Beso #2
Espero que les guste~
Nota: Algo corto después de tanto tiempo ^_^
Después de su acción producida por un momento de debilidad, decir que Uzi estaba avergonzada era quedarse corto. Tenía tantas ganas de meterse al pozo más profundo que pudiera encontrar y enterarse en nieve para no volver a mostrar la cara pero esa idea se le estaba haciendo difícil de cumplir, principalmente por los firmes brazos que la rodeaban.
-Suéltame- murmuró sin hacer amague luchar, muy consiente de que su fuerza de robot obrero no era nada comprada con la fuerza del robot asesino.
-Nop~- el beso pareció llenar a N de confianza repentina y desvergonzada, haciendo que actúe como el maldito necesitado que realmente era, abrazándola en cada oportunidad que tenía e ignorando todas las quejas con una sonrisa enorme.
-Suéltame o te arrancó la cola- la cual no necesitaba ver para saber que se estaba moviendo con ánimo, como la cola de los animales que había visto en las películas.
-No lo harás~- estaba segura de que su sonrisa solo se estaba agrandando, creído y confiado de que ella no le haría daño. Tenía el razón, el muy maldito.
-...bite me...- gruñó entre dientes. Estaba dispuesta a nunca decirlo en voz alta pero no podía encontrar en sí misma algún gramo de arrepentimiento. Le gustaban los abrazos, incluso si fingía que no, y su parte favorita era poder pasar sus dedos por el cabello sintético blanco con la excusa de que él exigía cariño.
-¡Si, señora~!- se sobresalto, un rubor intenso y brillante apareciendo bajo sus ojos violeta en su visor al sentir una mordida juguetona justo en su hombro.
-¡Oye, tu...!- logró voltearse, todos sus planes de insultarlo de todas las maneras que se le venían a la mente muriendo cuando él empezó a repartir rápidos y suaves besos por todo su rostro, su agarre sólo haciéndose más cómodo para adaptarse a la nueva posición. Era un abusivo, uno dulce y adorable a pesar de haber sido construido para destruir.
-Hey, Uzi~- se detuvo solo para canturrear con una sonrisa suave y tan llena de cariño que la hacía temblar ligeramente. Hizo un puchero, avergonzada, tomando las mejillas ajenas para acercarlo y darle un beso directo solo para poder borrar esa absurda sonrisa que se negaba a decir en voz alta que adoraba pero lo único que consiguió fue el efecto contrario, su sonrisa agrandándose antes de inclinarse para un nuevo beso que ella permitió con gusto a pesar de fingir que lo hacía a regañadientes. Se sentía rara y como una tonta pero era una adolescente angustiada que se había enamorado de un robot asesino, eso era un enorme cliché.
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