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Capítulo 15

Gruño fuertemente cuando me siento.

Dejo caer mi bandeja de golpe, llamando la atención de Bemus, Neo y Gea que estaban platicando.

—Buen provecho para ti también. — se burla Neo.

—No te molestes, ella no te entiende, espera. — Gea me voltea a ver y empieza a gruñir de manera extraña, mueve sus manos de un lado a otro y hace muecas horribles.

Cuando termina levanta una ceja y mira a Neo.

—¿Ves? Le dije que si me entendía que parara de hablar.—dice y estalla en carcajadas.

Neo ríe un poco pero cuando ve que Talía se acerca se levanta y corre a su dirección.

La chica está a punto de caerse por lo pesado que lleva su maleta. Neo llega justo a tiempo para evitar que eso suceda.

Cuando se acercan, Talía se sienta a mi lado, nos saluda a todos y le regresamos el saludo.

Talía deja caer su mochila mirándonos y sonriéndonos a todos.

Cuando sus ojos verdes caen sobre Bemus su cara se frunce.

—¿Bemus? ¿Todo bien?—el rubio asiente sin dejar de mirar a lo lejos.

Todos lo miramos extrañados y no podemos evitar voltear hasta la misma dirección y ver lo que el chico mira.

La chica nueva.

—Es muy rara.—dice Gea observándola de arriba a abajo.

Normalmente su superficial comentario me enfadaría mucho pero la verdad es que todo de esa chica grita extraño, desde cómo entró hasta su mun.

—¿Ustedes creen que...?

—No.—responde Bemus a la pregunta no formulada de Talía.—No es hija del director.—asegura, serio.

—¿Cómo lo sabes?—pregunto mirando al rubio.

—Hubiera algún reporte, siempre lo hay, es una ley. Alguien tan importante como el director sabrá que él no es la excepción. No es su hija.

—Pero su cabello...—vuelve a hablar Talía, sin darse cuenta que no ha parado de mirarla, lo que en otras circunstancias le hubiera parecido realmente irrespetuoso.

—El cabello no prueba nada, a pesar de que todos venimos de los 4 elementos eso no nos hace necesariamente primos o hermanos.

Volteo a ver a la chica una vez más. Frunzo el ceño al ver que parece como ida y no puedo evitar preguntarme si está hablando con...bueno con...el chico que aparece y desaparece.

—Tu compañero de cuarto también parece interesado en ella.—el comentario de Neo hace que nuestras cabezas se muevan de dirección.

Del otro lado de la cafetería vemos a un chico pelinegro con una chaqueta ridículamente llamativa.

Eneas mira fijamente a la chica, sin apartar su intensa mirada ni un solo segundo.

—¿Por qué Eneas tendría interés en ella?—pregunto y Bemus frunce el ceño.

—Tal vez no lo tiene, tal vez solo es curioso como todos los que la miran. — dice pero todos sabemos que ni él se la cree.

Porque todos estamos de acuerdo que jamas habíamos visto a Eneas con interés en nada.

Es precisamente por eso que Bemus y él no se llevan nada bien, el chico es realmente indiferente y no duda en mostrar y decir que él no debería de estar aquí, lo que claramente enfurece a Bemus.

Para él, estar aquí es realmente importante aunque no nos haya contado la razón del porqué lo cree.

Se limita a decirnos que hay muchos que morirían por estar en nuestro lugar.

Despego mi mirada de Bemus cuando él se sobresalta un poco.

Miro a Eneas y me sorprendo al ver que se ha parado y comienza a caminar en dirección a la chica firmemente.

Mi boca se abre un poco sin poder entender qué pasa.

A medio camino, el pelinegro agarra una bandeja olvidada sin quitar los ojos de la nueva chica.

—¿Qué está...?—las palabras de Talía son interrumpidas por un fuerte golpe que ha dejado a todos callados.

Eneas sin ninguna razón coherente ha cruzado media cafetería para chocar su bandeja con la de la chica nueva.

Silencio, nadie habla, todos estamos realmente sorprendidos y confundidos.

Los dos se miran y de un momento a otro, sin siquiera dirigirse una sola palabra, Eneas sonríe y se va.

La chica se queda parada por unos segundos antes de salir de la cafetería hacia el patio.

—Eso es nuevo.—Neo rompe el silencio y los murmullos en toda la cafetería comienzan.

—¿Qué fue eso?—pregunto mirando a Bemus.

—No tengo ni la menor idea.—contesta mirando fijamente a la puerta, donde la chica de cabello morado salió.

.

.

.

La campana suena y todos caminan a sus clases de la tarde.

Gea y Talía se van juntas al igual que Bemus y Neo. Tienen mun compatibles así que reciben algunas clases juntos.

Salgo de la cafetería mirando la hora, iría bien con el tiempo si no hubiera olvidado pasar a mi casillero por los libros.

Corro lo más rápido que puedo, llego al pasillo de casilleros y visualizo el mío al otro lado de este.

Miro la hora una vez más y me digo a mi misma que lograré hacerlo.

Pero me concentro tanto en eso, como es costumbre, y no presto atención a mi alrededor.

Me quedo sin aire cuando choco con una chica y caigo al suelo.

Me golpeo un poco la cabeza lo que me hace cerrar los ojos unos segundos y maldecir a todos los seres vivos.

Escucho risas y burlas y mis ojos se abren automáticamente mostrándoles a las personas delante de mí, la furia que hay en mi interior.

—Fijate por donde caminas caca, no querrás que tu papi tenga que salir de la casa blanca a socorrerte. Ah no, espera, él jamás movería un dedo por su hija no deseada.—se burla.

Me levanto sin apartar mis ojos de ella.

Suspiro aburrida de la misma pelea, las mismas burlas, la misma chica.

Eleni, la chica de cabello café que está delante de mí, es un año mayor y atormenta a quien sea que se atraviese en su camino, por que al parecer, molestar a los demás, llena el vacío de su interior lo cual es realmente estúpido.

—¿Qué no dirás nada? ¿Acaso quieres llorar?—dice uniendo sus largos y asquerosos dedos, haciendo un puchero horrible que no hace más que arrugar su cara.

Me quedo viéndola, seria. Mis ojos bajan de sus ojos cafés y se quedan unos segundos en la cadena oculta bajo su camina.

Para sorpresa de la chica, que sigue lanzando comentarios según ella hirientes, me río.

Me río abiertamente delante de su cara y la de sus disque amigos que la siguen por ser descerebrados mentales.

Eleni me mira furiosa y sorprendida, sin entender el porqué de mi risa.

Mis ojos chocan con los suyos y una sonrisa de lado aparece en mi rostro.

Cierro mis ojos tan solo un segundo y cuando los abro un destello gris resplandece en ellos.

Su collar de metal sale de su camisa, dejándolos helados a todos.

Atraigo el metal hacia mí sin mover ni un dedo.

La chica suelta un grito cuando nuestros rostros están más cerca.

Ajusto su collar apretándolo contra su cuello lo suficiente como para asustarla pero no dañarla.

—Que inteligente eres como para venir a molestar, en un muy mal momento por cierto, y con metal sobre tu cuerpo. — susurro acercando más nuestros rostros, jalando más el collar hacia mí, me río sin poder evitarlo.—Oh Eleni, no has aprendido nada sobre conocer a tu oponente. ¿Crees que lanzando un comentario sobre mi familia va a afectar?— rió más fuerte. — Estás caminando sola a tu muerte si no aprendes que un simple collar puede herir más que unas cuantas palabras. Suerte a la próxima.—digo, soltándola y comenzando a caminar hacia mi casillero.

La chica toca su cuello como buscando el aire que nunca le faltó.

Sus amigos se acercan a ella y me mira molesta.

—¡Oh Eleni! Lo olvidaba, salúdame al profesor Otis.—me volteo y le grito, moviendo mi mano frente a mi boca simulando un acto específico.

La chica suelta un grito, ofendida a pesar de que todos saben sobre la relación que se manejaba con ese profesor.

Los chicos se van, dejándome completamente sola en el pasillo.

Ni siquiera tengo que ver la hora para saber que voy tarde.

Suspiro enojada al abrir mi casillero, saco mis libros y camino hacia la clase.

Al llegar recibo un regaño, el profesor casi me lee el gran libro de reglas del colegio para cerciorarse que mi pequeño retraso no vuelva a ocurrir.

Luego de fingir estar muy arrepentida e interesada en todo lo que dice el profesor, me deja sentarme.

La clase continua normal.

Al llegar tarde y estar cero interesada en entender lo que me he perdido, me pierdo en mis pensamientos.

Por mucho que me moleste no puedo dejar pensar en las estúpidas palabras de Eleni.

Los rumores vuelan y más cuando tu padre es una figura pública.

Fue un desastre el año en el que entré a esta escuela.

Mis padres celebraban cinco años de matrimonio cuando mi madre se enteró que estaba embarazada.

Mi padre se puso muy contento, más cuando supo que yo era niña.

Muchos padres quieren niños para ver deportes o jugar a las luchas pero mi padre siempre quiso una niña.

Mi infancia fue increíble, mucho de hecho. Pero todo se complicó.

Mi padre ganó el puesto de presidente dos veces seguidas y todo estaba bien.

Hasta que mi mun apareció.

Fue un tremendo escándalo por la simple razón de que mi padre desconocía que mi madre era una MUNIS.

Fue una vergüenza para uno de los más grandes líderes que votaba contra los MUNIS.

Fue tachado de hipócrita al luchar tanto contra ellos cuando precisamente se casó con una.

Mi madre fue exiliada, obligada a huir para no morir por traición.

Mi padre ni siquiera me dio tiempo de despedirme de ella.

Esa noche le grité de todo, odiaba y me asqueaba su discriminación contra una raza entera, contra la que se suponía era el amor de su vida.

Pero a él no le importó.

Todo el amor que deslumbraba en sus ojos desapareció junto a mi madre. Y aunque él realmente la amaba, sus prejuicios, su asco y odio por los MUNIS lo sobrepasaba.

Mi padre me ocultó tras las paredes de la casa presidencial a pesar de que todos los medios se encargaron de difundir mi vídeo perdiendo el control.

Meses después, mi padre entró a mi habitación y me dijo que hiciera las maletas.

Sin siquiera voltearme a ver me dejó frente a las enormes puertas del colegio. Un colegio que estaba en un continente diferente a lo que había sido mi hogar por tantos años.

—¿Casia?—Aparto mis ojos de la ventana completamente sobresaltada.

Me confundo al ver a Talía frente a mí mirándome preocupada y también confundida.

Frunzo el ceño debido a que no tenemos clases juntas.

Pero es ahí cuando realizo que ya no hay nadie más que nosotras dos en la clase.

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