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6. Positivo.


"Llegué."

Minseok mordió su labio inferior al leer aquel mensaje. Se puso de pie, alisó sus ropas y salió de su habitación.

Jongdae —quien se encontraba en la cocina, esperando a que el microondas terminara de preparar su cena—, alzó su mirada al verlo salir de su habitación, luciendo un poco más guapo de lo normal.

—¿Vas a salir? —preguntó sorprendido, aunque era evidente que sí.

Minseok apretó los labios. No tenía por qué darle ninguna explicación.

—Sí, y no te atrevas a armar alguna de tus estúpidas fiestas mientras no estoy.

—¿A qué hora vas a volver? —Jongdae demandó.

Minseok hizo un gesto de incredulidad.

—No lo sé —gruñó y se apresuró a salir del departamento.

¿Qué se creía ese idiota? ¿Que porque estaban obligados a cohabitar en el mismo departamento le debía cuentas de su vida? Idiota. Y de paso había tenido el descaro de parecer molesto. Minseok tomó algunas profundas respiraciones mientras bajaba por el elevador, esforzándose por echar a ese imbécil de su cabeza.

Cuando salió del edificio se encontró con Changmin que esperaba con la espalda apoyada contra la fachada del edificio. Se veía tan sexy en esa pose despreocupada, e incluso más cuando sonrió al verlo.

—Hola —Minseok murmuró llevando sus manos a los bolsillos traseros de sus pantalones.

—Hola —Changmin respondió recorriéndolo con la mirada, pareciendo sorprendido.

Minseok reprimió una victoriosa sonrisa felicitándose mentalmente por el conjunto que había elegido para esa noche, era algo sencillo, pero resaltaba sus atributos y disimulaba muy bien sus defectos.

—¿Nos vamos? —preguntó y buscó sus llaves, pero para su sorpresa no las llevaba en el bolsillo.

Mierda, las había olvidado en el departamento. 

—¿Algún problema? —Changmin preguntó alzando sus cejas de forma interrogante.

—Lo siento, olvidé las llaves del auto, espérame aquí, no tardo nada —Minseok pidió apenado.

Qué tonto, ¿cómo había olvidado sus llaves cuando habían acordado ir en su auto? Maldición, estaba tan nervioso. Se giró para ir por ellas, pero la voz de Changmin lo detuvo.

—¿Quieres que te acompañe?

—Oh, bueno, sí, no hay problema.

Mientras subían por el elevador, Minseok rezó porque la estúpida momia con la que vivía temporalmente hubiera regresado a su sarcófago y no se cruzara por su camino. Tomó la llave que Jongdae guardaba bajo una horrible alfomabra de gatos deformes y abrió la puerta. 

Invitó a Changmin a pasar por mera cortesía, ya que no tardarían nada y fue directo al sofá. Por suerte, no habían señales del patacón ese. Minseok no tardó en divisar sus llaves; las había olvidado en el mueble del televisor.

—Aquí están —anunció mientras las agitaba entre sus dedos—. Vamos.

Se dirigió a la puerta con prisas, pero el agarre de su acompañante lo detuvo.

—¿Qué suce...?

Minseok fue cortado a media frase por los labios de Changmin, que inesperadamente se presionaron contra los suyos.

Dios. Minseok había soñado con aquello, con conocer sus labios. Lo había imaginado de muchas maneras, no de aquella, no incluso antes de que su cita empezara, pero no estaba quejándose. Pese a la sorpresa, no dudó un segundo en corresponder.

Los labios que conocía por primera vez avanzaban sobre los suyos con precaución, como midiendo el terreno, y no solo ellos, las manos de Changmin también se posaron sobre sus caderas tentativamente. Y como Minseok no las apartó, estas tiraron de él contra el cuerpo de Changmin, sorprendiéndolo.

En ese momento un carraspeo resonó por toda la estancia y Changmin, que había creído que se encontraban solos, se separó de golpe, casi lanzándolo contra la pared.

Minseok se tomó un segundo para regular su respiración antes de alzar su mirada. El idiota estaba en la cocina, con los brazos cruzados sobre el pecho, dándole una mirada acusadora.

—¿No dijiste que vivías solo? —Changmin murmuró.

—Es algo reciente —Minseok murmuró con irritación y se dirigió a Jongdae que no les quitaba la mirada de encima—. ¿Por qué no vuelves a tu madriguera?

Jongdae suspiró, tapó su botella, que aparentemente había salido a llenar, y se devolvió a su habitación. Sin embargo, después de atravesar su puerta pareció pensárselo mejor y regresó un poco en sus pasos.

—Espero que a este sí le hayas advertido que eres positivo —dijo con un tono de reproche.

Minseok lo miró con el ceño fruncido, sin comprender una mierda de lo que decía. Changmin también lo miró con curiosidad.

Jongdae se llevó la botella a la boca.

—VIH —murmuró antes de dar un trago y tuvo que reprimir una victoriosa sonrisa cuando el polvo de Minseok palideció.

—¿Qué? —Minseok murmuró con el ceño fruncido y se giró para ver a Changmin que se estaba limpiando los labios casi freneticamente con un pañuelo—. Yo no...

—Debiste decírmelo —Changmin le reprochó con el ceño fruncido. Su gesto era una mezcla de temor y repulsión. Y, sin darle una oportunidad para desmentir la ridícula mentira, se apresuró a marcharse.

Minseok miró a la puerta por la que su tan añorada cita acababa de escapar e intentó conservar la cordura, pero la verdad era que sus manos hormigueaban ansiosas por ahorcar al megaidiota.

Jongdae notó la mirada furibunda de Minseok y se apresuró a huir hacia su habitación. Desafortunadamente el seguro de su puerta no funcionaba —al igual que la mitad de las cosas en ese inmundo departamento— y Minseok no tuvo problemas en irrumpir dentro de su refugio luciendo totalmente fuera de sí.

Estaban uno frente al otro con la cama de por medio. La afilada mirada de Minseok captó el ipad que descansaba cerca de las almohadas y fue por él, no le importaba cuán costosa o importante fuera para Jongdae, la lanzaría por el balcón y así estarían a mano. Pero justo antes de que sus dedos la alcanzaran, Jongdae la sacó de su alcance.

—¡No, mi bebé no! —exclamó, abrazándola contra su pecho protectoramente—. Lo que quieras menos ella.

Así que el trasto era muy importante. Minseok fijó su mirada en su objetivo y saltó sobre la cama para arrebatársela a Jongdae, ahora tenía más razones para lanzarla por el balcón. Sin embargo, la escurridiza comadreja logró esquivarlo y escapar de la habitación. 

Minseok lo correteó un poco por la casa, pero cuando Jongdae se atrincheró en el baño no tuvo más opción que darse por vencido con su primer opción. Volvió a la guarida del idiota y miró de un lado a otro, buscando a una nueva víctima y no tardó en encontrarla.



Transcurridos unos minutos, Jongdae no pudo soportarlo más y tuvo que salir de su escondite. Había imaginado muchas cosas que Minseok podría haber hecho para cobrar su venganza, pero al entrar en su habitación extrañamente no encontró nada fuera de lugar a primera vista.

—¿Qué hiciste? —le preguntó.

Minseok que estaba en un sofá, aparentemente entretenido con las redes sociales.

—Asoma por el balcón.

Los ojos de Jongdae se redondearon y corrió hasta allí. Al asomar notó que toda su colección de dinosaurios de peluche estaba desperdigada por la calle. 

Mientras se lamentaba por la pérdida —algunas personas allá abajo ya estaban recogiéndolos—, agradeció que el bollito no se hubiera metido con algo más importante.

Minseok salió al balcón y observó el puchero que formaban los labios de Jongdae mientras este miraba con tristeza la docena de peluches perdidos.

—Qué cruel eres —Jongdae murmuró.

—¿Yo? —Minseok bufó—. Tú arruinaste mi cita.

—¿Era tan importante? —Jongdae preguntó mirándolo con curiosidad.

—Sí, era importante —Minseok musitó y soltó un suspiro.

—Pero imagina que te hubiera contagiado algo él a ti —Jongdae frunció el ceño.

—No planeaba acostarme con él, idiota.

—No era lo que parecía —Jongdae murmuró con un gesto de desagrado—. Deberías agradecerme, te hice un favor.

—Un favor —Minseok murmuró sarcástico.

—Sí, te libré de un completo imbécil. 

—¿Qué sabes tú? Ni siquiera lo conoces.

—No necesito conocerlo —Jongdae gruñó—. Me bastó con ver cómo intentaba llevar su lengua hasta tu garganta en los primeros putos cinco minutos de su cita. Era obvio que lo único que quería era llevarte a la cama.

—¿Y qué? ¿No has pensado que tal vez era lo que yo quería?

—Alguien que tarda casi dos horas alistándose para su maldita primera cita, no espera que le desnuden tan pronto —Jongdae aseguró—. Seguro tenías planes estúpidos y cursis, como ir al cine o a una caminata romántica por el parque, con la esperanza de que ese imbécil te besara con dulzura antes de dejarte en la puerta de tu casa sano y salvo. 

Minseok alzó su rostro y notó que Jongdae lo miraba de una forma que no supo descifrar. 

—No todos allá afuera son unos imbéciles como tú —replicó testarudamente.

Jongdae rodó sus ojos.

—¿Nunca has pensado que tal vez tienes una idea equivocada de mí? —preguntó en un murmullo.

—No —Minseok se apresuró a responder con la misma tozudez.

Pero la verdad era que sí, a veces pensaba que el Jongdae con el que vivía no era tan malo. De hecho, a veces, cuando lo saludaba por las mañanas y le deseaba un buen día o cuando dejaba alguna chuchería para él con una nota en el refrigerador, incluso le parecía que era una persona completamente distinta.

—Pues no lo soy, no soy ese patán que tú crees que soy —Jongdae dijo suavemente.

—¿Ah no? —Minseok murmuró con incredulidad y señaló a los felpudos regados por el estacionamiento—. ¿Entonces vas a decirme que todos aquellos te los regaló tu preciosa?

Todos las etiquetas de los condenados peluches habían estado llenas de cursis dedicatorias, escritas con diversas caligrafías.

Una traviesa sonrisa curvó los labios de Jongdae.

—¿Estás celoso, Minseok?

Los labios de Minseok también se estiraron en una sonrisa.

—No tanto como tú esta noche, cuando me encontraste en los brazos de Changmin.

La sonrisa de Jongdae se desvaneció por completo y la de Minseok se ensanchó victoriosamente.

—No soy tan terco como tú, así que no voy a negarlo —Jongdae replicó, sosteniendo su sorprendida mirada, y luego se marchó a su habitación con una expresión contrariada.


Gracias por leer!


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