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❁; capítulo doce

Un par de cumpleaños después
Harry 15 y Louis 16

—Así que era cierto lo de la celebración para Halloween...

—Ajá, el colegio lo está organizando y al parecer, se lo tomaron muy en serio.

Louis alza una ceja, leyendo la información impresa en el cartel sobre la convivencia que se hará el siguiente viernes.

Se ha programado una fiesta en el patio que se perfila para ser la mejor del ciclo escolar, pues es la primera vez que el horario de una celebración se ampliará hasta las once de la noche y no terminará a las ocho como habitualmente se acostumbra.

El letrero es convincente, lo suficiente para que todos los alumnos estén de lo más entusiasmados por asistir a la escalofriante reunión en dónde habrá aperitivos, baile, concurso de disfraces y hasta una casa de los sustos.

—Como sea, yo no pienso venir —agrega, con escepticismo.

A pesar de que la fiesta promete ser fabulosa, él no tiene interés en presentarse.

Su aberración por las altas concentraciones de gente en un solo sitio sigue siendo un obstáculo en su vida.

—Yo sí quiero venir —Sin embargo, Zayn no piensa igual a él—. Escuché que el premio al mejor disfraz será en efectivo.

—¿Ah, sí? ¿Y de qué te piensa vestir?

—Estuve hablando con los chicos y pensamos que sería genial venir de jugadores zombies.

Louis se ríe cuando su amigo extiende los brazos hacia el frente y hace la típica pose de un cadáver viviente, acompañada de una mueca muy acorde al tétrico personaje.

Y aunque la propuesta es buena, no logra convencerlo en lo más mínimo.

—Dudo que con eso ganen algún premio, pero si serán el centro de atención un rato —Se jacta, sin ninguna intención de ofender—. Me cuentas que tal les va.

—¿En serio no vas a venir? —inquiere, con un toque de decepción en su tono—. Solo un rato, anda.

—No, lo siento —Permanece firme con su decisión—. Creo que ese día me voy a enfermar, voy a tener una gripe horrible o algo así, lo veo venir.

Zayn lo mira con hastío.

Ya lo conoce, no sabe porque siquiera está intentando que cambie de opinión.

—Muy gracioso —tararea, al empujarlo flojamente por el brazo—. Eres un aguafiestas.

—Y soy aburrido y un gruñón —repite los adjetivos que sus amigos usualmente usan para referirse a él—. ¿Algo más que añadir a la lista, Z?

—No, por el momento estamos bien así —Sin tener remedio, le sigue el juego.

Lo dicho, ya sabe cómo es.

Aún así, es de sus mejores amigos y lo quiere sin importar cuán amargado sea.

—Ahora que estamos de acuerdo, ¿podemos ir a mí casillero por el libro de historia? —Louis retoma, al recordar que su clase está por empezar—. O tendrás que prestarme el tuyo y dudo que quieras hacerlo.

—¿Y dejar que me regañen por tu culpa! Eso jamás —Marca un ademán con su dedo índice—. Vamos, todavía tenemos algunos minutos.

Los dos toman el camino corto hacia la zona de lockers, cruzando el edificio principal mientras saludan a varios conocidos que ya han finalizado con su clase correspondiente en ese horario.

Ya no les parece extraño ser relativamente conocidos por la comunidad escolar, sus nombres son mencionados regularmente por infinidad de alumnos y eso es gracias a su constante participación en los juegos de americano.

Todavía no consiguen las posiciones que tanto anhelan, pero su desarrollo como deportistas ha sido maravilloso y se han convertido en dos piezas fundamentales para el equipo ya que siempre dejan el ciento diez por ciento en el campo.

Su esfuerzo es admirado, no todos tienen una buena resistencia al ejercicio a esa edad.

—Por cierto, hablé con Niall ayer —murmura Zayn, al adentrarse en el pasillo donde se encuentran los casilleros—. Volverá a la escuela en dos días.

—Que alivio —Louis farfulla, sin dejar de avanzar a zancadas amplias—. ¿No fue grave lo que le pasó?

—Quisiera decir que no, pero se fracturó la muñeca derecha.

—¿Qué? —Extiende los párpados e inmediatamente observa a su amigo—. ¡¿Se fracturó?!

—Sí, eso me dijo —Un mohín melancólico se instala en sus labios—. El golpe fue peor de lo que pensamos.

Al recordar la caída que Niall sufrió en las gradas, su nariz se contrae, expresando dolor.

El pobre irlandés tropezó en los últimos tres escalones y, desafortunadamente, rodó cuesta abajo, aplastando su mano al impactar contra el suelo.

Lo que pensaron que sería solo una torcedura, al parecer terminó en un hueso roto.

—Rayos, ¿y el entrenamiento? —Su preocupación es genuina—. Peor aún, ¿cómo logrará escribir en las clases?

—Las prácticas tendrán que esperar, no podrá jugar por un buen rato —explica—, y para escribir no hay problema, se fracturó la muñeca derecha.

—¡Por eso! ¿No tiene yeso o algo así?

—Lo tiene, pero Niall es zurdo.

Gracias al dato curioso, Louis estrecha los orbes.

—¿Zurdo?

—¿No te habías dado cuenta?

—... No.

No pueden juzgarlo por ser un distraído, es una persona poca observadora y rara vez le presta atención a detalles triviales.

Con una larga exhalación, Zayn se compadece de él.

—No sé porqué no me sorprende —sisea, al detenerse frente al casillero correspondiente—. Saca tu libro y vámonos, quiero llegar temprano porque necesito sentarme hasta enfrente.

—Ya deberías hacerte un examen de la vista —Frena su marcha, buscando la llave de su candado en las bolsas del pantalón—. Unos lentes no te vendrían mal.

—Ya lo sé, mi mamá me sacó la cita para el miércoles.

El castaño no responde y solo cabecea en afirmación, pues está muy ocupado tratando de hallar la tonta llave que por lo visto, ha desaparecido por tercera vez en el mes.

Ante la frustración de no encontrarla, opta por registrar el compartimento frontal de la mochila, extrayendo de ahí una moneda, un sacapuntas roto, un plumón sin tapa y un chicle aplastado que todavía tiene la envoltura.

Penosamente, el diminuto objeto sigue sin aparecer.

—No puede ser —gruñe, al hurgar con impaciencia en el pequeño espacio—. Estoy seguro de que la traía aquí.

—¿Qué cosa?

—Mi llave. No la encuentro.

El morocho bufa, negando con la cabeza y se recarga en el locker contiguo.

—¿Otra vez? —Honestamente, no está sorprendido con el extravío—. La perdiste hace dos semanas.

—No me lo recuerdes, por favor —refuta, explorando ahora el interior principal de la mochila—. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

—Tranquilo, creo que hoy es tu día de suerte.

—¿Uhm?

—Mira quién viene ahí.

Louis pone pausa a su búsqueda y voltea el cuello hacia el lado opuesto del corredor, justo en la dirección indicada por la señal de Zayn.

Hay un brillo de alegría en su rostro, su pecho se ensancha al inhalar y la sensación de hormigueo en su estómago se vuelve molesta al percatarse de que Harry se aproxima hacia ellos.

Lo ve esquivar a los demás alumnos que, de igual forma, transitan por el corredor y se relame los labios cuando nota la amplia sonrisa de su mejor amigo, vislumbrando incluso los bonitos hoyuelos que ya adornan sus mejillas.

—¡Lou! ¡Zayn! —Los nombres son pronunciados a un volumen alto, dado que aún los separa una considerable distancia—. ¡Miren esto!

El rizado alza su brazo y lo mueve, sacudiendo un volante que de lejos, parece ser inofensivo. No obstante, las comisuras del mayor descienden a medida que su vista distingue que no se trata de un simple folleto promocional.

—Oye —susurra y su frente se plisa levemente—. ¿Qué trae en la mano?

Zayn aprieta los labios, reprimiendo una risa burlona que casi le brota.

—Un volante —Enseña todos sus dientes superiores al sonreír—. Los repartieron por el Halloween.

—... Ay, no.

Perfecto.

Efectivamente, Louis siente que está en apuros, y su sospecha se confirma cuando Harry se le planta al frente de un brinco, presentándole el flyer que fue impreso para anunciar la fiesta.

—¿¡Ya vieron!? —Le dice, pegándole el folleto a la nariz—. ¡Tendremos Halloween el otro viernes!

La emoción que está proyectando resulta fascinante, de verdad parece que se ha sacado la lotería o algo así.

—Sí, ya vimos letreros —Con un tacto delicado, lo toma por la muñeca y hace que retire el papel de su cara—. Las paredes están tapizadas de eso.

—Es que, ¿no es genial? —Intercala su mirada en ambos muchachos. Las esquinas de su boca no han bajado—. Las chicas quieren venir con el uniforme y adecuarlo para que sea acorde a la noche de brujas.

—¡Nosotros también estamos planeando algo similar! —Aporta el pelinegro, contagiado por su entusiasmo—. Seremos jugadores zombies.

Wow, ¡ya quiero verlos! Mis amigas quieren hacerse cicatrices falsas y cosas así.

—¡Genial!

—¡Lo sé! —parlotea, animado—. Lastimosamente, yo no me podré disfrazar con ellas.

Louis, quién hasta ese punto ha permanecido en silencio, chasquea la lengua.

—¿Por qué no podrás? —Tiene que cuestionar, gracias a que presiente lo que está por venir.

—¿Por qué? ¿Todavía lo preguntas? —Harry lo escruta con indignación y se coloca las manos en la cintura—. ¡Porque quiero que mi disfraz sea a juego con el tuyo!

Y con eso, su temor toma forma.

—¡¿A juego?!

—Sí, ¿no es obvio? —vacila, entornando los ojos—. ¡Ya estoy pensando en que personajes podemos ser!

Ah... —No halla que responder. Solo tiene ganas de estrellar la frente en la puerta metálica del casillero—. ¿Es así?

—¡Por supuesto! Tengo un millón de ideas. ¿Puedo ir mañana a tu casa y lo discutimos?

La ilusión de Harry destaca de forma extraordinaria.

Francamente, Louis no quiere ser quien le reviente la burbuja de alegría en la que está flotando, no desea arruinar su felicidad y tampoco quiere hacerse responsable de una posible mueca triste en su lindo rostro.

En momentos como ese, desearía no ser tan débil ante esa dulce mirada.

—Sí, está bien —concede en un susurro, cediendo finalmente—, pero con una condición.

El menor vuelve a sonreír y asiente con efusividad.

—¡La que sea!

—¿Me abres mi casillero? —Resopla, torciendo el contorno de su boca—. Por favor.

—No me digas que perdiste la llave otra vez...

—No, espero que no —murmura con cierta vergüenza y se rasca la nuca—. La buscaré en mi recámara cuando llegue a casa, y si no está... ¿Me prestas la tuya para duplicarla de nuevo?

El vistazo que Harry le dedica es comprensivo, casi parece acostumbrado a ser su salvación en esa peculiar situación.

La realidad es que lo es, porque no por nada le entregó un duplicado de su llave como medida preventiva, pues él ya estaba cansado de depender siempre del área de apoyo estudiantil para retirar el molesto candado.

Y como el ojiverde suele ser muy ordenado en todo y siempre es cuidadoso con todas sus pertenencias, habitualmente se hace cargo de abrirle el casillero, justo como en esta ocasión.

—Bien, ahí está —Le informa, después de botar el gancho del candado—. Me avisas si necesitas sacar una copia, ¿vale?

—Sí, está bien —farfulla y plasma una escueta sonrisa—. Gracias, ratón.

—No hay de qué, súper Lou —Le guiña el ojo, en tanto guarda su manojo de llaves en la mochila—. Ya me voy porque no quiero llegar tarde.

—Sí, nosotros también debemos irnos —Por fin extrae su libro de historia y aprovecha para obtener también su libreta de tareas—. Te busco en tu salón a la hora de la salida.

—De acuerdo, ¡nos vemos, chicos! —barbotea al darse la media vuelta y agita una mano en despedida—. ¡Suerte!

Aunque él ya no puede verlos, Zayn y Louis corresponden el ademán, moviendo sus palmas de lado a lado mientras lo ven alejarse hacia su respectiva aula.

Un silencio tenso se apodera de ellos durante unos treinta segundos, y después de eso, el pelinegro suspira ruidosamente, rompiendo el sigilo.

—Oye, Tommo... Menos mal que no vendrás a la fiesta, ¿verdad?

No se inmuta cuando unos iris zafiro le caen encima y solo se echa a reír, reparando el desdén del semblante contrario.

—Por favor, cállate.

La puerta se azota en un ruido sordo.

En efecto, no hay mucho que decir.

── •∘°❁°∘• ──

—¿Qué hay de Mario y Luigi?

Mhn, puede ser...

—O tal vez podemos ser los marcianos de Toy Story, mira —Harry expone y selecciona la imagen de referencia en la pantalla de su tableta—. Se ven bien, ¿qué dices?

—No lo sé, ellos son tres y nosotros solo dos —Louis crispa la boca hacia un lado, pues no está tan convencido con la opción—. ¿Crees que Liam quiera disfrazarse con nosotros?

—Puedo preguntarle, pero él dijo que iría de Thor o algo así —Sube y baja los hombros, al continuar con su búsqueda en internet—. ¿Qué hay de Peter Pan y Tinker Bell?

El mayor se horroriza con la simple sugerencia.

—No voy a vestirme de duende —Descarta la opción sin tomarse un segundo para siquiera considerarla—: No, no, no.

—Pero Peter Pan no es un duende...

—Pues sea lo que sea, no pienso usar su horrible traje —responde con determinación.

Ante la discrepancia expresada, Harry elimina el posible disfraz de su lista.

—Bien, entonces me olvido de ser un hada —Continúa bajando por la página principal de la aplicación que explora—. ¿Qué tal Woody y Buzz?

—Bueno, eso no suena tan mal —reconoce, al rodar sobre el césped de su jardín—. ¿Quién quieres ser tú?

—Cualquiera, incluso podría vestirme de Jessy —Se frota el mentón al reflexionar—. Tengo un sombrero rojo que podría servir.

—Y yo tengo las botas que me regalaron en navidad.

—De acuerdo, entonces tenemos una buena alternativa —Guarda la imagen en la memoria del dispositivo—. ¿Qué otra puede ser?

Louis inhala, recostándose en el pasto y resguarda sus ojos de los rayos solares con una mano.

—No lo sé, quizá deberíamos buscar algo que cause un poco de miedo —propone, después de meditarlo por un momento—. Es Halloween, podemos ir de vampiros o algo así.

—Oh, sí, ¡puede ser! —Con rapidez, introduce la reciente recomendación en la barra de navegación y pulsa la tecla de búsqueda—. ¿Quieres asustar a los demás?

—No realmente, pero podríamos encontrar algo más acorde a la fecha.

—A ver, aquí tenemos momias, brujas y payasos —Presiona diferentes fotos para ver los detalles en los disfraces—. ¡Podemos ser Chucky y Tiffany!

—¿Tiffany? ¿Es su novia?

La pregunta es respondida con un ligero asentimiento y la imagen de ejemplo es mostrada en la tableta.

—Puedo comprar una peluca rubia y creo que tengo una chamarra de piel en mi closet... ¿Qué dices?

—Sí, me gusta más esta idea —El castaño concuerda, levantando ambas cejas con falso asombro—. Así que, ¿eso significa que serías mi pareja esa noche?

Bien, él no cree que sus palabras puedan causar estragos, pero lo considera cuando nota la manera tímida en que Harry lo observa.

Para el menor, es inevitable que sus mejillas se tornen todavía más rosas de lo normal y en un intento de disimular, trata de ocultar su repentino nerviosismo a través de una sonrisa, a pesar de que en su interior se está desatando una revolución emocional impresionante.

—¿Tal vez? —sisea, perdiendo un poco de tiempo al contemplarse las uñas—. Eso no suena bien, ¿cierto? Mejor lo cambiamos, ¿qué tal si somos los cazafantasmas?

—Como gustes, ratón —tararea al bajar los párpados y entrelaza las manos por detrás de la cabeza—. Pero quiero que sepas que a mí no me disgusta que seamos Chucky y Tiffany.

Uhm, bien, lo tendré en cuenta.

—De acuerdo.

Harry suspira, recogiendo sus piernas al adoptar la típica pose de indio y prosigue con su navegación, revisando el montón de fotos que le aparecen relacionadas a la temática.

Sutilmente, observa por el rabillo del ojo a Louis, quien descansa plácidamente sobre el césped, sumergido en una esponjosa nube de calma mientras goza de la tranquila tarde que comparten juntos.

Su rostro irradia serenidad pura, con facciones completamente despejadas y la débil curva de sus labios es tan encantadora que provoca un alboroto en la barriga del menor.

Ese divino perfil le está generando problemas, ya que sus pómulos marcados y su nariz pequeña siempre han sido como un gancho para él.

—Oye, Lou —Se aclara la garganta, regresando la vista a la pantalla encendida—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro —accede, sin alterar su relajada postura—. Te escucho.

—Es que... —Se humedece las comisuras antes de continuar—: ¿Es cierto que tu no quieres ir al Halloween?

En consecuencia a la pregunta, Louis abre los ojos para enfocar al rizado y su ceño se endurece velozmente.

—¿Quién te dijo eso?

—... Un pajarito.

Por Dios, no hace falta que le confirmen quién fue.

Cuando se encuentre con Zayn, es probable que le propine un golpe en la nuca por bocón.

—¿De verdad? —Su entrecejo se frunce aún más, reflejando incredulidad—. Pues que pajarito tan chismoso.

—Supongo... —Harry truena los labios, manteniéndose al margen sin culpar a nadie—. Pero dime, ¿es cierto?

—Pues... Siendo sincero, la idea no me emocionaba —confiesa al girarse por el pasto y se recuesta de lado—. Así que no, no estaba en mis planes.

—¿Y porqué no me lo dijiste?

—¿Qué cosa?

—Eso, que no quieres ir —musita, con un tono que roza el reproche sin serlo realmente—. ¿Por qué aceptaste que viniera a ver lo de los disfraces?

Con una mueca, el ojiazul denota un considerable desconcierto.

—Porque tú si quieres estar ahí y estás muy emocionado por ello —dice, como si fuera algo excesivamente obvio.

La cabeza de Harry se inclina hacia un costado y con cuidado, posa la tableta sobre su muslo derecho.

—Eso quiere decir que, ¿accediste a ir por mí? —Se arriesga a indagar.

—¿Por qué te sorprende? —La piel de su nariz se arruga, evidenciando su confusión—. Sí esto te hace feliz, está bien para mí.

—¿Y qué hay de ti? —espeta, cruzándose de brazos—. No quiero que te obligues a hacer cosas que no quieres por mí culpa.

—Relájate, ratón —Una vez más, entorna los ojos y deja salir una risita plena—. Por ti haría hasta lo imposible, así que no te preocupes.

Y diablos, Harry tiene que inspirar profundamente, porque de lo contrario, quizá sufra de un ataque al corazón.

Se muerde ambas mejillas internas, pestañeando con celeridad y en un acto reflejo, levanta el dispositivo electrónico para cubrirse el rostro con él.

Ugh, ya cállate —implora, encogiéndose sobre sí mismo—. No sabes lo que estás causando con todo lo que dices.

Al menos, eso piensa él.

Porque ciertamente, Louis lo está haciendo con todo el propósito de darse a notar en otro sentido.

Está siguiendo los consejos que Zayn le dio.

—¿Qué tiene de malo? —canturrea, al parpadear despacio—. Solo estoy diciendo la verdad.

—Sí, pero apiádate de mí —susurra en defensa, sintiendo que la temperatura de sus cachetes se está elevando—. A veces me caes mal.

—Vamos, ¿qué te ocurre? —Se mofa y estira el brazo, intentando descubrir la cara sonrojada de su ratón—. ¿Ahora ser sincero es un pecado?

Harry se aleja del tacto, arrastrándose hacia atrás.

Una risa nerviosa escapa de sus labios cuando su muñeca es capturada y en un movimiento instintivo, inclina la cabeza hacia atrás para evitar el contacto visual.

—No, está bien que lo seas, pero estás complicando las cosas —Finge admirar el cielo despejado de aquella tarde—. Así que dejémoslo así.

—¿De qué hablas?

—De nada. ¿Podemos seguir viendo los disfraces? Tenemos poco tiempo.

Louis no objeta la petición, simplemente retira su mano de la muñeca ajena y se reincorpora, volviendo a sentarse para seguir con su elección del disfraz perfecto.

A partir de ese instante, una extraña tensión se propaga en el aire. Una rigidez incómoda que ambos sienten pero ninguno se atreve a mencionar.

Es curioso que ambos eviten el tema.

No se han dado cuenta de que están pensando exactamente en lo mismo.

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Hiii, besties, espero disfrutaran esta actualización... ¿será que en la fiesta se viene el tan esperado acercamiento? 💗😭

Por cierto, díganme que disfraz les parece el ideal para estos dos, por favor. Un besote, les amo y gracias por leer. 💐

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