❁; capítulo treinta
—Oye, Hazz, ¿qué te pasó aquí?
Niall señala el gran hematoma púrpura que tiene en la rodilla izquierda.
—Me caí en la práctica —contesta, frunciendo los labios al recordar el fuerte golpe que se llevó la semana pasada.
—¿Y aquí?
Esta vez, apunta hacia otra mancha violeta que se encuentra en la piel de su espinilla.
—Ah, me golpeé con la papelera del pupitre —explica, pasando su dedo índice por el escandaloso moretón—. Fue un accidente.
—¿Y esta qué fue? —pregunta una tercera vez, al ver una mancha roja a la altura de su muslo—. ¿También te pegaste sin querer?
Harry marca un par de arrugas en su frente, mirando el cardenal que menciona su amigo y cuando escucha la ligera risa de Louis, sus mejillas se entintan con un tono escarlata bastante obvio.
—Mhn... —tararea, mostrando una leve vergüenza, pero no duda en ser honesto—: Esa me la hizo Lou.
Los bonitos ojos celestes de Niall se ensanchan llenos de terror al formular una terrible conjetura en su mente.
—¿Tú se la hiciste? —Lo enfrenta con cierto recelo, temiendo que pudiera haber lastimado al porrista—. ¿Le pegaste?
—No. —Claramente ofendido, Louis replica y plisa el entrecejo—, ¿cómo se te ocurre?
—¿Entonces?
Ciertamente, el irlandés necesita respuestas.
Y las obtiene. No como hubiese imaginado, pero entiende todo en cuanto el mariscal eleva una sola esquina de la boca con un toque de prepotencia y Harry se encoge de hombros, asumiendo que no hace falta explicar nada, ya que su silencio habla por sí solo.
—Oh, perfecto —Su mueca de completo asco es inevitable—. Ya entendí, muchas gracias, no quiero detalles.
—No te los iba a dar, lo dejo a tu imaginación.
Las risas detonan entre la bonita pareja, ellos sueltan carcajadas sonoras y hacen que Niall entorne los ojos, recostándose boca abajo sobre el césped artificial.
—Son unos cerdos —exclama, deslizando los dedos por las fibras sintéticas de color verde—. No tienen respeto por nada ni por nadie.
—Creí que estábamos en confianza —Se mofa el ojiazul al menear divertidamente las cejas.
—Estamos en confianza, pero no me causa intriga saber lo que hacen cuando tienen sexo.
Tranquilamente, Harry se tumba de espaldas junto a él y contempla el cielo, que esa tarde luce más nublado de lo común.
—Bueno, nos callamos —murmura, colocando las manos por debajo de su cabeza—. No te preocupes.
Niall asiente agradecido, apoyando la barbilla en sus palmas y permanece callado por varios segundos, hasta que la curiosidad vence su reserva.
—Oye... —pronuncia muy bajito, porque no quiere que Louis escuche su impertinente cuestión—: ¿Quién da y quién recibe?
Tras volver a reír, el rizado lo mira con un gesto de limpia complicidad, como si hubiera anticipado que esa pregunta surgiría.
—¿Tú qué crees? —musita, utilizando un volumen similar.
—Cierto, que tonto soy —Presiona los labios entre sí, antes de curvarlos hacia arriba—. Se nota a leguas que eres tú quien muerde la almohada.
—... Acertaste.
Hay cosas más claras que el agua, pero aún así, comprobar las teorías no está de más.
—¿Qué hora es? —inquiere el irlandés, rodándose cual tronco sobre el pasto sintético—. Siento que ha pasado un siglo.
Como el buen amigo que es, Louis desbloquea la pantalla de su teléfono, verificando cuanto tiempo ha transcurrido desde que llegaron al campo.
—Son las tres con veinticinco —menciona, y aprovecha el momento para echar un vistazo rápido a sus notificaciones recientes.
—Maldición, el entrenador ya se tardó demasiado...
—Sí, de hecho sí —masculla, escaneando a los demás jugadores sentados en las primeras filas de las gradas—. Míralos... Están a punto de caer en la locura.
Esa es la única realidad.
Los integrantes del equipo están mordiéndose las uñas, dominados por un tic nervioso que les hace mover las piernas de forma involuntaria y tamborilear con los dedos sobre las rodillas, como si la ansiedad hubiese tomado el control de sus emociones.
Susurran entre ellos, creando diversas expectativas sobre lo que acontecerá en los próximos minutos, porque el escenario es incierto y cada uno es consciente de las limitadas probabilidades que tienen de ser tomados en cuenta en la decisión crucial del coach.
Todo se debe a que esa tarde se revelarán los nombres de los tres jugadores que podrán asistir al campamento de preparación, pronto sabrán quiénes fueron propuestos por el entrenador y seleccionados por los representantes oficiales del International Player Pathway.
Algunos lo abordan con una seriedad casi reverente, mientras que otros prefieren afrontarlo con despreocupación, sin concederle mayor importancia.
Evidentemente, Louis es parte del segundo grupo.
—Solo están emocionados, Tommo —concede Niall, porque entiende la enorme ilusión que sienten sus compañeros—. Y tú deberías estar igual.
A través de un resoplido, él muestra una falsa apatía frente a la situación.
—Ah, ¿sí?
—¡Claro! Es un hecho que estarás en los tres seleccionados.
Louis pone los ojos en blanco, omitiendo que su estómago se revuelve por el simple hecho de pensar en obtener la oportunidad para asistir al camp como una futura promesa del deporte.
Sí, lleva días fingiendo que no le importa.
Ha batallado por no lucir jodidamente entusiasmado cuando escucha a más de la mitad del equipo apostar que él será uno de los elegidos. Suena tan irreal que le resulta difícil creerlo, y se niega a aceptarlo hasta que el entrenador dé su veredicto.
No, no quiere caer en el pozo de las falsas esperanzas y luego ahogarse en la maldita realidad.
—Todo el mundo parece estar muy seguro de eso —farfulla, subiendo y bajando los hombros con visible flojera—. ¿Hay algo que yo no sepa?
—No, en realidad no, pero, ¿no es obvio? —remarca, haciendo un gesto con la mano mientras se incorpora para sentarse en posición de loto—. Eres uno de los mejores jugadores en el equipo, y eso lo sabemos.
—Eso no garantiza nada, Nialler, tal vez yo no soy lo que necesitan.
—¿En qué mundo vives? Tienes muy alterada la percepción de la realidad.
Las arrugas en el entrecejo del castaño se vuelven más definidas, y su cabeza se inclina sutilmente hacia la derecha.
—¿Está mal que no viva en una burbuja de ilusiones? —espeta, con una dureza que pone a Harry en estado de alerta.
El menor también se ha sentado, y ahora, alterna su visión entre los dos muchachos que lucen más tensos de lo habitual.
—Está mal que seas tan negativo cuando se trata de tus propias metas —Le replica, con la misma entonación, incapaz de creer su desánimo.
—Oye, eso no-...
—Bueno, basta —Como era de esperarse, el porrista se ve en la necesidad de interferir, antes de que la situación tome un giro desagradable—. ¿Quieren simplemente calmarse y aguardar a que el entrenador venga?
Su rostro serio atrae la atención de ambos jóvenes, quienes, al mirarlo, suavizan sus facciones lentamente.
—Sí, Hazz —murmura el rubio con un suspiro resignado, rascándose la nuca de forma distraída—. Está bien.
—De acuerdo, ratón —complementa Louis, ofreciéndole una pequeña sonrisa como disculpa a su pesada actitud—. Tienes razón.
Sin remedio, Harry exhala prolongadamente, cuidando que sus comisuras no se levanten porque debe mantener su reciente postura de autoridad y se atusa los rizos, deshaciendo algunos nudos que se le han hecho en el transcurso del día debido al pésimo clima.
Se concentra en peinar su cabello con los dedos, hasta que la vibración de su celular le lanza el aviso de una llamada entrante a su línea telefónica.
Siendo particularmente rápido, extrae su móvil para revisar quién es la persona que busca comunicarse con él y al ver que se trata de una videollamada con una de las personas que más quiere en el mundo, la alegría se apodera de sus rasgos.
—¡Miren! —Contento, muestra la pantalla dónde resalta el nombre de su mejor amiga—. ¡Que oportuna!
No pierde ni un segundo y presiona el botón de responder, implorando que sus datos móviles funcionen como debe de ser. Por suerte, la conexión se establece con éxito, mostrando la gigantesca sonrisa de Emilia una vez que la videollamada comienza.
—¡Hazz, hola! —Ella saluda, acomodando el móvil para que el ángulo de la imagen sea el adecuado—. ¿Cómo estás?
—¡Hola, Emi! —parlotea con suma felicidad, pues ya han pasado un par de semanas desde la última vez que conversaron—. Estoy genial, ¿y tú?
—También, ya terminé mis exámenes parciales y ahora puedo dormir mejor.
—Me alegra mucho, nosotros también estamos por terminar las evaluaciones —dice, girando la muñeca para que la cámara frontal enfoque al rubio que está a su lado—. Por cierto, ¡aquí está Ni!
La verdad, es que Harry no había previsto que la situación se volviera tan incómoda como lo fue cuando sus dos amigos se encontraron mirándose a través de la videollamada.
A juzgar por la relación que él sabe que mantienen, pensó que les daría mucho gusto verse, pero aparentemente las cosas no resultaron así.
Emilia se limitó a apretar los labios y saludar con un gesto al aire, mientras Niall apenas movió la cabeza, esbozando una ligera sonrisa de un solo lado.
—Uhm, bueno... —Un tanto descolocado por las inesperadas reacciones, decide retomar la plática y cambia nuevamente la posición de la cámara—. Aquí también está Lou.
—Oh, sí, ¡hola Tommo! —agrega la chica, recuperando un poco de su simpatía—. ¿Qué tal todo?
—Hola, Emilia —Él responde amablemente, contribuyendo a disipar la tirantez en el ambiente—. Todo bien, ¿tú como vas?
—Pues no me puedo quejar, supongo... —Intenta sonreír, pero en su lugar se dibuja una mueca nostálgica en su rostro—. Aunque he conocido nuevas amigas, todavía echo de menos a todos por allá.
Harry suspira con aflicción, su labio inferior sobresaliendo en un triste mohín.
—Te juro que cada día te extraño más —dice, apoyando la cabeza en el hombro de su novio. Ahora, aparecen juntos en la pantalla del dispositivo—. ¿Cuándo vas a venir?
—Creo a que finales del siguiente mes, mi mamá quiere visitar a la abuela, entonces posiblemente vayamos el fin de semana.
—Me avisas que día estarás por acá, prometo apartarlo solo para ti.
Por fin, el dúo de mejores amigos logra esbozar una sonrisa genuina.
Saben que, gracias a su constante comunicación, han logrado mantenerse cercanos a pesar de la distancia que los separa.
—Eso espero —responde Emilia, mientras recoge su celular y se levanta del sofá donde se hallaba sentada—. ¿Y Liam?
—En la biblioteca —bufa, al recordar que su otro amigo está a nada de quedarse calvo por el estrés—. Tiene un proyecto final que entregar.
—Con razón no me contesta los mensajes —dice, dejándose caer cual de papas en su cama—. Como sea, más tarde intentaré llamarle.
El rizado menea la cabeza en afirmación y antes de que pueda seguir con las interrogantes banales sobre su días en Mánchester, nota que Niall le toca el hombro varias veces, tratando de captar su atención de manera persistente.
—Oye, lamento interrumpir —espeta, ignorando olímpicamente a la porrista que continúa al otro lado de la videoconferencia—. Pero ahí viene el entrenador.
Y eso no es ninguna mentira ni una táctica para forzar un cierre en la llamada; el entrenador está efectivamente ingresando al campo, sosteniendo su tabla portapapeles con una mano y con el irritante silbato colgando del cuello.
Nadie lo menciona explícitamente, pero una sensación horrible les atenaza el estómago a todos por igual.
—Diablos —Harry se chupa el labio inferior, observando al profesor con uniforme deportivo acercarse hacia las gradas—. Emi, tenemos que colgar, el coach acaba de llegar y debemos ir con él...
—No te preocupes —Se acurruca entre sus almohadas, compartiendo el sentimiento de incertidumbre a pesar de estar a kilómetros—. Nos mensajeamos más tarde, y me cuentas todo lo que suceda.
—Por supuesto, te mantengo informada.
La noticia de que tres jugadores de americano serán reclutados para el camp le llegó a los oídos hace días, así que ella también está interesada en conocer la resolución final.
—Trato hecho —dice, levantando el pulgar y lanzando toda su buena vibra—. Mucho éxito, Louis, espero recibir buenas noticias.
—Gracias, Emi, ya te contaremos lo que pase —Él sacude la palma de lado a lado, fingiendo que los malditos nervios no lo están matando—. Nos vemos después.
—¡Adiós, tórtolos!
—¡Te llamo por la noche! —promete el menor, lanzándole un cariñoso beso en despedida y posteriormente, presiona el botón rojo que da por terminada la videollamada.
Vislumbra a Niall de pie, esperándolos pacientemente para dirigirse al grupo de alumnos que forman una media luna frente al entrenador. Con la ayuda de Louis, se levanta apresuradamente del pasto, reconociendo que la hora más ansiada se aproxima y asume que debe prepararse mentalmente, porque sea como sea, tiene que estar al cien por ciento apoyando a su novio.
No importa lo que ocurra, siempre depositará hasta la última gota de confianza en él.
Caminan juntos por la orilla del campo, entrelazados de la mano, sintiendo cómo el pulso les traiciona y a su lado, hay un irlandés con la cabeza gacha, luciendo notablemente melancólico.
Harry no es adivino, pero desde que presenció la fría interacción entre Emilia y él, reparó que algo está seriamente mal entre ellos dos.
—Oye, Ni —tararea, dispuesto a encontrar alguna explicación a su reciente duda—. Puedo pre-...
—Olvídalo —No obstante, el ojiceleste lo detiene en seco, sin darle permiso de indagar más—. No quiero hablar de eso.
Él se muerde el costado de la lengua y, al sentir la presión en sus dedos que Louis le ofrece como señal para que no siga entrometiéndose, opta por mantener la boca cerrada.
Finalmente se juntan a los demás integrantes del equipo, ocupando un lugar en el semicírculo que se ha creado alrededor del coach para escuchar las últimas noticias.
Harry se aferra al brazo del mariscal, abrazándolo con ímpetu mientras escuchan los incesantes murmullos de aquellos que se mueren por saber qué nombres figuran en la lista de los seleccionados.
—Chicos, buena tarde —El entrenador anuncia, revisando las primeras hojas que permanecen sujetas en el broche de su tabla—. Necesito de su total atención, por favor.
El grupo guarda silencio, enderezando inconscientemente la espalda y asumiendo posturas rígidas, como si fueran estatuas.
—Primero que nada, quiero felicitarlos por el trabajo que han hecho juntos. Somos un equipo formidable, quizás el mejor de la ciudad, y estoy muy orgulloso de la evolución que hemos logrado en conjunto —comienza, localizando la página que buscaba con tanto ahínco. Luego, recorre con la mirada a los deportistas y les dedica una grata sonrisa—. Tienen un talento increíble, no dudo que si alguno de ustedes quiere dedicarse profesionalmente al fútbol americano, lo logrará.
Algunos estudiantes responden levantando las comisuras de los labios, otros ni siquiera se inmutan.
Louis es de los que permanece impasible, sin demostrar ninguna clase de emoción, aunque por dentro esté consumido por los nervios.
—Como ya lo saben, el International Player Pathway de la NFL, acoge a jugadores internacionales con el objetivo de brindarles la oportunidad de competir al más alto nivel —retoma el objetivo de la reunión, dando un breve resumen de lo conversado con los directivos del programa—. A través de este filtro, pueden perfeccionar sus habilidades en el juego y aspirar a ganarse un lugar en algún equipo de la liga más famosa de americano en el mundo.
En ese crucial instante, cualquiera de los chicos podría sufrir un paro cardíaco.
El entusiasmo es tan intenso que casi pueden oírse los latidos desbocados de sus corazones.
—Estos días estuve atento a los progresos individuales, dedicándome a evaluar el avance de cada uno. Además, participé en varias reuniones con las personas encargadas de aprobar las propuestas y pese a que existieron algunas diferencias en las opiniones, logramos coincidir en tres de ustedes.
La maldita tensión se propaga como una bruma espesa, dificultando la respiración de todos. La mayoría contiene el aliento y siente la garganta seca.
Los dedos de Harry se han cerrado sobre los bíceps de su novio; está aún más estresado que muchos de los presentes.
—Ratón, cálmate... —susurra el ojiazul, colocando su mano sobre la de él para transmitirle una pizca de tranquilidad—. Te vas a desmayar.
—Ugh, perdón —murmura, observando de soslayo que Niall se halla en la misma situación crítica.
El irlandés está dejando las marcas de sus dedos en el brazo de Zayn.
Definitivamente hay demasiada presión en el aire.
—Así que, sin darle más vueltas al asunto, me complace anunciar que uno de los jugadores que tendrá el beneficio de asistir al campamento de preparación y que podrá participar en el pro day, es... —El coach realiza una pausa intencional, logrando que las miradas de muchos jóvenes se empapen de ilusión—: Oscar Fitzroy, nuestro antiguo mariscal de campo.
Los primeros aplausos estallan, varias manos se alzan en júbilo.
El homenajeado da un salto en su lugar, recibiendo con entusiasmo las felicitaciones que le llueven de parte de sus amigos más cercanos.
—¡Eso es!
—¡Lo sabíamos!
—¡Bien hecho, Oscar!
Una cascada de elogios positivos, un estruendo jubiloso que disipa cualquier pesadez en el entorno, y una sonrisa amplia en la cara del entrenador, quien deja que los jóvenes celebren como si hubieran conquistado el trofeo más anhelado.
Es fácil contagiarse del gran regocijo, pues incluso Louis se ha unido al festejo, aplaudiendo y vitoreando como lo haría cualquier buen compañero.
Los problemas que tuvieron por el puesto han quedado en el pasado, hoy está muy feliz por el éxito ajeno.
—Oigan, vamos por el segundo —informa el profesor, anotando una pequeña marca junto al nombre del jugador mencionado—. Nuestro siguiente elemento con posibilidades de obtener un lugar en el draft, es el centro de nuestra línea ofensiva... Tod Redmon.
Una vez más, se escuchan un montón de ovaciones y aplausos estridentes que reverberan por toda el área.
Felicitaciones, palabras de aliento, abrazos cargados de alegría...
Y aunque Harry luce muy contento, chocando las palmas para celebrar a quienes se lo merecen, en su interior se siente un tanto triste, pues de los tres nombres que esperaba escuchar, ninguno ha sido mencionado aún.
Sin embargo, Zayn y Niall no parecen mortificados por eso.
Más bien, se suman a la celebración de sus compañeros, compartiendo su alegría y depositando sus esperanzas en el tercer afortunado que se anunciará a continuación.
—Y por último, pero no menos importante, el tercer jugador que pondrá a prueba su talento deportivo frente al comité y luchará por una codiciada plaza en la liga... —El silencio vuelve a apoderarse del equipo y, como si disfrutara de crear atmósferas impacientes, el coach arquea las cejas con orgullo antes de anunciar —: Es nuestro mariscal de campo, Louis Tomlinson.
Oh, Dios...
Al oír que su nombre y apellido es pronunciado, la amplia sonrisa que decora los labios del castaño se desvanece.
Tal vez sus oídos han dejado de funcionar correctamente, ya que observa a sus compañeros aplaudir y acercarse para felicitarlo, pero él apenas distingue el ruido que producen. Cada latido de su corazón le retumba en el pecho con fuerza, siente como si la sangre se hubiera solidificado en sus venas y el shock que experimenta lo hace sentir vulnerable.
Sus pómulos están coloreados de rosa, sus ojos zarco se encuentran excesivamente abiertos y ni siquiera vuelve en sí cuando Harry se le encima, abrazándolo por el cuello mientras le cubre las mejillas de incontables besos.
—¡Lo hiciste, Tommo!
—¡Siempre lo supimos!
Identifica las voces de Niall y Zayn, ve que el dúo bombea los puños en lo alto, festejando de una manera indescriptible que todavía no puede procesar.
Se niega a llorar, al menos en público, pero ya no cree que pueda contenerse por más tiempo.
Quizá, su pasión por el fútbol americano es la clave de su futuro.
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hiii, disfruten las últimas actualizaciones, bebés. 💐
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