Capítulo 19
La puerta de la cocina se queda abierta dejándome observar el mar de alumnos que comienzan a entrar para tomar esperar a que el desayuno se sirva en la barra.
Pero también puedo ver como la chica de pelo morado camina despreocupadamente fuera de la cocina, recibiendo algunas miradas de los alumnos que entran.
Mi corazón palpita fuertemente, aun sin entender que es lo que acaba de pasar. Sin entender como mis ojos pudieron ver algo que al parecer no pasó.
¿O si pasó?
—¿Neo?—la mano de Alala sobre mi hombro me hace saltar un poco. La miro algo asustado sin poder quitar mi cara de completa confusión.
Alala frunce un poco el ceño pero me regala una de sus lindas sonrisas.
—¿Estas bien? Los alumnos están empezando a entrar, puedes ir a desayunar con tus amigos, nos ocuparemos del resto.—me dice y yo asiento ante sus palabras.
Volteo a ver si algunos de los alumnos, al pasar me han visto, pero parece que no hay nadie que susurra apuntándome, lo que es un alivio.
Normalmente salgo de la cocina mucho antes de los alumnos entren y aunque no me he puesto a pensar realmente del porque hago esto, ha sido algo que nunca he hecho diferente.
Pero esta vez, no solo ver a Athea dentro de la cocina de desconcertó sino que también lo que sucedió entando ella aquí.
Salgo de la cocina por la puerta trasera, dejando el mandil que Alala me puso en un mesa y despidiéndome de ellas.
Camino por el jardín trasero y me tomo mi tiempo para rodear el colegio para entrar por la misma puerta que todos usan.
Camino hacia nuestra mesa habitual sin siquiera pensar en ello.
Mis manos están en las bolsas del saco del uniforme mientras mis ojos miran mis zapatos.
Mi mente está hecha un caos tanto que ni siquiera puedo escuchar mis propios pensamientos ni el sonido a mi alrededor.
Es un silencio tan sepulcral que es asfixiante, como si algo pasara dentro que no pudiera controlar. COmo un residuo de pensamiento que sigue ahi pero no se queda.
Y por curioso que parezca, es un sentimiento muy similar a uno que sentí hace no tanto.
Pero por alguna no logro recordar cuando y porque, siendo la segunda vez, parece más doloroso que la primera.
Mis pasos se detienen cuando las puertas de la cafetería frente a mí se abren violentamente dejando toda el lugar en silencio. Todos voltean sus rostros hacia la entrada.
Nadie.
No hay nadie, solo fue el viento que las abrió.
Fue solamente el viento que logró que a las mentes de cada alumnos le llegara el recuerdo de esa noche, donde una persona entró y nos paralizo a todos.
Esa noche...
Mis ojos se abren grandes y volteo a ver la otra puerta, donde Athea salio hace unos minutos.
Mi respiración se agita un poco y el ruido a mí alrededor empieza a aumentar.
Es el mismo sentimiento.
¿Será que...?
—¡Neo!—el grito de Gea me sobresalta al tan punto en que me pongo en poción de ataque.
Mis puños se elevan frente a mi rostro y mi respiración se agita.
Cuando realizo lo que he hecho noto la confundida mirada de mis amigos.
Bemus abre un poco su boca, mientras que en su mano tiene la mochila de Talía, que se ha quedado paralizada a medio sentarse. Gea retrocedió al momento, poniéndose inconscientemente detrás de Bemus y Casia dejó su tenedor a centímetros de su boca.
Todos me miran sin entender que ha pasado.
Cierro mis ojos unos momentos, tratando de regular mi respiración. Miro un segundo el jardín que se deja ver por la puerta de la cafetería y luego volteo a ver a mis amigos, que siguen en el mismo lugar.
—Lo siento mucho yo...—trato de explicarme pero mi boca se cierra al instante sin poder controlar mi respiración aun.
—Neo.—Talía se acerca a mí y pone una de sus manos sobre hombro.—¿Qué ha pasado?—pregunta, sus verdes ojos brillan con preocupación.
—Estoy bien, es solo que...—cierro mi boca de nuevo obligándome a respirar bien.— Ha pasado algo raro esta mañana con Athea.—menciono, y al momento en que mi boca pronuncia el nombre de la chica nueva la curiosidad surge en todos.
—Puedes dejar la bandeja allá.— le dice Talía a Bemus señalando su escritorio.
Bemus se levanta del sillón del cuarto de las chicas para dejar su bandeja del desayuno vacía donde Talia le dijo.
El rubio se queda un segundo viendo la ventana sin soltar su bandeja en el escritorio.
Los amigos habían entendido la mirada de preocupación de Neo cuando le hicieron más preguntas respecto la nueva chica. Y htomaron la decisión de tomar el desayuno en el cuarto de las chicas.
De camino al cuarto el pelirrojo no dejaba de mover la cabeza de lado a lado, buscando con la mirada algún indicio de cabello morado.
Si saber claramente si prefería verla para mantenerla controlada o si sentía miedo de volverla a encontrar y sentir exactamente lo mismo por tercera vez.
Neo les contó lo que pasó, desde el momento en que entró a la cafetería hasta que la chica salió junto a su mun.
Y aunque Neo no pensaba nunca que revelaría su lugar secreto, pensó que lo que vio es mucho más importante por el momento. Eso y que sus amigos notaron lo incomodo que el pelirrojo estaba al tratar de explicar lo que hacia él, en la mañana, en la cocina de colegio.
—Así que su cuerpo se recuperó...—susurra Bemus, logrando atraer la mirada de todos los de la habitación.
Bemus gira y mira a sus amigos con aire pensativo.
Talía abraza una de sus almohadas, Casia esta sentada en el suelo con la espalda en su cama, Neo está sentado en uno de los sillones observando las palmas de sus manos y Gea camina de un lado al otro como de costumbre.
—¿Eso es posible?—pregunta la chica de cabello blanco mirando a Bemus.— ¿Qué tu cuerpo se cure de un momento a otro? ¿Eso es posible?
—No es imposible.—explica el rubio.— He leído que hay mun específicos que son para la regeneración, o medicinas que sirven para ello. Pero son realmente raras dudo que una chica pueda tener algo así.
—¿Y sino solo te hizo creer que la heriste?—pregunta Casia, que se había quedado jugando con su collar. Los ojos de Neo buscan los de ellas.— Ese es su mun ¿no? Tiene control sobre las mentes, por eso crea a... bueno a ese chico y logra convertirlo en lo que quiere. Puede haber una posibilidad en que ella haya querido que tú vieras que la heriste cuándo no es así ¿no?
—Puede ser.—susurra Neo, pero los recuerdos que regresan a su mente una y otra vez lo hacen enfadar.— Pero estoy seguro de lo que vi. No pareciera como que si fuera algo que imaginé por su poder. Sus ojos no estaban encendidos y cuando la herí apareció el chico y se veía muy molesto. ¿Por que se tomaría el tiempo de armar todo eso si fuera solo parte de un juego mental?—pregunta Neo apretando sus puños sin poder siquiera imaginarse que sus ojos lo hayan engañado.
—No lo sé.—admite Casi y vuelve a fruncir el ceño.
—Pero no tiene tanto poder...—el susurro de Talía hace que todos muevan sus cabezas hacia ella.
—¿Como?—pregunta Gea, Talía se sobresalta al darse cuenta que pensó en voz alta.
Sujeta una de sus trensas verdes, nerviosa y comienza a jugar con ella.
—Ella no tiene poder, bueno claro que tiene pero no pareciera. Todos sentimos que el poder que emana es casi como si fuera humana. Un poder regenerativo debería de tener un poder superior ¿no? Ya de por si me parece raro que no emane tanto poder cuando logra hacer aparecer a un chico que parece tan real, y lograr que este se trasformar en.... Bueno lo que sea. ¿Poder regenerativo? Son dos poderes completan diferentes ¿no?— pregunta, sin esperar realmente una respuesta.
Por que todos los saben, una MUNIS con más de un poder es imposible.,
Debería de ser imposible.
Por que en el mundo no ha existido algo como tal.
Pero todos tienen claro algo, todo en lo que esa chica respecta es demasiado extraño.
Desde el díia que entró, como entró, como es y su mun. O, lo que parece ser, más de uno.
—¿Qué más pasó?—pregunta Bemus dirigiendo la mirada a su pelirrojo amigo. Notando que hay algo más que le molestaba.
—Habló de los privilegios.—menciona frunciendo el ceño.—Mencionó que no se merecía estar aquí porque fue recomendada por sus conexiones.
Gea, Bemus y Talía fruncen el ceño tratando de entender a que se refería. Mientras que Casia, a la mención de las palabras de Neo se tensa y se encoje inconscientemente en si misma.
—¿Conexiones?—pregunta Talía apretando más la almohada en sus brazos.
—Se refería a las personas que entraron aquí por que las llamaron no porque pasaron el examen. Las conexiones familiares ¿no?—responde Bemus viendo como su amigo parece más molesto.
—Si.—responde Neo cortante.
—¿Significa que ella tiene conexiones? ¿Familiares? Mencionó que sus padres, bueno... Que están muertos. ¿Se habrá referido al director? ¿Será un tío algo de ella?—pregunta Gea, recordando con un leve temblor como la chica de ojos morados, con toda naturalidad, mencionó el día que llegó, como su padre asesinó a su madre y luego se suicidó enfrente de ella.
—Ya habíamos hablado de esto, el director no tiene familiares vivos. ¿Cuales serán sus conexiones? ¿Por qué la habar llamado? ¿Sabrán ellos que puede tener dos mun?—habla Bemus dejando caer, por fin, la bandeja sobre el escritorio, logrando que Casia, que estaba tan metida en sus pensamientos, se sobresalte un poco.
Pero de nuevo, las preguntas quedan en aire, porque por mucho esfuerzo ninguno de ellos logra encontrar una respuesta lógica ante todas sus dudas.
Y por si fuera poco, como si todas las teorías que ya tiene no fueran suficientes, el chico pelirrojo, con su respiración agitada levanta la mirada y deja salir las palabras que se había guardado hasta entonces.
—Creo que Athea es la persona que entró al colegio esa noche.
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