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7. Venganza.


—¿Es usted Kim Jongdae?

Minseok cerró la puerta y observó al repartidor del correo.

—No —murmuró.

—¿Pero vive aquí? —el hombre insistió—. Tengo un paquete para él.

—No, nunca había escuchado ese nombre —Minseok dijo con un toque de indiferencia.

—Pero esta es la dirección —el hombre insistió mostrándole la dirección.

Minseok leyó la dirección en el sobre y frunció el entrecejo.

—Sí, aquí es, esta es la dirección correcta, pero no conozco a ningún Jongdae, y conozco a toda la gente del edificio, así que la persona que lo envió debió haber escrito mal la dirección, debería devolverlo.

—Sí, eso haré —el empleado murmuró y regresó en sus pasos.

Minseok apretó los labios para evitar que una victoriosa sonrisa se formara en ellos y se marchó a la universidad. Ojalá lo que había dentro del paquete fuera muy importante para ese imbécil.



Mientras esperaba en el pasillo, Minseok empezó a sentirse un poco nervioso, aunque no sabía bien por qué. Cuando divisó a Changmin saliendo de su aula fue directo hacia él.

—Hola —murmuró sintiéndose cada vez más nervioso—. Quería aclarar lo de anoche.

Changmin se detuvo en sus pasos, pero no respondió, ni se atrevió a mirarlo a los ojos.

—Mi compañero de piso solo bromeaba, es un idiota. Tuve que mudarme con él hace unas semanas por un incidente con las tuberías que dañó nuestros departamentos y... —Minseok explicó atropelladamente, pero Changmin alzó una mano para hacerlo callar.

—Olvídalo.

—Fue una broma estúpida, lo sé, pero solo es eso, yo no estoy enfermo de nada...

—Ya no importa —Changmin murmuró y por fin alzó su mirada.

—De acuerdo, pensaba que podríamos volver a intentarlo —Minseok propuso con timidez.

—No te preocupes, no tiene caso.

Minseok lo miró, Changmin se mostraba tan distante e incómodo en su presencia.

—No vas a olvidarlo —Minseok señaló incrédulo—. ¿Quieres que me haga una prueba?

—Minseok, basta, no necesito ninguna prueba, ni siquiera estoy interesado en ti.

Minseok frunció el ceño, aquello había sido con un baldazo de agua fría.

—¿Por qué me pediste salir entonces? —murmuró.

—Para divertimos una noche, creí que era lo que querías.

Minseok casi pudo escuchar la irritante voz de Jongdae en su cabeza, repitiendo una y otra vez "te lo dije".

—¿Tú creíste que...? —Changmin alzó las cejas pareciendo sorprendido—. No te ofendas, pero no eres mi tipo.

Minseok lo observó con incredulidad. La ira y la vergüenza subieron por su garganta. Antes de hacer o decir algo que lo pudiera arrepentirse más tarde, se marchó de ahí.



—Bueno, al menos ya puedes agradecer a Jongdae por librarte de semejante imbécil —Yixing señaló sin ocultar su molestia.

Minseok soltó un suspiro y se encogió más en el sofá.

—Yixing, dime la verdad, ¿me veo muy mal?

Yixing pareció exasperado.

—¿Qué? ¡No, Minseok! —exclamó—. Pesas como setenta kilos, no estás gordo.

—Setenta y tres —Minseok murmuró abrazando sus rodillas—. No sé por qué subo de peso con tanta facilidad.

Antes de que Yixing pudiera decir algo al respecto, alguien llamó a la puerta silenciándolos inmediatamente. Minseok se levantó para abrir y al ver a la persona que esperaba en el pasillo todas sus preocupaciones fueron reemplazadas por la curiosidad.

—¿Si? —preguntó al apuesto y elegante desconocido que le daba una apreciativa mirada, sin llegar a parecer maleducado.

—Busco a Jongdae.

—Ah, está en su habitación, creo —Minseok dijo, señalando el lugar.

El elegante sujeto soltó un suspiro cargado de cierta exasperación y miró su fino reloj de pulsera.

—¿Puedo pasar? —preguntó suavemente.

Minseok asintió y se hizo a un lado.

El hombre miró las líneas en el suelo y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Empezó a caminar cuidadosamente por el lado izquierdo hasta la habitación de Jongdae, tocó la puerta, esperó unos segundos y entró.

—¿Aún no estás listo?

Yixing se giró hacia Minseok que había vuelto al sofá.

—¿Quién es? —le preguntó entre susurros, dando miradas disimuladas en aquella dirección—. Está guapísimo.

—No sé —Minseok susurró igualmente asombrado.

¿Y la ropa que te compré? —lo escucharon decir, sonaba molesto—. No tengo tiempo para esto... Vas a ir, ¿sabes lo que me costó? No, no me importa, sal de ahí en este instante o...

Intentaron escuchar el resto de la amenaza, pero el desconocido bajó la voz.

—¿Será su papá? —Yixing preguntó entre susurros, hirviendo en curiosidad.

Minseok negó, aquel bien parecido sujeto no parecía mucho mayor que ellos, sin contar con que su rostro de ángel no se parecía en nada al del pejelagarto ese.

Tienes tres minutos —lo escucharon decir mientras salía de la habitación.

El hombre salió de la habitación y se apostó junto a la puerta. Alzó su mirada por un instante y les obsequió una pequeña sonrisa que parecía disculparse por su falta de cortesía.

—Lo siento, es un poco difícil a veces.

Minseok asintió completamente de acuerdo con el "difícil", pero totalmente en contra del "a veces". Jodido grano en el culo que era, veintitrés horas y media al día.

El sujeto notó a Yixing que fingía desinterés mientras miraba el olvidado programa de televisión.

—Soy Minseok, él es Yixing —Minseok anunció desde el sofá.

El apuesto desconocido asintió y su mirada se deslizó con interés por la figura de Yixing, de la misma manera en que había estudiado a Minseok en la puerta.

—Junmyeon —dijo, señalándose a sí mismo.

—¿Eres familiar de Jongdae? —Yixing preguntó sin poder ocultar su curiosidad.

Una discreta sonrisa se formó en los labios de Junmyeon mientras negaba.

—Somos... compañeros de trabajo —musitó, aunque sus palabras no parecían del todo honestas.

La puerta de la habitación se abrió y por primera vez Minseok pudo ver a Jongdae vestido como una persona normal y no como un indigente; jeans celestes, una camiseta negra de cuello alto, una chaqueta tambien negra, zapatillas del tipo Converse en blanco y negro y una gorra que ocultaba parte de su rostro. Era un conjunto discreto, pero de alguna forma también le resultaba llamativo, tal vez por la novedad. Se veía bien. Minseok alejó ese horroroso pensamiento de su cabeza y se giró para mirar la televisión.

—Un placer, muchachos —Junmyeon se despidió mientras pasaba por su lado.

Minseok alzó su mirada y aunque debió haber mirado a Junmyeon, sus ojos viajaron hacia Jongdae y notaron la máscara de medio rostro que llevaba en una de sus manos.

—Vuelvo en un rato, no hagas una fiesta mientras no estoy —Jongdae advirtió con una sonrisa y le guiñó antes de salir.

Minseok hizo un gesto de desagrado mientras lo observaba marcharse.

—Qué tensión... —Yixing comentó después de unos segundos, dándole una mirada acusadora a su amigo que de pronto parecía muy silencioso.

—¿Yixing?

—¿Mhm?

—Llama a Luhan, vamos a hacer pagar a ese imbécil.

—¿Qué piensas hacer?

—Una fiesta —Minseok musitó con una diabólica sonrisa bailando en sus labios.

Yixing lo miró sorprendido.

—¿Una fiesta?

—Sí, la fiesta más gay de la historia —Minseok declaró entusiasmado—. Vamos, hay que conseguir alcohol, globos, plumas y cosas brillantes.

—Y penes —Yixing aportó.

—Sí, muchos penes.



Algunas horas más tarde, Jongdae volvió al departamento. Se sentía agotado y todo lo que quería era ver a su musa por un segundo y echarse a dormir un rato, pero sus planes se vieron interrumpidos tan pronto como salió del elevador. 

La música se escuchaba por todo el piso...

Maldito chanyeol. ¿Por qué siempre armaba fiestas en su departamento? Minseok iba a matarlo.

Cuando entró, dispuesto a echar a todos lo fiesteros, una lluvia de confeti rosa voló sobre él y lo distrajo. Su hogar compartido estaba repleto de desconocidos —en su mayoría hombres— vestidos con prendas sugerentes, o apenas vestidos; habían tacones, plumas y boas por todas partes como si aquello fuera un carnaval. Habían cubierto las luces blancas del área común con papeles de colores y los rostros de la gente se veían extraños. A Jongdae le pareció que lo miraban demasiado y empezó a sentirse incómodo.

¿Qué es esto? Pensó para sí mismo, no se parecía en nada a las fiestas que organizaba Chanyeol.

Serpenteó entre la marea de gente buscando unas orejas de tamaño extragrande para localizar a su amigo, pero antes de encontrarlo alguien le cerró el paso.

—Minseok —Jongdae musitó al verlo—. ¿Qué haces?

Su bollito llevaba sueltos algunos botones de la camisa y a juzgar por su sonrisa, llevaba encima algunas copas de más.

—Juega conmigo —Minseok le pidió de una forma sugerente, inclinándose sobre él, y su garganta se secó de golpe.

Sin esperar una respuesta —que Jongdae de cualquier forma no habría podido emitir, pues estaba mudo por la sorpresa—, Minseok lo tomó de un brazo, lo arrastró hacia el comedor y lo hizo sentarse en una silla. Luego, inesperadamente, se sentó sobre su regazo.

Aquella seductora mirada felina se posó sobre su rostro con interés. Jongdae le tomó las caderas al notar que se balanceaba un poco, pero Minseok le tomó las manos y las llevó hacia el respaldo de la silla mientras se inclinaba sobre su rostro.

Lo observó embobado, ansiando probar sus alcoholizados labios rosas. Minseok sonrió travieso y entonces, demasiado tarde, Jongdae se percató de que sus manos estaban atadas, intentó levantarse, pero sus pies también estaban atados a la silla.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó, a medio camino entre el temor y la sorpresa.

La sonrisa de Minseok se ensachó y cuando habló sus labios rozaron una de las delgadas mejillas de Jongdae.

—Mis amigos maricas y yo vamos a embellecerte.



Gracias por leer!

P.D.:  Le cambié el nombre al fic. Nunca me gustó del todo el que le puse, pero no se me ocurrió nada más antes de la fecha límite de publicación asi que lo dejé así. Acabo de darme cuenta de que el nombre más apropiado siempre estuvo frente a mis narices, del primer al último capítulo... ya qué. Ahora se llama "Musa".



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