Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❁; capítulo veintinueve

⚠️ Advertencia de contenido sexual ⚠️

Luego de varias noches románticas
Harry 21 y Louis 22

Cuando Louis llega al campo y observa a sus compañeros de equipo reunidos en la gradería, su primer pensamiento es que tal vez alguien ha sufrido un accidente.

El primer nombre que se le viene a la mente es el de Niall, ya que el mismo irlandés ha dicho que está bajo una especie de maldición cuando entrena porque al menos una vez al mes termina en la enfermería por una caída o un golpe, y aunque no son situaciones graves, si suelen generar preocupación colectiva. 

Aunque, si se lo preguntan, él considera que quizá no se trate de una maldición propiamente dicha, pues atribuye que los incidentes de su amigo son causados por su alto nivel de distracción durante los entrenamientos.

Esa falta de concentración, más que cualquier fuerza sobrenatural, debe ser la verdadera causa de sus incidentes. Sin embargo, se mantiene al margen y le sigue el hilo cada que el rubio menciona cosas relacionadas con espíritus malignos que se empeñan en acabar con su carrera deportiva.

De cualquier modo, se apresura a llegar con ellos, escuchando desde unos metros de distancia los murmullos de los jugadores que lucen notablemente inmersos por un motivo que el todavía desconoce y que, ciertamente, necesita saber a la brevedad.

Por fortuna, no hay huesos rotos o contracturas musculares.

—Oye, Zayn —Lo llama, una vez que se encuentra lo bastante cerca del pelinegro como para que note su presencia—. ¿Qué sucede?

—¡Tommo! —El muchacho de ojos cafés exclama, alzando una hoja de papel terriblemente arrugada—. ¿No te has enterado?

—¿De qué?

—¡Mira!

Louis arruga las cejas al recibir lo que parece ser un comunicado. Al reparar que el contenido se basa en un montón de letras pequeñas, entiende que debe leer tranquilamente y comprender qué es lo que está causando todo ese alboroto.

Lee en silencio cada renglón, chupándose el labio inferior mientras sus ojos se mueven de un extremo a otro en la hoja, siguiendo cada sílaba impresa.

A medida que avanza y procesa la información, su semblante cambia de la perplejidad inicial a la sorpresa, para luego transformarse en una estupefacción total.

—¿De dónde salió esto? —cuestiona, releyendo los últimos tres párrafos que vienen al final del comunicado.

Tiene que asegurarse de estar entendiendo bien cada letra hilada, porque no se quiere emocionar en vano.

—El entrenador fue quien nos avisó, vino a decirnos que es nuestra oportunidad —informa, enseñando sus dientes perfectamente alineados en una tremenda sonrisa—. ¡No podemos desperdiciarla!

—¿Pero qué probabilidad hay de que nos seleccionen? —Siendo un poco más objetivo, cree que el porcentaje es verdaderamente bajo—. Según lo que veo... De nuestro equipo solo elegirán a tres para la preparación.

—Por eso, si resultamos seleccionados, ¡podremos ir al camp en estados unidos y prepararnos para entrar al draft!

Fabuloso.

Louis está algo así como aturdido, en medio de un remolino emocional, incapaz de creer en la veracidad de lo que está ocurriendo.

Muchos universitarios persiguen el sueño de convertirse en jugadores profesionales de fútbol americano. Todos aquellos que se han entrenado desde jóvenes anhelan fervientemente formar parte de las ligas mayores y algún día integrarse a un equipo de la NFL.

Para los estadounidenses, la posibilidad de ser reclutados suele ser más accesible, pues durante muchos años las puertas estuvieron cerradas para los jugadores extranjeros. No obstante, en la actualidad existe el International Player Pathway, un programa que ofrece a muchachos de otros países la oportunidad de integrarse a la liga más prestigiosa de fútbol americano a nivel mundial.

No sorprende que la Universidad de Londres esté siendo contemplada para que algunos de sus jugadores pasen al primer filtro de preparación. Ellos destacan entre todas las escuelas de la zona por liderar en la temporada, y es probable que por eso su institución haya sido seleccionada como uno de los posibles lugares de reclutamiento para las nuevas estrellas del deporte.

Ahora, entiende porque los chicos están malditamente aturdidos.

—¿Puedes creerlo? —retoma Zayn, con la mirada perdida en el cielo mientras sueña despierto—. Si logramos salir de aquí y llegar al roster de la NFL, tendremos la vida resuelta.

—Sí, de hecho sí —murmura, al dejar su maleta de entretenimiento sobre uno de los escalones de las gradas—, es lo que todos queremos.

—El coach dijo que se iba a reunir con el representante oficial la siguiente semana, ya tiene la propuesta de los jugadores que va a proponer para ir al camp...

—¿Ya los eligió?

—Sí. —tararea, meneando las cejas con presunción—. Y yo estoy seguro de que tu nombre está en la lista.

Louis lo mira impactado, como si hubiera pronunciado algún maleficio o algo prohibido.

—Imposible —Lo contradice, doblando una esquina el papel que todavía tiene en sus manos—. Yo no estoy calificado para eso, Zayn.

—¿Pero qué dices? ¡Eres el mariscal, y gracias a ti estamos hasta arriba en el marcador!

—No ha sido gracias a mí, ha sido porque todos se han comprometido con el equipo.

—Eso es cierto, pero tú has dirigido esta orquesta —Con el dedo índice, señala a quienes se encuentran esparcidos en el área de asientos—. Todos te debemos mucho a ti, Tommo.

Lastimosamente, su negación es infinita.

No importa si se lastima el cuello o si luego necesita un masaje para aliviar el dolor, él seguirá cabeceando en desaprobación.

—Nadie me debe nada, ya basta —refuta, antes de exhalar con fuerza—. No asumas cosas.

—Lo que digas —Pone los ojos en blanco, ignorando por completo su actitud pesimista—. Pero cuando escuches tu nombre en los seleccionados, tendrás que pagarme veinte libras.

—¿Perdón?

—Lo que oíste, estoy apostando contigo.

Su frente se frunce dramáticamente, él no tiene ni el más mínimo deseo de apostar en tonterías.

Como quiera, pensar en todo lo que implica ser elegido para ir al camp es estresante. Seguramente serán horas interminables de práctica, preparaciones arduas, una alimentación estricta, disciplina al cien por ciento y aun así, nada garantiza que mortales como ellos puedan entrar al draft para abrirse camino en la liga más famosa del mundo.

Él prefiere mantenerse con los pies sobre la tierra y no idealizar de más, porque los golpes que da la realidad a veces son muy duros.

Entonces, mientras los demás se pierden en el caos de la gran noticia, él decide abrir su maleta, sacar su camiseta de entrenamiento y vestirse para empezar la práctica. No le importa mucho exponerse con el torso desnudo, pues en cuestión de segundos se despoja de la camiseta que lleva puesta y la reemplaza por esa prenda color azul que lleva su apellido en la espalda.

Se retira el calzado, cambiándolo por los tenis deportivos que nunca le pueden faltar a la hora de entrar al campo y también prepara sus protecciones, porque sus extremidades deben estar a salvo.

Tiene toda su concentración puesta en abrocharse las agujetas, hasta que un suave chiflido capta su atención. Es un sonido familiar, uno que ubica al instante y que suele escuchar con frecuencia al exterior de su hogar cuando cierto porrista va a buscarlo de contrabando por las noches.

Solo necesita levantar la cabeza para comprobar que, obviamente, es Harry quien se aproxima a la gradería, con ese caminar tan fascinante y esa bella sonrisa que podría llenar de luz todo un estadio.

Louis sonríe como un completo estúpido, mirando a su novio de arriba abajo, pues no hay nada que disfrute más que sus visitas justo antes de que comience el entrenamiento.

De reojo, nota que no es el único cautivado por la apariencia del rizado y, siendo honesto, eso es algo que no podría importarle menos. En lugar de molestarse, ya le resulta muy divertido que algunos lo detesten por ser el único chico en la vida de Harry Styles, le encanta ver las miradas de envidia en los rostros de quienes desean lo que él tiene y no puede evitar disfrutar del hecho de que su relación provoca tales reacciones.

Relame su boca con arrogancia al ponerse de pie y luego se muerde el labio inferior, vislumbrando cómo su precioso ratón le muestra una bebida rehidratante.

—¡Amor, hola! —exclama Harry, y apenas se acerca, sella su saludo con un beso angelical sobre sus delgados labios—. Olvide darte esto.

El ojiazul suspira con las comisuras arriba y acepta la bebida saborizada.

—Muchas gracias, ratón —masculla, agitando la botella de plástico sin ningún propósito en especifico—. ¿Ya te dije que te ves muy hermoso el día de hoy?

Por supuesto, piensa que destacar lo lindo que se ve utilizando esos shorts de mezclilla es fundamental.

—Desde que me viste por la mañana, cariño —musita, acomodándole los cabellos del flequillo.

Mhn, es que de verdad luces muy bien hoy —espeta, sujetándolo por la cintura con una sola mano—. Esta ropa te sienta bien.

—Solamente llevo mis shorts favoritos...

—También son mis favoritos —Se aproxima lentamente hasta que sus labios rozan su oído y entonces susurra—: Y me gustan más cuando están en el piso de mi habitación.

Harry pestañea, sintiendo cómo la temperatura en sus mejillas se incrementa en un santiamén. Con un discreto vistazo a su alrededor, se asegura de que los demás jugadores están metidos en sus propios asuntos, demasiado ocupados como para prestarles la más mínima atención.

Eso le brinda más confianza, así que se siente con la libertad de rodearle el cuello con ambos brazos, reduciendo peligrosamente la distancia entre sus cuerpos.

—Hoy amaneciste un poco caliente, ¿no es así? —Se mofa con simpatía, acariciando los mechones castaños que nacen de su nuca—. ¿Tienes ganas?

—Cuando se trata de ti, yo siempre tengo ganas

Eso no es ninguna mentira.

A partir de que iniciaron su vida sexual, les resulta difícil estar juntos sin sucumbir al deseo de tocarse.

Peor aún, cuando Harry realiza ese gesto de tensar los dedos en el cabello de Louis, tirando con un poco de fuerza para provocarlo, él siente un escalofrío que le reafirma, una y otra vez, que está con la persona correcta.

—Estaré en la biblioteca mientras entrenas, cuando termines envíame un mensaje y vendré a buscarte —establece, antes de robarle un último beso de la boca.

Para variar, el mayor está ido. Tan aturdido por el amor que rebosa en su corazón, que solamente puede asentir, aceptando cualquier cosa que su novio diga.

Permanece inmóvil, casi absorto, divisando cómo el rizado también les entrega un par de bebidas a Niall y a Zayn, demostrando una gran consideración hacia sus amigos y vuelve a sonreír, encandilándose con aquella sonora risa que derrocha en respuesta a un comentario aparentemente divertido del irlandés.

Cuando llega el momento de despedirse, inhala hondamente y corresponde al movimiento de mano en el aire, contemplando que su bombón está regresando por donde vino, encaminándose con pasos alegres hacia la salida del campo.

—Oye, Tommo, ¿qué se siente?

La pregunta lo hace parpadear y dirigirse hacia el chico que ahora lo mira con una ceja levantada.

—¿Qué cosa?

—Estar con uno de los chicos más bonitos de la universidad, ¿qué se siente?

—¿Por qué debería de responder eso? —bufa con sorna, inclinando levemente la cabeza.

—Tengo curiosidad —El muchacho también esboza una sonrisilla ladeada—. No me gustan los hombres, pero no me molestaría probar algo nuevo si se trata de alguien así de sexy.

Naturalmente, sus fosas nasales se ensanchan, y su expresión pierde toda amabilidad.

Por suerte, Niall alcanza a escuchar la barbaridad que su estúpido compañero pronuncia y antes de que la situación se descontrole, toma a Louis por los hombros para arrastrarlo lejos de las gradas, evadiendo un conflicto mayor.

—Relájate, yo me encargo de aventarle el balón en la cara cuando la práctica vaya a la mitad —promete el rubio, sin soltar a su amigo porque debe evitar que vuelva y desate una guerra mundial—. Así no será demasiado obvio.

Él suelta el aire guardado en sus pulmones, contando del uno al diez mentalmente y cabecea, agradeciendo su sagrada intervención.

Es una gran fortuna contar con amigos tan atentos.

── •∘°❁°∘• ──

Harry mantiene su palabra y va a buscar a Louis al término de la práctica.

Tras recibir el mensaje de su novio informándole que solo tomará una ducha antes de reunirse con él, piensa que lo mejor es esperarlo afuera de los vestidores, pues lleva un buen rato lidiando con un montón de personas que no conocen el significado de la palabra "silencio" en la biblioteca y no paran de intentar sacarle conversación con temas triviales. Siempre es así, ya está acostumbrado, pero a veces detesta que su espacio personal sea invadido a tal grado.

Por eso, su única alternativa es huir de ahí, cargar su mochila en un hombro y emprender su ruta de vuelta al campo.

En el camino, se encuentra con varios de los jugadores que ya se dirigen hacia la salida y como reconoce perfectamente a aquellos que muestran un interés especial por su atractivo físico, no pierde la oportunidad de sonreírles con una chispa de egocentrismo, simplemente para dejarles claro que un chico como él nunca estaría con alguien que no fuera Louis.

Siendo franco, todo lo que anteriormente le causaba conflicto respecto a su orientación sexual y los problemas con los niños que se burlaban de él, ahora ha pasado a ser una fuente de diversión.

En la actualidad, goza enormemente ser catalogado como un ser inalcanzable. Le encanta escuchar los cuchicheos en los pasillos de la universidad donde mencionan lo guapo que es, además de lo fascinado que tiene al mariscal de campo.

Algo se derrite en su pecho cada vez que alguien comenta lo enamorado que Louis está de él y no va a negar que se enorgullece de ser la envidia en la facultad.

Las rodillas le tiemblan cada vez que el ojiazul le entrega su casco para subirse a la moto, y la piel se le eriza con el simple recuerdo de los roces accidentales que siempre se suscitan sobre sus muslos cuando se acomoda en la parte trasera del asiento. Ama sentir esas dos manos rodeando su cintura, ama cómo aquella boca pretenciosa le deja marcas en las clavículas, y por supuesto, se vuelve un demente cada vez que su piel es azotada hasta que el color carmín se extiende por la zona.

Descubrir el sexo fue maravilloso, pero experimentarlo juntos y explorar nuevos límites es aún mejor.

Y, demonios, Louis lo dejó pensando en un montón de cosas desde que insinuó dejar sus shorts tirados en el piso de la recámara. No pudo concentrarse en avanzar siquiera un poco de su tarea ya que estuvo muy ocupado tratando de controlar el ansía que le surgió de ser sometido por segunda vez en la semana.

Aún evoca con claridad el placer que experimentaron en el salón de clases del tercer piso, nunca habría imaginado que el ser penetrado contra un escritorio desencadenaría tal adrenalina en él, ni se habría creído capaz de alcanzar dos deliciosos orgasmos antes de que Louis se corriera dentro de él.

Ese día tuvo que ser cargado hasta su medio de transporte, odiando cada segundo del trayecto por la incomodidad de la motocicleta, y ni hablar del dolor agudo que sintió en la cadera al día siguiente.

Pero ese tipo de experiencias son las que estaría dispuesto a repetir sin ningún problema y si se lo propone, está seguro que esa tarde puede lograr algo igual de bueno.

Al encontrarse en los vestidores del equipo de fútbol americano, no duda en entrar, esperando que todos ya se hayan marchado para eludir posibles sanciones por invadir un espacio restringido.

Sigilosamente, revisa el primer núcleo de casilleros, corroborando que no haya nadie allí, y luego avanza al segundo bloque, confirmando que todas las taquillas están cerradas con llave. Se asoma al tercer núcleo de taquillas, procurando no hacer ruido y cuando sus ojos verdes se encuentran con la espalda descubierta de Louis, le agradece al universo por conspirar a su favor.

Nota que está terminando de vestirse; ya lleva puestos sus pantalones de chándal, se ha colocado desodorante en aerosol y su cabello luce húmedo, indicando que ha terminado recientemente de tomar su merecido baño.

Suspira, incapaz de hacer otra cosa al contemplar sus firmes músculos y, pronto, esa admiración se convierte en acción cuando, sin pensarlo dos veces, avienta su mochila al suelo, corriendo hacia él con la energía de un niño emocionado.

De un solo brinco, logra subirse a su espalda, abrazándose a su cuello para sostenerse y, pese a que la maniobra es arriesgada, Louis reacciona en el momento exacto, sujetándolo de un muslo antes de que pueda ocurrir alguna caída.

No necesita voltear, pues sabe de quien se trata apenas huele el exquisito perfume que se esparce por el vestidor.

—Ratón, me asustaste... —Lo reprende, aunque su rostro no proyecta ni un atisbo de molestia—. No te escuché entrar.

—Sigo teniendo dotes de espía — murmura, al besarle melosamente la mejilla—. ¿Qué tal el entrenamiento?

—Cansado, amor, pero bien.

—Lo imaginé, me encontré a varios de tus compañeros y todos lucían como si un camión les hubiera pasado encima.

—Sí, el coach se excedió un poco —relata, apretando delicadamente la tersa piel de su pierna derecha—. Creo que merezco dormir unas quince horas.

Harry sonríe tiernamente, rozando otro beso en su cálido pómulo y con un ligero movimiento le transmite que ya puede soltarlo.

—¿Te quieres quedar en mí casa? —pregunta, al descender cuidadosamente de su espalda—. Puedo hacerte un masaje si quieres.

—Claro, solo si es un masaje con final feliz —contesta, dándose la media vuelta para quedar cara a cara—. ¿Qué opinas?

Bueno, nadie puede juzgar a Louis por querer obtener un beneficio de algo tan simple.

Es un tipo muy inteligente, siempre aprovechando las oportunidades que la vida le pone enfrente.

—¿No dices que la práctica estuvo muy pesada? —Sin embargo, el menor contraataca, mirándolo burlonamente con una ceja arriba—. Debes estar agotado, ¿no?

—Tengo energía de reserva —afirma, colocando una mano en el lateral de su cuello y presionando sus gruesos labios con el dedo pulgar—. Pero tú dime si quieres hacerlo, y en caso de que así sea, cuando lleguemos a casa te lo daré.

Con dificultad, Harry logra aguantarse un jadeo. Piensa que mostrarse afectado por unas cuantas palabras es ligeramente embarazoso.

O al menos ese es el pensamiento que cruza por su cabeza los primeros cinco segundos, porque después lo vuelve a reflexionar, concluyendo que ser muy receptivo no es motivo de vergüenza.

Así que, dejándose llevar por un bruto arranque de lascivia que lo aturde, se atreve a entreabrir la boca, dándole el acceso necesario al dígito que busca invadir su húmeda cavidad y no se limita a morderlo con lentitud, presionando sus dientes sobre el nudillo mientras lo chupa un par de veces, cubriéndolo con su saliva cuando envuelve su lengua alrededor.

A la par, toma la iniciativa de posar sus palmas extendidas sobre el pecho desnudo de Louis, comenzando a trazar líneas invisibles con sus yemas, dibujando algunas figuras sin sentido por un rato hasta que la idea de bajar ambas manos le parece adecuada.

Desciende por el centro de su torso, sintiendo la textura de su piel y sus ojos relucen con una chispa de ambición en cuanto repara que su chico ha contraído ligeramente el abdomen, indicando que las caricias están demasiado cerca del elástico de sus joggers.

Él sonríe complacido, aún con el pulgar entre sus labios y sin apartar el enigmático contacto visual, da una última lamida a aquel dedo que le ha hecho imaginar cosas abrumadoramente excitantes.

—¿Por qué tenemos que esperar tanto? —Lo interroga, estirando juguetonamente el inicio de la prenda de algodón—. ¿Podemos hacer algo aquí?

Louis boquea, expulsando una bocanada de aire y delinea su preciosa boca con exagerada lentitud.

Ve como el labio inferior le brilla por su propia saliva, sus rosadas comisuras están arriba debido a la mueca altanera que exhibe y él no puede hacer nada en contra de eso, más que acatar sus demandas sin rechistar.

—¿Qué quieres hacer? —Lo provoca, y velozmente lo sujeta del cuello, sin ejercer, hasta ese punto, ningún tipo de presión—. Dilo, bombón.

El rizado gimotea en respuesta, controlándose de la mejor manera para no poner los ojos en blanco porque la erección que tiene debajo de su short de mezclilla es dolorosa y ya no le permite pensar como cualquier persona sensata lo haría.

—Necesito chupártela —Le solicita con visible desesperación, palpando su miembro por encima de la suave tela—. ¿Puedo tenerla en mí boca? Por favor.

—¿Eso quieres? —Devuelve la cuestión, y aprieta la quijada cuando gracias al tacto, un escalofrío le recorre la columna vertebral—. ¿Quieres que folle tu boca, amor?

—Sí, sí... Por favor, hazlo.

—Bien, entonces gánatelo —Complacido, retira la mano de su garganta y sonríe con astucia, apoyando la espalda en el casillero—. Ya sabes lo que tienes que hacer, si lo haces como se debe, te recompensaré.

Por Dios, Harry adora cuando Louis adopta esa actitud tan dominante.

Aquella faceta surgió como una manera de añadir un giro divertido a sus encuentros sexuales. Después de que, en una ocasión, el ojiazul perdiera el control de sus acciones, llegando al extremo de privarle de la respiración y hacerle repetir una y otra vez lo mucho que le pertenecía, ambos se percataron de cuánto podían disfrutar aventurándose más allá de lo romántico.

Es un hecho que también aman hacer el amor sin prisa, siendo especialmente cariñosos y prodigándose mil besos, pero también descubrieron el placer en los azotes que dejan hematomas en la piel, las suaves mordidas que provocan gemidos ahogados y en el lenguaje obsceno que enciende la llama de sus deseos.

Es por eso que el menor venera esa dualidad en su relación, en realidad le gusta bastante, así que no le cuesta trabajo ceder ante la apremiante solicitud. Tiene pleno conocimiento de qué es lo que debe de hacer para que Louis le otorgue su polla, entonces decide no remar contracorriente y sencillamente se coloca de rodillas, importándole muy poco qué sus piernas duelan más adelante.

Sí, tal vez debería estar preocupado por evitar comportamientos indebidos en los vestidores de la universidad. Sin embargo, al levantar la mirada y encontrarse con esos ojos zafiros que le suplican atención a gritos, todo lo demás se desvanece.

Porque el bulto bajo la ropa del castaño es grande, Harry siente que la boca se le hace agua y sus pupilas comienzan a dilatarse cuando baja la cinturilla de los pantalones de algodón, exhibiendo el boxer negro que protege la entrepierna que anhela explorar.

Se relame los labios al tomar el elástico de la prenda, jugueteando un instante mientras pasa los dedos por el borde antes de bajarla de un tirón, liberando aquella erección que le arranca un gemido de solo contemplarla.

Traga con dureza, sonriendo al morderse la cara interna de la mejilla y alza la vista de nuevo hacia Louis, quien lo observa desde arriba con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Anda, amor —pide, inclinando ligeramente la cabeza para dar la instrucción—. Usa tu linda boca.

Harry no necesita oír la orden dos veces.

Asiente bruscamente, con la mente embriagada por la lujuria, y prosigue con su tarea, concentrándose en el duro miembro que aguarda por su lengua. Lo rodea desde la base con una mano, generando más saliva al disfrutar del grosor y pasa la punta de su lengua húmeda, sin poder resistirse a trazar una de las venas que sobresalen a lo largo.

Louis arruga la frente al primer contacto, gozando completamente de las lamidas iniciales que su virilidad recibe y se clava las uñas cortas en sus propios bíceps, luchando por no perder el control desde que una descarga de adrenalina lo invade.

Tiene que respirar por la nariz, tensando a su vez el abdomen porque de lo contrario, lo jalará de los cabellos para exigirle que tome toda su extensión de una buena vez.

Por su lado, a Harry le encanta tomarse su tiempo al chuparle la polla.

Le cautiva saborear cada milímetro, usar los labios para tentar lo duro que se encuentra y entretenerse con el glande que derrama líquido preseminal, probándolo hasta que consigue tener a su novio muy débil.

Su corazón late con fuerza, casi ahogando cualquier otro sonido que no sean sus propios latidos y a pesar de su deseo por captar cada gemido que escapa de la boca de Louis, prefiere concentrarse en tomarlo como es debido, separando sus labios mientras se atreve a capturar poco a poco su prominente erección.

—Maldita sea, Harry —Lo escucha bramar, y puede jurar que el estómago le escuece al oír que su nombre es pronunciado de aquella forma tan suplicante—. Lo haces tan bien, siempre eres tan bueno para mí...

Y sí, todos esos elogios son parte crucial del acto, porque cada vez que los recibe, algo crece en su pecho.

No está seguro si es orgullo o simple egocentrismo, pero lo que sí sabe es que se siente afortunado por ser quien escucha esa voz quebrada, llena de placer.

Lo toma como incentivo y continúa, moviendo la cabeza de abajo hacia arriba para crear el ritmo ideal, adorando cómo esa gran polla invade su boca hasta llegar al fondo de su garganta.

Ahueca las mejillas cuando finalmente su nariz roza con la entrepierna opuesta, y sin dudarlo, hace eso de gemir a su alrededor, mandándole una ola de placer que lo hace arquearse, golpeando su nuca contra las taquillas de metal.

Los ojos de Louis están entreabiertos, el sudor brota de sus poros mientras hace lo posible por no perderse ni un solo detalle de esa cara enrojecida que tiene a sus pies, de esos labios hinchados que recorren pecaminosamente el largo de su miembro, y de esos ojos cetrinos que lo miran con devoción, como si fuera un Dios al que deben servir.

Las palmas le están ardiendo, los tirabuzones cafés ahora lucen muy llamativos, parecen suplicarle que los agarre con fuerza.

Lo envuelve profundamente, repara que la saliva gotea por su barbilla y su rostro está tan rojo que casi lo hace sentir culpable por tenerlo ahí, de rodillas mientras él simplemente está caminando por las nubes.

La lengua del menor está presionándose un sinfín de veces sobre sus venas, y simultáneamente, está haciendo un excelente labor al masturbarlo para incrementar el deleite.

Está cegado por lo bien que se siente la calidez sobre su erección y en consecuencia, ha perdido la conciencia de sus propias acciones. En su éxtasis, solo puede ocuparse de sostener con vigor los rizos enmarañados, tirando de ellos desesperadamente con el propósito de tomar el control de la ardiente situación.

—Eso es... —gruñe, empujándose sin contemplación contra la sensible garganta de Harry—. Mierda, abre bien la boca.

El rizado obedece, separando los labios tanto como puede para entregarse como le gusta, pues no es ningún secreto que aprecia el trato rudo en el sexo.

Le excita enormemente que su novio tome el mando y le indique qué hacer.

Así que se deja dominar a voluntad, permitiéndole embestir cuantas veces quiera, dejando que maltrate sus labios y haciéndole lloriquear cuando la intromisión en su boca se torna sofocante.

Arropa su pene con gusto cada vez que se introduce, cierra los ojos cuando su nariz le roza la pelvis y lucha por mantener el control de su respiración, sin querer que se detenga porque las estocadas también lo están llevando al paraíso.

Las lágrimas ruedan cuesta abajo por sus cachetes teñidos de carmín, sus pestañas están mojadas por el llanto que solo es reflejo de la incesante satisfacción y su garganta se contrae al sentir que, prácticamente, está siendo ahogado por esa magnífica polla.

Trata de relajarse, sobretodo porque quiere que Louis vaya lo más profundo posible, quiere que lo siga alimentando tan bien, sin importar el dolor en sus rodillas ni los moretones que probablemente aparecerán en un par de días.

Se toca ligeramente por encima del short de mezclilla, aliviando la molestia que su ropa le causa y rápidamente retira la mano, pues no tiene la intención de manchar su prenda favorita de semen.

—Harry, abre los ojos —El castaño agacha la cabeza para lograr el enlace entre sus mirada, mientras sus caderas continúan embistiendo con precisión—. Necesito que me mires.

El porrista no es capaz de obedecer; se siente como si estuviera en otro maldito planeta.

Sus piernas se sienten como vil gelatina y su cerebro ya no coordina nada razonable.

—Te estoy diciendo que me mires —repite, apretando los tirabuzones chocolate—. ¿No escuchaste?

De nuevo, ignora la petición, con los párpados abajo y su contestación se resume a un gimoteo que manda vibraciones alrededor del falo.

Louis le acompaña con otro gemido, fuerte y ronco. Al parecer, él también se halla en otro mundo, uno en donde las consideraciones con su precioso novio se han terminado, forzándolo a jalarlo del cabello con rudeza hasta que su pene es liberado de aquella exquisita prisión.

—¿Eres sordo, bombón? —Lo cuestiona, presionando los dígitos en los mechones enredados—. Mírame.

La mente de Harry está dando vueltas.

Tose, intentando recuperar el aliento que le ha sido arrebatado y exhala una extensa cantidad de aire, antes de levantar su acalorado rostro hacia Louis.

Él lo observa con las cejas fruncidas y puede sentir como su vientre quema al notar que el azul de sus ojos se ha vuelto inexistente gracias a la calentura.

—Qué... ¿Qué pasa? —pregunta, al limpiarse una comisura con el dorso de la mano.

—Voy a follarte. —Le advierte de manera autoritaria y luego de soltar su cabellera, le entrega dos leves palmadas en la mejilla—. Levántate ahora mismo.

Bueno, él no tiene idea de dónde sacará la energía necesaria para soportarlo, pero aún así lo agradecerá, pues ese era el propósito de aparecerse en el vestidor.

Aunque siente las piernas trémulas, con esfuerzo logra enderezarse, aferrándose a los casilleros una vez de pie y jadea agitadamente, sintiendo el frío metal de la puerta cuando pega su frente sudorosa a ella.

Respira en pausas, pasándose la lengua por los labios porque le han quedado bastante lastimados y se mantiene en esa posición por aproximadamente un minuto entero, hasta que sus rizos son atenazados nuevamente con fiereza.

Echa la cabeza hacia atrás a causa del brusco tirón, y un aliento caliente roza su oído, mientras unos dedos ágiles desabrochan el botón de sus shorts.

—¿Estás bien, ratón? —Louis le pregunta, porque debe garantizar su comodidad—. ¿Puedes aguantar?

Ugh, tú pregunta me ofende —parlotea, colocando las palmas abiertas sobre los casilleros como punto de apoyo—. Jódeme, amor.

El ojiazul sonríe genuinamente, declarándose un fiel amante de su codicioso novio y le besa la sien con cariño, antes de proceder a bajarle las dos prendas que se encargan de cubrir su trasero.

Lo hace con rapidez, formando una acción tan despreocupada que provoca risas espontáneas en ambos, pues se conocen tan bien que saben que ninguno es particularmente cuidadoso en ese aspecto. Su ropa suele terminar tirada por el piso en situaciones similares.

Sin embargo, en esta ocasión, no se desnudan por completo. Tienen que ser precavidos; así que si alguien entra al vestidor, tendrán tiempo suficiente para acomodarse las prendas inferiores y fingir que no estaba ocurriendo nada fuera de lo común.

Mientras tanto, van a dejarse fluir.

Louis siempre guarda discretamente botecitos de lubricante en todos lados, como parte esencial de esa etapa apasionada de su relación donde las advertencias son pasadas por alto en aras de saciar su hambre.

Esta tarde, ha sacado de su casillero un pequeño envase de plástico, ubicado al fondo como un recurso de emergencia y que le servirá para cumplir con las súplicas opuestas.

Porque Harry resulta ser extremadamente exigente durante el sexo. Él nunca imaginó que su bello ratón se convertiría en un dictador completo al encontrarse piel con piel, siempre pidiendo más y exigiéndole que canalice toda su energía en cada movimiento que le ofrece.

Y es que joder, él ama follarlo.

Ama prepararlo con sus dedos, disfruta sintiendo cómo su cuerpo se entrega a cada empuje que realiza con la muñeca, adora ver cómo aprieta las manos hasta que sus nudillos palidecen, pero lo que más le fascina es la expresión en su rostro. Esa maldita forma en que se muerde los labios, tratando de contenerse, tal como lo está haciendo en ese preciso momento.

Otra cosa que le encanta hacer es apretar su trasero, sujetar con fuerza esas bien formadas nalgas que ahora tiene permitido marcar cuantas veces se le dé la gana. Las azota hasta dejarle marcas rojas, las aprieta porque adora cómo la piel se desborda entre sus dedos y sus ojos brillan de lujuria cuando ve la silueta de sus palmas marcada en la fina piel.

Jugar con sus labios también es algo fascinante y meterle los dedos en la boca es una técnica efectiva que a veces utilizan para que los ruidos obscenos que expulsa no alcancen un volumen tan elevado en lugares públicos. Louis enloquece al sentir como los empapa de saliva, chupándolos con avidez como si quisiera atragantarse, quizás fantaseando con que se trata de su polla.

Todo eso es alucinante, pero la verdadera diversión comienza cuando finalmente puede alinear la cabeza de su erección con aquel estrecho agujero y las cosas cambian en el segundo en que lo penetra, duro y sin consideraciones, desatando un nuevo nivel de intensidad en el sucio juego.

Estocada tras estocada, golpe tras golpe en la piel de su culo.

Harry chilla fuertemente, su boca color cereza se mantiene entreabierta y tiene su mejilla descansando sobre la taquilla. Hay un hilillo de saliva bajando por su mentón mientras sus caderas son estrujadas con brío, como si el mariscal quisiera romperle los huesos.

Sudor, malas palabras, jadeos.

Sonidos impúdicos haciendo eco, la exasperación por abrazar el clímax, la velocidad increíble de las embestidas.

—Tan apretado —susurra Louis, al morderle el lóbulo de la oreja en tanto se encaja con vehemencia en él—. Listo para mí, ¿verdad?

A duras penas, el ojiverde asiente, notando la tensión en cada músculo de su cuerpo y rogando que no se detenga nunca más.

—Te gusta que te hable así, ¿cierto? —asevera, recordando el pacto de usar un lenguaje directo y poco sofisticado para tales casos—. Eres un muñeco, Harry, un precioso muñeco que ama ser follado por mí.

—Sí, lo soy, sí —lloriquea, con la voz casi destrozada, entre gemidos entrecortados—. ¡Oh! Sí, amor...

—Tan precioso, el porrista más lindo de la universidad —gruñe, estrellándose repetidamente en esas dos nalgas pálidas que le roban la cordura—. Todos mueren por tenerte, ¿pero sabes algo?

—¿Q-qué cosa?

—Solo yo voy a follarte para toda la vida. Nadie te pondrá una mano encima, ¿está claro?

Harry jadea, su cuerpo entero tiembla y voltea los ojos, sintiendo que la bruma del orgasmo empieza a empañar sus sentidos.

Siente que va a morir; su pulso está a mil por hora y le cuesta cada vez más continuar de pie.

—Sí, Lou —tararea, al curvar la espalda cuando el ángulo de las acometidas mejora—. Ah, c-como tú digas...

—Lo bonito que eres, amor —Encaja los dedos en su cintura, ayudándole a levantar el culo para tener una mejor vista y acceso—. Soy el único que puede verte así de destruido, dejemos que los demás solo se imaginen como sería tenerte porque ni en sus mejores sueños pasará.

—Yo solo te quiero a ti, quiero tu polla, tus dedos y t-tu boca en cualquier parte de mi cuerpo.

Mierda, Louis no puede estar más enamorado de su chico.

La sonrisa que pone está bañada en regocijo, y de repente se da cuenta de que toda su historia de amor tiene una razón de ser.

No puede ser de otra manera. Esta tarde son ellos dos, follando en los vestidores hasta que su resistencia se agote.

—Eso era lo que quería escuchar —reafirma, clavándose salvajemente en aquel apretado orificio, con la venda de la obscenidad cubriéndole los ojos—. ¿Quién va a cogerte todas las noches?

—Tú...

—¿Quién va a darte una vida llena de lujos?

—Tú, amor —balbucea—, tú.

—Y dime, ¿quién te amará hasta que la vida se nos agote?

¡Oh! Tú...

La promesa está hecha.

Son almas gemelas. Fueron mejores amigos, compartiendo risas y secretos en la infancia, ahora son novios, viviendo una pasión incesante, y en el futuro serán esposos, sellando su vínculo para siempre.

Harry fue la primera persona que creyó en el potencial de Louis y desde entonces, lo lleva tatuado en el alma.

Se merece una buena vida, se merece todo lo lindo del mundo y él está decidido a dárselo, además de muchos orgasmos similares al que ambos acaban de compartir al término de su frenético encuentro.

Y tal vez, el ojiazul podría llamarse adicto, porque siente la irresistible necesidad de volver a penetrarlo cuando observa cómo el semen se escurre de su agujero y se derrama por el pliegue de sus nalgas, descendiendo por sus muslos hasta que algunas gotas caen al suelo.

Joder.

Lo tiene todo a su lado.

── •∘°❁°∘• ──

── •∘°❁°∘• ──

aquí algunos términos que utilicé al inicio del capítulo:

camp = es una especie de entrenamiento al que van los jugadores extranjeros para corroborar su potencial, habilidades y prepararse para tener la oportunidad de ser elegidos.

draft = es la fuente más común de reclutamiento de jugadores en la NFL, los estudiantes universitarios pueden ser seleccionados a partir de este filtro.

igual, aquí les dejo un video que explica más a fondo el proceso: https://www.facebook.com/share/v/gHWRH5teNHnnZtGb/?mibextid=w8EBqM

y ojalá lo hayan disfrutado el capítulo, amores, nos leemos pronto. ♥︎

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro