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3

Ofrenda, Juramento y Celebración

La primera fase era la de la Ofrenda. El alfa debía entregar un regalo que representara su amor y su deseo de unirse.

Nam eligió una vara de flor de cerezo de color rosa pálido, que simbolizaba el poder, la fortaleza, la belleza y la sensualidad omega. Justo como él concebía a Jimin.

Pero a Jimin no lo conmovió, no significaba nada para él. Recibió la flor y la olvidó a un costado de la mesa.

La segunda fase era la del Juramento

Nam y Jimin debían pronunciar sus votos de unión ante el consejo de manada que estaba formado por los alfa más ancianos y sabios de cada especie.

Jimin sintió el pánico correrle por las venas al sentir los ojos de su padre clavados en él. No sólo no había escrito votos sino que tampoco estaba dispuesto a escuchar nada de lo que el alfa le dijera. Y Nam pudo leer ese miedo en sus ojos. Muy bajito le habló al oído.

—¿Qué ocurre, Jimin, no escribiste tus votos?

Jimin gruñó bajo y arrugó la nariz en claro gesto de enojo que a Namjoon le pareció adorable.

—¿No era obvio que no escribiría nada, Nam? ¿No te queda claro que no tengo nada para decir o prometer y menos que menos quiero oír tus votos hacia mí?

Por supuesto que el alfa lo sabía. Él no ignoraba el hecho de que Jimin estaba enamorado del beta. Pero también sabía que el concilio los había elegido para formalizar la unión más esperada y él no podía desobedecer a su padre ni ir en contra de la manada.

—Lo sé Jimin. Pero no podemos hacer nada. Si de algo te sirve, tampoco me hace feliz que estés aquí en contra de tu voluntad. -El omega gruñía bajito mientras escuchaba esas palabras que, lastimosamente, eran ciertas- Pero ambos sabemos que ese beta sin linaje con el que intentaste tener algo, nunca encajaría en nuestra manada. Hubieras sido un paria, Jimin. Reconócelo.

—Nada de eso me importa Namjoon. No me conoces, no sabes nada de mí, no sé nada de ti. ¿Qué clase de unión sería esta?

—Podemos intentarlo, Jimin. No soy una mala persona. Soy un buen alfa, respetado y querido en la comunidad. Tal vez, algo de mí pueda llegar a enamorarte, con el tiempo.

—Si eres tan bueno. ¿Por qué entonces el día del anuncio me separaste con violencia de mi alfa y me obligaste a seguirte?

—¡Él no era tu alfa, Jimin! —Mostró todo su enojo detrás de sus colmillos— ¡Es un maldito beta! ¿Qué parte es la que te cuesta entender?
Los preciosos hoyuelos tan característicos en él, se borraron de su rostro para dejar ver una máscara de angustia e ira contenida.

—Yo-o -yo —Nam, tartamudeó avergonzado ante los ojos indignados de Jimin— Aquel día, yo tuve celos de que él, tocara a mi futuro omega.

—Ay, Nam, Nam —A Jimin se le formó una sonrisa sarcástica— él me ha tocado de infinitas maneras. He sido suyo tantas veces que-e...

Con una voz severa, el alfa lo interrumpió.

—¡Basta! No quiero saber, cállate... por favor.

Lo tomó de la muñeca y con adusto gesto lo intimó a guardar silencio.

Dos de las etapas habían pasado sin pena ni gloria y se acercaba la última, la más importante.

La tercera fase era la de la Celebración.

En ella el alfa y el omega deberían intercambiar una alhaja en símbolo de alianza. Cada pareja, con anticipación, envía a forjar esta joya en metales nobles, piedras preciosas y a gusto de ambos, que será, para siempre, la insignia de amor entre ellos.

¿Qué creen?

¡Por supuesto!
Jimin no había participado en nada que tuviera que ver con esta tercera fase. Bueno, en realidad con ninguna. Por lo que Namjoon debió hacerlo solo. Él mandó a labrar con el orfebre del clan, una gargantilla en oro blanco y una diminuta perla negra en el centro. Cuando Jimin la vio quiso llorar pero se contuvo.

—Jimin, ¿te gusta?
Nam estaba orgulloso de la joya que estaba ofreciéndole.

—¿Piensas que soy tu perro al que debes exhibir con un collar?

—¡No! ¡No, por el cielo! —El alfa se separó de él y lo miró con tristeza— ¿Puedes dejar de ser tan hostil por un momento, Jimin?

Se le llenaron los ojos de lágrimas y escondió la gargantilla en su bolsillo.

—Quise que supieras que tú eres un omega tan bello y especial como esa perla negra.

Y en ese instante, Jimin entendió que el alfa estaba siendo tan víctima de este maldito pacto, como él. Y sintió lástima.

—Lo siento, Nam. No quise hacerte sentir mal.

—¿No?

—Bueno, sí. Pero porque siento que eres parte de este engaño, de este plan que será mi infelicidad eterna.

—Soy parte porque deseo que seas mi omega. Pero no soy parte del plan de nuestros padres, ellos tienen razones que no las entiendo pero si eso me lleva a ti, las acepto, Jimin, pero quiero que seas mío por las buenas. No así...

Jimin empezaba a creer lo que Namjoon le decía. Hasta que lo arruinó...

—Si Jungkook te quisiera tanto, estaría aquí peleando por ti.

"Estaría - aquí - peleando - por - ti".

Cinco malditas palabras que se diluyeron en su cerebro pero que le dolieron en el alma.

—¡Como te atreves a juzgarlo! Es un beta, bien sabes que-e-e él-l

—No me lo digas a mí, Jimin —interrumpió Nam— díselo a ese corazón tuyo que se niega a ver la realidad.

Jimin hubiera mordido el dedo con que el alfa le apuntó a su pecho.

—La realidad, Kim Namjoon, es que no te amo. Amo a otra persona y hasta que el cielo no me caiga encima, seguiré amándolo.

—Eres cruel, pequeñito, ¿verdad? Te gusta tirar dardos envenenados. Pues aquí va el mío. ¿Cómo crees que sobreviviría tu omega sin una marca en el cuello? ¿Cómo un simple beta, saciaría las necesidades de tu lobo, Jimin? ¿Cómo?

—No tengo esas respuestas. No tengo ni la más maldita idea. Pero lo hubiéramos intentado.

—En pasado, bien dicho, "hubieran intentado" porque hasta donde sabemos, tu falso alfa huyó como gallina.

Jamás esperó nada de Namjoon, pero justo cuando empezaba a sentir compasión por él, el alfa largó esas palabras llenas de resentimiento y él hubiera huido despavorido del lugar. Claro, si no fuera porque se encontraba arrinconado entre su padre y su maldito futuro esposo.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que cuando Namjoon tomó su mano fue como si lo hubieran despertado de golpe. Retrocedió dos pasos pero la mano de Nam sujetó la suya con presión y lo atrajo a su lado. Quiso llorar pero recordó la amenaza de su padre y tuvo miedo.

Pero extrañamente y sin saber por qué, comenzó a sentirse en calma. A sus sentidos le llegaba un aroma que su lobo detectó antes que él...

Giró una vez, y allí estaba de nuevo el tirón que Namjoon propinaba sobre su mano.
El olor era cada vez más fuerte, giró otra vez y esta vez su padre gruñó.

El rito no estaría completo hasta que los novios dieran su consentimiento.

El sacerdote hizo la tan temida pregunta y Jimin no respondió.

—Park Jimin —repitió el clérigo— ¿Estás dispuesto a unirte en sagrado vínculo con tu alfa y permanecer a su lado en cada situación que la vida les depare?

—Contesta de una puta vez —Le rugió su padre.

No contestes, Jimin. No lo hagas, mi amor.

Una voz desde un sector alejado al altar había, casi a los gritos, pronunciado esas palabras.


El extraño se acercó con firmeza y seguridad y cuando los padres de los novios estaban por caerle encima, este habló con voz de mando.

—He venido a reclamar a mi omega que me pertenece por derecho de sangre. Pero por encima de ese derecho irrevocable, lo reclamo con amor genuino, porque es mi destinado y porque él también me ama...

Jungkook salió de entre la multitud. Vestido de riguroso negro y un lazo rojo en el cuello, lucía más fuerte y alto que lo que Jimin recordaba.
Jimin ahogó un grito de júbilo cuando sintió la mano de su padre triturar sus dedos y de un empujón enviarlo detrás de su cuerpo.

—¿Derecho de sangre? ¿de qué hablas? —vociferaba el líder Park— Largo de aquí, haré que te maten.


—Soy Jeon Jungkook, primogénito de Kim Siu y Jeon Jiyu.

Giró su rostro para observar a su padre biológico y sacó de paseo sus feromonas que Siu reconoció como propias.

El aire se llenó de sus versátiles olores a almizcle nocturno, agresivo y del fuego purpureo casi negro y amargo.

Musk y Fuego.

—¿De qué hablas? —Siu se sentía muy confundido, no entendía lo que el chico decía pero su lobo podía reconocer su propio olor en un lobo desconocido—¿mi hijo?

—Soy tu hijo. Te guste o no. Mi madre es...

—Ya sé quien es ella —Lo interrumpió —¿dónde está?

—¿Qué importancia tiene eso?

—Si lo que dices es cierto quiero que ella me lo diga mirándome a los ojos.

—No vino, por supuesto que no lo haría ni lo hará. No puede regresar al sitio donde se la despreció y se la sentenció a un exilio impuesto por el concilio matriarcal, solamente porque no pertenecía a una casta superior.

Jungkook se acercaba con la frente en alto hacia el sector donde se encontraba su padre y los guardias que habían hecho un círculo para protegerlo del intruso. Pero él continuó hablando sin quitar sus ojos de los de su padre.

—La obligaron a marcharse solo porque te amaba... la echaron como perro, con tu hijo en su vientre.

Siu rompió la ronda de hombres que lo separaban de su hijo y con tres largos pasos quedó frente a él.

—Dime de nuevo tu nombre.

—Jeon Jungkook.

—Jungkook —repitió el hombre— tenemos mucho de qué hablar.

—Ahora no, ahora solo quiero recuperar a mi omega.

El clan Park estaba a punto de iniciar una guerra cuando Namjoon, hizo que Jimin girara para hablarle...

—¿Lo amas, verdad?

—Sí —contestó con un susurro.

—Yo podría haberte hecho feliz...

Acarició su pequeña mano y se dirigió hacia donde estaban su padre y el beta, bueno, sí, porque para él, Jungkook seguía siendo un beta.

—¿Hay más secretos por descubrir, padre? —La voz de Nam ni siquiera reflejaba enojo, él más bien se encontraba ausente, como si su voluntad y su alma ya no se encontraran en ese sitio— No contestes. No me importa. No me quedaré a descubrirlo.

Y se encaminó hacia la puerta de salida. Esa fue la última vez que la manada Kim, vio a Namjoon.

—¡Hijo! Namjoon, regresa —gritó el líder Kim.

Jungkook ni siquiera se inmutó por lo que había ocurrido entre su hermanastro y su padre, él inició su camino hacia Jimin que había quedado solo en la piedra de ceremonias, pero no llegó y vio con espanto como tres de los hombres armados que formaban parte de la seguridad del padre de Jimin, llegaron antes que él y arrastraron al pequeño omega hacia la salida trasera del salón.

—¡Jimin!

Jungkook corrió detrás de esos hombres pero el padre de Jimin, de un culatazo lo hizo retroceder cuando su ceja se abrió e inundó su rostro de sangre.

—¡No tocaras a mi hijo, maldito bastardo!. Prefiero verlo muerto antes que entregárselo a un paria.

El padre de Jungkook intentó interceder, pero el desquicio del líder Park llegó a límites insospechados cuando apuntó el arma a la sien de su hijo.

—No te acerques, Siu, no me importa si de verdad este maldito es tu bastardo, pero voy a matarlo si intenta algo con mi hijo.

Jimin observó con pánico lo que ocurría entre su padre y Jungkook y el horror le corrió por las venas. El sujeto que lo aprisionaba parecía estar disfrutando del espectáculo y jadeaba como perro en celo mientras imprimía mayor fuerza sobre su cuello dejándolo prácticamente sin aire.

—Koo... Ayúdame

Ese llamado del omega, fue el límite para el lobo dentro de Jungkook que se soltó del amarre del padre Park y con un solo grito le advirtió al hombre que sujetaba a Jimin, que lo soltara. Pero solo recibió una carcajada de parte del sujeto y un quejido de su omega que sintió que el ahorque lo asfixiaría en contados segundos.

El padre de Jimin corrió detrás de JK, se disponía a descargar todo el contenido de su arma sobre la cabeza del alfa cuando el ambiente se colmó de un ahumado olor que provenía de las manos de Jungkook.

Sus manos ardían en llamas.
Sus ojos ardían en llamas.
Su lobo ardía en llamas.

Con un ágil y sutil movimiento de sus manos, Jungkook encerró al padre de Jimin en un perfecto círculo ardiente.

—Te mueves y te enciendes —sentenció.

Kim Siu había quedado estupefacto.

Fuego.

De las manos de su hijo salía fuego.

Ese don de llama ardiente había sido parte de la manada Kim allá lejos, en la antigüedad, cuando los alfas de su clan poseían facultades magistrales ligadas a su olor.

Jungkook, su hijo no reconocido había heredado un poder extinto miles de años atrás... Él se quedó fascinado cuando el recinto reventó en un dulce, amargo, picante e incluso un floral olor a fuego.

Jungkook corrió hacia Jimin y arrojó un disparo de fuego que encendió el ropaje del maldito que había osado lastimar el cuello que ama, ese que en muy poco tiempo él desgarrará con su marca.

El tipo corrió encendido y a los gritos.

Jimin cerró sus ojos a la espera del abrazo soñado. Jungkook lo rodeó con sus brazos aún candentes pero ya sin llamas y acarició su cabeza rubia. Hundió su nariz en el cuello lastimado y lamió hasta quitar todos rastro de heridas y dolores.

—Hola, colibrí, vine por ti...

—Jungkook, amor de mi vida...

Se encontraba exhausto, sus ojos reflejaban no sólo el llanto de días y días de tristeza desde que su beta se había ido, también estaban allí las miles de preguntas detrás de lo que acababa de pasar.

—Eres un alfa.

—Lo soy y tú eres mi omega.

—No entiendo. ¿Cómo?

—Es una larga historia, ya te contaré todo...

—Pero... ¿Que acaba de pasar? El fuego en tus manos ¿Qué fue eso, Jungkook?

—No tengo la menor idea, Jimin. Pero buscaremos las respuestas juntos.

—Hueles a fuego.

—Sí. Y a musk. Musk y fuego. ¿Te gusta?

—Me enamora... ¿Tú, puedes sentir mi olor?

Apoyó su nariz sobre las muñecas de Jimin y la frotó suavemente.

—Tendría que estar muerto para no sentir tu delicioso aroma a lluvia y rosas negras.

Jimin lo atrajo a su boca, besó y mordió sus labios con delirio.

—Me estás volviendo loco, Colibrí.

—Mi alfa de fuego enciéndete para mí, llévame lejos, márcame, hazme tuyo.

Tomados de la mano, caminaron sobre un manto de cenizas en las que quedaron dibujadas sus huellas.
Huellas sin retorno hacia lo que dejaban atrás.

Las llamas agonizantes del círculo ardiente con las que Jungkook detuvo la furia del líder Park, dejaron al padre de Jimin avergonzado por sus actos de violencia y a sus pies una circular impronta carbonizada, que recordaría por los siglos de los siglos que al territorio lycan, después de cientos de años, había regresado un poderoso lobo de fuego.

FIN


Una historia de Caracola.

Publicada el 02 de diciembre de 2022.

Republicada el 1 de diciembre de 2023.


"MUSK Y FUEGO" está concluida lo que leerán a continuación, es mi idea acerca de escribir una segunda parte (ya lo estoy haciendo) pero aún no he publicado. Quienes me conocen saben que no publico mis Fanfic hasta que no estén concluidos.

Así que, aquí va la idea:

¿Fin?

Bueno, no. Este en realidad es el inicio de todo. Aún nos queda saber que pasó con Nam y qué artimañas tenía planeadas el cosmos para que Seokjin pudiera dar curso a lo que sentía por aquel alfa que había salido huyendo de su manada cuando no pudo unirse a quién él creía, era su amor.

¿Donde y cuando, Jin y Nam, se encontrarían nuevamente?

Por otro lado, Kim Siu no iba a quedarse con las pocas palabras que su «nuevo» hijo le había largado con cuenta gotas sobre la mujer que él amó con toda su alma y que rompió su corazón el día que ella desapareció sin dejar rastro alguno. Él y Jiyu se merecían una charla... ¿Y algo más?

Las intocables esposas Kim y Park guardan los secretos más horribles...
¿Sería el concilio matriarcal, juzgado y castigado por lo que hicieron a Jiyu y su cachorro?

Muchas preguntas, muchas dudas sin responder...

Jungkook marcó a Jimin y afianzaron su unión tras haber transitado por el peor de los avernos cuando el intento de un matrimonio forzado, absurdo y retrógrado, los obligó a romper su relación y con ello, sus corazones.

Pero el universo conspiró a su favor cuando la historia mejor guardada del mundo, que había provocado el dolor más profundo en la madre del alfa, Jeon Jungkook, fue revelada y les permitió a él y a Jimin reencontrarse y afianzar su vínculo con el amor mas profundo.

Pero...

¿Siempre hay un «pero» en las historias de amor?

No. No siempre. Pero en esta... Sí.

Pero eso es para otra historia...

Continuará...




PRÓXIMAMENTE...
Lluvia y Rosas
Negras

(Sin publicar, aún)

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