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8. Belleza.


El cálido aliento de Minseok disparó una descarga de excitación por todo su cuerpo. Jongdae giró su rostro para mirarlo, pero Minseok se levantó de su regazo y salió de su alcance.

Lo vio dirigirse a la mesa del comedor y tomar de ella una caja plana. Era maquillaje. Maldición. Jongdae se removió, intentando soltarse desesperadamente, pero estaba bien atado. Miró alrededor y notó que algunos de los fiesteros lo rodeaban, entre ellos se encontraba Yixing, quien le dedicó una sonrisa de disculpa mientras agitaba un esmalte para uñas entre sus dedos.

Minseok regresó y dejó el estuche y algunos labiales en la encimera repleta de vasos vacíos.

—No lo hagas —Jongdae suplicó.

Minseok sonrió y le dio una mirada de fingida inocencia.

—Pero si has estado pidiéndolo a gritos últimamente.

Jongdae suspiró. Nunca, jamás, ni de chiste se había maquillado. Realmente no era homofóbico, de hecho, le gustaban los hombres —el que tenía frente él particularmente, aunque no parecía darse cuenta—, pero de ser gay, a ser travesti había una gran diferencia, o eso pensaba él. No le molestaba que la gente lo hiciera, cada quien a lo suyo, pero por alguna razón le provocaba incluso temor que Minseok acercara los productos a él. Aunque tal vez lo tuviera bien merecido.

—Vas a quedar divino, no te preocupes —Minseok aseguró—. Y mis amigos te ayudarán con las uñas.

Jongdae sintió que alguien a sus espaldas le tomaba una mano. Carajo.

—De acuerdo —murmuró, no tenía más opción que aceptarlo—, pero al menos dame un trago primero.

Minseok se lo pensó por un instante, frunciendo los labios de una forma adorable. Incluso siendo un bollito ebrio y vengativo era adorable.

—Está bien —murmuró finalmente.

Fue de nuevo al comedor y preparó una mezcla de jugo, cerveza y vodka que luego vertió en una pequeña botella. Cuando regresó puso la bebida frente a sus ojos. Lo que antes creyó que era una botella era en realidad un vaso de cristal con forma de pene.

Aquello era verdaderamente bizarro. Minseok sonreía victorioso. ¿Por cuánto tiempo habría estado planeando su venganza?

—Solo voy a inclinarlo una vez —su bollito advirtió mientras presionaba la punta del pene de cristal contra su labio inferior —, así que chupa.

Jongdae separó los labios y Minseok empujó la mitad del vaso dentro de su boca. Realmente no tenía que chuparlo, pues salía lo suficiente, pero lo hizo mientras le sostenía la mirada, simplemente para complacerlo.

Minseok dejó el vaso en la encimera, tomó de nuevo la paleta de maquillaje y volvió a sentarse sobre su regazo mientras alguien a sus espaldas empezaba a trabajar sobre su mano izquierda.

—¿Qué prefieres? ¿Azul o verde? —le preguntó mientras estudiaba sus opciones.

—Verde —Jongdae murmuró.

—Entonces será azul —Minseok anunció.

Le restregó el rostro con una servilleta y empezó a ponerle una crema —o sabrá el cielo qué ungüento— por todo el rostro con un gesto de concentración. Jongdae tuvo que admitir que aquello era agradable; sentir su tacto deslizándose suavemente por su piel, tener su rostro tan cerca, poder apreciar su belleza sin restricciones.

Minseok era muy guapo, no tenía que esforzarse por verse bien y aún así lo hacía, todos los días. Tenía unos labios rosados, pequeños y un poco abultados, perfectos para comérselo a besos, unos ojos grandes de mirada muy seductora y unas adorables mejillas que le provocaba morder.

Jongdae no era guapo, al menos eso era lo que Minseok siempre había pensado. Ahora que estudiaba sus rasgos de cerca, tuvo que admitir que había estado equivocado, su molesto compañero de piso no era poco atractivo en absoluto. Tenía la piel suave y saludable, una frente amplia y cejas rectas que acentuaban sus expresiones; labios bonitos, delgados y de comisuras pronunciadas, seguramente era un buen besador;  sus ojos también eran bonitos, de un marrón suave, pequeños y brillantes que justo en ese momento lo miraban con intensidad.

Minseok sintió un azotador calor subiendo por sus mejillas, Jongdae sonrió y sí, su sonrisa también era bonita, radiante.

—Cierra tus ojos —Minseok murmuró.

Jongdae obedeció de inmediato y él empezó a esparcir la sombra más suave por sus párpados. No tardó demasiado, sabía lo que hacía. Su hermana —una gran fanática de los productos cosméticos— siempre lo había obligado a jugar a maquillar a sus muñecas desde que eran niños. Cuando acabó con las sombras oscuras dejó la paleta en la encimera y se estiró para tomar un delineador. Volvió a acomodarse sobre Jongdae y este lo miró con seriedad.

—Cierra los ojos —Minseok le pidió de nuevo.

Jongdae soltó un frustrado suspiro y obedeció. Ya le dolía estar atado y tenerlo encima y por si aquello no fuera suficiente, Minseok no dejaba de moverse, además sentía su respiración sobre el rostro y el cuello. Cielo Santo.

—No te muevas tanto o vas a ponerme duro —advirtió.

Minseok hizo un gesto de desagrado.

—No es muy hetero de tu parte que te excite tener a otro hombre sobre ti.

—¿Quién dijo que era hétero? —Jongdae replicó mirándolo a los ojos.

Minseok le sostuvo la mirada por un instante.

—Tienes novia.

—Bajo esa suposición, también podría ser bi —Jongdae señaló.

—¿Eres bi? —Minseok preguntó alzando una ceja.

—No.

—Entonces cierra la boca y los ojos de una maldita vez para que pueda terminar.

Antes de que Jongdae pudiera replicar u obedecer, un ronco grito de protesta resonó por todo el departamento a pesar de la música. Todos se giraron en aquella dirección. Se trataba de Chanyeol. También lo tenían atado a una silla cerca de la puerta del baño y un chico de cabello castaño estaba sobre él intentando ponerle una peluca rosa mientras otros dos le sostenían los hombros para que se estuviera quieto.

Jongdae se mordió el labio inferior com preocupación, Minseok lo notó.

—También tenemos peluca y vestido para ti, por si te lo estás preguntando.

Jongdae hizo un gesto de protesta y Minseok sonrió satisfecho con aquella reacción.

—Dame otro trago.

—Ya casi termino, espera un poco.

Jongdae suspiró rendido y cerró sus ojos. Por suerte, a Minseok no le tomó mucho más tiempo terminar con lo que hacía. Justo cuando estaba ultimando los retoques de su labial, Chanyeol se acercó.

Lo habían vestido y maquillado como a una muñeca y habían embutido sus enormes pies en unas plataformas que le iban pequeñas, pues los dedos se le salían, y ahora medía casi dos metros. Su peluca rizada casi rozaba el techo.

—Estás quedando más bonito que yo —Chanyeol comentó parándose en jarras frente a él.

—Idiota —Jongdae siseó—. ¿Por qué no me advertiste?

—Iba a hacerlo, pero me amarraron y tu bollito me arrebató el teléfono.

—Vuelve a llamarme bollito y te corto las bolas —Minseok lo amenazó apuntándole con un delineador.

Chanyeol levantó las manos en un gesto de rendición. Jongdae suspiró.

—¿Ya vas a terminar?

Uno de los amigos de Minseok, el mismo que le había puesto la peluca a Chanyeol, se acercó con una larga peluca negra en sus manos. Minseok tomó la peluca y la acomodó sobre su cabello. Luego se alejó un poco para mirarlo y sonrió con orgullo.

—Sí te queda —comentó aprobatoriamente.

Además de la peluca, el maquillaje y las uñas postizas, lo obligaron a ponerse unas botas forradas con lentejuelas plateadas y un vestido del mismo color y después de una sesión de fotos, por fin fue liberado de su prisión, aunque no pudo ponerse de pie inmediatamente, pues sentía entumecidos los brazos y las piernas.

Minseok puso frente a él uno de esos vasos con forma de pene y él lo bebió sin rechistar. Cuando se levantó, los fiesteros vitorearon su aspecto.

Intentó marcharse a su habitación para arrancarse el disfraz, pero nadie se lo permitió, todo el mundo le tomaba las manos y bailaba a su alrededor aunque él apenas y hacía algo más que quedarse de pie entre ellos, era un pésimo bailarín y se rehusaba a siquiera intentarlo calzando esas botas. Contrario a él, Chanyeol, bastante tomado ya, se había colgado un collar de penes luminosos y estaba imitando a Lady Gaga en una esquina, rodeado por otro montón de ebrios que lo animaban.

Lo que en realidad empezaba a preocupar a Jongdae era su malvado bollito, que había salido de su radar hacía un rato. ¿En dónde carajos estaba?

Cuando por fin pudo escabullirse entre la marea de cuerpos, Jongdae escapó al balcón y lo encontró ahí, sentado solitario en un rincón con una botella entre sus piernas, como si estuviera escondiéndose.

Minseok levantó su mirada al notar su presencia, no parecía muy feliz.

—¿Qué haces aquí? —Jongdae preguntó.

—Solo... admiraba la noche —Minseok murmuró señalando a las estrellas.

Jongdae suspiró y apoyó sus antebrazos sobre el barandal.

—Siempre creí que no te gustaban las fiestas —comentó.

Minseok frunció el entrecejo.

—No sabes nada de mí.

Jongdae observó las estrellas por un instante en silencio. Antes de vivir juntos, no sabía prácticamente nada de él, pero ahora había un buen número de cosas que sabía de él; cosas simples o complejas, relevantes o insignificantes que seguramente nadie más sabía.

Ahora sabía que Minseok cantaba muy fuerte todas las mañanas mientras se duchaba, aunque cantara horrible; sabía que lavaba su ropa dos veces a la semana y que el desgastado pijama con estampado de huellitas que tan bien se le pegaba al trasero era su favorito; sabía que le tenía fobia a los roedores y que si lo arrullabas un poco se quedaba dormido como un bebé; sabía que no se comía las orillas de los sandwiches, pero que las guardaba para usarlas cuando preparaba esas deliciosas bolitas de carne; sabía que intentaba hacer dieta porque se sentía estúpidamente inseguro de su cuerpo; también sabía que su humor mejoraba con alguna chuchería dulce. Sabía cuando algo le molestaba porque una pequeñísima arruga se pronunciaba entre sus cejas aunque él intentara mostrarse indiferente.

—¿Y si intercambiamos información? —sugirió.

Minseok bufó y apuró el resto de su bebida.

—No me interesa saber cuál es tu color favorito.

—Bueno, ahora sé que eres un mal bebedor, ¿siempre te pones hostil cuando bebes?

Minseok lo miró con irritación.

—¿Por qué no estás molesto? —preguntó.

Jongdae se cruzó de brazos y lo miró con seriedad.

—Estoy furioso, Minseok —aseguró—. Pero porque rechazaste mi correo, ahora tendré que ir a recogerlo a la oficina.

Minseok sonrió.

—Y me molesta el maquillaje —Jongdae continuó—, pero no la forma en que lo obtuve. Dejaría que me hicieras lo que quieras si vuelves a montarme.

Las mejillas de Minseok se tiñeron de un suave rosa. Jongdae se sentó a su lado.

—Y admito que me pasé con lo del VIH —dijo suavemente—. No quería arruinar tu noche, pero de verdad me molestó verte con ese tipo, no podía soportar que te fueras con alguien como él.

—¿Si hubiera sido cualquier otro no te habría molestado? —Minseok preguntó luciendo confundido.

—Claro que sí, pero si hubiera parecido decente te habría dejado marchar en silencio.

Minseok frunció el entrecejo, pareciendo molesto de pronto.

—Eres un imbécil —musitó—. ¿Qué te importa si salgo con alguien? No tienes ningún derecho a molestarte, nosotros no somos nada... además tienes novia.

Jongdae suspiró y se arrancó la molesta peluca.

—Yo nunca he dicho que tenga novia, Minseok.

—¿Y entonces qué hay de esa chica que viene a verte? Tu "preciosa" —Minseok escupió con desagrado—. ¿Vas a decir que son solo amigos?

Jongdae negó con cansancio.

—No es mi preciosa, se llama Preciosa —Jongdae aclaró— y es mi hermana.

Minseok se quedó en blanco por un segundo.

—¿Qué? ¿Tu hermana?

Jongdae asintió y observó con nostalgia las luces de la ciudad.

—Desde que me marché de casa ella me visita regularmente, imagino que mamá la envía para asegurarse de que siga vivo.

Minseok lo miró incrédulo. ¿Había estado sintiéndose celoso de su hermana? Un momento, ¿¡celoso!?

—¿Hablas en serio?

Jongdae asintió y lo miró, por un instante le pareció ver una chispa de esperanza en los grandes ojos de Minseok.

—Ya puedes dejar de sentir celos —anunció con una sonrisa.

—Idiota, ¿quién dijo que estaba celoso? No me importa si sales con alguien o no, no me importas, lo único que quiero es volver a mi departamento y no volver a verte jamás... Y no me pareces atractivo.

—Pero hace rato me dijeron que me veía lindo —Jongdae hizo un puchero con sus labios pintados de azul y negro.

Minseok sonrió.

—¿Quién te dijo eso?

—Chanyeol.

—Pues te mintió, porque te ves horrible —Minseok admitió con pesar.

Jongdae rio suavemente y Minseok con él.

—Ayúdame a quitarme esto, por favor.

Minseok se giró hacia él y sacó de su bolsillo la servilleta que llevaba cargando consigo toda la noche.

—¿Por qué no me dijiste antes que solo era tu hermana? —preguntó mientras le limpiaba los labios.

Jongdae reprimió una sonrisa.

—No creí que te importara.

—No me importa.

—¿Y entonces por qué estás tan feliz? —Jongdae susurró, inclinándose lentamente hacia él.

—No estoy feliz —Minseok murmuró sin apartarse.

—Sí lo estás —Jongdae aseguró en un suave murmullo mientras se inclinaba un poco más.

Minseok, con el estómago revuelto por las mariposas, cerró sus ojos y esperó impaciente a que Jongdae besara sus labios.

Solo que... Bueno, no eran mariposas lo que revolvía el estómago de Minseok. 


Gracias por leer!

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