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Capítulo 26

Los estudiantes empezaron a salir de la clase.

Agarro mi mochila fuertemente con las dos manos, sin mirar al frente. Aun con la conversación de Lakaios rondando por mi mente.

La frustración y la impotencia que recorre mi cuerpo está a punto de hacerme perder el control.

Una frustración parecida a cada vez que seguía una pista, teniéndolo tan cerca y cuando llegaba a sótanos abandonados, edificios a punto de caerse o cuevas en lo más profundo del bosque, ya era demasiado tarde.

Él ya se había ido y el niño o niña que secuestró también.

No había pruebas y las pistas casi siempre llevaban a un camino sin salida.

Pero yo sabía que luego de mí, tras los avances que logró, no ha podido parar y claramente sigue experimentando con munis.

"Athea"

Y eso es lo que más me molesta, saber que él está libre, en algún lado y sigue torturando, sigue abriéndolos y controlándonos.

"Athea"

Y yo sabiendo lo que se siente, sabiendo lo que trae consigo no puedo quedarme aquí, no cuando sé que Lakaios puede tener una pista que lo haga llegar hasta él.

"Necesito ir a buscarlo"

—¡Athea!—el grito de Adonis me hace levantar la mirada.

Adonis ha aparecido delante de mí, su uniforme está desordenado al igual que su cabello.

Su mirada nerviosa y su respiración acelerada me indica que no soy la única inquieta por la situación.

Pero por alguna razón al ver alivio en sus ojos, al tenerme de vuelta, comprendo que su preocupación va más allá de que el haya aparecido de nuevo.

—Athea, hoy hay clase de fuerza y resistencia, tenemos que irnos.—las palabras de Adonis tardan un poco en tener sentido en mi mente. Cuando entiendo lo que sucede la burbuja donde estaba escondida explota y noto, finalmente, el alboroto en el pasillo.

Los estudiantes ruidosos y nerviosos que caminan en montones con sus uniformes de deporte.

Me quedo unos segundos analizando cual es el mejor camino que puedo tomar para llegar a mi habitación y poder subir al techo.

La ruta se crea en mi mente rápidamente y retrocedo un poco para comenzar a caminar pero mi espalda choca con algo duro.

Sobresaltada, con todos mis sentidos a flor de pies me volteo dándome cuenta de que choco con nada más y nada menos que con los brazos cruzados del profesor Areleous, el responsable de dar la clase de fuerza y resistencia.

"Joder" Adonis maldice y luego desaparece haciendo una mueca, con los ojos me dice que tengo que encontrar la manera de escapar.

Me volteo a ver al profesor directamente y le sonrío abiertamente.

—Profesor, lo lamento no lo había visto ahí parado.—digo. El me mira serio, con ese aire de que nada y nadie podría interrumpir la paz mental que se maneja. Una risilla falsa sale de mis labios antes de aplaudir un poco.—Si me disculpa.—señalo el pasillo detrás de su cuerpo pero su gélida voz me impide seguir caminando.

—Señorita Athea, está tratando de huir de mi clase nuevamente ¿verdad?—sus ojos azules me miran seriamente.

—¿Huir?—me hago la tonta, pero mi palma de mi mano en mi frente de manera exagerada.—¡Oh! ¡Habla de la clase de ayer! No me sentía muy bien ¿sabe? Yo...bueno me desmayé así que Adonis me llevó a mi habitación.

—¿Prefirió dormir en vez de ir a la enfermería?—pregunta alzando sus cejas.

Dejo salir bruscamente el aire por mis fosas nasales poniendo todo mi esfuerzo en no cruzarme de brazos para encararlo.

—Bueno, viví mucho tiempo en un pueblo abandonado, un pueblo humano donde mis fiebres no podían ser curadas o tratadas por ellos. No estoy acostumbrada a recibir tanta atención.—digo si poder evitar que mis palabras salgan frías y molestas.

Por que es cierto, no todos tienen el privilegio de tener un doctor por cada vez que estornudas. Más si pasaste más preocupada en huir que en otra cosa.

—Pero no se preocupe ya me siento mejor. Así que bueno iré a cambiarme.—digo señalando mi uniforme diario.

No espero su respuesta, asiento a modo de despedida y comienzo a caminar en dirección contraria y, cuando ya empezaba realizar un baile mental de celebración el profesor Areleous se gira hacia a mí.

—Athea, ¿adonde se dirige?—al escuchar su obvia pregunta con pizca de burla, mi ceño se frunce, me volteo a verlo luego al pasillo detrás de mí y luego a él de nuevo.

—¿A mi habitación?—responde.—A cambiarme profesor, como se lo comenté hace dos segundos.—río sin gracia.

—Bueno, si cambiarse es lo que desea no creo que en su habitación encuentre el uniforme.—menciona, mi ceño se hace más fruncido y la confusión es clara en mi rostro.

"¿Pero que...?"

—Ayer, luego de la clase estaba buscándola sabiendo perfectamente que siendo alumna que entro a este colegio con términos especiales y con una advertencia que la obliga a tener buen comportamiento, obligándola claramente a acatar ordenes y no faltar a clases, tendría una muy buenas y válida excusa para faltar a una tan importante clase. Me pasé por la oficina estudiantil, curiosamente me di cuenta que de entre los uniformes deportivos había uno que nunca fue reclamado ¿podría usted adivinar a quien pertenecía dicho uniforme?—el profesor ladea su cabeza sin poder mostrar una torcida sonrisa de burla.

Le regreso la mirada completamente seria, mi cuerpo está tenso y las maldiciones de Adonis dentro de mi cabeza no me dejan pensar con claridad.

Pero antes de que pueda siquiera pensar en una justificación antes esto, Adonis aparece a mi lado con un cabello verde oscuro, casi negro.

Su uniforme esta vez, está bien puesto y tiene unos brillantes anillos en sus dedos.

—Lo lamento profesor, fue culpa mía, yo tenía que ir a recogerlo pero como Athea empezó a sentirse mal se me olvidó por completo.—dice con una sonrisa completamente despreocupada a pesar de que en su mente trata desesperadamente de encontrar la manera de huir sin que nos atrapen.

—Iremos a buscarlo ahora mismo profesor.—agrego, tomando a Adonis del brazo, jalando un poco, intentando caminar antes de que el profesor agrega algo más.

—No será necesario.—continua este, haciendo por tercera vez que Adonis y yo paremos en seco.—Alegremente me tomé la molestia de traértela.—dice mostrándome el uniforme de deporte, aún perfectamente doblado.

Mi pulso se acelera y por poco se me sale una sonrisa irónica de mis labios.

"Me atrapó"

—Muchas gracias, profesor.—me acerco a él, sin apartar mis ojos aquas que me mira con completa burla.

Voy a tomar el uniforme tratando de no aplastarlo como me gustaría hacer con su cabeza.

—Iré a cambiarme a mi habitación.

"Ultima oportunidad"

Pero cuando lo digo él sujeta el uniforme con más fuerza.

—No se preocupe por eso, hay unos cambiadores cerca del jardín.—me sonríe.

Abro mi boca para refutar pero él continua hablando.

—Señorita Syna, acompañe a la señorita Athea a los vestidores, cuando termine de cambiarse vayan juntas al jardín.—mi mirada va a una pobre chica asustada con cabello marrón.

Claramente tiene suficiente estrés encima como para agregarle más teniendo que acompañar a la rara niña nueva.

Mi sonrisa fingida se engancha, asiento sin mirar a Adonis y comienzo a seguir a la chica, notando que el profesor nos sigue a una distancia considerable.

—Las espero en el jardín.—comenta cuando el pasillo de los vestidores está a nuestra izquierda mientras que él tiene que seguir por el pasillo del frente.

Lo miro con odio por un par de segundos hasta que la asustada chica toca mi brazo, la miro y sus oscuros ojos miran al suelo.

Chisto con mi lengua antes de entrar al baño.

"Esto va a terminar increíblemente mal"


.

.

.

.

.


Miro mi reflejo frente a mí.

Mis ojos morado apagado, mi cabello que es más oscuro en las raíces y luego cae en pequeñas ondas hasta mi pecho.

Miro el uniforme, una camisa manga corta blanca, con el logo del colegio a un costado y nos shorts de tela azul bandera con una ralla a los lados de color blanco y claro, el logo del colegio en una pierna.

Miro mi rostro para cerciorarme que la cicatriz que cubre desde mi ceja hasta mi labio esté completamente cubierta. Miro mi cuello, un poco molesta porque la camisa de deportes es de cuello v, lo que me obliga a cubrir mi cuello con una venda, al igual que mis brazos y piernas.

Todo está completamente cubierto de vendas y, aunque en el uniforme regular ya podían verse las de mis piernas, al verme ahora en el espejo con mis vendajes tan expuestos me da rabia, rabia hacia ellas, rabia hacia tener que ocultármelas, rabia hacia el estúpido uniforme, estúpida clase y estúpido profesor.

"Debería de estar buscándolo con Lakaios no aquí haciendo educación física"

—¿A-Athea?—la cara de la nerviosa chica entra en mi campo de visión, noto como hace su mayor esfuerzo en mirar solo mis ojos.

—Ahora salgo.—digo metiendo el otro uniforme de mala manera en mi mochila antes de ponerla en el hombro y salir detrás de la chica.

"Es ahora o nunca Athea" susurra Adonis dentro de mi cabeza.

La chica comienza a caminar hacia el pasillo que da paso al jardín.

—Oye, no quiero llevar mi maleta, correré a mi habitación a dejarla y regresaré—le digo empezando a retroceder sin mirar detrás de mí.

La castaña da la vuelta preocupada pero no alcanza a decir nada porque yo volteo con todo el impulso de salir corriendo.

Pero choco con alguien, de nuevo.

Por el impacto mi cuerpo se va para atrás, mis pies se deslizan y para evitar caer hacia atrás mi mano toma una estúpida chaqueta amarilla.

Respiro lentamente, aun con los ojos cerrados y mi frustración picando en mis venas llevando mi cabeza tratando realmente de no gritarle tras su aparición.

Mis ojos hacen contacto con sus pozos, sus muy oscuros ojos.

Su estúpida sonrisa de lado me recibe, yo no tengo fuerza suficiente como para regalarme algo más que una mirada furiosa.

—¿Por qué tanta prisa?—el pelinegro levanta sus manos como gesto para que suelte su chaqueta.

Lo hago, me aparto de él y tomo mi maleta enojada.

—No hay prisas, iba a mi habitación a dejar mi maleta, aquí será un estorbo, ¡ah mira! Como tú.—digo mirándolo directamente, el chico me regala una pequeña risa ronca antes de acercarse más a mí y tomar mi maleta.

Pero yo no la suelto, cuando el chico nota mi agarre su mirada sube a mis ojos y muestra su blanquecina sonrisa que atrapa su roja lengua.

—No te preocupes, tenemos un sitio especial para las maletas, vamos, la clase está a punto de comenzar.

Eneas toma mi brazo y me hace girar, jalándome con delicadeza por el pasillo.



Mis ojos se achica cuando el sol me pega en mis ojos.

Al vernos salir del edificio los estudiantes voltean a vernos.

Una chica de cabello café que huye hacia su grupo de amigas.

Un chico con cabello dorado, el uniforme ridículamente abierto, que a pesar de siempre llevar una sonrisa de superioridad está más serio que nunca.

Una chica de cabello morado, claramente con ganas de asesinar, llena de vendajes por todo el cuerpo.

Y finalmente, un chico de cabello oscuro con un impermeable amarillo que tiene abrazado una mochila morada con un brazo y con su mano libre me sujeta.

Somos un circo.

No tengo que buscar al profesor para saber que su arrugado rostro tiene una sonrisa de burla y victoria total.

Chisto con mi lengua, empezando a caminar hacia el grupo de alumnos con la cabeza bien en alto.

Con un poco de suerte podré huir cuando empiece la actividad.

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