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Capítulo 9

—¡No puede estar aquí!—ese grito sobresalta a todos los profesores dentro de la sala.

La discusión ya está fuera de control, cada uno de los presentes tiene una opinión sobre el asunto y la comentan sin ningún orden o moderación en sus voces.

La reunión que apenas lleva 15 minutos ya es un completo caos.

El director Lakaios les comentó la llegada de la nueva alumna, a pesar de que ha pasado tan solo una semana desde el escándalo provocado por la chica de cabello morado, los profesores aún siguen molestos por la falta de aclaración al respecto.

No les costó nada relacionar el caos con la nueva estudiante que, sin examen de admisión y a medio año escolar, ha decidido querer entrar.

—Esa niña está fuera de nuestras capacidades, no podemos aceptarla por la protección de todos en esta escuela. — dice el profesor Colonomos, luego de callar a todos con su grito.

—Estoy de acuerdo. Director Lakaios, esa chica, ella...Con su poder, no es nada bueno, es demasiado para que podamos controlarlo.—comenta otra profesora apoyando al porfesor Colonomos.

Los profesores siguen debatiendo mientras que el director se mantiene atento a sus comentarios, sus gestos y sus respiraciónes. Todos tienen miedo.

"Profesores"

Los interrumpe sin abrir su boca. Todos los presentes callan al sentir la calidez de la voz del director, una calidez tan familiar para cada uno de ellos.

Todos lo observan.

—Sé que tienen miedo, su poder es realmente grande pero no hay diferencia con otros estudiantes. Ella quiere aprender a controlarse, ella logrará hacerlo al igual que todos los que están aquí. Pero necesita de nuestra ayuda. Ella ha vivido su vida entera escondida, huyendo y evitando usar este poder sin siquiera tratar de entenderlo o controlarlo.—se detiene un momento, observándolos un poco, sintiendo como su miedo y fastidio no disminuye del todo, están listos para refutar, para seguir negándose. El director respira un poco y mira la ventana un segundo.

— ¿Recuerdan el miedo que sentían cuando eran pequeños? ¿Cuándo los primeros brotes de poder comenzaron? Ese miedo a ser juzgados por los humanos, ese miedo por lastimar a los demás, ese miedo a sí mismos. Ustedes saben perfectamente lo que nuestra raza ha vivido. A pesar de que ha mejorado todo, saben perfectamente que un MUNIS allá afuera no es realmente aceptado, mucho menos uno que no puede controlarse. Ustedes lograron hacerlo y hoy en día les enseñan a otros a hacer lo mismo. No es diferente con ella.

— Lakaios. —lo interrumpe el porfesor Areleous, que durante toda la discusión se había quedado callado, con expresión cansada gracias a su edad, mientras fumaba un viejo poro. — Durante la enseñanza, los estudiantes pierden el control, es normal, por veces su poder es más grande que ellos y su inconsciente termina por controlarlos. El daño causado por estos descontroles nunca han llegado a ser tan graves. Esta chica tiene el poder para destruirnos con solo pensarlo. ¿Realmente piensas que será menos peligroso tenerla aquí que estando oculta como lo ha estado todos estos años?

—¡Exactamente, ella no debería de estar aquí! ¡Estaríamos realmente locos si siquiera lo consideramos!—grita el profesor Colonomos, sin siquiera dejar que el director abra la boca para contestar la pregunta del profesor Areleous.

Un ruido los hace a todos voltear la cabeza hacia las grandes puertas del salón.

La pared empieza a desaparecer al igual que la puerta, dejando ver a una nerviosa chica moviéndose de un lado al otro.

Los profesores voltean nuevamente hacia el director, confundidos y algo furiosos. Todos notan que sus ojos tienen un brillo morado opaco.

Los deja sin palabras, ya que por muy absurdo que parezca ninguno de los profesores imaginaba que la causante del gran escándalo era una niña, solo eso, una niña como cualquier otra.

"Athea"

La chica del otro lado de la puerta voltea a ver, un escalofrío la hace temblar al escuchar su nombre rebotando en su mente.

Un llamado tan efímero e irreal que si no supiera lo que son los mensajes mentales, juraría que hubiera sido solo su imaginación.

—¿Qué ocurre?—pregunta Adonis, aun sin la valentía de aparecerse.

—Creí...—dice Athea, viendo a un punto fijo en la puerta.

Cuando Athea mira fijamente a los porfesores ellos se sobresaltan un poco, al ver sus morados ojos resplandeciendo gracias a la luz que atraviesa la ventana que está a su lado. Pero aunque los profesores la miran ella no a ellos. Ella ve una inmensa puerta y nada más.

—Creí sentir...nada, estoy demasiado ansiosa, eso es todo. — dice la chica antes de volver a caminar de un lado al otro.

Mientras que, dentro de la sala de reuniones un silencio helado los cubre a todos.

Los profesores, al ver a la chica comprendieron la necesidad que ella tiene por recibir ayuda.

No solo vieron su cabello morado, sus ojos del mismo color o la tremenda cicatriz que cubre la mayor parte de su rostro, sino que el director Lakaios les hizo ver un recuerdo.

El recuerdo del director entrando a salvarla de ese sótano escondido. Les hizo sentir el dolor de su cuerpo y mente al verla en ese estado. El miedo de cada descontrol, la tortura de vivir consigo misma. Les hizo ver lo suficiente como para que comprendieran lo que ha vivido.

Pero no solo eso, sino que Athea, inconscientemente les ha hecho sentir su determinación por aprender, su lealtad hacia el director y su ambición por ayudar a cada uno de los estudiantes que saben bien que pueden superarse.

Athea, sin que el director lo planeara, fue realmente el punto clave para convencer a cada uno de los profesores.

Las paredes volvieron a aparecer, los profesores se quedan en silencio por unos segundos, acostumbrándose a las nuevas sensaciones recibidas.

—Supongo que la votación es unánime.—habla el director poniéndose de pie, abotonando su viejo saco azul.

Nadie dice nada, pero todos están de acuerdo. Tienen miedo, pero confían en el director. Todos piensan, sin desear admitirlo, que ellos aprenderán también muchas cosas de ella.

Las puertas de la sala de reuniones comienzan a abrirse frente a mí.

Por reflejo me hago desaparecer, no logro pensar lo suficientemente rápido como para teletransportarme hacia mi habitación, así que me quedo ahí parada, reteniendo la respiración.

Los profesores salen de dos en dos, frunzo el suelo al ver sus caras de sorprendidos, buscando algo al salir, como si se hubieran dado cuenta que yo he estado aquí y se sorprendan al ver que ya no lo estoy.

Me quedo viéndolos caminar por el largo pasillo, inquieta, sin tener el valor de leer sus mentes para saber cuál fue su decisión.

Me concentro tremendamente en no caer en la tentación cuando una voz me hace sobresaltar.

— Athea. — por el susto mi invisibilidad desaparece.

Cierro los ojos maldiciendo por haber sido tan estúpida.

Volteo a verlo aun con los hombros arriba y una mueca.

—En mi defensa no podía quedarme en mi habitación pero no escuché nada, lo prometo, puedes comprobarlo si quieres, aunque antes que lo hagas déjame mentalizarme que entraras ya que aún duele cuando lo haces y se siente raro.—digo súper rápido y cierro los ojos esperando que lea mi mente.

Pero al pasar los segundos no siento nada.

Abro mis ojos notando que me mira serio, mucho de hecho y no puedo evitar ponerme realmente nerviosa.

—No me aceptaron.—susurro y mis hombros caen—Pero...pero.. yo, lo que hice, no lo quise yo...no lastimé a nade, pude hacerlo y no lo hice, me controlé, no hice nada malo, yo...yo realmente quería...—muerdo mi labio inferior y mi vista cae al piso. Por mucho que odie siquiera admitirlo para mi misma me siento decepcionada.—Iré a recoger mis cosas y me iré por la mañana.—digo empezando a caminar hacia mi habitación.

Pensando en toda la información que obtuve estando aquí y en que es lo que haré a continuación. 

Otra huida, otro lugar en una lista interminable. 

Pero su risa me hace parar.

Me volteo a verlo confundida. Una enorme sonrisa se deja ver, confundiéndome aún más.

—Los impresionaste Athea, realmente lo hiciste. — dice y sus ojos se hacen chiquitos por su risa que aún no para de salir de sus labios. Coloca sus manos en sus bolsillos y me mira relajado.

— Aguarda. — lo paro levantando mis manos y apartado mi cabello de la cara. —¿Qué?

—Empiezas mañana. Bienvenida al Colegio Eiren.

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