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Capítulo 44

Mucha información, había entrado demasiado información en mi cerebro y a pesar de que a pasado un par de días desde la noche que pasé en el cuarto de Athea aun así no he logrado procesar nada.

Es una gran mezcla de sentimientos y aún no logro que mi energía se tranquilice lo suficiente como para poder conectar la información que la chica me ha dado.

Lo peor, es que, por alguna razón, siento que necesito hablar con ella, pero ella parce querer evitarme a toda costa.

La pregunta aquí es, ¿podré encararla, cuando finalmente logre que me preste atención ¿lograré decirle lo que pienso?

A mi mente vienen la conversación con Gea y el peso sobre mis hombros parece crecer y crecer más.

Sé que tengo que explicarles lo que Athea me ha compartido, pero eso significa explicarles lo que viví con mi madre y aún no estoy listo.

Giro nuevamente por el pasillo decidido a encontrarme con Athea, pero por desgracia es con un pelinegro con chaqueta amarilla que se hace presente.

Eneas está frente a una ventana. Observa a lo lejos y por algún motivo mi energía se hace completamente negativa.

Me acerco a él molesto y lo obligo a que me mire.

—Dime cuál es tu relación con Athea.—mis palabras salen de mis labios tan rápido que yo mismo me sorprendo.

La sonrisa de Eneas me irrita más.

—No te queda el papel de novio celoso.—me molesta y mis venas empiezan a ponerse amarillas.

—Deja las bromas. Has estado detrás de Athea desde el inicio, como si la conocieras, como si quisieras revelar algo de ella. ¿Qué sabes?

—Bueno, bueno...—Eneas pone sus manos sobre las mías, haciendo fuerza para que yo quite mi agarre, sus ojos se vuelven negros, me quejo un poco al sentir como empieza a absorber mi poder.— Tienes que tener un poco de cuidado Bemus, quieres saber cosas que son más grandes de lo que piensas. Es mejor que te quedes fuera, tú y tu grupito de amigos no podrían soportarlo. En vez de estar tratando de averiguar algo que no podrás aguantar mejor cuida tus amiguitos, que como tú, están haciendo preguntitas que no les incumben.

Eneas me empuja, limpia su chaqueta y camina por el pasillo luego de mirarme furioso.

Veo como cruza en el pasillo.

Miro la ventana frente a mí con la respiración agitada, me acerco a ella y confirmo lo que sospechaba, Athea está caminando con Adonis en el jardín, bajan de la colina con la intención de entrar al colegio.

Miro el pasillo por donde se fue Eneas, camino hacia el mismo camino, estando seguro de que al encontrarme a Athea, el chico de chaqueta amarilla estará cerca.

Miro el gran edificio que es el colegio y no puedo negar que es bonito.

Lakaios siempre ha tenido buen gusto no puedo negarlo.

—¿Hablarás con él?—volteo a ver a Adonis, está acostado en la grama a mi lado, con sus manos debajo de su cabeza y los ojos cerrados.

El directo ha estado ausente, pero según dicen volverá esta noche.

Y aunque me alegra que vuelva siento que las noticias que traerá no son las que quiero.

También sé que sabrá que intenté irme. Estará furioso, luego de prometerle que no intentaría nada cuando él estuviera fuera sé que estará furioso.

—No lo sé, siento que no tengo energías para nada hoy.—digo y no miento, Adonis lo sabe bien.

Mi cuerpo se ha sentido cada vez más débil, una debilidad que mi cerebro no logra procesar bien.

Adonis está nervioso por eso, porque mis fuerzas para esconder mi poder están casi al límite.

Miro el cielo una vez más notando que está empezando a oscurecerse. Una brisa me hace ver los árboles, me erizan la piel y me empieza a dar escalofríos.

—Tengo un mal presentimiento. Algo no está bien, siento que algo no está bien.—digo

La mano de Adonis toca la mía, y yo me sobresalto.

Se ha sentado, se ha acercado a mí y mira nuestras manos entrelazadas con el ceño fruncido.

—Estas helada.—dice y yo miro nuestras manos.

—Algo no está bien.—digo volteando a ver el colegio.

Mis ojos chocan con unos profundos ojos negros que nos observan desde lo alto del colegio,en una de las ventanas del tercer piso, pero tan rápido como mis ojos hacen contactos, estos desaparecen.

—Entremos, ya pronto será hora de cenar.—dice Adonis, pero es su cuerpo el jala el mío.

Caminamos por los pasillos aun con las manos entrelazadas.

Los alumnos, aunque siguen observándonos un poco, ya parecen más acostumbrados con nuestra presencia. Es un alivio, ya que sus pensamientos hacia nosotros ya son más tranquilos.

—Athea.—la voz de Eneas me hace voltear a verlo, ha cruzado por un pasillo y ha llegado justo enfrente de nosotros.—¿Podemos hablar?

—¡Athea!—el grito de un rubio y sudado chico hace que las pocas personas que están en el corredor volteen a vernos.

Bemus ha aparecido detrás de Eneas, su respiración está agitada, parece que corrió hasta nosotros.

Mi ceño se frunce sin entender la repentina aparición del rubio. La presencia de Eneas no es novedad, cuando venga Lakaios hablaré seriamente sobre el supuesto guardaespaldas que me ha puesto, que muy discreto no es.

Pero Bemus, su mirada es de desesperación, como si necesitara decir algo con tanta fuerza que no sabe si podrá hacerlo.

—¿Quieres cenar con nosotros?—le pregunta de Bemus me sorprende y, hasta Eneas lo voltea a ver con cara de incredulidad. Bemus mira a Eneas y rápidamente se corrige.—Me refiero, conmigo y... Mis amigos Neo, el pelirrojo ¿sabes? Lo ayudaste en la cocina hace un par de días y Talia, la chica de trenzas, la de las clases en el patio y...

—Si sé quienes son tus amigos Bemus.—lo paro, pensando que si no, el continuará con su larga explicación.

El chico trata de respirar con tranquilidad asintiendo hacia mi comentario.

—¿Quieres...? ¿Puedes...? Por favor...—Adonis aprieta mi mano como dándome a entender que el chico realmente está desesperado.

Pero, a pesar de que este tipo de situación me divertiría o me daria risa, hoy simplemente no me llama.

—Yo...—digo y mis ojos van a dirigirse a los de Eneas, pensando que él podría ayudarme a salir de esto, pero Bemus se pone enfrente de él, tapandolo de mi vista.

—Por favor...—mi ceño se frunce, pero mi cuerpo se mueve solo y asiente.

Bemus suspira con alivio y señala el pasillo frente a nosotros.

Adonis, Bemus y yo empezamos a caminar.

Cuando ya vamos a la mitad del pasillo volteo a ver a Eneas, recordando que el queria decirme algo, pero él ya ha desaparecido.

Mi corazón palpita a mil.

Cuando seguí a Eneas no imagine que mi cuerpo reaccionaria de esa manera y mucho menos pensé que Athea escogería seguirme y no a él.

Athea siendo muy curiosa y Eneas siendo bien insistente no intentaron hablarse.

¿Habrá pasado algo entre ellos?

Otra pregunta que se suma a la larga lista.

Me reprendo a mi mismo, porque no tendría porque estar pensando en esto sino en que les diré a los chicos, luego del incidente de esta mañana el cual no he podido aclarar cuando llegue con nada menos que la causante del problema inicial.

No entiendo por qué, pero invitarla a cenar fue lo primero que se me ocurrió para alejarla de Eneas.

Él realmente no me da buena espina. Estoy seguro de que es sabe sobre Athea y quiere aprovecharse de eso.

Entramos a la cafetería y empiezo a ponerme nervioso, no he volteado a ver a la chica de cabello morado, pero parece que no está muy enfocada. Parece distante y ni siquiera Adonis ha hablado.

Localizo la mesa y veo que todos están sentados. Con cada paso mi cerebro empieza a idear un plan, algo que decir, pero nada parece ser lo indicado.

Casia es la primera en notarnos, noto que le da un codazo a Neo, que esta pendiente de lo que Talia le dice y los tres voltean a vernos.

Me miran entre confundidos y sorprendidos y mi mente se queda en blanco.

Gea es la última en vernos que parece más desconcentrada que nunca, pero también veo miedo en sus ojos.

Mis manos sudan y cuando veo a Athea noto que no ha despegado la mirada del frente, no mira a nadie, solo tiene los ojos abiertos y ya.

—Chicos...—mi boca se abre cuando ya estamos frente a la mesa.

Casia no aparta los ojos de Adonis, noto que se ha puesto nerviosa y las palabras de Eneas aparecen en mi mente

"Cuida a tus amiguitos, que como tú, están haciendo preguntitas que no les incumben"

¿Será que...?

Una energía furiosa hace que mis ojos se cierren con un poco de dolor, veo a Neo que me mira furioso, él no entiende que pasa, pero la mirada de Gea no pasa desapercibida para nadie.

—Yo...—un gran golpe hace que todos en la cafetería se queden callados.

El piso se mueve, las mesas saltaron y algunos dieron un grito.

—¿Un temblor?—dice alguien a lo lejos, pero no es asi.

Fue un golpe.

—¡Atheeeeea!—una voz chillona hace que todos se tapen los oídos.

La voz es tan escalofriante que nos hace temblar.

Un nuevo golpe me hace caer, al igual que a algunos chicos que estaban caminando hacia sus mesas.

—¿Pero qué..?—miro que muchos de los alumnos se han puesto debajo de las mesas.

Neo tiene agarrada a Casia y a Talia, y mira a su alrededor tratando de encontrar la causa del alboroto.

Gea sujeta la mano de Casia con los ojos cerrados. Me acerco a ella sin dudarlo, Gea, aun con los ojos cerrados se acurruca en mi pecho, sujetando mi mano con fuerza.

—¡Atheeeeea!—un nuevo chillido junto con un golpe hace gritar a todos.

Un mini temblor hace que todo empiece a moverse.

Levanto la mirada y miro que la chica de cabello morado está tan petrificada como todos nosotros. Mira hacia las grandes puertas de jardín que se han abierto.

Dirijo mi mirada también y confirmo lo que sospeché.

Alguien está golpeando el campo de fuerza.

—¡Atheeeeea! ¡Sal de ahí! ¡Ven a jugar conmigo!—un nuevo golpe hace que el campo de fuerza brille.

No se rompe, pero el temblor que crea es suficiente para asustar a todos.

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