9. Inquieto.
Minseok abrió sus ojos y la conciencia poco a poco tomó posesión de su cabeza.
Estaba en la habitación de Jongdae, lo cuál no era del todo extraño, lo extraño era que no recordaba haber llegado hasta allí.
De hecho, lo último que recordaba era haberse marchado al balcón para alejarse de la abrumadora fiesta que él mismo había armado.
Bostezó perezosamente y se giró hacia un costado. Entonces se percató de un pequeño detalle: estaba desnudo bajo las sábanas.
No. Maldición, no podía ser cierto. No se había acostado con el idiota... ¿o sí?
Afortunadamente estaba solo en la habitación. Salió de la cama con la cobija alrededor de su cuerpo y buscó su ropa; no le costó encontrarla, pues todas sus prendas se encontraban regadas por el piso. Las tomó con un gruñido y se apresuró a vestirse.
Salió de la habitación, sintiéndose agobiado por no poder siquiera recordar cómo había acabado así y entonces notó a Jongdae, que se encontraba en su mitad del sofá, con las piernas cruzadas, sosteniendo un vaso en cada mano. La televisión estaba encendida, un episodio de las Tortugas Ninja se reproducía en la pantalla.
—Buenos días —Jongdae lo saludó con una deslumbrante sonrisa—. ¿Cómo te sientes, cariño?
—Yo... —Minseok cerró la boca. Carajo, cómo deseaba desaparecer de la faz de la tierra.
—¿Quieres cereal? —Jongdae preguntó amablemente y le ofreció uno de los vasos que sostenía.
—No, yo... ¿Qué pasó anoche?
—¿No lo recuerdas? —Jongdae preguntó y en sus labios se formó un estúpidamente adorable puchero.
Minseok negó asustado, tanto por su falta de memoria como por encontrar adorable un gesto de ese imbécil.
—Hicimos el amor —Jongdae anunció con cierto brillo cubriendo sus pequeños ojos marrones.
Minseok palideció, aterrorizado por aquella declaración. ¿Cómo era posible que no recordara tal cosa?
—Bromeaba —Jongdae aclaró después de unos segundos, reprimiendo una divertida sonrisa mientras estudiaba su rostro—. Deja de preocuparte, no pasó nada.
—¿Nada?
—Nop, ni siquiera un beso, aunque lo deseabas —Jongdae aseguró y los ojos de Minseok se redondearon.
—Yo no...
—Estuvimos a punto de besarnos, pero me vomitaste encima y después te quedaste dormido. Yixing me ayudó a limpiarte y a llevarte a tu habitación, pero te despertaste y empezaste a llorar porque temías que los ratones fueran a comerte, así que te metiste a mi habitación, te desnudaste, te acostaste todo atravesado en la cama y yo tuve que dormir aquí.
Jongdae señaló la almohada y la cobija en el sofá y Minseok lo recordó todo de golpe. Dios, qué vergüenza...
—Lo siento, yo...
—No te preocupes, el sofá no es tan incómodo —Jongdae musitó con una sonrisa que desapareció cuando tomó un trago de leche y luego un poco de cereal.
Minseok suspiró y continuó hacia el sanitario. Intentó no darle demasiadas vueltas al asunto, pero irremediablemente acabó haciendo lo contrario. Se sentía aliviado de no haberse acostado con ese idiota, pero también se sentía avergonzado por su comportamiento, además estaba el asunto del casi beso, aquello lo tenía consternado. ¿Por qué había querido besarlo?
Tomó la pasta dental y la puso en su cepillo. Continuó divagando mientras se cepillaba hasta que su mirada se encontró con el espejo.
Joder.
Alguien había dibujado en cada una de sus mejillas un pene que apuntaba hacia las comisuras de sus labios.
Jongdae se giró con un quejido luego de que un jabón impactara contra su nuca.
—¡Imbécil! —Minseok exclamó luciendo bastante molesto.
Jongdae sonrió abiertamente al notar que los penes continuaban intactos en las sonrosadas mejillas de Minseok.
—¿Qué? ¿No te gusta? No eres el único con talento para maquillar rostros.
—¿Con qué mierda los hiciste? —Minseok siseó con el ceño fruncido. Había tallado su rostro con todos los productos que encontró en el baño pero los garabatos no se borraban.
—Con rotulador permanente —Jongdae anunció con una deslumbrante sonrisa que convirtió sus ojos en pequeñas lunas—. No te preocupes, creo que salen con alcohol.
—¿Y tienes alcohol?
—Tendrás que vomitar de nuevo si quieres conseguir un poco porque parece que anoche te bebiste las reservas de la ciudad —Jongdae respondió sin poder contener su victoriosa sonrisa.
—Idiota —Minseok siseó.
—No era lo que pensabas anoche, cuando empezaste a desnudarte frente a mí —Jongdae replicó.
⚡
El resto del día Jongdae se la pasó dando vueltas por el área común del departamento, incluso limpió todo el desastre que había quedado luego de la fiesta, pero Minseok no volvió a salir de su habitación... y cuando lo hizo llevaba una mochila al hombro y las llaves de su auto en la mano, pasaban de las nueve de la noche y estaba vestido para salir.
—¿Vas a salir?
—Sí.
—¿A dónde? —Jongdae preguntó. Esperaba que no estuviera tan molesto con él como para decidir mudarse.
—Mi... —Minseok lo miró por un segundo, no le debía explicaciones, pero tenía prisa y no estaba de humor—. Mi hermana tuvo un accidente, está en el hospital, van a ingresarla y necesitan que alguien vaya por los niños...
Minseok apenas podía contener las lágrimas y su profunda preocupación. Apretó los labios y ajustó la mochila a su hombro.
—¿Puedo ir contigo? —Jongdae preguntó dándole una mirada llena de preocupación—. No es seguro que conduzcas solo en ese estado.
—Pero no voy a volver esta noche —Minseok murmuró.
—No importa... si a ti no te molesta.
Minseok lo observó por un segundo, sopesando sus opciones, y finalmente asintió.
—De acuerdo, ¿te vas a vestir o...?
Minseok señaló su vestimenta de vagabundo y Jongdae asintió de inmediato.
—Si, dame un minuto.
—Date prisa.
⚡
Minseok condujo sintiéndose muy inquieto. Le preocupaban su hermana y sus sobrinos, aunque la persona del hospital que le había llamado le aseguró repetidas veces que no era demasiado grave.
—Imagino que tu hermana es mayor que tú —Jongdae comentó de pronto.
Minseok le dio un rápido vistazo y asintió. Su acompañante era otra razón por la que se sentía inquieto. ¿Por qué había accedido a traerlo?
Jongdae parecía un completo extraño fuera del departamento; se encontraba sentado en una posición muy rígida en el asiento del copiloto, abrazando su mochila tal vez con demasiada fuerza. Habían partido hacía media hora y era la primera vez que hablaba.
—Ocho años mayor —Minseok anunció—. ¿Y tú tienes hermanos mayores?
—No —Jongdae murmuró mirando la carretera distraídamente, daba la impresión de que su mente estaba en otro lugar—. Solo somos Pres y yo.
Minseok asintió y no supo qué más podía decir. De pronto sentía mucha curiosidad por la vida de su vecino, pero no quería preguntar. Se sentía tan incómodo a su alrededor. Insultarlo era más fácil.
—¿Podemos escuchar música? —Jongdae preguntó de pronto, con ese tono suave, casi tímido.
Minseok asintió y encendió la radio sin dejar de prestar atención al camino.
—Elige una estación.
Jongdae empezó a cambiar las emisoras hasta que encontró una canción pop que al parecer le gustaba mucho, inmediatamente empezó a cantarla en voz baja y en poco tiempo empezó a parecer más animado. Sacó su Ipad de la mochila y empezó a hacer algo en ella. Minseok sintió curiosidad por saber qué era lo que hacía pegado a esa cosa todo el día, pero no se atrevió a preguntarle. No quería que pensara que estaba interesado en él.
⚡
Subieron al tercer piso del hospital y Minseok se apresuró a la recepción que se encontraba frente a los elevadores, pero antes de llegar a ella dos niños que habían estado sentados en unas sillas junto al pasillo saltaron sobre él. Minseok los atrapó entre sus brazos y los niños se echaron a llorar sobre sus hombros.
Jongdae los miró con curiosidad, eran una niña y un niño, ambos aparentaban unos siete años, eran muy parecidos entre sí y también se parecían en buena medida a Minseok. Era evidente que estaban emparentados.
Minseok devolvió a sus sobrinos al suelo, pero estos no se alejaron de él un solo paso mientras una enfermera le explicaba la situación y le ofrecía algunos documentos para que los firmara. No le permitieron ver a su hermana en ese momento, pero aseguraron que le llamarían por la mañana, tan pronto como ella hubiera salido del quirófano.
—Vamos a casa —lo escuchó decirle a los niños cuando la enfermera se alejó.
Jongdae notó en ese momento que el niño tenía una venda en su mano derecha y la niña un par de cortes en el rostro.
—¿Y mamá? —la niña preguntó, mostrándose reacia a marcharse sin su madre.
—Ella va a tener que quedarse esta noche —Minseok le explicó suavemente—, los doctores van a cuidarla.
Los niños asintieron resignados y tomaron cada uno una mano de Minseok.
Jongdae los siguió en silencio hasta el estacionamiento.
—¿Quién es él? —la niña le preguntó a Minseok mientras este la ataba al asiento trasero del auto.
Minseok se giró hacia Jongdae, que esperaba silenciosamente fuera del auto. Dios, había olvidado su presencia.
—Es un amigo, su nombre es Jongdae —Minseok anunció—. Vino a acompañarme para que no me sintiera solo mientras conducía.
—¿Y no habla?
Minseok sonrió y volvió a darle un vistazo a Jongdae, en realidad sería genial que tuviera siempre su boca cerrada.
—Sí, pero es un poco tímido.
—Hola —ella le dijo a Jongdae.
—Hola —Jongdae respondió asomando por la puerta abierta y sacudió su mano para llamar la atención del varón—. Hola a ti también.
El niño alzó su mano vendada en dirección a Jongdae y recostó su cabeza en el respaldo, luciendo agobiado.
—Minseok, tengo hambre —Jongdae dijo de pronto haciendo uno de sus tontos pucheros—, vamos por hamburguesas, yo invito.
Ante la mención de hamburguesas los rostros de los niños se iluminaron. Minseok le dio una rápida mirada a Jongdae y luego volvió su atención al cinturón.
—Claro.
Su hermana vivía relativamente cerca del hospital, así que no tardaron en llegar, a pesar de haberse desviado al autoservicio por cuatro cajitas felices que contenían figuras de Pokémon.
Como ya era bastante tarde, Minseok se dispuso a alistar a sus sobrinos para irse a la cama tan pronto como terminaron de comer. Sin embargo, los niños no parecían muy dispuestos a dormirse todavía.
Jongdae, que esperaba en un sofá de la sala, los escuchó contarle a Minseok todos los detalles del accidente automovilístico que habían tenido cuando se dirigían al supermercado.
Ya pasaba de la media noche cuando las luces de la habitación de los niños finalmente se apagaron.
—Por fin se durmieron —Minseok anunció.
Jongdae levantó la mirada de su pantalla y notó sus ojos cansados.
—Nosotros deberíamos dormir también —Minseok murmuró.
Jongdae asintió y palmeó el sofá.
—Solo dame una cobija, yo puedo dormir aquí.
—No, duerme conmigo.
Jongdae asintió de nuevo, guardó su Ipad en el estuche y este en la mochila y lo siguió hacia la habitación principal.
Mientras se metía bajo las sábanas, Minseok se sintió repentinamente muy nervioso ante la idea de dormir con Jongdae. Lo habían hecho antes, pero esa noche se sentía más nervioso por alguna razón.
Después de cambiar de posición varias veces en su lugar, Minseok sintió cómo Jongdae se arrimaba a su espalda.
—Escucha música si te cuesta dormir —Jongdae musitó adormilado, poniendo uno de sus auriculares en la oreja de Minseok.
Minseok se giró para enfrentar a Jongdae y este lo miró por un instante antes de deslizar algunos dedos suavemente por su mejilla.
—Duérmete —Jongdae susurró.
Minseok, con el corazón rebotando alborotado dentro de su caja torácica, se acurrucó contra el pecho de Jongdae. Debía admitir que aquel era un cálido y agradable refugio. De pronto, en aquella habitación a oscuras, acostados cuerpo contra cuerpo bajo la misma sábana, la idea de aquel beso no concretado volvió a rondar su cabeza. Impulsivamente alzó un poco su rostro y con sus labios rozó suavemente la mejilla de Jongdae.
—Buenas noches —musitó conteniendo el aliento.
—Buenas noches —Jongdae murmuró.
Sus labios se presionaron brevemente sobre la mejilla derecha de Minseok, muy cerca de la comisura de sus labios, y luego lo rodeó con los brazos, atrayéndolo más cerca de su cuerpo.
Minseok suspiró. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Por qué cuando apagaban las luces lo embargaba la sensación de que no existía nadie más que ellos en el mundo? ¿Por qué añoraba probar el sabor de sus labios? Escondió el rostro en la curva de su cuello y presionó las palmas sobre su pecho. Una extraña satisfacción lo embargó al percibir el arrebatado latido de Jongdae contra sus palmas; era bueno saber que no era el único afectado con aquella situación. Sintió sus dedos acariciándole el cabello y pronto lo escuchó cantar entre susurros la canción que se escapaba de los audífonos.
—¿Quién te enseñó a dormir con música? —Minseok preguntó con curiosidad.
—Mi mamá —Jongdae musitó con nostalgia mientras enrollaba algunos mechones del cabello de Minseok alrededor de sus dedos apaciblemente—. Cuando yo era pequeño, mi papá y yo también tuvimos un accidente en la carretera. Después del accidente empecé a tener problemas para conciliar el sueño y también tenía pesadillas recurrentes, así que mi mamá iba a mi habitación todas las noches; ponía música, cantaba y me abrazaba hasta que me quedaba dormido. Eso me ayudaba a dormir tranquilo. Con el tiempo las pesadillas se marcharon, pero la música se quedó.
—Presiento que eres el favorito de mamá —Minseok comentó acariciándole las clavículas lentamente.
—Sí, pero no le digas a Pres —Jongdae musitó intentando contener el caos que las suaves caricias de Minseok levantaban sobre su piel—. ¿Y tú? ¿También eres el favorito de mamá?
—Yo creo que el favorito de mi mamá es mi papá —Minseok respondió.
Jongdae observó su ceño fruncido y rio suavemente. A Minseok le costó toda su fuerza de voluntad contener el impulso de delinear su sonrisa con los dedos.
—Cierra tus ojos, duérmete ya —Jongdae musitó y estrechó los brazos a su alrededor.
Minseok cerró los ojos y apoyó la frente contra el pecho de Jongdae. En pocos minutos su voz y sus caricias lograron desvanecer cualquier inquietud y arrastrarlo al mundo de los sueños.
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Feliz lunes, gracias por leer. ^^
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