"Parecía Una Tontería..."
Llevaba unos 2 años desde que descubrí que escribir es mi fuerte, mi aspiración, mi sueño, es mi deseo, necesitaba y necesito hacerlo para sobrevivir, y vivir con alegría... Párrafo tras párrafo, verso tras verso. Las letras se escribían solas mientras sólo pensaba en algo, en eso que quiero describir.
A veces eran las hermosas chicas que veía en el puente, o el precioso atardecer, una vez describí a mi madre, en otra ocasión a un amigo de la infancia... Mi hermano menor me decía qué podría escribir, me ayudaba muchísimo, y me hizo darme cuenta de que esto era lo mío. Es increíble como de cualquier objeto, persona o pensamiento podemos hacer un texto fuerte, que alguien más pueda leer y esté de acuerdo, o no. Esa libertad de expresión que nos otorga el simple hecho de saber escribir...
Hay tantas cosas por redactar, por plasmar en un papel con palabras, que ni siendo miles describen la idea a la perfección; pero todos admitámoslo, se nos es mas fácil escribir que decir, y por eso recurrimos a esto, y por esto lo hemos perfeccionado tanto al punto de ser un arte.
Como todo buen escritor tenía mis rachas en que me faltaba motivación, y solía aceptarlo, Ichimatsu me ayudaba a aceptarlo; me daba un descanso de unos días, semanas... Lo que necesitara, y después retomaba esta bella pasión. Eso era hasta que me atrapó la enfermedad del escritor, y por mucho descanso que tuviera, por muchas inspiraciones que hubiera, yo no podía escribir ni una estrofa. Esta catástrofe sucedió unas semanas antes del día del amor y la amistad, ¿Y cómo no desesperarme si había tanto material y no podía hacer nada?
Con esto tampoco quería salir de casa, estaba demasiado molesto conmigo mismo por no poder escribir nada, por ser un inútil como antes. Digo, vender mis novelas en la calle no me dejaba mucho dinero, pero era suficiente como para ayudar a mis padres y ahora ni siquiera podía hacer eso; además de la constante exigencia por parte de los pocos compradores que tenía, todo me hacía sentirme aún peor.
Comencé a buscar la causa, toda enfermedad la tiene; pero mientras más buscaba, más escondida ésta se hallaba. Me desesperaba, me cansaba, pero seguí buscando... Lastima que mi mayor apoyo ahora se había enojado conmigo, aún no encontraba una razón por su enojo, bueno, eso y que soy muy tonto.
Un día a solas con él fue cuando reaccione, oh, era un maldito idiota por no haberlo notado antes. Cuando ví sus ojos y pensé de aquella manera, no de la forma en que era, sino en lo que significaba para mí, fue que mi corazón dio tres vuelcos y se arrastró.
Estaba perdidamente enamorado de él, y ni siquiera lo había notado, o siquiera había pensado en aquello. Enamorado de quién jamás podría estar conmigo, y no por la distancia, o porque no me pudiese llegar a amar. Sino porque era y es mi hermano, mi precioso hermano, y eso era asqueroso... Según los demás.
¿Hacía cuánto tiempo él no dormía a mi lado en el futón? Ni siquiera lo había pensado por estar escribiendo o intentando encontrar la cura a mi mal, pero él era mi mal, mi bien; y yo de estúpido no lo había notado. Cuando me di cuenta me sentí un verdadero patán. Siempre Ichimatsu me daba ideas sobre qué escribir, fue quien me ayudó a comenzar con todo esto, fue quién me sacó de la mayoría de aquellas depresiones, y de alguna manera yo lo abandoné al empezar a vender mis novelas y a creer que era realmente bueno en esto. Lo fui haciendo menos y menos, y mierda, ya lo empezaba a extrañar como un maldito loco.
Sí, me había convertido en Alexander Hamilton, y por aquello casi pierdo a mi futura Eliza. Escribía todo el día, todos los días, ni salía, ni bebía con mis hermanos; Mi Ichimatsu se había molestado por ello y yo no me había percatado, normal que cuándo intenté arreglarlo, él estaba furioso conmigo y no quería ni verme.
Y ahí, en ese instante todo se detuvo, me faltaba el aire mientras mis mejillas se sonrojaban. Rápidamente sentí un latido fuerte, veloz. Me estaba quedando sin oxígeno y más cuando para no estar solo en ese cuarto conmigo se salió con Jyushimatsu.
—"Una disculpa" —fue lo primero que pasó por mi mente, y por primera vez agarré el papel con tanta desesperación. Preocupado porque aquel poema de clemencia en mente se me escapara, y no volviera jamás.
Así termine escribiendo un poema de 2000 palabras, no sé ni cómo sucedió, pero verso y verso fue surgiendo mientras sólo en mi mente estaba la intención de tenerlo de vuelta. Parecía una tontería, pero a Ichimatsu le gustan las tonterías, a Ichimatsu le gusto yo, o eso creo.
En ese momento ni me preocupé por estar enfermo, o no estarlo. Sólo pensé "¿Le gustará?", entonces lo pienso un poco, y ese era mi remedio, una idiotez no notarlo antes, ese niño bonito que tan huraño es, es quién me motivaba siempre.
Acabé el poema, lo perfeccioné después. Ya tenía un plan para dárselo, lo haría el mismo 14 de Febrero, y con un poco de suerte todo saldría bien. Jyushimatsu aceptó ayudarme, y yo estaba nervioso desde unos días antes, cuando aún era ignorado por Ichimatsu.
Las hojas tintadas con esa pluma, y una rosa que había comprado para aquel San Valentín fue lo que tenía en mano. Esperaba a que se dieran las 12 de la noche para poderle dar aquel presente, aquella muestra de que no lo olvidé por completo, de que había descubierto que él era lo que necesitaba para hacer lo que más quería en esta vida... No, que él era lo que más quería en esta vida.
Pero parece que lo único que se jodió no era solo mi relación con Ichimatsu, sino también mi paciencia. Cada segundo transcurría tan jodidamente lento que estaba siendo una tortura.
Las 11 con 58 minutos y 12 segundos, 11 con 58 minutos y 13 segundos, 11 con 58 minutos y 14 segundos, 11 con 58 minutos y 15 segundos y contando. Cada vez me estaba poniendo más y más nervioso, y todo porque le daría un poema de disculpa a Ichimatsu, espera, que no era sólo de eso, ¡TAMBIÉN ESTABA MI DECLARACIÓN!
Ya me estaba arrepintiendo cuando se dieron las 12 exactas. Por arte de magia Jyushimatsu llegó con Ichimatsu al puente donde lo había citado, se notaba de lejos que había venido a fuerzas, aún así note un pequeño sonrojo en sus mejillas cuando me vio. ¿Era porque hacía un poco de frío? ¿O porque yo estaba mucho más arreglado? Hasta día de hoy no lo sé.
Jyushimatsu escapó en cuanto él estuvo frente mío, yo sólo sonreí.
—Sé que es una tontería, pero no esperes más de un tonto como yo —empecé a decir, no lo había saludado si quiera, que tonto. Y mis manos ya estaban empapadas, aunque las mantenía escondidas detrás de la espalda de modo en que ni la rosa ni las hojas se veían.
—¿Por qué querías que viniera? —me preguntó él, se notaba molesto, y yo entendí perfectamente, sabía perfectamente por qué.
No dije nada. Sólo puse mis manos frente suyo, dándole todo mi ser junto aquellos pequeños e insignificantes obsequios, él me miró confundido —Dios, si él supiera lo tierno que se veía cuando me miró así— y tomó con sus frías y pequeñas manos mi regalo.
Ichimatsu comienza a leer, yo lo noto y siguiendo sus orbes calculo la parte en la que Ichimatsu va. Por el color de sus mejillas deduje también un poco, y por la posición de los dedos. Era muy fácil leer a este niño. Una hoja, dos hojas. Varias hojas más tarde estaba llegando al desenlace de aquel poema tan largo, yo vi claramente unas lagrimas en sus ojos, más me volteé para no incomodarlo.
—Perdón por no darme cuenta antes de algo muy importante —recito cuando siento que Ichimatsu va en aquella parte, y él se sorprende, supuse que acerté. Ichimatsu me pone atención, con su inexpresivo rostro, pero con aquellos ojos tan transparentes que hacían ver que estaba nervioso y emocionado a la vez, exactamente igual que yo—, por no darme cuenta de que eras y eres, probablemente serás mi musa, mi inspiración, y no sólo para escribirte, sino para vivir y amarte —terminé, y yo supe que no podía más, ninguno de los dos.
Su cuerpo temblaba, seguramente era por el frío, y yo lo abracé con tanta fuerza y cariño. Aquella frase final era la que describía todo, le decía que lo necesitaba. No me dijo nada con palabras, pero más que suficiente fue para ambos el beso que me dio en la mejilla. Yo le sonreí, él me lloró.
—Perdón por no darme cuenta del daño que te hice —me disculpé, ambos sabíamos que ya no era necesario después de todo ese palabrerío, aún así el me sonrío con esa sinceridad, que mi corazón explotó.
—Idiota —solamente me dijo. Vi aquellos cristales que derramaban agua salada y le besé en la frente, poco después le di un beso en los labios y ambos corazones estaban de más acelerados.
Nuestras respiraciones chocaban, ambos eramos bobos, inexpertos, pero de alguna manera aquel beso se sintió como el mejor, y era el mejor del mundo por mucho que alguien lo quiera negar— podría ser una tontería, pero sabes que amo las cosas tontas —me dice, su voz temblaba pero ignoré aquello, sólo me concentré en lo que dijo, y es que yo no entendía ni entiendo como este chico me puede volver tan loco.
—Espero y no te moleste que me robé tu primer beso —le susurré, acariciándole sus labios tan hermosos y gorditos. Sus mejillas pálidas se transformaron en rojo y yo me reí. No recuerdo mucho después de eso, sólo sé que ambos salimos a pasear un poco. Había muchas parejas por todos lados y nosotros no eramos una excepción.
Cuando llegamos a casa Jyushimatsu nos sonrió. Él sabía con mirarnos que era lo que sucedía entre nosotros, y yo confíe en él al decirle todo este tema.
Meses después empezamos a salir formalmente, yo estaba mucho más feliz y él también. Él conservaba aún un poco de su lado depresivo, bueno, son cosas que jamás se quitan, además de que es casi parte de su personalidad, pero cada día que salíamos se veía mucho más feliz y brillante.
Todo esto era un secreto para nuestra familia, ambos, él y yo habíamos decidido dejarlo así hasta tener trabajos —poco después conseguí uno y todo fue un desastre con nuestros padres...— todo estaba bien, era nuestro amor.
Nuestro y de nadie más...
Cada día yo lo veía, es tan precioso que yo ahora no podía dejar de escribir sobre él. Se halagaba de mis poemas, con mis novelas que escribía inspirado en él. Sí, él siempre fue mi musa y yo nunca lo note. ¿Cómo fue que de un día a otro este niño tuviera mi corazón a su merced? Tampoco lo sé, y pienso que quizás no fue de un día para otro, que ya estaba desde mucho antes...
Fui creciendo, fuimos creciendo, y ambos estabamos mucho más seguros de querer seguir con este tipo de romance, aunque fuese raro o enfermo, aunque fuese una ilusión, o aunque pareciera una tontería. Seis años de noviazgo, una vida por delante y nuestro futuro compromiso...
Sí, todo empezó como una tontería, ¿pero saben qué? A nosotros nos encantan las cosas tontas, y por eso es que él se enamoró de mí, y yo de él, y es por eso que yo no puedo hacer nada sin su compañía...
Él siempre será mi musa...
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro