta y también toma una pequeña fruta roja del bowl—. Yo me llevo tu mochila.
—Sí, amor —Sus orbes se arrugan dulcemente en los bordes—. ¿Me alcanzas afuera del salón? Me adelanto en lo que recoges tus cosas.
—Claro.
Harry se inclina nuevamente, anhelando otro beso, y suspira cuando sus labios se encuentran en un roce liviano que provoca escalofríos en ambos.
La piel se les pone de gallina, pero tratan de omitirlo.
—Perfecto —farfulla, antes de incorporarse por completo—. ¡Nos vemos más tarde!
La despedida es exclusiva para Zayn y Niall, quienes responden con un gesto de mano en el aire antes de que el menor emprenda su camino, dirigiéndose directamente hacia los baños.
Lo ven alejarse, transitando alegremente por el piso de concreto mientras se convierte en un verdadero imán de miradas. Todos los chicos que se encuentran en el perímetro lo contemplan de pies a cabeza con fascinación.
—¿Sabes? Creo que somos de los pocos que no vemos a Hazz como un pedazo de carne —Niall se atreve a comentar, luego de notar los gestos de varios estudiantes.
Incluso, piensa que algunos ya sobrepasan los márgenes de la admiración y hasta rozan el borde de lo indecente
De igual forma Louis se percata de ello y por eso bufa, presionando levemente el mango de su cubierto.
—Ya lo sé —espeta, apretando las muelas entre sí—. Yo solo espero que todos se mantengan al margen.
—Nadie se atreve a nada, Tommo —añade, intentando disipar la tensión en la atmósfera—. Todos saben que no tienen ni la más mínima oportunidad con él.
—Que bueno que lo sepan —Irritado, se deja caer contra el respaldo de la silla—. No quiero meterme en problemas innecesarios.
Louis se ha repetido innumerables veces que los celos no son saludables en una relación.
Sin embargo, su sangre hierve cada que nota que alguien está demasiado concentrado en Harry.
—Relájate —interviene Zayn, lanzándole una de las muchas papas fritas de su plato—. Mejor cuéntanos, ¿ya lo invitaste al baile de primavera?
—No, todavía no —Se frota el párpado derecho antes de cruzar los brazos sobre su pecho—. Se lo pediré en unos días, ya lo estoy planeando.
—¿Ya tienes su corsage?
—Ya.
Ambas cejas del pelinegro se arquean con genuina sorpresa.
—Quien te viera —No puede evitar mofarse, pues la situación actual le resulta graciosa—. Hace unos años literalmente fuiste a un Halloween a la fuerza solo porque él quería... Y ahora, eres tú quien ya tiene todo listo.
El castaño echa la cabeza hacia atrás, batallando por retener una sonrisa que amenaza con convertirlo en un completo idiota.
—Eso pasa cuando te enamoras —expresa con simpleza—. Lo he dicho siempre, no hay cosa que no haría por él.
—Tan cursi —Niall saca la lengua para acompañar su mueca burlona—. ¿Y tú, Zayn? ¿No piensas invitar a Liam?
—¿A Liam? —cuestiona, desorientado—. ¿Por qué habría de hacerlo?
—¿De verdad te lo digo?
El muchacho se queda en silencio durante varios segundos y luego baja la cabeza para evitar mostrar el sonrojo de sus mejillas frente a sus amigos.
—Cierra la boca —exige, aplastando una papa frita con el índice—. Liam no aceptará ir conmigo, seguramente irá con Emilia.
—Eso lo dudo —responde el irlandés mientras finge ajustarse el cuello de una camisa inexistente—. Porque Emilia va a ir conmigo.
Una divertida circunferencia se forma en los labios de Louis y sus ojos se abren un poco más de lo habitual.
—¿Contigo? —Su impresión se hace evidente—. ¿Ya la invitaste?
—Todavía no, pero lo voy a hacer y creo que aceptará.
La confianza que emana Niall es digna de aplaudir.
No es de extrañar que sea uno de los jugadores más codiciados en todo el campus; la mayoría de las chicas lo consideran muy atractivo y encantador al mismo tiempo.
—¿Lo ves? Eso es tener seguridad en sí mismo —señala, utilizando como ejemplo la determinación ajena, y con un gesto desaprobatorio, reprende a Zayn—. Deberías tomar nota de eso.
La cabeza del pelinegro se mece de lado a lado, sintiéndose un poco fracasado por su tonta falta de iniciativa.
Todavía no sabe cómo acercarse al chico que le gusta y sinceramente, le teme bastante al rechazo.
—No es lo mismo —resopla, trazando círculos en el borde de su lata de soda—. Ni siquiera sé si a Liam le gustan los chicos.
—¿Esa es tu mejor excusa? Literalmente tiene un emoji de la bandera bisexual en todas sus redes sociales.
De acuerdo, tampoco es el mejor para crear pretextos.
—Bueno, no me presionen —contrapone, sin ganas de continuar con la plática—. Ya veré.
Louis está a punto de abrir la boca para decir algo cuando su atención se desvía hacia su celular, que suena repentinamente, iluminando la pantalla.
Con el ceño fruncido, presiona la barra de notificaciones para revelar los chats recientes y de inmediato se encuentra con un mensaje recién llegado de Harry.
De: Ratón.
"Amor... "
"Ya llegó el profesor,
pero mí mochila no 😭"
Joder.
Ahora tiene que correr hacia el aula de su novio.
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corsage: También conocido como pulsera floral, el corsage es un pequeño ramillete de flores unido a una cinta, banda o lazo fin. esto significa el emparejamiento, y así se identifica fácilmente quienes forman pareja en el baile.
hiii, besties! espero hayan disfrutado del capítulo, nos leemos pronto en la siguiente actualización 🫂💘 besitos
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