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Aceite #2

Espero que les guste~

N se quedo sentado, sin mucha energía por el momento para moverse, aunque preocupado. Uzi se había ido con su arma en manos, luciendo demasiado decidida para su gusto y tenía una mala sensación. No quería que ella hiciera algo extremo o que no quisiera solo para alimentarlo, cuando él mismo había decidió no comer pero no tenía la suficiente fuerza como para seguirla y quizás detenerla.

Se animo ligeramente al escuchar pasos que se acercaban, su preocupación en aumento al ver que ella tenía un bolso, uno que parecía tener muchas cosas de gran peso por el sonido que hizo cuando lo dejo en el suelo.

-¿Estás bien, Uzi?- pregunto, viéndola rebuscar algo dentro de aquel bolso, aliviado al no notar ningún tipo de herida en ella.

-Por supuesto que si...- se levanto, un sonido extraño resonando por el lugar, ella sosteniendo algo que no podía ver muy bien. -...no hice ninguna tonteria- se le acerco y para su absoluta sorpresa le extendió una taza llena de aquel liquido que hizo que se le hiciera agua a la boca sin poder evitarlo. Era aceite y mucho. N dudo mucho, solo tomando la taza ante la mirada fija e insistente de ella, mirando fijamente el liquido, sin saber como sentirse por aquello. No había tantas posibilidades de como ella lo había conseguido y las que se le estaban viniendo a la mente lo llenaban de pavor pero no sabía como preguntarle sin molestarla más de lo que ya había hecho. -No mate a nadie, si eso es lo que te preocupa- bufo, algo divertida en realidad ante la expresión en el rostro ajeno, especialmente cuando él se volteo a verla con los ojos bien abiertos. 

-Entonces, ¿Cómo...?- hizo un gesto hacia la lata que tenía entre manos, confundido. No creía que Uzi fuera tan lejos como para matar a uno de suyos, especialmente cuando la había visto luchar en un intento de protegerlos, pero la taza llena hasta casi el borde que tenía entre sus manos planteaba algunas preocupaciones que no lo dejaban en paz.

-La colonia tiene un cuarto entero lleno de aceite para emergencias- se encogió de hombros. -No lo hemos usado mucho, especialmente porque todos allí son unos inútiles que ni siquiera hacen un esfuerzo, pero aun esta allí y bien abastecido, así que les robe lo que pude- ninguno había estado muy feliz de verla y se había encontrado con la mirada llena de decepción de su padre a la que estaba tan acostumbrada pero solo les mostro el dedo medio y los ignoro, centrándose en meter todo los frascos llenos de aceite que podía en su bolso y volver lo más pronto posible antes de que su amigo se sobrecalentara o algo así. -Sé que no debes comer tan seguido, así que creo que eso podría durar un tiempo...- señalo el bolso. -...y si necesitamos más, puedo volver a robarles, ninguno de esos tontos lo va a necesitar- miro de reojo al asesino, quien miraba fijamente su taza, obviamente hambriento. -Si no te lo tomas, te obligare-

-¡Si, señora!- su voz lo sorprendió, demasiado distraído. Dudo un poco más pero sintiendo la mirada fija de ella, decidió llevar la taza a su boca y beber. Intento hacerlo con moderación y educación pero apenas algo del aceite llego a su boca, se volvió un poco desesperado, las esquinas de su boca abriéndose más de lo que quería como cuando estaba casando y algo de aceite se escurrió, Uzi mirándolo en silencio y con algo de alivio. Cuando N termino, no pudo evitar suspirar de alivio al estar satisfecho, su sistema analizándose a si mismo y las alertas que lo habían acosado tanto los últimos días desapareciendo al fin.

-Gracias, Uzi- la miro, sonriendo, ignorante por completo de lo manchado que ahora estaban sus mejillas y barbilla.

-De nada- alargo su mano antes de pensarlo y lo paso por las mejillas ajenas. No podía limpiarlo pero fue divertido ver los ojos bien abiertos y el rubor amarillo aparecer, recién dándose cuenta de lo sucio que estaba. -Si vuelves a hacer algo como esto, te volare la cabeza con mi arma- lo miro, sonriendo apenas solo cuando lo vio asentir. Rodo los ojos ante la mirada fija de aquellos ojos amarillos y termino por suspirar, abriendo los brazos, chillando cuando él se lanzo de repente para abrazarla. Su espalda choco contra el piso, con N encima y apretándola en un firme abrazo de oso. -¡No ensucies mi ropa!- a pesar de su queja, se estaba riendo ligeramente, aferrándose a él con fuerza y hundiendo su propio rostro en el hombro del asesino, aliviada de que estuviera mejor ahora.

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