3. Izquierda y Derecha.
Tres días. Minseok tan solo llevaba tres malditos días viviendo con ese engendro y ya se encontraba al borde de la delincuencia.
—¡Baja el maldito cuchillo! ¿Estás loco?
—¡Te dije que no quería ver uno solo de tus mugrientos calzones tirados en la sala!
—Minseok, te lo advierto, no lo hagas.
Pero a Minseok poco o nada le importaron las advertencias de Jongdae. Atravesó la tela con el cuchillo y descargó sus frustraciones en la prenda, tantas frustraciones que en poco tiempo la tela quedó hecha jirones.
Minseok le lanzó la prenda mutilada a Jongdae y este la atrapó. Mientras la inspeccionaba, una sonrisa estiró las comisuras de sus labios.
—Estás loco —murmuró con un toque de admiración—. Qué bueno que tengo como treinta boxers más.
Minseok bufó, sintiéndose aún más molesto y se marchó a su habitación. Se dejó caer en la cama y suspiró frustrado. Esperaba que la reparación en su departamento no tomara mucho tiempo más, porque estaba harto de la mugrosa ropa regada por la sala, de los trastes sucios abandonados en la mesa y la presencia de ese imbécil.
La coexistencia pacífica con esa sabandija llamada Jongdae era simplemente imposible. Parecía que el imbécil existía con el único propósito de hacerlo enfurecer, todo lo que hacía o decía le resultaba tan desquiciante...
Unos suaves golpes a su puerta lo hicieron sentarse de golpe.
—¿Bollito? —Jongdae lo llamó, desde el otro lado de la puerta.
Maldita sea, ¿por qué no dejaba de llamarlo de esa forma tan estúpida? Quería golpearlo. Se puso los auriculares y reprodujo la primer canción que la aplicación de música le sugirió. Subió el volumen casi al máximo y se dejó caer de nuevo a la cama. Cerró sus ojos e intentó desconectarse del mundo, no le importaba una mierda lo que Jongdae tuviera que decir, lo único que deseaba era volver a su propio departamento y disfrutar de su soledad.
Pensó en la forma en que quería reorganizar su habitación al volver y se perdió en ello por el tiempo suficiente como para relajarse. Sí, solo debía escuchar música y pensar en cosas agradables, pronto obtendría de vuelta su vida normal.
Aún pensaba en el color de las cortinas que quería comprar cuando una suave caricia en su mejilla izquierda lo obligó a abrir los ojos de golpe. El rostro de la sabandija cubrió su visión y por mero impulso, Minseok lanzó un golpe.
Jongdae se apartó del camino de su puño, pero Minseok logró empujarlo y lanzarlo al suelo. En un intento por no caer, Jongdae le tomó un brazo, pero solo logró llevárselo al piso consigo.
Minseok, enfurecido, le atrapó las piernas con las propias y llevó las manos su cuello.
—¿Por qué entras a mi habitación? —siseó mientras le presionaba la garganta.
Jongdae lo miró y, a pesar de estar siendo estrangulado, sonrió.
—Tienes visitas —dijo con voz ahogada y miró hacia la puerta abierta de la habitación.
Minseok también se giró.
En el marco de la puerta estaba Yixing, mirándolos reprobatoriamente. Entró a la habitación y levantó a Minseok del suelo, obligándolo a alejar sus manos del cuello de su nuevo compañero de piso.
—Si quieres asesinarlo con tus manos, al menos usa guantes, o tendrás a la policía tocando a tu puerta tan pronto como encuentren el cadáver.
—Te dije que era más seguro para ti si entraba yo primero —Jongdae murmuró sentándose en el suelo. Se sobó un poco el cuello y miró a Minseok—. Alguna vez leí que puedes borrar tus huellas si rocías un líquido en el cadáver, te dejo de tarea averiguar cuál líquido.
—Él debe saber —Minseok señaló a su mejor amigo—, estudia ciencias forenses.
—Guau, ¿en serio? —Jongdae miró a Yixing con los ojos brillantes y llenos de emoción—, hay tantas cosas que me gustaría saber...
—Es mi amigo, no el tuyo —Minseok lo interrumpió con el ceño fruncido—. No compartirá sus conocimientos contigo.
—Qué egoísta eres —Jongdae le dio una mirada cargada de reproche a Minseok y luego se giró hacia el visitante—. Yixing, eres bienvenido a visitarnos cuando desees.
—Por supuesto que es bienvenido, pero me visita a mí no a ti —Minseok replicó—. ¡Y ya sal de mi habitación!
—Grosero —Jongdae murmuró luego de esquivar la almohada que había sido lanzada en su dirección.
Tan pronto como el engendro salió de su habitación, Minseok se apresuró a cerrar la puerta con seguro.
—Veo que aún no han aprendido a convivir —Yixing señaló mientras se sentaba en la cama de su amigo.
—¿Cómo podría convivir con un patán como él?
—No parece tan malo...
—Hace tres noches estabas dispuesto a ayudarme a partirle el rostro.
—Te ayudaría a enterrar su cadáver si me lo pidieras, pero eso no quiere decir que me desagrade, simplemente lo haría porque eres mi mejor amigo.
—Te desagradaría si tuvieras que vivir con él —Minseok aseguró—. Es un sucio holgazán; no lava sus trastes, no tira su basura, no limpia, ni ordena y de paso deja sus calzones o calcetines regados por todo el apartamento.
Yixing sonrió y unos graciosos hoyuelos adornaron sus mejillas.
—Habla con él, la comunicación siempre ayuda a resolver conflictos.
⚡
Minseok despertó a mitad de la noche gracias a la música.
Gruñó y aguzó el oído, además de la música a un volumen desconsideradamente alto, escuchó voces y risas.
Se sacó las sábanas de encima y salió de la cama, mientras la ira llenaba su cuerpo entero. Al abrir su puerta notó a la bola de patanes que estaban en la mesa, jugando con con naipes, haciendo bromas y soltando estruendosas carcajadas. Minseok buscó el rostro de Jongdae, pero este no se encontraba en la mesa. Fue directo a su habitación y antes de tomar el pomo dudó.
¿Y si estaba ahí con su noviecita?
A la mierda, le importaba un carajo si estaba tirando. Abrió, sin tocar primero, y encontró al idiota sentado en su cama, con los cascos puestos y su Ipad en las piernas. Por suerte estaba solo. No parecía muy sorprendido de verlo, seguro había estado esperando despertarlo con su escándalo. Se quitó los auriculares y abrió su boca para decir algo, pero Minseok no estaba ahí para escucharlo, sino para hacerse escuchar.
—¿Qué hacen tus amigotes aquí? —preguntó enfurecido—. ¡Son las putas dos de la madrugada de un miércoles!
—Solo están jugando —Jongdae respondió con calma—. Se irán cuando se les terminen las fichas.
Minseok intentó no enloquecer. Intentó. Tomó a Jongdae de la camisa y lo obligó a salir de la cama de un tirón.
—¡Diles que se vayan ya! —le ordenó.
Jongdae lo miró con intensidad y Minseok le sostuvo la mirada.
—De acuerdo —accedió tranquilamente después de un larguísimo segundo. Recorrió con sus dedos el antebrazo de Minseok y posó la mano sobre el puño que sostenía su preciada camiseta de Molotov—, pero suéltame.
Al sentir la mano de Jongdae sobre la suya, Minseok lo soltó de inmediato, también retrocedió asqueado al percatarse de lo cerca que estaban.
⚡
—¿Qué tienes? —Baekhyun preguntó con preocupación.
Minseok bostezó y continuó colocando pastelitos dentro del mostrador. Ese era justamente un muy mal día para la falta de personal.
—Solo estoy cansado, no dormí bien anoche —murmuró sin ánimos de contar toda la historia.
Luego de amenazar a Jongdae había vuelto a su habitación pero no había podido conciliar el sueño, incluso si los zánganos esos habían apagado la música y se habían marchado con rapidez. Y no quería ni recordar el desastre que había encontrado por la mañana; botellas vacías, empaques de comida y restos de botanas por todas partes.
—Estoy harto de ese idiota, no quiero sentarme en el mismo sofá que él, ni siquiera en la misma silla que él haya usado, odio tener que compartir incluso el aire con ese ser tan desagradable —Minseok se quejó.
—¿Y si dividen el departamento? —Baekhyun sugirió ayudándole a ordenar los alimentos—. Que cada quien tenga su propio espacio.
¿Dividir el departamento?
Minseok asintió repetidas veces mientras la idea tomaba forma en su cabeza. Aunque era una forma un poco distinta a la que Baekhyun había imaginado.
⚡
Jongdae observó la hora en su laptop y al notar que pasaban de las ocho de la noche decidió que no podía posponer más su cena.
Sin embargo, al salir de su habitación se encontró con una extraña sorpresa; había cinta para embalar por todo el departamento. ¿Qué mierda? Divisó a Minseok a gatas en el suelo de la cocina y se cruzó de brazos.
—¿Qué se supone que estás haciendo?
Minseok terminó de colocar la cinta roja en el piso y se puso de pie con un gesto de suficiencia plasmado en su bello rostro.
—Estoy dividiendo, para que cada quien tenga su propio espacio —anunció con una sonrisa.
—¿Y no vas a preguntarme lo que yo pienso acerca de tener todo el maldito lugar lleno de rayas? —Jongdae preguntó, para nada contento. Tanto rojo estaba empezando a marearlo.
—Disculpa, no sabía que pensabas.
Jongdae le dio una mirada.
—Tu lado será el izquierdo —Minseok anunció.
—¿Y si quiero el derecho?
—Tu habitación está a la izquierda.
—Ahora que lo pienso, tú tomaste la habitación de la derecha sin preguntar, solo me dejaste la de la izquierda, debiste consultarme, pudimos echarlo a la suerte, pero no, contigo vivo en una dictadura, en un cesarismo, en una tiranía, en una autarquía...
—Pues te aguantas, si veo tan solo una de tus mugrosas pertenencias invadiendo mi lado voy a tirarlas a la basura sin remordimientos.
—¿Y si soy yo quien invade tu espacio?
—Te vas a la basura también, junto con los desechos radioactivos.
Jongdae observó la ferocidad en su mirada y una especie de excitación nació en lo más profundo de su ser.
—¿Qué hay del sanitario? —preguntó alzando una ceja—. ¿Tengo que apuntar solo a la izquierda?
—Ese sí tendremos que compartirlo.
—¿Nos ducharemos juntos entonces? —Jongdae preguntó con una sonrisa que tiraba hacia un costado—. Tú a la derecha y yo a la izquierda.
Minseok le dio una furibunda mirada.
—Ven aquí —ordenó caminando hacia el sofá sobre el camino de la derecha—. Tenemos algunas reglas que acordar.
Jongdae lo siguió, caminando justo sobre las líneas en el piso, jugando a la cuerda floja. Al llegar al sofá se sentó y subió los pies, traspasando la división.
Minseok respiró profundamente y empujó bruscamente los pies del pejelagarto fuera de su lado. Tomó su agenda de la mesita de centro, que también estaba dividida por la mitad, y empezó a escribir en ella.
—La primer regla será que te quedes en tu lado de la casa.
—Deberías poner entre la reglas "no estrangular a tu compañero de piso".
—De acuerdo, no estrangular al esperpento —Minseok escribió—. Ordenar lo que desordenes.
—Si dividiste hasta las paredes y las ventanas, ¿no es para que cada quien haga con su lado lo que le plazca?
—Es para que no se me peguen tus gérmenes, igual debes mantener ordenado y limpio tu lado.
—¿Por qué te importa tanto mi lado? Déjalo en paz —Jongdae protestó—. ¿Sabes qué regla sí deberías poner ahí? "Consultarle a Jongdae por el maldito color de la cinta", no me gusta el rojo.
—¿A quién no le gusta el rojo?
—A mí.
—¿Y hay alguien aquí a quien le importe tu opinión? —Minseok preguntó mirando alrededor.
Cuando su vista se paseó por la cocina, algo captó su atención.
—Pues a mí me...
—Rata —Minseok murmuró.
—Oye, también deberías anotar lo de los insultos, solo voy a soportar dos al día.
—No, estúpido, te digo que hay una rata —Minseok siseó, señalando el lugar con preocupación.
Jongdae, que estaba de espaldas a la cocina, se giró para ver el lugar al que su compañero señalaba.
—Eso es un ratón, las ratas son más grandes —anunció—. Ve a matarlo.
—¿Por qué yo? —Minseok protestó con un gesto de repulsión—. Hazlo tú.
Jongdae negó con una sonrisa.
—Está de tu lado de la cocina.
—Por favor —Minseok suplicó.
Jongdae suspiró. Se levantó del sofá, muy despacio, y fue a la cocina para tomar la escoba que descansaba en un rincón.
El ratón, al percatarse de la presencia de Jongdae, corrió de regreso al lugar por el que había salido.
—Se metió detrás de la estufa —Minseok anunció, encogido en el sofá.
Jongdae se asomó a la estufa y alcanzó a ver la cola del animal.
—Ven aquí, tienes que ayudarme.
Minseok negó fervientemente.
—Ven aquí, hay que mover la estufa, para que salga.
Minseok se armó de valor y fue a tomar la otra escoba.
—Cuando salga, solo debes aplastarlo y sostenerlo en el suelo o escapará —Jongdae lo instruyó.
Minseok asintió, sostuvo el palo de la escoba con fuerza y esperó mientras Jongdae movía el mueble. Al principio, el roedor se resistió a salir, pero luego de unas violentas sacudidas y golpes a la cocina, no tuvo más opción que abandonar su escondite.
El valiente ratón se lanzó de la estufa y cayó al suelo, rebotó y empezó a correr en dirección opuesta a Jongdae.
En su carrera, el roedor saltó sobre los pies de Minseok y este empezó a gritar como una alpaca enloquecida.
—Minseok, cállate —Jongdae le pidió con preocupación—. Los vecinos van a pensar que te estoy matando.
Tomó su escoba y fue a la sala, había visto al escurridizo animal meterse bajo el sofá más pequeño.
—Si escuchan gritos, mejor que sean provocados por el placer —Jongdae continuó mientras buscaba al ratón.
—Cierra la boca, imbécil, creo que me mordió —Minseok murmuró aterrorizado.
—Te dije que solo iba a tolerar dos insultos y ya van... —Jongdae se giró para mirarlo, Minseok estaba sobre la mesa del comedor ahora—. Bájate de ahí, no te mordió, solo pasó sobre ti.
—Sí me mordió y me voy a morir —Minseok sentenció al borde del pánico.
—No te vas a... ¡Ahí va!
Minseok gritó al ver al animal correr desesperado en dirección a su habitación.
—¡Hijo de puta! —lo insultó y le lanzó su escoba, que obviamente no le atinó al ratón, pero casi le dio a Jongdae—. ¡A mi cuarto no!
Sin importarle las amenazas de Minseok, el ratón se escabulló dentro de la habitación.
Jongdae observó la habitación de Minseok y soltó un suspiro.
—Bueno, ya que, ahora es tu problema.
—¡Sácalo de ahí!
—Pero tu habitación está en el lado derecho —Jongdae señaló retrocediendo hacia su zona.
—¡Jongdae!
—¡Minseok!
—Eres un idiota, solo entra y mátala.
—¿Y qué gano a cambio?
—¿Qué quieres? —Minseok preguntó irritado mientras se bajaba de la mesa.
—Que cocines para los dos.
—Oye yo no soy un vago como tú, tengo que estudiar y trabajar.
Jongdae fue hacia Minseok y le pasó la escoba que había estado sosteniendo.
—Entonces mátala tú, o duerme con ella. Una vez escuché de un hombre a quien una rata le comió un dedo del pie mientras dormía.
Jongdae caminó lentamente a su habitación reprimiendo una malvada sonrisa. Minseok miró a su compañero y luego a la habitación.
—De acuerdo —masculló cuando Jongdae ya tenía su mano en el pomo de su puerta—. Pero solo la cena.
—Hecho —Jongdae se giró de inmediato, con una gran sonrisa, y regresó en sus pasos.
Se detuvo frente a Minseok y le sacó la escoba de las manos. Por un instante se perdió en esa inconforme mirada que siempre había despertado un molesto revoltijo en su pecho y su sonrisa se evaporó.
—Pero voy a necesitar que me ayudes —advirtió—. Toma tu escoba.
Minseok asintió a regañadientes, sabía que no podía hacerlo solo. Fue por la otra escoba y cuando se agachó para recogerla del suelo, algo voló sobre su cabeza. Imaginando que era el endemoniado ratón, Minseok empezó a saltar, gritando despavorido, pero resultó que solo era un calcetín.
Jongdae estaba doblado sobre sí mismo, sin poder parar de reír. Minseok no se detuvo a pensarlo y le lanzó un escobazo en una pierna.
—¡Maldita rata, tú también deja de joder!
—Oye, acordamos que no me ibas a golpear.
—Acordamos que no te iba a estrangular, cualquier otra forma de violencia o maltrato no fue discutida —Minseok aclaró, soltándole otro escobazo.
Jongdae levantó su escoba para evitar que continuara golpeándolo y de alguna forma el asunto se convirtió en una contienda de esgrima.
Corretearon uno detrás del otro por la casa y cuando Jongdae cayó al suelo, Minseok le sacó la escoba de la mano de un puntapié y le apuntó al cuello con al suya.
—Vamos —jadeó apartando la escoba y ofreciéndole su mano—, hay que matar a ese puto ratón.
Jongdae tomó su mano y se levantó del suelo. Fueron juntos a la habitación y cuando Jongdae cerró la puerta Minseok lo miró con confusión.
—Quita esa cara, no voy a hacerte nada —Jongdae murmuró—. Es solo por precaución, si se nos escapa vamos a tener que buscarlo por toda la casa como idiotas, es mejor acorralarlo aquí.
Minseok asintió.
—Cierra la ventana también.
Minseok hizo lo que le pidió y luego se giró para darle una mirada llena de desprecio.
—Y no creas que me das miedo, sé cuidarme bien.
Jongdae sonrió.
—Eso está más que claro, el único que corre peligro mientras vivimos juntos soy yo... y el ratón, me extraña que no lo hayas matado con tus gritos.
Minseok lo miró con enfado.
—¿Si estamos aquí para matar al ratón? —Jongdae preguntó mientras lo señalaba con su escoba—. Casi parece que me has traído para seducirme.
Minseok lo miró con el ceño fruncido.
—Ya quisieras.
—Ya quisieras tú —Jongdae replicó.
—¿No tienes suficiente con tu noviecita?
Mientras sus miradas se enganchaban, la sonrisa de Jongdae se ensanchó.
—No te pongas demasiado celoso, tengo suficiente para los dos.
—Que asco —Minseok murmuró—. Solo busca al ratón.
Se pusieron manos a la obra y después de un rato buscando, encontraron al causante del alboroto escondido en el armario. Básicamente la cacería consistió en Jongdae persiguiendo al ratón saltarín por toda la habitación mientras Minseok gritaba y saltaba de un lado a otro intentando alejarse.
Finalmente, Jongdae atrapó al animal en el cesto de basura de Minseok.
—¿Minseok? —lo llamó mientras observaba a la pequeña criatura.
—¿Qué?
—¿Cómo vamos a matarlo?
—No sé.
—Ven, mira qué lindo es.
—¿Cómo va a ser lindo?
—Ven, míralo.
—No lo vayas a soltar —Minseok advirtió acercándose con precaución.
Bueno, sí, debía admitir que era lindo, y el pobre estaba muy asustado.
—¿Y qué hacemos? —Jongdae insistió.
—No lo sé.
—¿Lo liberamos?
—Entonces volverá, o se meterá a la casa de alguien más. Hay que matarlo, aunque sea lindo, esas cosas son portadoras de enfermedades y plagas.
—De acuerdo, pero hazlo tú —Jongdae sentenció—, yo no tengo valor.
—¿Y si lo lanzamos por el balcón? —Minseok murmuró—. Podríamos fingir que fue su decisión.
—¿Hacemos una nota de su parte? —Jongdae preguntó ganándose una mirada—. ¿Y no irá a sobrevivir?
—No lo creo, son cinco pisos.
Fueron juntos al balcón y notaron, al abrir la puerta, que era una noche hermosa, fresca y llena de estrellas.
Jongdae lanzó al animal y ambos asomaron por la baranda, aunque a esa distancia ninguno pudo ver nada, solo pudieron suponer que el trabajo estaba hecho.
—Gracias —Minseok murmuró agradecido, mientras la brisa nocturna le revolvía el cabello—. ¿Y qué quieres para cenar?
Jongdae lo miró pensativamente.
—Cereal está bien.
Minseok rio suavemente y Jongdae lo observó, cautivado, de la misma forma en que lo había observado el día en que se había mudado al edificio, un par de años atrás. Ese día se habían encontrado en el pasillo, Minseok cargaba en sus brazos una caja llena con pequeñas plantas y lo había saludado, con una tímida y hermosa sonrisa que había tenido cierto efecto en Jongdae.
Y en cuanto al destino del joven y soñador roedor, sería hasta la mañana siguiente que Minseok descubriría la terrible escena estampada en el parabrisas de su propio auto.
⚡⚡⚡
Gracias por seguir aquí!
Estoy retomando esta historia, ignoren el retraso de casi un año y disfruten.
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