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4. Gusano.


A Minseok se le había hecho tarde y era gracioso verlo correr de un lado a otro mientras buscaba su gafete de empleado.

Jongdae empinó el vaso con cereal seco hacia su boca, masticó un poco las hojuelas y luego dio un trago al vaso con leche frente a él.

—¿No has visto...? —Minseok iba a preguntarle si había visto su gafete, pero se detuvo al ver lo que su estúpido compañero de piso hacía—. Uhg, ¿te serviste un vaso de leche y uno de cereal?

—No me gusta el cereal aguado.

—¿Si sabes en qué estado llega a tu estómago?

—No me importa lo que suceda de garganta hacia adentro, pero no puedo masticar el cereal si esta blandito, es asqueroso.

Minseok sonrió mientras negaba y Jongdae se esforzó por no quedarse mirándolo como un imbécil.

—Como sea, te quería preguntar si... ¿¡Por que lo llevas puesto!?

Jongdae sonrió mientras acariciaba la cinta que llevaba colgada alrededor de su cuello.

—¿No te gusta cómo se me ve?

—¡No! —Minseok exclamó mientras se precipitaba hacia él.

Jongdae saltó fuera de la mesa y corrió hacia la sala.

—Solo pídemelo, de rodillas —le dijo mientras corría lejos de su alcance. Había una enorme sonrisa de pervertido dibujada en sus labios.

—¡De rodillas te vas a quedar! —Minseok dijo y tomó uno de los cojines del sofá para lanzárselo. No pesaba lo suficiente como para tumbarlo, pero lo lanzó al suelo, logrando que el idiota tropezara con él y cayera al piso.

Minseok se apresuró a correr hacia él, se sentó sobre sus piernas y le atrapó las manos tras la espalda.

—¡Dámelo! —exigió.

—¡Jamás! —Jongdae exclamó entre jadeos—. Yo lo encontré, ahora es mío.

Jongdae logró soltarse del agarre de Minseok e intentó escapar andando como una lagartija en el suelo, pero Minseok tiró de sus piernas y lo tumbó de nuevo. Le quitó el gafete de un tirón y se apresuró a atarle las manos tras la espalda con la misma cinta. Se aseguró de dejarlo bien sujeto, destrabó el carnet de la cinta y se levantó de su cuerpo.

Sonrió victorioso y tomó sus cosas para marcharse.

—Espera —Jongdae lo llamó desde el piso—. No puedes dejarme aquí, ni siquiera he terminado mi desayuno.

Minseok sonrió ampliamente, fue al comedor por los dos vasos abandonados y vertió toda la leche en el vaso que contenía el cereal para luego dejarlo en el piso frente a él.

—Provecho —le dijo y se apresuró a salir del departamento.



Yixing observó a Minseok con los ojos entrecerrados.

—¿A qué se debe tu buen humor? —le preguntó.

La sonrisa de su mejor amigo se acentuó.

—Hoy pude vengarme aunque sea un poco del idiota de mi vecino.

Yixing sonrió.

—¿Ya has escuchado que del odio al amor solo hay un...?

Minseok cubrió la boca de Yixing con sus dos manos.

—Calla esa boca profana, que me parta un rayo antes de que mis ojos se posen románticamente sobre semejante plaga. Además, yo pronto tendré a alguien. ¿Adivina quién me invitó a salir el viernes?

—¡No! —Yixing exclamó cubriéndose la boca de inmediato—. ¿Changmin te invitó a salir?

—¡Sí! —Minseok exclamó—. ¡Fue a la cafetería ayer y me lo pidió!

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —Yixing preguntó golpeándole el brazo suavemente.

—Porque quería ver tu reacción.



Jongdae se retorció como un gusano e intentó liberarse de sus ataduras, pero no lograba hacerlo. Su malvado bollito lo había atado con demasiada fuerza. ¿Por qué era tan vengativo? Solo había querido jugar un poco con él.

Sus brazos ya empezaban a sentirse adormecidos cuando alguien tocó a su puerta.

—¿Chanyeol? ¿Eres tú? —Jongdae preguntó esperanzado alzando la voz.

—Sí, ¿puedo entrar?

—¡Sí, abre!

Por suerte, Minseok no había dejado asegurada la puerta.

Chanyeol observó a su amigo en el suelo y sonrió divertido, pues este tenía las manos atadas tras la espalda y se retorcía como un gusano.

—¿Qué te pasó? —le preguntó.

—Minseok —Jongdae gruñó.

Chanyeol soltó una ruidosa carcajada y se sentó en el suelo a su lado.

—Es un chico duro —comentó y tomó el vaso que estaba en el piso—. ¿Qué es esto?

—Cereal con leche —Jongdae murmuró con un gesto de repulsión que se acentuó cuando Chanyeol se lo llevó a su boca y se lo tragó—. ¡Qué asco, una mosca cayó ahí hace rato!

Chanyeol abrió mucho sus enormes ojos y puso las manos sobre su boca para contener las arcadas hasta llegar al sanitario, en donde se obligó a vomitar el cereal.

Jongdae empezó a reír aunque de pronto también sentía la urgencia de vomitar.

—¡Eso te pasa por tragón, grandísimo imbécil!



Al final del día, Minseok se sentía exhausto, pero le alegraba saber que por fin podría ir a casa a descansar. Llevaba consigo una bolsa con bollos rellenos y su plan perfecto era echarse en el sofá a ver algo de televisión mientras cenaba, pero al entrar en su hogar temporal, se encontró con una poco grata sorpresa.

Una intrusa.

Sus ojos barrieron de pies a cabeza a la chica en la cocina. Era la misma que había estado con Jongdae la noche en que él había irrumpido en su fiesta y lo había golpeado. Estaba de espaldas, limpiando la estufa, pero de alguna forma se percató de su presencia y se giró para mirarlo.

—Hola —lo saludó con cierto recelo.

—¿Por qué estás limpiando? ¿Qué acaso ese inútil no puede hacerlo? —Minseok soltó sin ocultar su desagrado.

Ella apretó los labios y dejó el trapo en la encimera.

—No me importa limpiar, siempre lo hago —respondió.

—No eres feminista, por lo que veo.

—De hecho, sí, pero no una radical.

Minseok se acercó, cuidando que sus pies pisaran solo su lado del suelo, pero antes de que pudiera llegar a ella, Jongdae salió de su habitación y frunció el ceño al verlos. Se apresuró hacia la chica y le rodeó los hombros con uno de sus brazos.

—Ven conmigo, preciosa —le dijo mientras la empujaba a su habitación—. No te juntes con la chusma.

—Pensé que te encontraría todavía en el suelo como el gusano que eres —Minseok le dijo a su estúpido vecino.

—Para tu mala suerte, Chanyeol vino y me rescató de tu pervesidad.

Minseok se cruzó de brazos y los observó regresar a la habitación, arrepintiéndose de no haber dejado puesto el seguro al marcharse. Antes de cerrar la puerta, para encerrarse con la chica en su habitación, el pejelagarto idiota se giró hacia él y le guiñó un ojo.

Que asco.

Minseok tomó una lata de refresco del refrigerador y se dirigió al sofá. Se sentó de su lado, subió sus pies encogiendo sus piernas para no traspasar el límite de la cinta roja, tomó el mando a distancia y encendió el televisor. Tan pronto como el aparato cobró vida, la pantalla se llenó con la imagen de una mujer desnuda en pleno acto impúdico con un hombre muy bien dotado y sus ruidosos gemidos llenaron la sala, de hecho, Minseok estuvo casi seguro de que habían llenado el piso entero. Se apresuró a bajar el volumen y suspiró.

—¡Imbécil! —gritó mirando la puerta de su compañero—. ¿Cuántos años tienes? ¿Trece?


⚡⚡⚡

Gracias por leer!

Y perdón por tardar, no sé qué me pasa con esta historia 😞

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