Chiste de Vampiro
Chiste de Vampiro
Las callejuelas de la antigua ciudad permanecían oscuras en aquella noche fría y nublada de otoño. La luna, un disco platinado y giboso, pretendía iluminar de algún modo los estrechos callejones en la urbe. Lejos del bullicio de las avenidas, allí donde se mezclaban el orín y el moho en las paredes empedradas de la calle Darkwitch, los bares, lugares hediondos a alcohol y a pecado, eran el refugio nocturno de la escoria de los suburbios.
Y justo al final de la estrecha y poco concurrida callejuela, -por oscuras razones- el paso apresurado y ruidoso del tren de media noche, interrumpía el silencio imperante en la zona y su silbato, chillido metálico altisonante, buscaba espantar todo aquello que osara asomarse fuera de los límites del cementerio al otro lado de las vías ferroviarias. Así pues, el horizonte nocturno, se adornaba con las negras siluetas de las cruces, los mausoleos y las esculturas de ángeles y demonios que se erguían silentes en el camposanto.
En la esquina de la calle Darkwitch, justo al extremo norte del edificio centenario de Ravenblood se encontraba una barra singular. Allí, los inadaptados sociales, todos aquellos desterrados del complejo de viviendas al otro lado de las vías del tren, se reunían para ahogar sus penas. Sus existencias malditas por la eternidad y su comportamiento inusual -más inusual de lo normal dentro de su naturaleza anormal- purgaban y expiaban sus crímenes en contra de la humanidad y de los desterrados hijos del paraíso terrenal en aquella esquina olvidada del pueblo.
La Prisión, como se le llamaba al bar, era el único sitio que podían frecuentar en la ciudad los entes sobrenaturales. Engendros del demonio marginados que no merecían el contacto ni la supervivencia con el resto de la humanidad. Los vampiros, hombres lobo, zombies, hadas negras y brujas eran los clientes asiduos de aquel lugar.
Dentro de La Prisión, un sujeto pálido y enjuto que vestía una opaca capa de terciopelo negro y cuello alto, sorbía lo último que quedaba de una copa antes llena con un líquido espeso y carmesí. Sus ojos rojizos y brillantes, cual granates relucientes, miraban al vacío mientras dejaba escapar un suspiro de resignación que dejaba entrever un par de colmillos alargados y blanquecinos.
En esos instantes la puerta se abría de par en par haciendo un ruido estruendoso. Dos seres alados, musculosos y ataviados cual soldados romanos imperiales traían a la fuerza a un sujeto con la boca ensangrentada.
—¡Te quedas aquí sentado Manfred! De aquí no sales hasta tu traslado—, decía con voz gutural y grave uno de los ángeles mientras tiraba al hombre ensangrentado en la silla vacía junto al pálido hombre de ojos rojos—. Conoce a Rupert. Es una sanguijuela maldita al igual que tu.
Rupert, miraba al recién llegado con ojos enormes y golosos. Se relamía al ver aquella cantidad enorme de sangre en el rostro del recién llegado, Manfred. Manfred, a su vez, se encogía temeroso y se echaba para atrás al ver el gesto canivalístico en el rostro de Rupert.
—¿Y tu? ¿De dónde has sacado tanta sangre?—inquiría con desespero y angustia Rupert.
—Ah, es eso... Te mostraré. Acompáñame a la ventana—. Ambos se dirigieron al enorme ventanal de arco francés a un extremo de la barra. Manfred prosiguió su relato—. Yo iba persiguiendo una muchachita que caminaba sola cerca del cementerio. Ella corría y corría y gritaba y gritaba. Saltó como toda una atleta la verja del camposanto y yo iba tras de ella a toda prisa. De repente ella calló dentro de una de las fosas abiertas preparadas para el entierro de algún miserable... ¿Y ves aquella muralla, junto al enorme mausoleo de mármol que está allá?
—Si, la veo.
—Pues yo no la vi.
***Entrada dedicada a WattVampiros creada para participar en el concurso de relatos cortos de la página. Je, je. Un chiste clásico de vampiros adornado con toques góticos nunca viene mal. Saludos LynnS13 que corre la página tanto en inglés como en español.
Tema: April's Fool.
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