Aislada
Espero que les guste~
Nota: Este es el primer AU de esta serie que escribo y tengo que decir que estoy emocionada
Nota-2: No vi nada de esto en ningún lado, así que supongo que me lo invente ^_^
Nota-3: ¡Ámenme, no tarde tanto en actualizar esta vez! xD
Uzi tenía 6 años cuando su madre murió y no tardó mucho en estar en desacuerdo con la obsesión de su padre por las puertas que se suponían que debía mantenerlos a todos a salvo de un peligro que los adultos se negaban a revelar por el momento. En su nuevo cuarto, cambio los colores con los que su madre la solía vestir y se quedo con el negro, usando el gorro que había encontrado entre sus cosas antes de que su padre lo guardara todo bajo llave.
Tenía 7 años y básicamente, vivía sola, porque su padre siempre estaba demasiado ocupado como para siquiera intentar pasar algo de tiempo con ella. Verlo tan alegre, dispuesto al parecer al olvidarla a ella y al recuerdo de su madre, fue el comienzo de su odio hacia él.
Tenía 8 años y el techo de su habitación ya estaba mayormente lleno de dibujos hechos con tinta negra, luciendo trazos bruscos y apurados, de cosas sin sentido que se le venían a la cabeza cuando estaba en modo reposo. Sus teorías conspirativas empezaron allí y aunque estaba muy consiente de que le faltaban grandes piezas, estaba contenta de tener algo que hacer.
Tenía 9 años y se había estado sintiendo rara durante meses, como si algo en su interior se removiera en amenaza de romperse en cualquier momento pero sin importar cuantos auto diagnósticos se hiciera, nada le decía cuál era el problema. Unos meses después, cuando estaba siendo molestada por un adolescente aburrido de todo, ese algo se rompió luego de un empujón que la mando al suelo y un extraño símbolo violeta apareció alrededor del cuello ajeno para retorcerlo, un sonido fuerte resonando en el pasillo y el adolescente cayendo, sin moverse. No necesitaba verse al espejo, podía sentir el cambio en su visor y supo que había sido su culpe pero a pesar de sentirse mal y esperar consecuencias, nadie pareció importarle su muerte y nunca se digo nada sobre eso. Estaba agradecida y con eso, se dispuso a practicar el control de sus nuevos poderes, intentando investigar de donde venían.
Tenía 9 años y medio cuando cayó inconsciente, despertando quien sabe cuanto tiempo después y aunque aún estaba dentro de su cuarto, no pudo evitar jadear con horror ante el cadáver apenas reconocible. Sintió náuseas y terror cuando noto sus manos manchadas de aceite, una sensación que solo se hizo más fuerte cuando noto el sabor persistente en su boca y sintiéndose extrañamente llena. Ahí fue cuando decidió que era peligrosa y junto todo lo que pudiera necesitar para irse. Nada la detuvo, odiaba a su padre, odiaba a su compañeros y odiaba estar encerrada sola, así que se de fue y no miro atrás.
Camino por días quizás, luchando contra la ventisca y aprendiendo en el camino que el sol ahora la quemaba, teniendo que pasar horas bajo la sombra para poder continuar su viaje de noche. Se hundió muchas veces en la nieve pero de alguna manera, llego al bosque, encontrando una especie de estación abandonada en lo más profundo y relativamente oculta. Tenía pequeños insectos metálicos que se movían de un lado al otro y cadáveres de obreros cubiertos de polvo pero llenos de aceite. Tardo unos meses en hacer que todo fuera más habitable y logro cubrir las ventanas, un par de semanas más para tener algo de electricidad.
Tenía 10 años y estaba sola mientras se retorcía con dolor, su visión borrosa y llena de advertencias difíciles de leer, pudiendo sentir casi como algo en ella se desgarraba y se rompía. Obtuvo unas alas de aspecto extrañamente orgánico y una cola que parecía tener una cabeza con múltiples ojos violeta en el final.
Tenía 11 años y había logrado establecerse más o menos un horario de hambre, uno que siempre dependía de cuanto de su poder usaba. Se sentía mal consumir aceite pero se esforzó por hacerlo y no olvidarse nunca, estaba lejos de los demás y aun así, no quería entrar en un frenesí de matanza.
Tenía 12 años cuando se animo a probar sus alas. Tropezó, cayo muchas veces de cara en la nieve, pero después de muchas maldiciones y demás, logró mantenerse en el aire. Tardó unos días más en poder volar como se debía y aun así, choco contra un árbol. Le dolió y se rompió su visor, así fue como descubrió que sus nuevas habilidades podían curarla.
Tenía 13 años y había salido del bosque solo para robarse todo lo que pudiera, usándolo para actualizar un poco su escondite y hacerlo más cómodo. Ahora tenía señal y calefacción, eso es un gran avance.
Tenía 14 años y no se arrepentía de su decisión, disfrutando de la paz que nunca había sentido cuando estuvo rodeada de obreros. El rostro de su padre esta mayormente oculto en lo más profundo de su mente, con el resentimiento y odio encima, tirado junto a los rostro de sus compañeros de clase y de los pocos obreros que conocía. No piensa mucho en ellos, lo único que si hace es ver la foto que se robo de entre las cosas de su padre y seguir adelante.
Todo a partir de allí se siente casi normal, la soledad no le molestaba y aunque estaba segura de lucia como toda una loca hablando en voz alta consigo misma, nadie era testigo de su loca esquizofrenia, así que todo estaba bien.
Cumple 15 años y decide que estar encerrada no es lo que quiere, así que decide salir. De alguna manera, tiene un mapa en su mente, así que no se pierde a pesar de no estar prestando real atención pero puede sentir algo diferente y cuando se detiene a escuchar con atención, ahí es cuando puede notarlo.
Se escuchan pasos ligeros y apenas amortiguados por la nieve que cubre el suelo, eso hace que se ponga tensa pero se queda muy quieta, sin querer hacer mucho ruido y solo cuando los pasos se escuchan lo suficientemente cerca, se voltea.
Siendo sincera, nunca espero encontrarse con alguien más, porque aun no sentía la necesidad de dejar su lugar seguro y atravesar por el bosque, así que grande fue su sorpresa cuando se encontró con unos ojos amarillos brillando en medio de la oscuridad del bosque. Se esta asomando por detrás de uno de los arboles y parece tener un extraño adorno color amarillo brillante en su cabeza.
-¡¿Quién rayos eres tu?!- Uzi se negó a ser cobarde, aunque los nervios de haber estado sola y sin ningún tipo de contacto todavía estaban allí, abriendo sus alas en un intento de verse amenazante. Estaba dispuesta a defenderse y matar al desconocido, quien ahora que esta saliendo de su improvisado escondite, puede notar que es más alto que ella. -...te odio...- gruñó ante su pequeña contextura, maldiciendo a la suerte y a quien los había diseñado.
-Oh, Biscuits...- lo escucho jadear y antes de que ella pudiera reaccionar, el otro ya estaba frente suyo, un grito ahogado saliendo de su boca cuando sintió manos bajo sus brazos y fue repentinamente alzada. Se sentía extraño, no había sido alzada desde la muerte de su mamá. -...¡Eres adorable~!-
-¡N-No lo soy!- chillo, sintiéndose avergonzada, acurrucando sus alas contra su espalda y agitando la cola con nerviosismo.
-Si lo eres- la sonrisa ajena solo se agrando, mirándola con tanta adoración que no sabía que hacer. Nadie la había mirado así, nunca. -Eres tan pequeña y linda...- sus ojos se desviaron y de aluna manera, su adoración solo creció. -...también tienes cola~- la soltó solo para agarrar su cola, viendo la extraña cabeza de muchos ojos que tenía. Uzi solo podía mirarlo con confusión, sintiendo el toque amable ajeno, y abriendo la boca de esa extraña cabeza, más confundida al escucharlo reír. -Tiene pequeños dientes~- sonrío. -Yo solo tengo una ajuga- y de repente, Uzi ver algo agitarse frente suyo, parpadeando con sorpresa.
-Wow...- tomo la cola ajena, cautivada por el color amarillo y la agita ligeramente, viendo con curiosidad la punta de la ajuga, preguntándose que podría hacer a parte de apuñalar a alguien y que efectos tendría esa cosa amarilla.
-No, no, no- hay manos encima de las suyas de repente y alza la vista para encontrarse con los ojos amarillos ajenos, confundida. -Son Nanobots, no puedes tocarlos sin que te destruyan- su sonrisa es amable igual que su toque y Uzi solo puede verlo, disfrutando internamente del primer toque amable que a tenido en mucho tiempo.
Es raro pero de una buena manera.
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