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Capítulo 20

El timbre sonó unos cuantos minutos después, logrando que todos el grupo de amigos saliera de sus desastrosas mentes para tomar sus mochilas y dirigirse cada uno a su respectiva clase.

Y aunque durante toda la mañana no habían podido tener tiempo para hablar más del tema cada uno por separado no logrado dejar de pensar sobre sus teorías, preguntas y dudas.

Pero Casia, más que cualquiera de los chicos, tenia en su mente una frase que no dejaba de repetirse.

"Eres una de las elegidas del director, tú no entraste como todos y nadie lo sabe. Que curioso"

La pequeña conversación que tuvo con la persona que entró esa noche, esa pequeña conversación que por algún motivo había olvidado por completo no ha dejado de repetirse una vez tras otra llenándola de dudas y preocupación.

Por que, si, de alguna manera que no comprendía, la chica nueva es la misma persona que entró al colegio, significa que es rara chica nueva sabe su secreto. Y tiene todo el poder de hacer con ella lo que quiera.

Por que para Casia ese secreto es lo suficientemente importante que seria el fin si se supiera. Aunque solo ha pasado un año, ella ha trabajado muy duro para ocultar la razon por la cual está aquí y su mundo fuera de las paredes del colegio.

Y aun que hay personas como Eleni, que constantemente tratan de derivar la barrera que tanto le ha costado construir, no permitirá que alguien tan extraño con Athea destruya su trabajo.




« —Es imposible. No puede ser posible. El poder de esa persona era simplemente enorme. Tanto que hasta podríamos considerar que supera al del director. Athea no pudo haber sido.—dijo Bemus en la mañana, completamente seguro de que su amigo Neo había perdido la cabeza, diciendo algo tan descabellado como eso.

—El poder de Athea es...—comienzó Talía pensando en voz alta de nuevo.

—Mínimo lo sé.—respondió Neo molesto por toda la situación.—¿Pero no crees que es posible que con todo ese poder haya podido ocultarlo de alguna forma?

—¿Ocultar el poder?—pregunta Gea sarcásticamente, la chica no había escuchado algo tan ridículo como eso en toda su vida.

—Sabes que no es imposible Bemus, tú mismo nos has dicho que hay algunas personas que lo hacen para no ser localizados en ciudades repletas de humanos—retomó Neo, desesperado.

Bemus se queda en silencio un tiempo.

Fue en ese momento que el timbre sonó pero aunque no hubiera sonado, el rubio chico no hubiera sabido qué responder.

Él sabe que es posible, pero no podría creer que alguien como Athea, una chica que parece no tener mucho poder, oculte algo tan grande dentro de ella.»




Casia suspira por tercera vez en veinte minutos, logrando que Gea, al lado suyo la fulmine con la mirada, molesta por su mera existencia.

Casia no le presta atención, esta tan metida en sus pensamientos que ni se da cuenta que el profesor les ha pedido que empiecen a hacer un trabajo practico.

La chica de cabello gris trata inútilmente de recordar el rostro de la persona de esa noche, tratando de encontrar similitudes con la escuálida chica de cabello morado. Pero nada tiene sentido, ni la persona ni el poder de ambas, logrando que Casia, suspire otra vez.

El timbre suena dando por terminada otra clase, donde ninguna de las dos chicas prestó mucha atención.

Para mala suerte de la chica de cabello blanco, toca la clase que más odiaba: resistencia y fuerza, sin embargo esta clase será diferente por que los cuatro amigos estarían juntos.

Aunque usualmente los dividen por mun compatibles, una vez al mes los juntan a todos para poder entrenar el uso de sus mun con uno que no sea compatible para nada.

Así que las dos chicas, toman sus cosas y se dirigen a sus dormitorios para cambiarse su uniforme por ropa deportiva.

—¡Adonis!—grito cansada.—¡Adonis! ¿Puedes dejar de huir de mí? Ya me cansé de caminar tanto.— digo poniendo mis manos sobre mis rodillas respirando entrecortadamente luego de subir tantas escaleras hasta el piso de mí habitación.

Luego de salir de la cocina tenia tantas ganas de reír por lo cerca que estuvo que descubriera uno de los muchos secretos que guarda mi cuerpo.

El problema fue que cuando voltee para querer reirme con Adonis, este, molesto, había decidido ignorarme completamente. Caminando más rápido que cualquier persona para cansarme.

—¡Basta! ¡Hablame! No puedes estar enojado conmigo, no fue mi culpa.—le digo, aun con el sonido de mí corazón palpitando en mis oídos.

Adonis sigue caminando por el largo pasillo, con la barbilla alta y con cero ganas de mirarme.

—¡Adonis! ¿Cuantos años tienes? ¿siete?—le digo, Aodnis se da la vuelta y me mira completamente ofendido—¡Aja!—lo apunto con mi dedo.— ¡Me miraste!—sonrío levantando mis manos al aire y luego estirándolas haciendo un tonto baile.

Me río más fuerte cuando escucho una maldición que sale de los labios de Adonis.

—No es justo sabes que me enoja que me digan que este actuando como un pequeño cuando tengo todas las razones del mundo para enojarme.—me recrimina caminando hacia a mí, ya que mis piernas, por el dolor se han rehusado a moverse más.

—Tienes cero razones para estar molesto, lo que pasó en la cocina fue simplemente gracioso.—le digo y él rueda los ojos.

—Sabes que no me refiero a lo que paso en la cocina.—dice y mi sonrisa se vuelve una mueca, recordando nuestra pelea de la mañana.

Pero antes de que el ambiente decaiga tomo la cara de Adonis y la muevo de lado a lado con una gran sonrisa. Mientras tarareo la estúpida canción de gomas de mascar que no dejaba de sonar en el pueblo abandonado, logrando que, luego de un rato, la hermosa sonrisa de Adonis domine su serio rostro.

—Basta.—me dice, empujando mi frente con su mano par que me aleje de él pero yo me resisto así que mientras mis manos están presionando sus mejillas él está tratando de empujarme.

Luego de un rato los dos nos rendimos y caemos al piso.

Me quejo entre risas y Adonis hace lo mismo.

Cuando nuestras risas paran,nos quedamos acostados en medio de un pasillo vacío, tratando que nuestras respiraciones se regulen.

—¿Qué harás ahora? Posiblemente ese pelirrojo ya se lo ha contado a sus amigos y sus amigos a sus amigos y ellos a los suyos. Posiblemente ya todo el mundos sabe. Asique, genia ¿qué planeas hacer si el director se entera?—pregunta Adonis poniendo su cabeza sobre su mano para mirarme.

Hago una mueca de desagrado, antes de suspirar.

—¿Qué quieres que haga? Ellos no pueden tener más que tener teorías, sin pruebas concretas no sabrán nada. Y si,si ¿por qué seria un problema? Aprenderé a controlar este estúpido poder para entonces y luego podremos salir de aquí.—declaro, como si fuera lo más fácil del mundo, cuando sé bien que no lo será.

—Claro, como digas.—dice Adonis sarcásticamente, recostándose en el suelo otra vez.

—Demetrius va a matarme.

—Yep.—afirma Adonis lo volteo a ver y él a mi e inevitablemente nos empezamos a reír fuertemente.

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La mañana pasó increíblemente lenta y si no fuera por que Adonis le gusta imitar a los porfesores durante las clases estas serian mucho peores de lo que realmente deberían de ser.

—Debes de dejar de hacer eso, estoy segura de que la profesora Michelakis ya sospecha algo.— le digo saliendo de la clase mientras busco en mi desordenada mochila mi horario para saber en que clases, de las miles de este colegio tengo que ir.

—Claro, si empiezas a reirte tu sola durante la clase, ¿quien no pensaría que tienes algún problema mental?—responde Adonis encogiéndose de hombros.

Saco mi mano de mi maleta solo para golpearlo, cuando escucho su quejido de dolor sonrío y sigo buscando el estúpido horario en mi maleta.

—Es tu culpa, si no pasaras toda la clase bailando o poniéndolescosas raras frente a la cara de los profesores sin que se den cuenta me podría concentra más. ¡Y sabría adonde está el estúpido horario!—me quejo dispuesta a darle vuelta a mi maleta a medio pasillo solo para encontrarlo.

—¿Hablas de esto? Pensé que sabias que yo lo tenía.—dice Adonis mostrandome un cisne hecho de origami en la palma de su mano.

Lo miro molesta y el me sonríe inocentemente.

—Te odio.—le digo tomando el cisne y desdoblandolo para ver cual es mi siguiente clase.

—¡Mataste a Pepe!—grita Adonis y luego hace un puchero.— Y yo que te lo había hecho con amor, que malagradecida.—chista.

—Callate.—digo logrando desdoblar a Pepe y tratando de descifrar lo que a mi parecer es un muy complicado horario.

Paro en seco logrando que Adonis tropiece conmigo.

—Maldita.—susurra sobándose su pecho donde mi hombro se incrustó.

Levanto mi vista confundida, viendo las clases que tengo a mi lado. Volteo hacia donde vinimos y veo las otras clases.

—¿Qué buscas?—pregunta Adonis volteando a ver a la misma dirección que yo.

—Quiero saber que clase tengo.—le respondo como si no lo hubiera estado tratando de averiguar hace como 15 minutos.

—Eso ya lo sé, ¿por que no vez que numero de clase es?

—Por que para hacer eso tendría que saber que clase tuve hace 15 minutos para buscar la siguiente. Pero no tengo idea de lo que he estado haciendo la ultima hora.—bufo y Adonis niega la cabeza desaprobatoriamente.

Miro mi horario de nuevo tratando de pensar qué hacer. Unos segundos después siento que tocan mi hombro.

—¿Si?—volteo ver a Adonis. Pero él no me mira, se limita a señalar frente a nosotros.

—¿Por qué no sigues a la multitud? Parece que todos van al mismo sitio.—dice y yo frunzo el ceño mirando como, efectivamente, cada uno de los estudiantes que salieron de sus clases se dirigen escaleras abajo.

—¿Ya es hora de comer?—digo con los ojos brillantes de emoción.

—Faltan 3 horas para eso.—me dice Adonis mirando su muñeca sin reloj, desanimandome.

Hago una mueca, volteo a ver el horario una ultima vez y como por arte de magia mis ojos parecen resaltar una clase: resistencia y fuerza.

—¿Que demonios?—pregunto en voz alta confundida.

Guardo mi horario y al lado de Adonis empiezo a seguir a todos los estudiantes escaleras abajo.

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