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La Revelación

Cuando Jungkook recibió la carta de Jimin, él supo que esas palabras quedarían tatuadas en su alma por lo que le quedaba de vida. Para ellos el fin de su historia de amor había llegado abruptamente, sin compasión ni clemencia.

Llevaban días sin verse y parecía una eternidad. Él había regresado a su ciudad con intención de retomar sus actividades que había abandonado dos años atrás, cuando inició un recorrido para promover su arte, por diversos sitios, al lado de su mecenas, Kim Seokjin, quién subvenciona el circuito de Jeon Jungkook, su pintor favorito y amigo del alma.

Nunca contó que su arribo a territorio de lobos vendría acompañado del romance y posterior enamoramiento de uno de los omegas más deseados e importantes de las tierras de lobos, Park Jimin.

Jimin era su sol, su luna y su cielo con estrellas de colores y se lo habían arrebatado en un abrir y cerrar de ojos.

Intentó por todos los medios, sobreponerse al duro golpe, pero no lo lograba.
En lugar de eso había caído en una depresión profunda y ni Jin, ni su madre consiguieron que se repusiera del peor embate que había sufrido en sus cortos veinticinco años de vida.

Dormía todo el día y cuando abría los ojos, la realidad se estrellaba en sus narices y lloraba sin pausa hasta quedar nuevamente, desfallecido.

Su madre entendió que de seguir guardando secretos de familia, su hijo podría sufrir consecuencias desastrosas, a partir de las acciones que el concilio matriarcal, veinticinco años atrás, había llevado a cabo cuando decidieron torcer el destino de su prole en un intento de borrar de la faz de la tierra a ella y al nonato.

La boda forzada de Jimin con Namjoon se celebraría en las próximas semanas, no había tiempo que perder.

Convocó a Seokjin y juntos fueron al cuarto donde Jungkook permanecía en estado «catatónico» sin beber ni alimentarse, desde hacía semanas.

—Despierta, hijo —Su mamá le habló bajo. Arrimó a sus labios una taza de café, mientras Jin lo ayudaba a levantar su cuerpo delgado y desmejorado.

—Bebe un poco, Jungkook, por favor. No comes ni bebes desde hace días, no permitiré esto ni un segundo más.

Jungkook a desgano se incorporó, apoyó su espalda al cabecero de la cama y tomó la taza entre sus manos. Miró a su amigo, a su madre y sonrió  con un gesto que parecía más una mueca de desconsuelo que una sonrisa.

—Jungkook hoy revelaré algo que podría cambiar el rumbo de tu vida.

Jungkook deslizó la taza sobre la mesita a su lado y prestó atención a lo que su mamá tenía para decirle.

—Y la tuya, por añadidura, también, Seokjin.

Este observó a la madre de JK sin comprender sus palabras.

—Bien, hijo, espero que después de esto que te diré, no me odies y puedas perdonarme.

—Deja de dar vueltas mamá, habla por favor —sentenció Koo que ya tenía en alerta todos sus sentidos.

—Tú, no eres un beta —señaló a su hijo— Vuestro padre es… e-es … e-e-es

—¡¡Mamá!! Deja de tartamudear…

—Tenme paciencia JK, no es fácil esto para mí.

Paciencia era lo que le estaba faltando a su hijo en ese momento. Pero él hizo control de sus ansiedades para permitir que su madre fuera capaz de continuar con el relato que había comenzado.

—Tú padre es un alfa.
Jungkook sintió que en su pecho, el corazón no tenía ganas de quedarse quieto y le brincó tan fuertes que creyó que se le saldría por la boca.

—Sí, no eres un beta, Jungkook. Eres un híbrido, nacido de una beta y un alfa.

—Me estás mintiendo, madre…

—¡¡Cómo voy a mentir eso!!

Su madre no mentía, le era imposible aceptar que ella hubiera guardado un secreto por tantos años. Pero las próximas palabras que su madre pronunciaría, agregó más desconcierto a la historia.

—No eres un alfa cualquiera, eres hijo de Kim Siu, el más poderoso alfa del territorio lobuno.

Jungkook cerró fuerte los ojos pensando que de ese modo, las palabras que ingresaban a su cerebro sin autorización, serían compasivas. Pero claro que no lo fueron. Y de golpe todo cobró otro sentido.

—Madre, Kim Siu es el padre de Namjoon, quién va a desposar a Jimin…

—El mismo, hijo.

Ella retorcía nerviosamente sus dedos enredandolos en el ruedo de la manta que hasta escasos segundos habían estado cubriendo los pies de su hijo. Ella sabía que tras una confesión que lleva más de dos décadas oculta, se desgarraría como aquel día que huyó de la tierra de los lobos, con una semilla en su vientre y el corazón destrozado.

—Y si lo que acabo de revelar no es suficiente para dejarlos con la boca abierta por el resto de sus vidas, tengo algo más que agregar… prepárense…

Seokjin que hasta ese momento apenas se había dignado respirar, soltó un suspiro, se acercó a Jungkook y acarició su espalda anticipándose a lo que venía.

—Luna santa, dilo ya, mujer.

—Namjoon no es el primogénito de Kim, su primogénito eres tú, Jungkook.

Un grito ahogado salió de la garganta de Kook que se levantó cual saeta de la cama y comenzó a dar círculos sobre sí mismo siendo incapaz de ordenar ni una sola de las palabras que salían de su boca…

—¿Yo, y-o, y-o  qué?

Ahora el que tartamudeaba era él.

—Por ley y por sangre, tú estás en condiciones de reclamar a Jimin como tu legítimo omega…

Era imposible pensar que lo que esta mujer estaba diciendo era cierto pero ocurre que, esta mujer era su madre y ella nunca mentía.
Bueno, no.
Diez mil alarmas lo resonaron en el cerebro, eso no era cierto, durante veinticinco años ella calló y guardó el más profundo de los silencio, una de las verdades más significativas sobre sus orígenes.

Pero en el equilibrio perfecto de la vida, lo que su madre estaba revelando le daba una luz de esperanza para imaginar que saldría de la pesadilla de perder a Jimin para ingresar al sueño de recuperarlo legítimamente.

—¿Mamá, te das cuenta que esto echa por tierra todo lo que la logia Park/Kim ha pergeñado para el futuro de Jimin?

—Claro que lo sé hijo. Y sé que ponerse en contra del clan, se trata de algo muy peligroso e implica correr riesgos colosales. Pero no puedo seguir callando.

Acarició con ternura la cabeza de su hijo y secó las lágrimas de su mejilla.

—Nunca esperé que tu itinerario de trabajo te llevara al territorio de los lobos y que además te enamoraras de un omega y no de un omega común ¡ni más ni menos que del primogénito de los Park!

—Jimin —susurró, Jungkook con una sonrisa que le brillaba en la cara.

—Sí, Park Jimin…. —confirmó ella.

—Mi amor.

—Ya lo sé, hijo, tu amor. Por eso es que decidí revelarte un secreto que se suponía me lo llevaría a la tumba.

—Pero, si soy mitad alfa, ¿Por qué nunca entré en celo y no me presenté en la adolescencia como todos ellos?

La madre bajó su mirada al suelo antes de responder, casi con vergüenza, lo que tenía para confesar.

        »La historia es larga, Jungkook. Mi relación con Siu fue lo más hermoso que tuve en mi vida pero era algo imposible. El clan jamás aceptaría a una beta como legítima esposa del primer hijo de los Kim. Y por supuesto, no lo hicieron.
El poder matriarcal del clan es lo más diabólico que he visto en mi vida. Ellas en asamblea secreta, me intimaron a retirarme de la vida de Siu, o personalmente se encargarían de hacerme desaparecer a mí y al cachorro que esperaba.
Yo ni siquiera sabía que estaba embarazada, Pero en cuanto lo confirmé, no lo pensé dos veces y huí . Pero fui retenida y antes de salir, me inocularon, contra mi voluntad, una vacuna para que el bebé naciera sin rastros que lo definiera más tarde como lobo. Ellas decidieron que tú no serías ni alfa, ni omega.
Yo solo tenía una misión en esta vida… proteger mi descendencia y la de mi amor, que aunque nunca se enterara que iba a tener un hijo conmigo, mi corazón nunca lo olvidaría.

—Pero, no estoy entendiendo, mamá ¿Esa vacuna hizo que yo no me presentara?

—La vacuna perdió poder cuando cumpliste dieciséis años. Yo cada dos años estuve administrandote altas dosis de supresores desde que cumpliste edad para presentarte.

—Mamá… ¿Por qué?

—Porque he recibido amenazas cada año, Jungkook. En ellas me dejaban muy en claro que te matarían si yo permitía que te manifestaras como alfa u omega o si la noticia de tu existencia llegaba a oídos de tu padre Siu.

—Pero, hablas como si ellas fueran la mafia.

—Créeme que lo son.

—¿Cómo hacías para que mi lobo no se presentara?

—¿Recuerdas aquella inyección que cada dos año te hacía colocar, y que se suponía era vitamina C?

—Sí, como olvidar algo tan doloroso.

—Bueno, pues no era vitamina C, era un potente bloqueador de celo.

Él no sabía si culpar a su madre o amarla por haberlo protegido tanto.

—Mamá... —La estrechó en un abrazo poderoso capaz de sanar almas y corazones.

—Desde muy pequeño tienes reprimido a fuerza de drogas, el animal que te habita, Jungkook.

La cara de Jin era digna de un retrato de Picasso en la era del cubismo, parecía que sus ojos estaban detrás de su cabeza, y fue Jungkook, esta vez, quien acarició la espalda de su amigo.

—¿Cómo sabes que soy un alfa? Si no me he presentado.

—Claro que sí lo has hecho. No te has manifestado estando tú consciente. Pero cada llegada del celo, todo en ti cambia. Todo. Tú no lo has notado, porque vas por la vida con la certeza de que eres un beta…

—Mamá, estuve casi tres años viviendo afuera, ¿cómo sabía que regresaría antes de que la droga dejara de hacer efecto?.

—No lo sabía. Cuando me dijeron que se irían, confíe en que antes de que eso ocurriera, regresarías.

—Y lo hice.

—Sí, pero no por las razones correctas. Es hora de hacer las cosas bien. Es hora de que la naturaleza se abra paso y retome el curso natural de la vida…


Habían pasado veinte días desde que Jiyu, la mamá de Jungkook había hecho la revelación matadora.
Diez días atrás, le hubiera correspondido recibir, la nefasta inyección que su madre suministró por años.
Jungkook comenzaba a sentir sobre su cuerpo, por primera vez en su vida, los síntomas de un celo que había sido reprimido durante siete largos años y que, ahora, limpio de toda tóxica medicación supresora, su lobo dormido, comenzaba a manifestarse.

Había amanecido con fiebre y sus ojos de a poco tomaban una tonalidad rojiza. Su madre supo que en JK, estaba a punto de producirse la presentación que debió haberse dado cuando él tenía dieciocho.

Ella supuso que él se volvería violento y requeriría la presencia de su omega para aparearse y marcarlo antes de perder el control, pero eso estaba fuera de toda posibilidad.

Por supuesto que quién se quedaría a cuidar del alfa, sería Jin, su querido e inseparable amigo.

Contra todo lo conocido, Jungkook atravesó su celo de veinticuatro horas, de la mejor manera que pudo. Experimentó sensaciones nuevas pero se sentía poderoso. Era la primera vez que él emanaba un olor animal y se sintió… exultante.

—¿A qué huele? —preguntó, Jiyu a Jin que se encontraba en la cocina en busca de agua.

—Creo que es… es raro. No soy muy bueno detectando aromas. Compruébalo tú, su celo pasó pero el olor sigue en el aire.

La madre de JK entró al cuarto de su hijo y una fuerte oleada efervescente la hizo estremecer, ella era una beta pero tenía un sentido del olfato muy desarrollado y reconoció en su hijo, el almizcle en su estado primario, maduro, animal. Y allí también se hallaba un segundo perfume. Olía a ahumado, quemado... ¡Por los cielo! Ella entendió todo, él había heredado el olor de su padre.

Musk y fuego.

Ella no pudo evitar llorar frente a su hijo que se había revelado como un alfa fuerte, hermoso y que estaba a punto de ir a reclamar lo que le pertenecía por derecho propio.

En cuarenta y ocho horas más, Jin y Jungkook emprenderían camino a territorio lycan.


Tierra de lobos

La fecha de la boda había llegado y Jimin no había salido de su cuarto desde el día que Jungkook había partido. Sus nanas ya no sabían qué artilugio poner en práctica para que él se alimentara. Había perdido peso notoriamente y el brillo de sus ojitos se apagaba día a día. Se había encerrado después de tomar el baño más largo de su historia.
Él ignoraba que en pocas horas, su vida daría un giro espectacular.

Su madre azotó la puerta del cuarto y le ordenó que dejara el drama…

—¡Ya basta, Jimin! Deja de ser tan patético. Sal y comienza a vestirte. ¿Crees que eres el único que va a casarse con alguien que no ama?

—Madre… pero yo…

—Yo, nada, Jimin, levanta el rostro. Mentón arriba. No eres un niño para estar lloriqueando por los rincones.

—No amo a Namjoon, madre, no quiero que él me marque, yo amo a Jung-k-

—¡Basta! ¡Silencio! ¡No lo nombres! Ese bastardo no merece estar entre nosotros.

—¿Bastardo? ¿Por qué lo insultas así? Tú no lo conoces. Es un artista notable y es un ser noble y hermoso… ¿y que quieres decir con «nosotros»? ¿Acaso somos mejores que él o que alguien más? ¿A quiénes llamas, nosotros?

—A nuestra manada, "gente como uno", con estirpe y alcurnia, no como ese perro sarnoso al que crees amar…

¿Qué ocultaba la madre de Jimin?
¿Qué sabe ella que el omega, no?
¿Por qué llamó bastardo a Jungkook?

Cuando Jimin estaba a punto de saltar al cuello de su madre, el hermano menor entró sin aliento y entre jadeo y jadeo alcanzó a decir…

—Está aquí, Jimin, vino por ti…

—¿Quién? ¿Tae, quién está aquí?

Por detrás de Taehyung, venía su padre con cara de poco amigo. De un empujón sacó a Tae del camino y tomó a Jimin, con violencia de un brazo.

—Vienes ahora mismo, Jimin, ya es hora de celebrar esta maldita boda y si te veo gimoteando como niña, te la verás conmigo de la peor manera.

—Espera un momento, aún no está listo —Intervino la madre.

Claramente, Jimin creyó que su hermano se refería a su padre y no al amor de su vida que estaba a punto de cambiar el rumbo de la historia.

Jimin terminó de vestir el traje azul que le habían diseñado exclusivamente para ese día.
Su madre le colocó una pequeña diadema de brillantes en su cabeza, que él retiró con furia en cuanto ella salió del cuarto.

Su padre observó la actitud hostil de su hijo y le importó muy poco. Él solamente quería que el ritual se llevara a cabo y que Jimin dejará de ser un dolor de cabeza. Así que le gustara o no, se casaría con un Kim y darían inicio a una nueva camada poderosa. Volvió a gruñirle para que se apurara y como Jimin no lo hizo, lo sujetó fuerte de un brazo y lo arrastró hacia el salón donde se celebraría la ceremonia.

El lugar estaba atiborrado de invitados dispuestos en un enorme círculo alrededor de la piedra consagrada sobre la que el supremo lobo sacerdotal, celebraría la unión.
Cuando él y su padre caminaron hacia la piedra circular, Jimin sintió que caminaba por la quilla de un barco, directo a la boca de los tiburones, lo hizo lento y pausado.

Allí se encontraba Namjoon, acompañado de su padre y su madre.

Jimin observó con detenimiento a su futuro esposo. Enorme, imponente, con el aura de un ser que había nacido para ser líder. Era un hombre hermoso pero no era a quién él amaba.

Se preguntó por qué Nam querría estar con él aun sabiendo que nunca lo amaría.
Namjoon pudo sentir la mirada penetrante de Jimin sobre su nuca. Y él giró lentamente porque sabía que su vista se recrearía de la mejor manera cuando sus ojos se toparan con los de su omega prometido.

El ropaje azul en contraste con su piel blanca y el cabello dorado hacían de Jimin, una visión irreal.
Nam le extendió su mano pero fue rechazada. Intentó soltando sus feromonas, pensó que sería una buena idea y tal vez, solo tal vez, con su olor lograría aplacar al lobo desobediente dentro de Jimin.
Y funcionó.
Lo vio cerrar sus ojos almendrados y respirar su esencia de café y eucalipto.
Pareció relajarse.

Y Nam sonrió embobado mirando al omega.

Pero duró poco. En cuanto Jimin salió de la ensoñación de aromas, regresó con su mirada dura y actitud rebelde.

De malas maneras, prestó atención a lo que estaba ocurriendo con las tres estúpidas etapas de la ceremonia.
Él sabía que sería larga, llena de aburridos protocolos y su ilusa imaginación lo llevó a soñar con un escape.
Pero la severidad en la mirada de su padre lo hizo regresar a la triste realidad de que, su lobo y él, no tenían escapatoria.








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